#053 - Éxodo 22: "Leyes sobre el Robo"

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#053 - Éxodo 22

"Leyes sobre el Robo"

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Aunque la ley del talión parezca severa, no lo es pues tiene que existir la justicia para tener paz. Y si no se es severo con la persona con inclinaciones criminales, otros con el mismo potencial seguirán el ejemplo, pues no temerán las represalias débiles.

Pero, ¿qué del ofensor ignorante que no tuvo la intención de cometer un delito? Veamos cómo Dios lo juzga. "Y cuando errareis, y no hiciereis todos estos mandamientos que el Eterno ha dicho a Moisés… si el pecado fue hecho por yerro con ignorancia de la congregación, toda la congregación ofrecerá un novillo por holocausto en olor grato al Eterno… Y el sacerdote hará expiación por toda la congregación de los hijos de Israel, y les será perdonado, porque yerro es; y ellos traerán sus ofrendas, ofrenda encendida al Eterno por sus yerros… Si una persona pecare por yerro, ofrecerá una cabra de un año para expiación. Y el sacerdote hará expiación por la persona que haya pecado por yerro; cuando pecare por yerro delante del Eterno, la reconciliará, y le será perdonado. El nacido entre los hijos de Israel, y el extranjero que habitare entre ellos, una misma ley tendréis para el que hiciere algo por yerro. Mas la persona que hiciere algo con soberbia, así el natural como el extranjero, ultraja al Eterno; esa persona será cortada de en medio de su pueblo. Por cuanto tuvo en poco la palabra del Eterno, y menospreció su mandamiento, enteramente será cortada esa persona; su iniquidad caerá sobre ella. (Para ilustrar el punto de si se comete el pecado por ignorancia o por soberbia, se entrega un ejemplo). Estando los hijos de Israel en el desierto, hallaron a un hombre que recogía leña en día de reposo (el sábado). Y los que le hallaron recogiendo leña, lo trajeron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación; y lo pusieron en la cárcel, porque no estaba declarado qué se le había de hacer. Y el Eterno dijo a Moisés: Irremisiblemente muera aquel hombre; apedréelo toda la congregación fuera del campamento. Entonces lo sacó la congregación fuera del campamento, y lo apedrearon, y murió, como el Eterno mandó a Moisés" (Números 15:22-36).

Este último ejemplo ha servido para desprestigiar las leyes de Dios, pero noten que recién se habló de que si uno pecaba por ignorancia o involuntariamente sólo debía hacer una expiación. Sin embargo, si pecaba con soberbia y menospreciaba la ley de Dios, entonces todo el peso de la ley recaería sobre esa persona. Aquí vemos que no fueron los jueces ni Moisés quienes Juzgaron al infractor, sino Dios mismo, quien lee los corazones. Fue Dios quien juzgó y sentenció al pecador. Es obvio que el hombre lo hizo intencionalmente, como un impío que se burla de la ley y recibió la paga justa además de ser un caso ejemplar para el resto de la congregación. Es parecido a lo que sucedió en el Nuevo Testamento con Ananías y Safira en Hechos 5.

Ahora sí estamos listos para continuar con estas leyes justas y espirituales de Dios. Entramos en la sección sobre los hurtos y robos. Desde luego que los principios sobre el delito contra la propiedad se encuentran en el octavo mandamiento, "No hurtarás" (Éxodo 20:15). Es conveniente aclarar la diferencia entre el hurto y el robo. La definición no ha cambiado en el tiempo, y por ejemplo, la definición en el código penal chileno sirve admirablemente. "Código penal #476, Hurto Simple – Consiste en la apropiación de cosa mueble ajena, sin la voluntad de su dueño y con ánimo de lucro, sin violencia o intimidación en las personas o fuerza en la cosas. Es característica suya la clandestinidad en la ejecución". En cambio, el robo se hace con violencia. "Código penal #464: "Característica del robo, y que lo diferencia del hurto, es la violencia o intimidación en las personas o la fuerza en las cosas, que pueden concurrir separada o conjuntamente".

Ahora veamos la amplificación del octavo mandamiento: "Cuando alguno hurtare buey u oveja, y lo degollare o vendiere, por aquel buey pagará cinco bueyes, y por aquella oveja cuatro ovejas. Si el ladrón fuere hallado forzando una casa, y fuere herido y muriere, el que lo hirió no será culpado de su muerte. Pero si fuere de día, el autor de la muerte será reo de homicidio. El ladrón hará completa restitución; si no tuviere con qué, será vendido por su hurto. Si fuere hallado con el hurto en sus manos, vivo, sea buey o asno u oveja, pagará el doble" (Éxodo 22:14).

