El espíritu de Dios antes del comienzo de la Iglesia
¿Dónde se menciona por primera vez el Espíritu de Dios en la Biblia?
“En el principio creó Dios los cielos y la tierra . . . y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas” (Génesis 1:1-2).
En el primer capítulo de la Biblia se mencionan los poderosos efectos del Espíritu Santo. En los versículos que siguen se describe cómo Dios, por el poder de su Espíritu, formó los cielos, la tierra y todo lo que hay en ellos. “Su espíritu adornó los cielos . . .” (Job 26:13).
Dios entonces hizo a los seres humanos “a su imagen” (Génesis 1:26-28). Colocó al primer hombre y a la primera mujer en el huerto del Edén, en donde podían haber comido del árbol de la vida (Génesis 2:9).
Jesús enseñó que la “vida” —vida eterna— estaba disponible solamente por medio del Espíritu de Dios (Juan 6:63). Pablo explicó que “si el Espíritu de aquel que levantó de los muertos a Jesús mora en vosotros, el que levantó de los muertos a Cristo Jesús vivificará también vuestros cuerpos mortales por su Espíritu que mora en vosotros” (Romanos 8:11). Por tanto, el árbol de la vida representa el poder vivificador del Espíritu de Dios.
Desde luego, Adán y Eva tuvieron la oportunidad de tomar otra decisión. Lamentablemente, en su propio detrimento escogieron comer del otro árbol. Como resultado de la influencia de Satanás, decidieron tomar del fruto del “árbol de la ciencia del bien y del mal”. Ese árbol representaba la decisión de determinar ellos mismos lo que es el bien y lo que es el mal. Trágicamente, no entendieron que el conocimiento adquirido tan sólo por la experiencia humana no es suficiente. En el aspecto espiritual, la diferencia entre el bien y el mal es algo que trasciende de la experiencia humana; es conocimiento que tiene que ser revelado por Dios. Al mismo tiempo, Adán y Eva rechazaron el poder que les hubiera permitido someter y controlar la naturaleza humana; ese poder estaba representado por el fruto del árbol de la vida (Génesis 2:16-17; 3:6). Así, con Adán y Eva la historia de los seres humanos comenzó sin la presencia activa de Dios en sus vidas. Ellos no tenían el poder y la ayuda del Espíritu Santo.
Para el tiempo de Noé, ¿cómo había afectado la decisión de Adán y Eva a sus descendientes?
“Y se corrompió la tierra delante de Dios, y estaba la tierra llena de violencia. Y miró Dios la tierra, y he aquí que estaba corrompida; porque toda carne había corrompido su camino sobre la tierra” (Génesis 6:11-12).
Sin el Espíritu de Dios, los seres humanos no pueden controlar su naturaleza carnal. Para tener esta clase de control hace falta algo más que el conocimiento. Se requiere la ayuda de Dios por medio de su Espíritu. Pero no fue hasta que Cristo muriera para pagar por los pecados de la humanidad que Dios nuevamente comenzaría a ofrecer su Espíritu a todos aquellos que vinieran a él con una actitud de arrepentimiento.
¿Cómo acostumbraba Dios comunicarse con la humanidad después de que Satanás engañara a Adán y Eva?
“. . . los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:20-21).
Aunque la humanidad en general no tenía acceso al Espíritu Santo, Dios lo dio a algunos siervos escogidos que lo representaban. Dios también inspiró que algunos de sus mensajes fueran preservados para nosotros en las páginas de la Biblia.
¿Escuchó la humanidad a estos mensajeros proféticos inspirados por el Espíritu de Dios?
“Y les envió profetas para que los volviesen al Eterno, los cuales les amonestaron; mas ellos no los escucharon” (2 Crónicas 24:19; comparar con Génesis 6:5; Nehemías 9:26).
