Construyamos un nido sólido
Los seres humanos hacemos un gran esfuerzo para construir un hogar cómodo y seguro para nuestra familia. Controlamos el frío invernal instalando una caldera, y mitigamos el calor del verano por medio del aire acondicionado. Es probable que algunos no hayamos vivido por un largo tiempo en el primer hogar que construimos. Cuando tuvimos un mejor ingreso y nuestra situación económica mejoró, no dudamos en vender aquella casa y mudarnos a un lugar más cómodo. En cada traslado procuramos vivir en un lugar mejor.
Consideremos que no somos más que huéspedes temporales en este mundo y, aun así, tratamos de construir un nido más sólido. Nuestro futuro será vivir una eternidad en el Reino de Dios y, por lo tanto, ésta debería ser nuestra prioridad. Nuestros hogares temporales los vamos construyendo poco a poco. En nuestro futuro hogar, también necesitaremos utilizar ciertos materiales sólidos de construcción. Al final del Sermón del Monte, Jesucristo hizo énfasis en las verdaderas piedras de construcción que necesitamos, cuando afirmó: “Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca” (Mateo 7:24). La construcción de esta casa espiritual necesita de todo nuestro trabajo y atención.