¿Es apropiado escuchar todo género de música?
La música es el idioma universal. No es necesario traducir una sinfonía para que otra persona la comprenda y la disfrute. Frecuentemente escuchamos a alguien cantar mientras conduce o, nosotros mismos, sin querer, silbamos o tarareamos una canción que escuchamos por los altavoces en un centro comercial.
Somos bombardeados por la música todos los días y, a veces, nos dejamos llevar por su ritmo sin discernir su letra. Los sonidos, la música, las voces, la radio e incluso el sonido de fondo de la televisión pueden dejar una huella en nuestra mente. Cuando escuchamos estos temas una y otra vez, se pueden grabar en nuestro subconsciente. Es posible que, sin saberlo, escuchemos mensajes que nos pueden inducir a creer una mentira o persuadirnos a la rebelión.
Algunos cantantes inician su carrera con talento, energía y juventud, pero al llegar a la cima de la fama, interpretan canciones con mensajes distorsionados. Con el tiempo se identifican con modas y tendencias que transmiten ideas erróneas del comportamiento humano. Isaías 5:20 “Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce y lo dulce por amargo”.
Como cristianos, debemos ser cuidadosos con el género y la letra de la música que escuchamos. Recordemos que es “tan equivocado cantar una mentira como vivirla”. ¿Por qué deberíamos permitir ser engañados y arrastrados hacia aquello que no es digno?
La música y el vino
En muchas ocasiones se combina la música con las bebidas alcohólicas. Recordemos que, como cristianos, debemos ser un ejemplo, actuando con prudencia y madurez. El apóstol Pablo aconsejó, "No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del espíritu, hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones" (Efesios 5:18-19).
Dios nos ha creado con emociones para vivir una amplia variedad de experiencias. Tenemos que usar el autocontrol para estar seguros de no asimilar aquellos preceptos que se puedan grabar en nuestra mente. Debemos guardar nuestro corazón y nuestra mente, estando atentos a cualquier tentación que conduzca al pecado.
Un “baño de música clásica” nos puede ayudar a reducir el estrés, mejorando nuestro rendimiento. Científicos canadienses de la Universidad de Toronto descubrieron que el ritmo y patrones tonales de este género de música crean un estado de ánimo de meditación, produciendo ondas cerebrales lentas que ayudan a conciliar el sueño.
Escuchemos música que inspire y nos transmita emociones sanas. La Biblia nos aconseja: "La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros, enseñándoos unos a otros en toda sabiduría, cantando con gracia en vuestros corazones al Señor con salmos e himnos y cánticos espirituales”. (Colosenses 3:16-17).
Esto no quiere decir que debemos escuchar música sacra todo el día. Muchas canciones inspiran valores correctos, aunque a veces la música y su ritmo dominan y se pierde el mensaje que el cantante desea trasladar. Se requiere disciplina para adquirir el hábito de escuchar la letra y decidir si verdaderamente deseamos que este mensaje se grabe en nuestro cerebro.
Música para Dios
Aproximadamente una décima parte de la Biblia está escrita en forma de canciones. Esto lo vemos en los Salmos, el Cantar de los Cantares y el libro de Lamentaciones. Muchas referencias al canto están relacionadas con la adoración a Dios. “El Eterno es mi fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón, y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi cántico le alabaré” escribió el rey David, un talentoso músico y compositor (Salmos 28:7).
La música era tan importante para alabar a Dios, que a los cantores se les eximía de ciertas obligaciones en el templo para que se concentraran en el canto. 1 Crónicas 9:33 “También había cantores, jefes de familias de los levitas, los cuales moraban en las cámaras del templo, exentos de otros servicios porque de día y de noche estaban en aquella obra”.
Así que la próxima vez que escuche una canción en su aplicación preferida, la descargue en su dispositivo o sintonice la radio, pregúntese si su contenido es digno de ser guardarlo en su mente. ¿Es un mensaje según el pensamiento de Dios? Disfrutemos la música, pero estemos atentos a aquellos mensajes que puedan afectar nuestro desarrollo espiritual.