El reinado milenial de Cristo sobre la Tierra
La Biblia predice un período de mil años durante el cual Jesucristo hará de este mundo un lugar de paz y justicia, sin guerra ni sufrimiento.
En el libro de Apocalipsis encontramos la asombrosa historia que explica por qué hay tanta maldad en nuestro mundo y cómo comenzará una nueva era, no por obra del hombre sino gracias a la intervención directa de Jesucristo de Nazaret.
En la isla-prisión de Patmos, en el mar Egeo, el apóstol Juan tuvo una visión asombrosa que ha fascinado y dejado perplejos a muchos. ¿Es esta profecía solo el sueño sin sentido de un anciano, que no tenía ninguna posibilidad de hacerse realidad? ¿O es la Palabra infalible de Dios? ¿Es posible entender verdaderamente este misterioso libro? ¿Tiene respuestas para nosotros hoy? ¡Usted puede entenderlo, y sus respuestas le darán esperanza!
Un mundo en caos
¿Está cansado de las malas noticias? ¿Se siente frustrado por la violencia, el partidismo y los conflictos que hay a nuestro alrededor hoy? Últimamente todo esto se ha incrementado. Vemos cómo la zona del Medio Oriente se consume en medio de disturbios, derrocamientos de gobiernos y la amenaza de armas nucleares en manos de extremistas religiosos y dictadores caprichosos.
Nuestro mundo está atravesando un período de volatilidad que produce temor e incertidumbre acerca del futuro. Nos preguntamos qué nos espera a nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos.
La gente necesita esperanza en el futuro: esperanza de que se puedan resolver los problemas, de que la vida mejore. Sin esta noble ilusión, las personas desfallecen por la desesperación y a menudo recurren a conductas agresivas como escapismo. Dios entiende que usted y yo necesitamos esperanza todos los días, y ha provisto esa esperanza en su Palabra revelada, la Biblia.
Las Buenas Noticias habla de esa esperanza. Explicamos cuál es, exhortando al mundo a vivir el propósito y la voluntad de Dios. Hemos comprendido que la Palabra de Dios es la única fuente segura de esperanza duradera en un mundo sumido en permanente caos.
Mil años de paz
Hay una verdad bíblica que promete un mundo de paz y prosperidad para todos. Es la enseñanza bíblica de los mil años del reinado de Jesucristo en la Tierra, a menudo llamado el Milenio. La palabra “milenio” es de origen latino, y significa mil años. La Biblia describe esta era milenaria como un tiempo de paz y armonía en la Tierra. Esta doctrina no es ningún producto inventado por la imaginación humana.
La verdad del reinado de Cristo en la Tierra se relaciona con algunas de las primeras declaraciones de la Biblia. Prácticamente todos los profetas hebreos se refieren a él, y aún sigue cautivando la imaginación de muchos a pesar de los intentos de socavarla y desvirtuarla.
La promesa de Dios de un reinado de mil años en la Tierra es un símbolo de esperanza para toda la humanidad. Al estudiar lo que dicen las Escrituras y analizar los intentos por falsear esta doctrina, podremos entender nuestro mundo y la promesa de paz en el Reino de Dios.
En el libro de Apocalipsis, el apóstol Juan afirma que después de la segunda venida de Jesucristo los santos reinarán con él por mil años. Esto es lo que dice: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos.
“Y vivieron y reinaron con Cristo mil años . . . bienaventurado y santo el que tiene parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene potestad sobre éstos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él mil años” (Apocalipsis 20:4-6, énfasis nuestro en todo este artículo).
¡He aquí la prueba! Este pasaje en Apocalipsis constituye la piedra angular de una enseñanza que comienza en los escritos de los profetas hebreos. Es un resumen de muchas otras descripciones y promesas bíblicas sobre la era del Milenio, un reino de paz.
La esperanza de Israel de un mundo transformado
Por medio de sus siervos, Dios predijo varias veces ese reinado. Este fue la esperanza de los profetas de Israel durante gran parte de la historia de la nación, especialmente en los períodos de decadencia y cautiverio.
Los apóstoles manifestaron esta misma esperanza al preguntarle a Cristo sobre la restauración del antiguo reino de Israel. Antes de ascender al cielo, sus discípulos le preguntaron: “Señor, ¿restaurarás el reino a Israel en este tiempo?” (Hechos 1:6). Los discípulos esperaban con ansias poder presenciar el inicio del gobierno del Mesías en ese momento y conocían bien la promesa de una restauración, anunciada por muchos de los profetas.
