Otros aspectos importantes en que Jesús cumplió la ley

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Otros aspectos importantes en que Jesús cumplió la ley

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La ley de Dios requiere completa obediencia e impone la pena de muerte para el infractor. El apóstol Pablo escribió que “la paga del pecado es muerte...” (Romanos 6:23).

Consideremos por un momento la pena que cada uno de nosotros se ha impuesto al pecar. No es estar en el purgatorio o en el infierno, o en algún otro lugar o forma de ser o de conciencia. (Si desea entender más acerca de este tema, no deje de solicitar o descargar de nuestro portal en Internet el folleto gratuito El cielo y el infierno: ¿Qué es lo que enseña realmente la Biblia?) Es la muerte, el olvido eterno, la nada, la desaparición total de la existencia, de la cual nunca podríamos escapar si no fuera por la promesa de Dios de la resurrección.

Pablo continúa en Romanos 6:23: “...mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro”. Debido al hecho de que todos pecamos, la ley exige nuestra muerte; no tiene ninguna disposición para darnos vida eterna. ¿Cómo podría entonces alguien tener la esperanza de vivir más allá de la muerte?

Jesús cumplió la ley también en el sentido de que cumplió con los requisitos de la ley y pagó la pena en que todos incurrimos por nuestra desobediencia, que es la muerte. Jesús, quien nunca pecó, nunca se hizo merecedor de la pena de muerte requerida por la ley. Pero como el Creador de la humanidad y nuestro perfecto sacrificio por el pecado, pudo satisfacer la demanda de la ley que exigía nuestra muerte. Así, él logró “acabar con el pecado mediante el sacrificio de sí mismo” (Hebreos 9:26, NVI). Jesús “nos lavó de nuestros pecados con su sangre” (Apocalipsis 1:5) y ha hecho posible que podamos recibir la dádiva de Dios de la vida eterna.

La parte de la Biblia conocida como la “ley”, los cinco primeros libros, escritos por Moisés, contiene varios tipos de leyes. Además de lo que podríamos llamar las leyes morales, que gobiernan el comportamiento humano (como los Diez Mandamientos), esta parte también contenía leyes que requerían sacrificios por el pecado. Pero esas leyes, por sí mismas, nunca podían abolir la pena de muerte por el pecado.

Hebreos 10:1-14 nos dice que este sistema de sacrificios “nunca puede, mediante los mismos sacrificios que se ofrecen sin cesar año tras año, hacer perfectos a los que adoran. De otra manera, ¿no habrían dejado ya de hacerse sacrificios? Pues los que rinden culto, purificados de una vez por todas, ya no se habrían sentido culpables de pecado. Pero esos sacrificios son un recordatorio anual de los pecados, ya que es imposible que la sangre de los toros y de los machos cabríos quite los pecados. Por eso, al entrar en el mundo, Cristo dijo: ‘A ti no te complacen sacrificios ni ofrendas; en su lugar, me preparaste un cuerpo…’

“Y en virtud de esa voluntad somos santificados mediante el sacrificio del cuerpo de Jesucristo, ofrecido una vez y para siempre ... después de ofrecer por los pecados un solo sacrificio para siempre, se sentó a la derecha de Dios ... Porque con un solo sacrificio ha hecho perfectos para siempre a los que está santificando” (NVI).

Lo que aquí se nos dice es que Jesús cumplió con todo lo prescrito en las ofrendas por el pecado en la ley de los sacrificios. Jesús reafirmó toda la ley al venir a ser el sacrificio por el pecado.

Si Cristo no se hubiera ofrecido a sí mismo como una ofrenda por el pecado, los sacrificios que representaban “un solo sacrificio por los pecados” habrían sido una profecía o promesa no cumplida, porque todos ellos señalaban hacia él.

Jesús dijo que no había venido a anular la ley o los profetas, sino a cumplirlos. Así lo hizo de diferentes maneras y en diferentes situaciones. Al vivir una vida perfecta como ejemplo para nosotros, mostró todo el propósito espiritual de la ley. Los profetas habían anunciado su existencia, su misión y muchos pormenores de su nacimiento, vida, muerte y resurrección, los cuales él cumplió. Los sacrificios de la ley simbolizaban el sacrificio de su vida por los pecados de toda la humanidad, el cual sólo él podía cumplir.

Lo que Jesús dijo es que el Antiguo Testamento en todas sus partes y elementos —morales y proféticos— se refería a él y fue cumplido por él mismo. Cumplió todos los aspectos de lo que requerían la ley y los profetas, ratificando y cumpliendo lo que exigían y anunciaban.