La fe de Sansón

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La fe de Sansón

Todos hemos leído o escuchado sobre Sansón — el hombre más fuerte que ha vivido. La palabra juez, posiblemente traiga a nuestra mente la imagen de un magistrado. Pero en la Biblia leemos sobre un período, antes del establecimiento de la monarquía israelita, donde algunos jueces eran caudillos de Dios para liberar a su pueblo del opresor. Sansón fue uno de estos últimos jueces de Israel.

La esposa de Manoa no podía tener hijos y para su sorpresa, se le apareció un ángel. El mensajero divino le dijo que iba a tener un niño. Le advirtió que, durante su embarazo, se cuidara que no beber alcohol ni consumiera alimentos contaminados. Además, que nunca le cortara el cabello porque el niño iba a ser un Nazareo, dedicado a Dios desde su nacimiento (Jueces 13:5).

Sansón se enamora

Cuando Sansón maduró, vio a una mujer filistea en Timnat con quien decidió casarse (Jueces 14:1-2). Sus padres le aconsejaron que no se uniera con una mujer gentil, pero Sansón se mantuvo firme en su deseo. Aunque su decisión no fue sabia, más tarde Dios utilizó esta situación como un “movimiento contra los Filisteos”.

De camino a Timnat, Sansón fue atacado por un león y este, con la ayuda del Espíritu de Dios, rasgó la quijada del león con la fuerza de sus manos y continuó a la casa de su novia para pedir su mano.

De regreso, decidió echarle una mirada al león que había matado.  Para su sorpresa, un enjambre de abejas había alojado un panal en el cadáver del animal que había producido miel. 

Entonces, Sansón propuso un acertijo a un grupo de Filisteos en la fiesta de su boda. Si ellos lo resolvían correctamente en siete días, él les daría 30 vestidos de lino y 30 vestidos de fiesta. Si no lo lograban, ellos tendrían que darle la misma cantidad de ropa. El acertijo decía: "El devorador salió por comida y del fuerte salió dulzura".

Los filisteos amenazaron de muerte a la novia de Sansón y a su familia para que les revelara el enigma. Ella se recostó sobre el hombro de Sansón y le dijo llorando: “solamente me aborreces, y no me amas, pues no me declaras el enigma que propusiste a los hijos de mi pueblo" (Jueces 14:16). Luego, cuando los filisteos le dieron la respuesta correcta, Sansón supo que la habían obligado a que les dijera la respuesta.

Su matrimonio fue una tragedia con efectos múltiples. Sus ojos le habían engañado, pensando que no tendría problemas al casarse con una mujer con una fe diferente; ella lo traicionó y acarreó la desgracia sobre sí y su familia.

Por medio de esta sucesión de hechos Dios, a través de Sansón, debilitó el dominio de los filisteos. Sansón quemó las mieses amontonadas, sus viñas y sus olivares, provocando su violenta reacción (Jueces 15:4-5).

Airados por la destrucción de sus cosechas, los filisteos le prendieron fuego a la esposa de Sansón y a su padre. La respuesta no se hizo esperar y Sansón arremetió y mató más filisteos.

Más problemas con mujeres

Al final de su vida, sus ojos le engañaron de nuevo. Primero convivió con una ramera en Gaza y luego una mujer llamada Dalila se ganó su confianza para que le confesara el secreto de su fuerza y después lo entregó a los filisteos.

Con esta información, Dalila le cortó el cabello mientras dormía. Una vez debilitado, los Filisteos lo capturaron, le sacaron los ojos y lo encarcelaron.

Aunque no pudo ver más con sus ojos, alcanzó a comprender cuál era el propósito de Dios en su vida: debilitar a la nación de los Filisteos. De pie cerca de las columnas que sostenían el templo, le pidió a Dios fuerza para vengarse por la pérdida de sus ojos. Con sus brazos derribó las columnas, causando una gran mortandad sobre los Filisteos, muriendo con ellos bajo los escombros.

Sansón tuvo muchos desaciertos. Aunque físicamente era fuerte y sincero en su devoción, fue débil en su carácter. Al final, se sacrificó para cumplir el propósito de Dios implorando su ayuda. La vida de Sansón no se circunscribió solamente a su relación con Dalila y otras mujeres, pues fungió como juez en Israel por 20 años. El autor de la epístola a los hebreos decidió incluirlo entre los hombres de fe que conquistaron reinos, hicieron justicia, apagaron fuegos… (Hebreos 11: 32-34).