El profeta Isaías describió una imagen muy clara de ese futuro cuando se refirió al momento en que el pueblo de Israel sería reunido bajo un Gobernante, y cuando el conocimiento de Dios cubriría la Tierra (Isaías 11:1-10). Isaías escribió durante el período de decadencia de Israel, pero habla del futuro Milenio. Note lo que dice la profecía acerca de la paz que reinará en la naturaleza y entre las personas:
“Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará. La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja. Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora. No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Eterno, como las aguas cubren el mar” (Isaías 11:6-9).
Las palabras de Isaías reflejan la idea del Milenio. Lo que se describe aquí es un cambio absoluto en todas partes del mundo, cuando incluso la naturaleza de los animales salvajes será transformada y los niños podrán caminar entre ellos confiados y sin temor. Además este pasaje muestra, según el versículo 9, que también la naturaleza del hombre cambiará.
Reflexione por un momento: el engaño que se ha apoderado del mundo desaparecerá y el conocimiento del plan de Dios se enseñará a toda la raza humana. ¡Esto va a suceder, pero únicamente cuando Jesucristo regrese a la Tierra!
Una época sin guerra
Isaías escribió otra larga sección profética que predice un tiempo de paz mundial en el cual no habrá guerras ni entrenamiento bélico. Vale la pena leer el pasaje completo:
“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa del Eterno como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte del Eterno, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas.
“Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra” (Isaías 2:2-4).
El antiguo Israel nunca experimentó este tipo de sociedad, como tampoco ninguna otra nación en la historia del mundo. Piense en esto por un momento: la escena que acabamos de leer en el libro de Isaías sirvió de inspiración para una estatua que se encuentra en el edificio de las Naciones Unidas, en la ciudad de Nueva York, Estados Unidos.
Irónicamente, esa estatua fue un regalo de la Unión Soviética a los Estados Unidos en 1959. La estatua de bronce es la figura de un hombre que sostiene un martillo en una mano y en la otra una espada que está forjando en reja de arado. Simboliza el deseo del hombre de poner fin a la guerra y de transformar las armas de destrucción en herramientas productivas para el beneficio de toda la humanidad.
Pero esta escena todavía no se hace realidad. Ninguna nación en la historia ha hecho que suceda. Las guerras y los conflictos siguen causando muertes en ciudades y pueblos, acabando con la vida de muchos o truncándolas. Los refugiados emigran a otras naciones en busca de seguridad y un lugar para reconstruir sus vidas destrozadas.
El Reino de Dios es real e inminente
La expectativa de hace dos mil años en Tierra Santa era que un Mesías derrocara el gobierno romano y restaurara un reino israelita. Muchos de los que siguieron a Jesucristo, incluyendo sus discípulos más cercanos, creyeron que él iba a restaurar el reino de Israel. Más tarde comprendieron que esta restauración ocurriría después del futuro regreso de Cristo para establecer el Reino de Dios en todo el mundo.
Hacia el final del primer siglo, esta doctrina del Reino de Dios sobre la Tierra fue ferozmente atacada. La integridad de las enseñanzas de Cristo se corrompió por la herejía, y el gobierno romano mató a muchos cristianos, incluidos sus líderes. El apóstol Juan fue exiliado en la isla-prisión de Patmos, y dentro de la Iglesia se produjo una gran confusión respecto al Reino de Dios.
En pleno apogeo de esta crisis, Juan recibió la revelación de Cristo ratificando las verdades del establecimiento triunfal del Reino de Dios. Conocer la verdad del Milenio, el futuro reinado de mil años, fue un gran estímulo para la Iglesia durante esos años, como siempre lo ha sido para aquellos que ponen su esperanza en Dios y leen esta verdad en las Escrituras.
Durante aquel tiempo tan turbulento, la enseñanza literal del Reino de Dios en esta Tierra se mezcló con conceptos herejes y fue desacreditada por muchos en los siglos segundo, tercero y cuarto d. C. El concepto de un reino literal de Cristo en esta Tierra estaba siendo cuestionado y rechazado por muchos, y a pesar de las instrucciones de Cristo, hubo intentos equivocados de predecir el momento de su regreso.
Los teólogos que fueron influenciados por el pensamiento griego comenzaron a enseñar que el Reino de Dios no era ni literal ni futuro, sino que se trataba solo de una vaga metáfora espiritual, por lo que fue objeto de muchas interpretaciones extrañas. Los falsos maestros dijeron que las referencias de las Escrituras, como las que acabamos de leer, debían considerarse simples simbolismos y alegorías que no debían intentar entenderse literalmente.