Un comentarista y abogado resume la superioridad de estas leyes en comparación con las que existen hoy día. "Una de las quejas más comunes que se escucha en la actualidad es el método de tratar los casos en que el ladrón es atrapado y castigado pero la víctima a menudo no es reembolsada por la pérdida de los bienes. Puede tener la satisfacción de ver a la persona responsable de sus problemas ser castigada, sin embargo, si no se le reembolsa por sus pérdidas, no hay una verdadera justicia para la víctima. La ley de Dios exige que el ladrón haga una restitución completa – ¡y con un interés de pago desde cien a cuatrocientos por ciento! En definitiva, el hurto era muy desventajoso.

Los ladrones en potencia lo pensarían dos veces antes de robar algo si supieran que si fueran capturados, tendrían que pagar una multa tan severa. Y si no podía pagarla, la restitución monetaria podía significar meses o aún años de servidumbre para pagar el juicio.

El propósito de la ley era el detener a los hombres con inclinaciones criminales al hacerlos contemplar el alto precio del castigo si proceden con sus planes inicuos. Sólo habrían unos pocos casos traídos ante la justicia para que todos los hombres vieran y temieran violar la ley" (Resumen De La Ley Divina, Rand, p. 146).

Otro aporte útil lo entrega el Comentario Exegético sobre este tema. "La ley trata del robo de ganado. Al que constituía la parte principal de su propiedad. La pena por el robo de una oveja que había sido degollada o vendida, era el cuádruplo; por el robo de un buey, (que era más valioso y necesario) el quíntuplo, a causa de su mayor utilidad en el trabajo; pero si el animal robado era recuperado vivo, una compensación doble era todo lo que se exigía, porque se presumía que el ladrón no era sujeto hábil en el fraude. Un ladrón, violando una casa a media noche, podía ser muerto con impunidad, en defensa propia; pero si era muerto después de la salida de sol, era considerado el acto como homicidio, porque no se creía probable que a tal hora, fuera hecho un ataque contra la vida de los ciudadanos. (¡No hoy día en esta sociedad tan perversa!). En todo caso cuando un ladrón no podía hacer restitución, era vendido como esclavo por el tiempo acostumbrado" (Comentario Exegético, p. 80).

Ahora bien, ¿cómo se aseguraba una casa en contra de un ladrón en esos días? La respuesta ayudará a aclarar varias escrituras difíciles de entender.

Veremos cómo era la casa modesta de un sólo piso que era la más común en Israel. Primero es importante saber que las casas no se construían con la idea de pasar en ellas la mayor parte de su vida. Su principal interés era pasar tanto tiempo como fuera posible fuera de ellas, admirando las obras de Dios y evitando el calor o frío agobiante según las estaciones del año. La casa servía como un lugar de retiro. Por esta razón las paredes de las casas no eran muy tentadoras. No se hacían esfuerzos para atraer la atención a este lugar de retiro. Las paredes de la casa por lo regular eran hechas de adobes que se fabrican con lodo secado al sol. Job se refiere a estas como "casas de arcilla" (Job 4:9). Como estaban hechas de tierra y arcilla, o de piedras pegadas con lodo era una tarea fácil para los ladrones hacer un agujero y entrar a la casa. Job menciona cómo los ladrones se preparaban para el hurto nocturno de una casa: "Y de noche es como ladrón… en las tinieblas minan las casas que de día para sí señalaron; no conocen la luz. Porque la mañana es para todos ellos como sombra de muerte (operan sólo de noche); si son conocidos, terrores de sombra de muerte los toman (al ser reconocidos)" (Job 24:14-17).

Las casas modestas tenían pocas ventanas, que se abrían hacia la calles, y son bastantes altas para evitar el fácil acceso a un ladrón. Era común que tuvieran barrotes de madera que servían de protección contra los ladrones, y eran enrejadas como menciona Proverbios 7:6: "Porque mirando yo por la ventana de mi casa, por mi celosía". Recuerde que la celosía es el enredado de listones de madera o hierro puestos en la ventana para que las personas que están en el interior vean sin ser vistas.

