Los regalos de Dios
Para muchas personas, los regalos vienen en forma de objetos, juguetes o dinero. Pero existen regalos que sobrepasan cualquier cosa que podamos comprar a nuestros hijos. Uno de esos regalos verdaderamente grandes es la alegría natural del corazón. Cierta persona expresó que la alegría del corazón es para el alma lo que la salud es para el cuerpo y lo que que la cordura es para la mente. Es la prueba de la normalidad. La alegría del corazón no se puede comprar, pero puede heredarse por medio del ejemplo y por la enseñanza de los valores correctos.
El apóstol Pablo se dio cuenta que Jesucristo había llenado los corazones de los creyentes con sustento y alegría (Hechos 14:17). La alegría nace cuando aprendemos a estar contentos con la vida que tenemos, mientras nos esforzamos por mejorar y prepararnos para la vida eterna. Este fue uno de los grandes regalos que Dios le dio a Jesucristo para que nos lo transmita. Pablo escribió que Dios ungió a Jesucristo con óleo de alegría (Hebreos 1:9). Que el aceite fluya sobre ti en abundancia y sea visto por todos en lo que haces (Isaías 61:1-3).