Sin embargo, en medio de estas herejías, muchos se mantuvieron fieles a la esperanza de un reino venidero como una verdad esencial entregada por medio de los apóstoles de Jesucristo. La historia nos muestra que un remanente disperso de personas fieles que se aferraron a la “fe que una vez fue dada a los santos” (Judas 3) continuó enseñando la verdad del reinado de mil años de Cristo en la Tierra.
En el siglo quinto d. C., la doctrina del Milenio fue desacreditada por la enseñanza de un hombre, Agustín de Hipona. Agustín fue el teólogo más influyente de la Iglesia católica primitiva, y enseñó que la Iglesia [católica] era el Reino de Dios en la Tierra. Su falsa enseñanza reemplazó la verdad bíblica de que Dios intervendría en la historia para establecer un reino literal en esta Tierra, un reino que nunca tendría fin.
La eliminación de esta enseñanza primordial de Cristo y su Iglesia tuvo un profundo impacto. Lo que el historiador Edward Gibbon llamó “la doctrina antigua y popular” fue rechazada en su mayor parte. Gibbon escribió: “Pero cuando el edificio de la iglesia estaba casi terminado, el apoyo temporal fue echado a un lado. La doctrina del reinado de Cristo sobre la tierra fue considerada inicialmente como una gran alegoría, calificada . . . como una opinión dudosa e inútil, y fue . . . rechazada como una invención absurda de la herejía y el fanatismo” (The Decline and Fall of the Roman Empire [Decadencia y caída del Imperio romano], edición Great Books, 1952, p. 188.
Reinos falsos
Hagamos ahora una pausa, y permítame preguntarle algo. ¿Cuál fue el resultado de que esta doctrina bíblica tan importante se haya perdido? Respuesta: que el daño fue enorme, y lo cambió todo.
El resultado fue que la Iglesia [católica] pasó a ser considerada el Reino de Dios y se creía que actuaba y trabajaba con la autoridad de Cristo. Esto significaba que cualquier poder político al que se uniera ejercería una influencia poderosa sobre los corazones y las mentes de los hombres. Igualmente, significó el surgimiento de una tiranía espiritual y política que no provenía de Dios. ¡Esta fue una enseñanza falsa y una gran herejía! El mundo occidental de Europa se sumió en un período de la historia conocido como Oscurantismo. Fue como si se hubieran apagado las luces en el aprendizaje y el avance de la cultura en todos los frentes. El historiador William Manchester describe el período como una “época . . . de guerra incesante, corrupción, desorden, obsesión con mitos extraños y una insensatez casi inexplicable” (A World Lit Only by Fire [Un mundo iluminado solo por el fuego], 1992, p. 3).
Para ser francos, cada vez que el ser humano ha tratado de crear el Milenio bíblico en la Tierra a su manera, usando la política y su propia forma de religión o filosofía, siempre ha fracasado.
La única forma de lograr el reino de paz profetizado en la Biblia será por la mano de Dios cuando él intervenga directamente en la historia para salvar a toda la humanidad de la extinción. ¡Ningún proyecto humano podrá crear una sociedad utópica!
Ponga su fe en el Rey y espere su reino
Es crucial que comprenda hoy el mensaje de Cristo acerca del venidero Reino de Dios. La Biblia revela que al regreso de Jesucristo comenzará un mundo de paz. Las naciones buscarán el camino de Dios y ya no habrá más temor entre los pueblos de la Tierra, porque la justicia divina será el fundamento de las relaciones internacionales.
Después de que Cristo regrese cesarán los interminables conflictos y se dará fin al entrenamiento militar. Con cada generación, las familias se fortalecerán. En ese entonces no habrá nada que impida que la antigua promesa del reino y la esperanza de paz en toda la Tierra sean una realidad.
Como hemos visto, la doctrina del Reino de Dios venidero se encuentra en toda la Escritura, desde el Antiguo Testamento hasta el libro de Apocalipsis. Las últimas palabras de Cristo sobre el tema son las más elocuentes y claras de la Biblia con respecto a la era inicial de este gobierno futuro. Jesucristo, quien reveló el libro de Apocalipsis, dice que habrá un período de mil años durante los cuales los santos resucitados gobernarán con él en un reino de justicia y benevolencia sobre esta Tierra, ¡y esto conducirá a un futuro aún más maravilloso!
¿Creerá en las palabras de Cristo? ¿Creerá lo que él dijo? ¡El gobierno milenario de Cristo, un proyecto más antiguo que el tiempo, prevalecerá y, en última instancia, transformará al mundo! BN