Entonces, como ahora, la mayoría de las personas no hicieron caso a los mensajeros de Dios. Asimismo, en la actualidad la mayoría no quiere prestar atención a las advertencias escritas en la Biblia. Las actitudes humanas hacia la palabra de Dios no han cambiado.
Cuando Dios comenzó a trabajar con Noé, ¿a qué conclusión había llegado en cuanto a la humanidad?
“Y dijo el Eterno: No contenderá mi espíritu con el hombre para siempre, porque ciertamente él es carne; mas serán sus días ciento veinte años” (Génesis 6:3).
En la época de Noé la resistencia a todo lo que Dios tratara de enseñar a los seres humanos era tan fuerte, que decidió darle a la humanidad tan sólo 120 años antes de destruirla, dejando únicamente la familia de Noé. La destrucción que ocurrió llegó a conocerse como el diluvio de Noé.
Después del diluvio, Dios llamó y utilizó a Abraham. Luego utilizó a uno de sus hijos, un nieto y un tataranieto. Varias generaciones más adelante comenzó a trabajar con la nación de Israel, la que inició con algunos de los descendientes de Abraham.
¿Se comunicaba Dios con Israel por medio de su Espíritu en los profetas?
“Y enviaste tu buen Espíritu para enseñarles, y no retiraste tu maná de su boca, y agua les diste para su sed. Los sustentaste cuarenta años en el desierto; de ninguna cosa tuvieron necesidad; sus vestidos no se envejecieron, ni se hincharon sus pies” (Nehemías 9:20-21, comparar con el versículo 30).
Era tan sobrecogedora la tarea de tratar de guiar al pueblo de Israel, que Moisés, aunque era el único hombre que en esa época tenía el Espíritu Santo, se quejó a Dios: “No puedo yo solo soportar a todo este pueblo, que me es pesado en demasía” (Números 11:14).
“Entonces el Eterno dijo a Moisés: Reúneme setenta varones de los ancianos de Israel, que tú sabes que son ancianos del pueblo y sus principales; y tráelos a la puerta del tabernáculo de reunión, y esperen allí contigo. Y yo descenderé y hablaré allí contigo, y tomaré del espíritu que está en ti, y pondré en ellos; y llevarán contigo la carga del pueblo, y no la llevarás tú solo” (vv. 16-17).
Dios les dio a algunos de los dirigentes principales en Israel una parte de la misma ayuda y poder divino que le había dado a Moisés para que pudieran ayudar a guiar a la nueva nación. Esto ocurrió durante los 40 años del peregrinaje de los israelitas por el desierto, antes de entrar en la Tierra Prometida.
Después de la época de Moisés, ¿continuó Dios dando su Espíritu a los dirigentes y profetas de Israel?
“Y el espíritu del Eterno vino sobre él [Otoniel], y juzgó a Israel . . .” (Jueces 3:10).
A medida que transcurrió el tiempo, Dios dio su Espíritu a otros líderes de Israel. Entre ellos podemos contar a Gedeón, Jefté, Saúl y David (Jueces 6:34; 11:29; 1 Samuel 11:6; 16:13-14). Pero con unas pocas excepciones, el pueblo nunca se volvió a Dios con todo su corazón. Finalmente su rebelión fue tan grande y el rechazo de las leyes de Dios tan evidente, que la gran mayoría de ellos fueron llevados cautivos por los imperios de Asiria y Babilonia.
¿Explicó Dios por qué finalmente envió a las tribus de Israel a la cautividad?
“Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón como diamante, para no oír la ley ni las palabras que el Eterno de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte del Eterno de los ejércitos . . . los esparcí con torbellino por todas las naciones que ellos no conocían . . .” (Zacarías 7:11-14).
Después que los israelitas demostraron con su larga historia de desobediencia que la guía y el liderazgo de los dirigentes y profetas llenos del Espíritu Santo no lograrían cambiar sus corazones, Dios comenzó a revelar sus planes para una época que aún pertenecía al futuro lejano.