La caída del reino de Satanás

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La caída del reino de Satanás

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“¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! Porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo” (Apocalipsis 12:12).

Cuando analizamos todo el cuadro, no podemos tener dudas de que este mundo es el mundo de Satanás y no el de Dios. Pablo se refiere a nuestra época como el “presente siglo malo” (Gálatas 1:4).

Pero Satanás no dominará siempre el planeta Tierra. La profecía bíblica nos enseña que una serie de eventos impresionantes estremecerá nuestro mundo y nos conducirá a una nueva era, una era de 1.000 años bajo el gobierno de Dios (Mateo 6:10; Lucas 21:31). Estas buenas nuevas del venidero Reino de Dios son el meollo del mensaje de Cristo: “Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentíos, y creed en el evangelio” (Marcos 1:14-15).

La transición del dominio de Satanás al gobierno de Jesucristo no será fácil ni estará exenta de dolor. El profeta Daniel describió ese tiempo como “tiempo de angustia, cual nunca fue desde que hubo gente hasta entonces” (Daniel 12:1). Jesús dijo que si Dios no interviniera en los asuntos del mundo y estableciera su reino, quitando a Satanás de su dominio sobre la humanidad, no sobreviviría nadie (Mateo 24:21-22).

Señales del tiempo del fin

A medida que se acercaba el fin del ministerio terrenal de Jesús, sus discípulos le preguntaron: “Dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del siglo?” (Mateo 24:3). Jesús resumió las tendencias y los acontecimientos que caracterizarían esa época; un vistazo a la lista inevitablemente nos recuerda los titulares de hoy.

Jesús respondió: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el cristo; y a muchos engañarán” (vv. 4-5). (Para saber cómo se está cumpliendo parte de esta profecía, no deje de leer el recuadro de la página 20: “Satanás: ¿Un ángel de luz?”)

Jesús continuó: “Y oiréis de guerras y rumores de guerras; mirad que no os turbéis, porque es necesario que todo esto acontezca; pero aún no es el fin. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. Y todo esto será principio de dolores” (vv. 6-8).

Describió otras tendencias importantes: persecución y odio hacia los verdaderos siervos de Dios, un engaño religioso creciente y la proclamación del verdadero evangelio del Reino de Dios al mundo entero (vv. 9-14).

Dijo además que el mundo sería cada vez más peligroso a medida que se acercara el tiempo de su regreso. Advirtió que “habrá entonces una angustia tan grande, como no la ha habido desde que el mundo es mundo ni la habrá nunca más. Si no se acortaran aquellos días, nadie escaparía con vida; pero por amor a los elegidos se acortarán” (vv. 21-22, Nueva Biblia Española).

El engaño religioso se intensificará peligrosamente, y será seguido por dramáticas señales cósmicas (vv. 23-29). Esto conducirá a un suceso que transformará al mundo: “Entonces aparecerá la señal del Hijo del Hombre en el cielo; y entonces lamentarán todas las tribus de la tierra, y verán al Hijo del Hombre viniendo sobre las nubes del cielo, con poder y gran gloria” (v. 30). Luego nos dice: “. . . cuando veáis todas estas cosas, conoced que está cerca, a las puertas” (v. 33).

El papel de Satanás en el tiempo del fin

La profecía de Jesús es una perspectiva global de los acontecimientos del tiempo del fin. Muchas otras profecías, la mayoría de ellas en el Apocalipsis, nos dan otros detalles.

Satanás no va a entregar su reino sin pelear. A medida que se acerca el momento del retorno de Cristo, podemos leer esta solemne advertencia en Apocalipsis 12:12: “¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! Porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo”. Muchas profecías dan una detallada descripción de la frenética destrucción dirigida contra el pueblo de Dios y la humanidad en general cuando Jesús regrese.

La ira de Satanás está dirigida contra el pueblo de Dios, representado simbólicamente en la mujer de Apocalipsis 12. “Entonces el dragón se llenó de ira contra la mujer; y se fue a hacer guerra contra el resto de la descendencia de ella, los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesucristo” (v. 17).

Por instigación de Satanás, la persecución religiosa volverá a mostrar sus horribles garras (Apocalipsis 2:10). Jesús nos advierte: “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán” (Mateo 24:9-10).

Marcos registra otro detalle escalofriante de la profecía de Jesús acerca de esa futura persecución: “Y el hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y se levantarán los hijos contra los padres, y los matarán” (Marcos 13:12). En Apocalipsis 6:9-11 se describe este período de martirio.

Se aproxima un gran engaño religioso

Leímos anteriormente que el engaño religioso se incrementará a medida que el retorno de Cristo se aproxime. Satanás va a intervenir directamente en el surgimiento de un gran dirigente que desempeñará un papel fundamental en el masivo engaño religioso del tiempo del fin.

Al escribir acerca de los sucesos que precederán al retorno de Cristo, Pablo nos dice que “. . . no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición” (2 Tesalonicenses 2:3). Este hombre “se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios” (v. 4).

¿Cómo puede una persona afirmar ser Dios y convencer a otros para que le crean? Pablo añade que el advenimiento de ese inicuo será “por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden . . .” (vv. 9-10). Estos poderosos milagros van a convencer a muchos, pero en realidad serán el engaño magistral del diablo.

Lamentablemente, millones de personas serán engañadas. En el cataclismo que va a marcar el fin de este siglo, muchos caerán víctimas de este “engaño de iniquidad . . . por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (v. 10).

