¿Es Jesucristo, el Hijo de Dios, Dios?
Antes de venir en carne como ser humano, Jesucristo existía como el Verbo que era Dios junto con Dios el Padre (Juan 1:1-3; Juan 1:14). Por lo tanto, Jesús era Dios antes de convertirse en el Hijo de Dios. Él no era realmente el Hijo de Dios hasta que fue concebido por Dios el Padre por medio del Espíritu Santo en el vientre de María. Este fue el momento de su "encarnación", la encarnación de Dios.
En el Nuevo Testamento, el nombre "Dios" generalmente se refiere a Dios el Padre, pero en varios pasajes del Nuevo Testamento se hace referencia a Jesús como Dios (Mateo 1:23; Juan 20:26-28; Romanos 9:5; 1 Timoteo 3:16; Tito 2:13; Hebreos 1:8-12; 2 Pedro 1:1). Incluso se reveló a sí mismo como el "YO SOY" que le habló a Moisés, el Dios de Israel (Juan 8:58; compare con Éxodo 3:6; Éxodo 3:13-14). Así que Jesús era definitivamente Dios, junto con Dios el Padre.
Por supuesto, Jesús también era el Hijo de Dios, como se le llama repetidamente en todo el Nuevo Testamento, es decir, el Hijo de Dios el Padre. Cuando Jesús preguntó a sus discípulos quién creían que era él, Pedro respondió: “Tú eres el Cristo [el Mesías], el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16). Entonces [Jesús] le respondió: “Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16:17).
De modo que el Padre le había revelado a Pedro la identidad de Jesús como Mesías e Hijo del Dios viviente. Sin embargo, debemos preguntarnos, ¿se le dio a Pedro en esta revelación una comprensión completa y exhaustiva de la identidad de Jesús? Debemos considerar que Pedro y los otros apóstoles aún no tenían una comprensión íntegra del papel de Jesús; del hecho de que había venido a morir por los pecados de la humanidad, que sería resucitado y que no vendría a gobernar al mundo sino dentro de un futuro lejano.
Si bien el Padre le había dado a Pedro una verdadera e importante revelación sobre la identidad y el papel de Jesús, Pedro no tuvo una comprensión plena y completa hasta más tarde. Parece claro que Pedro y los otros apóstoles aún no comprendían completamente que Jesús era aquel a quien los israelitas conocían como Dios en el Antiguo Testamento. Evidentemente, esa comprensión vendría más tarde, aunque tal vez tuvieron una idea de esto antes de comprenderlo realmente.
Los discípulos seguramente notaron cuán inusual era que, a diferencia del pueblo judío que comúnmente se refiere a Dios como "nuestro Padre", Jesús habló de Dios personalmente como "mi Padre". Juan 5:18 declara que los judíos buscaron matarlo porque él "decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios." Con base en eso, vemos que incluso los judíos notaron que Jesús no se distanciaba de Dios, sino todo lo contrario. Vieron la afirmación de Jesús de ser el Hijo de Dios como una afirmación de ser Dios en sí mismo, y querían matarlo por blasfemia. Además, a lo largo del ministerio de Jesús, los discípulos lo presenciaron haciendo afirmaciones muy audaces que apuntaban a su divinidad, como referirse a sí mismo como "YO SOY" en Juan 8:58. Quizás Pedro habría dicho más sobre la identidad de Jesús si en este punto se le hubiera hecho la misma pregunta que se le hizo en Mateo 16:15 sobre quién era Jesús.
No fue hasta después de que Jesús murió y resucitó que vemos la explícitamente evidente comprensión de su identidad divina entre sus discípulos. Fue entonces cuando “les abrió el entendimiento, para que comprendiesen las Escrituras” (Lucas 24:45).
