¡Regocijaos!

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¡Regocijaos!

“Estén siempre alegres” (1 Tesalonicenses 5:16, Nueva Versión Internacional). A primera vista esto parece muy sencillo, pero humanamente tendemos a hacer justo lo contrario. Los psicólogos frecuentemente comentan que el ser humano tiende a dejar que las influencias negativas pesen en su vida más que las experiencias, resultados y recuerdos positivos. Puede que vivamos tres experiencias maravillosas, pero sin embargo nos quedamos pegados en otro acontecimiento negativo que parece eclipsarlo todo. ¿Cómo podemos cultivar una mentalidad alegre en un mundo lleno de negatividad? ¿Qué pasa en nuestra vida cotidiana? Cuando estudiamos las Escrituras, descubrimos que hay muchas cosas de las que podemos alegrarnos.

Regocíjese en el Señor

En primer lugar, se nos instruye a regocijarnos en el Señor. “Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez os digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4). La palabra “siempre” es clave, porque nuestro regocijo en Dios no debe basarse en nuestras circunstancias. Por ejemplo, en Habacuc 3:17-18 el autor dice que seguirá regocijándose en el Señor a pesar de los tiempos difíciles, como el de las hambrunas. ¿Cómo podemos regocijarnos en el Señor de manera práctica? El Salmo 97:12 combina el gozo con el agradecimiento: “Alegraos, justos, en el Eterno, y alabad la memoria de su santidad”. El Salmo 33:1-3 añade que la alabanza y el canto son maneras muy apropiadas de regocijarse en el Señor. Podemos regocijarnos en nuestras oraciones a Dios, y podemos regocijarnos en él por la forma en que hablamos de él a los demás.

Regocíjese en la salvación

Tenemos mucho por qué estar agradecidos, y el don de la salvación debiera llenarnos de alabanza y alegría. Meditemos en estas palabras del libro de Isaías: “En gran manera me gozaré en el Eterno, mi alma se alegrará en mi Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de manto de justicia . . .” (Isaías 61:10).

Jesús enseñó que incluso el arrepentimiento de un pecador es motivo de regocijo en el cielo (Lucas 15:7, 10). Puesto que traer nuevos hijos e hijas a la familia de Dios le produce una gran alegría a él, ¡también debiera producirnos alegría a nosotros! Debemos alegrarnos por la difusión del evangelio, deleitándonos en la certeza de que cada vez más personas conocerán el maravilloso plan de Dios (Filipenses 1:18).

Regocíjese en las fiestas santas

Las fiestas santas anuales y los sábados semanales de Dios son tiempos de gran alegría. Por ejemplo, refiriéndose a la fiesta de las semanas, o Pentecostés, Moisés transmitió la instrucción de Dios: “Y te alegrarás delante de Eterno tu Dios, tú, tu hijo, tu hija, tu siervo, tu sierva, el levita que habitare en tus ciudades, y el extranjero, el huérfano y la viuda que estuvieren en medio de ti, en el lugar que el Eterno tu Dios hubiere escogido para poner allí su nombre” (Deuteronomio 16:11). Es decir, ¡todos deben alegrarse! En otro ejemplo, los judíos que habían sido liberados del cautiverio en Babilonia comenzaron a aprender acerca de las fiestas santas de Dios, que habían olvidado. Mientras Esdras el escriba leía de la Palabra de Dios, en lo que resultó ser la Fiesta de las Trompetas, el pueblo lloraba porque sabía que había olvidado los festivales ordenados por Dios. Pero en lugar de decirles que hicieran de este un día de luto, se les ordenó alegrarse: “Día santo es al Eterno nuestro Dios; no os entristezcáis, ni lloréis . . .” (Nehemías 8:9). Se les dijo: “Id, comed grosuras, y bebed vino dulce, y enviad porciones a los que no tienen nada preparado; porque día santo es a nuestro Señor; no os entristezcáis, porque el gozo del Eterno es vuestra fuerza” (v. 10). Dios diseñó estos días santos como ocasiones en las  que su pueblo se alegraría.

Regocíjese en las bendiciones

Hay muchas bendiciones diarias que podemos dar por sentadas, pero que son importantes para llenarnos de gozo. Cada día es un regalo de Dios (Salmos 118:24). A menudo olvidamos reconocer la protección de Dios en nuestras vidas hasta que nos encontramos en problemas y acudimos a él con una petición específica, pero es importante regocijarse en su protección. “Pero alégrense todos los que en ti confían; den voces de júbilo para siempre, porque tú los defiendes; en ti se regocijen los que aman tu nombre” (Salmos 5:11). Podemos alegrarnos de las bendiciones que Dios nos ha dado, pero también podemos celebrar los dones que él ha dado a los demás. Romanos 12:15 nos recuerda: “Gozaos con los que se gozan”.

Regocíjese en el sufrimiento

Aunque es fácil sentir gratitud por las cosas buenas que suceden en nuestras vidas, ¿nos acordamos de agradecer también los desafíos? El apóstol Santiago escribió a la Iglesia primitiva recordándole: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas” (Santiago 1:2). Aunque estos tiempos de penuria son ciertamente difíciles, las pruebas pueden ayudar a cultivar virtudes como la perseverancia (Romanos 5:3-4). Y lo que es más importante, como dijo Cristo: “Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Gozad y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; pues así persiguieron a los profetas que fueron antes que vosotros” (Mateo 5:11-12).

Regocíjese en la esperanza que tenemos

Esto nos lleva a un tiempo venidero que debe ser motivo de gran regocijo. Jesús dijo a sus seguidores “alégrense de que sus nombres están escritos en el cielo” (Lucas 10:20, NVI). Dios dice que podemos alegrarnos por su reino venidero, que él mismo se regocija en él, y que estará colmado de alegría: “Porque he aquí yo crearé nuevos cielos y nueva tierra; y de lo primero no habrá memoria, ni más vendrá al pensamiento. Mas os gozaréis y os alegraréis para siempre en las cosas que yo he creado; porque he aquí que yo traigo alegría, ya a su pueblo gozo. Y me alegraré con Jerusalén, y me gozaré con mi pueblo . . .” (Isaías 65:17-19). Esta esperanza debe llenarnos de dicha (Romanos 5:2; 12:12).

Las Escrituras nos recuerdan que debemos alegrarnos siempre, ¡y hay tantas cosas por las que podemos alabar a Dios! Cultivemos una mentalidad positiva mientras esperamos juntos la venida del Reino de Dios, ¡aquel tiempo futuro de regocijo inigualable!  EC