#125 - 1 Reyes 9-10
"Otras construcciones; La Reina de Sabá"
Descargar
Descargar
#125 - 1 Reyes 9-10: "Otras construcciones; La Reina de Sabá"
Descargar
"Yo he oído tu oración y tu ruego que has hecho en mi presencia. Yo he santificado esta casa que tú has edificado, para poner mi nombre en ella para siempre y en ella estarán mis ojos y mi corazón todos los días. Y si anduvieres delante de mí como anduvo David tu padre en integridad de corazón y en equidad, haciendo todas las cosas que yo te he mandado, y guardando mis estatutos y mis decretos, yo afirmaré el trono de tu reino sobre Israel para siempre. . . Mas si obstinadamente os apartareis de mí vosotros y vuestros hijos y no guardareis mis mandamientos… yo cortaré a Israel de sobre la faz de la tierra y esta casa que he santificado a mi nombre yo la echaré de delante de mí" (1 Reyes 9:3-8).
Durante los primeros veinte años de su reinado, Salomón se dedicó a construir grandes obras en Jerusalén y el resto del país. No sólo edificó el Templo, sino también unos hermosos edificios al sur del Templo. Dentro de este complejo de edificios estaba su propio palacio y otro para su esposa, la princesa de Egipto. Además, construyó un inmenso edificio de gobierno, el lugar donde juzgaba que se llamó "la casa del bosque del Líbano" por sus numerosos patios adornados de árboles y sus 45 pilares de cedro que parecían como un bosque artificial (1 Reyes 7:2-7). Según la Biblia, este edificio fue el que impresionó más a la reina de Sabá. "y cuando la reina de Sabá vio toda la sabiduría de Salomón, la casa que había edificado, asimismo la comida de su mesa, las habitaciones de sus oficiales, el estado y los vestidos de los que le servían… quedó asombrada" (1 Reyes 10:4-5). Josefo relata: "A la reina lo que llevó su admiración al colmo fue la casa llamada La selva del Líbano... Es difícil enumerar la magnificencia y variedad de las dependencias reales, y decir cuántos salones grandes tenía… la belleza de las terrazas al aire libre, y los bosquecillos dispuestos para recrear la vista… En suma, toda la construcción era de mármol blanco, cedro, oro y plata, y los techos y las paredes estaban adornados con piedras incrustadas de oro (Antigüedades, tomo 2, p. 88).
Sin embargo, todo este esplendor era sumamente caro, además de mantener a tantas esposas, y después de 20 años, Salomón cayó en grandes deudas. Dice el historiador Bruce: "Mas los impuestos ordinarios de su imperio y los ingresos que llegaban a sus arcas por medio del comercio que pasaba por su territorio no bastaban para mantener una corte tan lujosa como la establecida por Salomón, ni el programa de construcciones, que ocupó tanto de los cuarenta años de su reinado… Salomón contrajo importantes deudas, que le obligaron a hipotecar parte de sus territorios en favor de Hiram… Le fue preciso imponer cargas cada vez más pesadas a sus súbditos y sacar levas para trabajos forzados" (Israel y las Naciones, Bruce, p. 48).
Al final, en vez de oro, Salomón tuvo que entregarle a Hiram unas pequeñas aldeas en el norte de Israel. "y salió Hiram de Tiro para las ciudades que Salomón le había dado, y no le gustaron… Y les puso por nombre, la tierra de Cabul (que significa "como nada").
Pues, aparte de las construcciones en Jerusalén, Salomón también estableció ciudades bien fortificadas "...todas las ciudades donde Salomón tenía provisiones, y las ciudades de los carros, y las ciudades de la gente de a caballo" (1 Reyes 9:19). Algunos de estos lugares han sido hallados por los arqueólogos. Uno de ellos está en Meguido (1 Reyes 9:15).
"En la época en que vivió Salomón, se introdujo un nuevo procedimiento en el arte de la construcción de edificios, murallas de protección, etc. En vez de la forma de construcción hasta entonces en uso, se emplearon piedras labradas en las esquinas de los edificios, Y a ciertas distancias, en el resto de la obra...El edificio, de gruesas paredes, desenterrado al mismo tiempo, resulta ser un "almacén de provisiones" una de las "ciudades almacenes" de Salomón" (Keller, p. 213).
Dice Keller: "En Meguido, una de las ciudades de los carros de Salomón, se hallaron unos establos capaces de albergar a 450 caballos y cocheras para 150 carros. ¡Un establo gigantesco!” (p. 214). Tal como menciona la Biblia: “Y juntó Salomón carros y gente de a caballo; y tenía 1400 carros, y 12,000 jinetes, los cuales puso en las ciudades de los carros, y con el rey en Jerusalén” (1 Reyes 10:26). Más tarde, estos establos fueron destruidos y vueltos a construir después. También la construcción de establos en Azor.
Parte de las riquezas de Salomón procedía del comercio mercante de su flora en el Mar Rojo. “Hizo también el rey Salomón naves en Ezión-geber, que está junto a Elot en la ribera del Mar Rojo, en la tierra de Edom”.
