Atrévete a soñar
En este fragmento de la obra barroca del siglo XVI el dramaturgo español Pedro Calderón de la Barca, estando en cautiverio, expuso su idea filosófica sobre el sentido de la vida y los sueños. Cuando soñamos con algo, nuestra mente se proyecta al futuro para imaginar aquello que anhelamos. Pero, no debemos solo crear un pensamiento nostálgico, sino establecer una estrategia para alcanzarlo.
La vida es muy diferente del final que se relata en los cuentos. Debemos actuar para construir una nueva realidad. Nuestros sueños deben ser mayores que nuestras excusas. Soñemos en grande, trabajemos duro, rodeémonos de gente positiva y mantengámonos enfocados.
Cuando se tiene un sueño en mente, se genera un ideal. De este modo, se engendra una motivación para trabajar por ello. Los sueños son, en cierta forma, el combustible para alcanzar lo que se persigue. Si luchamos por nuestros sueños podemos fallar, pero si no lo intentamos estamos perdidos. Para hacer realidad nuestros sueños debemos perseguirlos.
Las mentes exitosas soñaron en grande y crearon lo que vemos a nuestro alrededor: automóviles, aviones, celulares inteligentes, computadores, etc. A principios del siglo XX, el industrial Henry Ford compartió su sueño de que la familia estadounidense promedio accediera a un vehículo. La gente se rió en voz alta, sin embargo, quince años después, se compraron millones de automóviles a 290 dólares cada uno.
Recuerda, si apuntas a las estrellas alcanzarás cuando menos la luna. Si sueñas con alcanzar grandes cosas en la vida, puede que lo logres, pero si no lo intentas, vivirás atado a tus decisiones y a la imposición de tu entorno.
La vuelta al mundo a pie
Un día, Nacho Dean, un estudiante español de publicidad y relaciones públicas, tuvo el sueño de darle la vuelta al mundo caminando. En el año 2013 se embarcó en esta aventura “imposible” que le tomó tres años, recorriendo 33,000 kilómetros a través de 31 países y 4 continentes.
Sus dos objetivos eran demostrar que los seres humanos podemos superar límites y, además, concientizar a la humanidad sobre las nefastas consecuencias del cambio climático. En el transcurso de su expedición, pudo observar diversos ecosistemas en crisis y luego emprendió una divulgación masiva a través de conferencias, entrevistas y publicaciones.
“No soy un loco ni un temerario”, escribió. “La seguridad es indispensable, me gusta el riesgo, pero controlado, no deseo la muerte. Por eso me cercioro de organizar bien las cosas y cubrirme las espaldas”, expresó.
Al final de su viaje escribió su libro “Libre y salvaje”, donde relata su experiencia de recorrer el mundo caminando. En esta aventura gastó 12 pares de zapatos y perdió 18 libras (alrededor de 8 Kilos) de peso para cumplir su sueño.
Su viaje es un llamado a la conciencia sobre la degradación del medio ambiente por causa de nuestro estilo de vida. “El sentido de la vida es luchar por nuestros sueños, es mi canto a la vida y a la libertad”, concluyó.
Sueños de grandeza
José creció como el hijo predilecto de su padre Jacob. Era el primogénito de Raquel, la esposa que tanto amaba Jacob. Ella falleció tras dar a luz a su segundo hijo, Benjamín. En una extravagante demostración de amor, Jacob le obsequió una túnica de muchos colores. Sus hermanos resentían que fuese el hijo preferido (Génesis 37:3).
Pero lo que más enojaba a sus hermanos eran sus sueños de grandeza. Una vez soñó que once manojos de trigo, cada uno representando a uno de sus hermanos, se inclinaban ante su manojo. En otro sueño les relató que el sol, la luna y once estrellas se inclinaban ante él.
Sus envidiosos hermanos lo querían matar. Su hermano Rubén intercedió y sugirió que lo arrojaran vivo a una cisterna; su plan era rescatarlo después. Finalmente, sus hermanos lo vendieron como esclavo a unos mercaderes que iban camino a Egipto.
Dios le concedió a José sabiduría y el don para interpretar sueños, lo cual impresionó al faraón, quien lo puso como segundo al mando de Egipto para supervisar el almacenamiento de granos y prepararse para la hambruna. A sus treinta años, había ascendido a la segunda posición más poderosa de la tierra en esa época (Génesis 41:38-41).
Mi consejo es que te esfuerces por encontrar tu vocación y el propósito de tu vida. Mira a lo alto, cierra los ojos y no te canses de soñar. Tu sueño más grande debe ser estar en el Reino de Dios cuando Jesucristo regrese a esta Tierra. Deja tus temores, confía en Dios, atrévete a soñar y él se encargará de hacerlos una realidad.