En el tiempo del fin, millones de personas sufrirán por su ignorancia acerca de la Biblia. Cuando surja este carismático líder que imitará a Cristo, miles de personas aparentemente lo van a aceptar como si fuera Dios en la carne. Como ellos “no recibieron el amor de la verdad para ser salvos” (v. 10), serán engañados fácilmente, llevados por este impostor en un satánico reavivamiento espiritual del tiempo del fin.

Esta debería ser una solemne advertencia para todos nosotros. Si no amamos la verdad, si nuestras creencias no están firmemente basadas en la verdad de la Palabra de Dios, y si no tenemos la fortaleza de carácter para retenerlas, también podremos ser fácilmente engañados por estas sutilezas satánicas. Ha ocurrido antes, y tanto Jesús como Pablo nos aseguran que volverá a ocurrir.

Una guerra satánica contra la humanidad

Aunque lo que ha llevado a la humanidad a incontables guerras a lo largo de la historia han sido las actitudes satánicas de odio, avaricia y resentimiento, la profecía nos revela también que el diablo personalmente organizará una gran conflagración mundial poco antes de que Cristo regrese.

En Apocalipsis 9:1-12 leemos acerca de lo que parece ser una enorme fuerza representada por una nube de langostas que se levantan de un abismo. Armamentos comparados a langostas infligen a las personas un dolor semejante al del aguijonazo de un escorpión (vv. 5, 10). El resultado de todo ello es asombrosamente similar a los efectos de las modernas armas químicas y biológicas.

Al frente de toda esta ola de sufrimiento, como “rey sobre ellos”, está el “ángel del abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión” (v. 11). Estos nombres significan “destrucción” y “destructor”, respectivamente. Al parecer, éste no es otro que Satanás mismo, cuyo carácter y razón de ser están perfectamente resumidos en estos nombres (ver el recuadro de la página 26: “Dios y Satanás: Verdad y vida frente a mentiras y muerte”).

Luego leemos acerca de un gigantesco ejército de 200 millones de soldados (v. 16). Comienza una carnicería difícil de imaginar. Una tercera parte de la humanidad —literalmente miles de millones de personas según la población actual— morirá en esa tremenda guerra (vv. 15, 18), sobrepasando completamente la suma de todas las víctimas de todas las guerras anteriores. Todo parece indicar que Satanás, al ver que ya no tendrá control sobre la humanidad debido al inminente regreso de Cristo, en su locura destructiva decidirá matar al mayor número de personas posible. (Si desea más información al respecto, le ofrecemos dos folletos gratuitos: El Apocalipsis sin velos y Usted puede entender la profecía bíblica.)

La arremetida final de Satanás

En Apocalipsis 13 encontramos que Satanás es el promotor del surgimiento de dos “bestias”. Una será la coalición de naciones del tiempo del fin, encabezada por un poderoso gobernante al que se le permitirá “hacer guerra contra los santos, y vencerlos” (vv. 1-7). La otra será un dirigente religioso del cual leímos anteriormente, llamado “el falso profeta” (vv. 11-18; Apocalipsis 19:20).

Los demonios —emisarios espirituales del dragón (Satanás), de la bestia y del falso profeta— “van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso” (Apocalipsis 16:13-16). El nombre popular, pero inexacto, de esta conflagración es la batalla de Armagedón.

Ajenos a los eventos que ocurren entre bastidores, estos reyes serán tan sólo títeres en el plan de Satanás. Aunque su intención será luchar entre sí, el objetivo de Satanás es utilizar los ejércitos del mundo para luchar contra Jesucristo cuando éste regrese. Los ejércitos van a reunirse en una gran explanada cerca de Meguido, que queda aproximadamente 100 kilómetros al norte de Jerusalén. La batalla final se librará en Jerusalén y será contra Jesucristo que retorna (Zacarías 14:1-4, Zacarías 14:12-15).

En Apocalipsis 19 se describe el triunfante retorno de Jesucristo a la tierra: “Entonces vi el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea. Sus ojos eran como llama de fuego, y había en su cabeza muchas diademas; y tenía un nombre escrito que ninguno conocía sino él mismo. Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: El Verbo de Dios. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en caballos blancos. De su boca sale una espada aguda, para herir con ella a las naciones, y él las regirá con vara de hierro; y él pisa el lagar del vino del furor y de la ira del Dios Todopoderoso. Y en su vestidura y en su muslo tiene escrito este nombre: Rey de reyes y Señor de señores” (vv. 11-16).

Estos versículos comprueban sin lugar a dudas que todos los ejércitos de la tierra no serán nada comparados con el poder del venidero rey del mundo, Jesús el Mesías.

“Y vi a la bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear contra el que montaba el caballo, y contra su ejército. Y la bestia fue apresada, y con ella el falso profeta que había hecho delante de ella las señales con las cuales había engañado a los que recibieron la marca de la bestia, y habían adorado su imagen. Estos dos fueron lanzados vivos dentro de un lago de fuego que arde con azufre. Y los demás fueron muertos con la espada que salía de la boca del que montaba el caballo, y todas las aves se saciaron de las carnes de ellos” (vv. 19-21).

Con sus ejércitos completamente derrotados, el reino de Satanás quedará desmantelado y destruido. Pero Satanás y sus demonios deberán ser restringidos para que no continúen engañando y manipulando a la humanidad. Esto lo llevará a cabo el ángel que Juan vio en su visión, que “descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo” (Apocalipsis 20:1-3).

Entonces el dominio de Satanás sobre el mundo en “este presente siglo malo” (Gálatas 1:4; 1 Juan 5:19) será eliminado por los 1.000 años siguientes. La batalla por el control de la tierra habrá terminado. En el plan de Dios, será tiempo de que comience una nueva era.