“Y envió Hiram en ellas a sus siervos, marineros y diestros en el mar con los siervos de Salomón, los cuales fueron a Ofir y tomaron de allí oro, cuatrocientos veinte talentos y lo trajeron al rey Salomón… Una vez cada tres años venía la flota de Tarsis, y traía oro, plata, marfil, monos y pavos reales” (1 Reyes 9:26-28; 1 Reyes 10:22). Cada talento de oro equivale a U$30,000 o sea un total de U$12,600,000.
Llegamos así al último relato feliz del reinado de Salomón. Fue tanta su fama que, “toda la tierra procuraba ver la cara de Salomón para oír la sabiduría que Dios había puesto en su corazón” (1 Reyes 10:24).
Uno de los personajes más famosos que visitó a Salomón fue la reina de Sabá. Hay bastante que han descubierto sobre este reino. “Durante muchos años se consideró a la reina de Sabá poco más que un ser de fábula, pero los últimos descubrimientos arqueológicos han sacado a la luz el palacio de Balkis (como los árabes que viven en ese lugar la llaman), utensilios y muros cuajados de oro y piedras preciosas, una parte de lo que el arqueólogo norteamericano Wendell Phillips considera "el mayor tesoro arqueológico que existe hoy en el mundo". . . Bajo la actual ciudad de Marib en Yemen, al suroeste de la península arábiga, yace lo que fue el corazón del estado de Sabá… Cuando la reina de Sabá tornó el poder, el reino nadaba en la abundancia; la antigua ciudad de Marib era un oasis muy fértil" (Revista Muy Interesante, Balkis, la enigmática reina de Sabá”, p.29).
Keller añade: "Un gigantesco dique embalsaba en Sabá, el río Adhanat, recogiendo el agua con el fin de utilizarla en instalaciones de riego, a las cuales debía aquella comarca su fertilidad. Las ruinas de una muralla de veinte metros de altura son testimonio de semejante maravilla técnica. Así corno en la actualidad Holanda es un jardín de tulipanes, entonces Sabá era el país de las especias, jardín único florido, legendario y perfumado por todos los aromas y perfumes del mundo" (Keller, p.128).
Continúa el artículo de Muy Interesante: "Un historiador griego del siglo 1 antes de Cristo, Diodoro Sículo, relata de esta forma el esplendor del reino de Sabá: "Este pueblo supera en riqueza y derroche no sólo a los países árabes de la vecindad, sino también a todos los demás seres humanos. Poseen múltiples copas para beber labradas en oro y plata, camas y asientos de tres pies hechos de plata, así como otros instrumentos de cocina de incalculable valor".
"Una de las principales fuentes de riqueza del reino de Balltis era el comercio del incienso y la mirra. El incienso se empleaba en los templos y los hogares a cualquier hora, siempre que se pedía algo a los dioses en sacrificios, fiestas o alabanzas a los soberanos. La mirra era imprescindible para la belleza y para embalsamar a los muertos. El pueblo empleaba comúnmente el aceite de mirra para mantener la piel elástica. Por último, el incienso y la mirra, al igual que el oro, eran los regalos idóneos para los reyes (recuerden los regalos entregados a Cristo – oro, incienso y mirra).
"Sabá no sólo cultivaba estos productos en sus tierras, sino que controlaba el comercio de la producción de Somalia, situada enfrente, al otro lado de la costa. De esta manera ejercía una especie de monopolio, pues el incienso y la mirra se cultivaban sólo en Sabá y en Somalia. Los abeos compraban productos y los exportaban a Egipto, Fenicia y Siria. Sabá también ejercía como intermediaria en el comercio de especias, seda y piedras preciosas procedentes de la India y Etiopía. Las mercancías llegaban por barco hasta los puertos meridionales de Arabia, y las caravanas las transportaban por la antigua ruta del incienso hasta los países de destino. Esta ruta terminaba en la frontera con Israel, donde gobernaba Salomón (968-928 a.C.).
"Una vez llegadas las caravanas a este punto, los destinatarios recogían los productos y decidían si las caravanas podían seguir camino, atravesando Israel. Esta incertidumbre suponía una desventaja para un país que vivía del comercio. Además, Salomón equipó a su país con una flota. Estos barcos representaban una seria amenaza para el comercio sabeo, pues los veleros hacían por el Mar Rojo la ruta que las caravanas sabeas hacían por tierra. Los barcos de Salomón podían quitar muchos viajes y ganancias al reino de Sabá" (Muy Interesante, p. 30-31).
Es posible que aparte de comprobar la sabiduría de Salomón, ésta fue otra razón de su visita de 2200 km a Israel. Ante la sabiduría y el esplendor de Salomón, la reina quedó estupefacta. Dijo: "Es, mayor tu sabiduría y bien, que la fama que yo había oído. Bienaventurados tus hombres… que oyen tu sabiduría. El Eterno tu Dios sea bendito… y dio ella al rey ciento veinte talentos de oro y mucha especiería y piedras preciosas; nunca vino tan grande cantidad de especias… Y el rey Salomón dio a la reina de Sabá todo lo que ella quiso… y se fue a su tierra (1 Reyes 10:6-13).