Recuerde que el apóstol Tomás no vio inicialmente a Cristo resucitado como lo vieron otros discípulos, y tuvo problemas para creer que Jesús estaba realmente vivo de nuevo. Sin embargo, cuando lo vio una semana después, Tomás exclamó: “¡Señor mío y Dios mío!” (Juan 20:28). Algunos dirán que esto fue un arrebato de sorpresa, como vemos hoy cuando la gente dice "Oh, Dios mío" sin pensar realmente en Dios. Sin embargo, los judíos del primer siglo, especialmente los discípulos de un rabino devoto no eran tan arrogantes como para pronunciar el nombre de Dios, tomando el nombre de Dios en vano. ¿Y Juan habría registrado tal cosa? Eso simplemente no es plausible. Por lo tanto, Tomás claramente estaba llamando a Jesús Dios. Entonces, ¿cómo había llegado Tomás a este entendimiento?
Además de ciertas declaraciones que Jesús mismo había hecho anteriormente, debemos considerar que, al día siguiente de su resurrección, se apareció como un extraño a dos discípulos en el camino a Emaús, enseñándoles mucho: “Y comenzando por Moisés y todos los profetas, les expuso en todas las Escrituras lo que se refería a él” (Lucas 24:27). Este fue, sin lugar a duda, el mayor estudio bíblico jamás realizado. Y por la descripción presentada aquí, la enseñanza de Jesús seguramente debió haber incluido su identidad como el Dios de Israel.
Jesús también se apareció a otros discípulos y les dio más información. Entonces, cuando Tomás se encontró con Jesús una semana después, este entendimiento más completo habría estado circulando entre los discípulos. Tomás lo habría sabido a pesar de tener problemas para aceptar la verdad de todo. Pero cuando por fin vio al Jesús resucitado con sus propios ojos, creyó y declaró: "¡Señor mío y Dios mío!". Esto es exactamente lo que Jesús era para Tomás y es para todos nosotros.
Sin embargo, incluso entonces, probablemente hubo mucho que todavía no se entendía sobre esto. Evidentemente, se le reveló más a la Iglesia en el transcurso del período en que fue escrito el Nuevo Testamento.
Aun así, hay quienes argumentan que, siendo Jesús el Hijo de Dios, eso significa por la distinción técnica implícita en la redacción, que él no es Dios. No obstante, ¿cuándo Jesús se refiere a sí mismo repetidamente como el Hijo del Hombre, significa que no era hombre? Claramente no. ¿U hoy, el hecho de que un niño sea hijo de cierto hombre de apellido Williams, significa que este niño no es también Williams? Por supuesto que no, ya que probablemente también llevaría el apellido Williams.
Algunos van más allá y argumentan de manera extraña que la declaración inspirada de Pedro de que Jesús es el Hijo del Dios viviente significa que el término "Dios viviente" debe aplicarse exclusivamente al Padre y no a Jesús. Sin embargo, debemos notar que Pablo menciona “la iglesia del Dios viviente” en 1 Timoteo 3:15 y luego en el versículo 16 dice que “Dios fue manifestado en carne... [y] recibido en gloria ". Entonces, aceptando que el “Dios vivo” en el versículo 15 es el Padre, ¿cómo deberíamos designar al Dios que se hizo carne en el siguiente versículo? ¿Es este Dios el "Dios muerto"? Es cierto que Jesús estuvo muerto durante tres días y tres noches, pero por el resto de la eternidad ha estado vivo y seguirá vivo para siempre. Jesús no es el Dios muerto. Él es el Dios vivo, junto con el Padre. Como dice Jesús: "[Soy] el que vivo, y estuve muerto; mas he aquí que vivo por los siglos de los siglos, amén " (Apocalipsis 1:18).
El "Dios vivo" es una descripción que se usa tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento para distinguir al Dios verdadero, que es real y vivo, de los dioses falsos surgidos de la imaginación humana o del engaño demoníaco. Al igual que el Padre, Jesús no es un dios falso como los dioses paganos. Él es real y está vivo junto con el Padre.
Entonces vemos que Jesús, al ser el Hijo de Dios, no significa que no sea Dios. El hecho de que sea declarado Hijo del Dios viviente, no significa que él mismo no sea también el Dios viviente. Tanto él como el Padre son Dios. Ambos son el Dios Viviente. Jesús es el Hijo de Dios por haber sido engendrado por el Padre. Pero esto no quita que Jesús haya preexistido como Dios junto con el Padre, y que aún sea Dios, como ciertamente lo es.