"Tanto las puertas como las ventanas ordinariamente eran construidas de madera de sicómoro. Sólo por lujo de los ricos y como ornamento eran construidas de cedro (Isaías 9:10). Las puertas se montaban sobre bisagras y 'se revolvían sobre sus quicios' (Proverbios 26:14). Las puertas quedaban firmes al cerrarse, y esto se lograba con el uso de barrotes de madera (Proverbios 18:19). Las puertas se abrían antes de la salida del sol y quedaban abiertas durante el día como invitando a la hospitalidad. En Apocalipsis se dice; 'He aquí, he dado una puerta abierta' (Apocalipsis 3:8). El cerrar la puerta indica que sus habitantes han hecho algo de qué avergonzarse (Juan 3:19). Al ponerse el sol, se cierra la puerta permaneciendo así toda la noche (Lucas 11:7)... La puerta o zaguán quedaba localizado a la mitad del frente de la casa. Esta entrada estaba arreglada de tal manera que nadie podía ver hacia adentro desde la calle. A veces se construía una pared frente a la puerta, lo que cumplía el propósito. Los zaguanes del Medio Oriente casi siempre tienen pequeñas puertecitas como entrepaños entre ellas. La puertecita se usa en ocasiones ordinarias. En Hechos 12:13 se habla de Pedro golpeando "a la puerta del patio", lo que sin duda quiere decir la puertecita incrustada en el portón.

El uso de llaves. La llave en el Medio Oriente no se parece en nada a la variedad de llaves occidentales. El Dr. Johnson dice haber visto en Palestina algunas llaves de tal tamaño como para llevarlas en el hombro un hombre. Vio una llave como de cuarenta y cinco centímetros de grande. Recuerda lo que dice Isaías 22:22: 'Y pondré la llave de la casa de David sobre su hombro'. Comúnmente las llaves se hacen de madera. La cerradura se pone en el interior del portón o puertecita, y para hacer posible que el dueño de la casa pueda abrirla, se hace un hoyo en la puerta y mete su mano por este hoyo e inserta la llave. En el Cantar de los Cantares 5:4 la novia dice: 'Mi amado metió su mano por el agujero (de la puerta)'. Ella le vio meter la mano por el hoyo, para abrir la puerta y entrar.

En casas más grandes, había un vestíbulo para el portero o miembro de la familia quien podía hablar con cualquier visitante que llamara a la puerta y que deseaba ser admitido. El objeto de este vestíbulo es dar oportunidad para reconocer la voz del visitante, e identificarlo como amigo y no como un enemigo o ladrón. No se esperaba que la puerta se abriera al llamar. El que está dentro decía: '¿Quién es?' y el que estaba afuera, en vez de dar su nombre, contestaba sencillamente 'Yo". En Hechos 12:13-14 se dice: Y tocando Pedro a la puerta del patio, salió una muchacha para escuchar, llamada Rhode, la cual como conoció la voz de Pedro, de gozo no abrió el postigo'. Cuando Rhode había escuchado la voz de Pedro entonces supo quién estaba fuera. Las conocidas palabras de Apocalipsis 3:20 nos presentan la misma idea. 'He aquí, yo estoy a la puerta y llamo: si alguno oyere mi voz, y abriere la puerta, entraré a él'. Debemos reconocer la voz del Salvador que está llamando… Los del Medio Oriente están muy entrenados para escuchar las voces y por ello reconocen la de un amigo" (Usos y Costumbres de las Tierras Bíblicas, Wight, p.1939).

Así vemos que el hurto y el robo era parte de la sociedad israelita, como la es en nuestro mundo actual. Se tenían que tomar precauciones contra el robo de los bienes afuera como dentro de las casas. Sabemos que el robar o hurtar es el octavo de los Diez Mandamientos y es un pecado muy grave ante Dios. Si uno no lo supera en esta vida, está en peligro de no entrar en el Reino de Dios. "¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis… ni los ladrones, ni los avaros… heredarán el reino de Dios. Y esto erais algunos, mas ya habéis sido lavados, ya habéis sido santificados, ya habéis sido justificados en el nombre del Señor Jesús, y por el Espíritu de nuestro Dios" (1 Corintios 6:9-11).

Lamentablemente, el robo y el hurto estarán con nosotros hasta el Milenio, pero una vez que se establezca el reino de Dios sobre la tierra, ya no habrá necesidad de cerrojos ni de la protección contra los ladrones, pues dejarán de existir al convertirse el mundo a Dios y a sus leyes justas como las que hemos estudiado hoy. "Así ha dicho el Eterno el Señor: En aquel día subirán palabras en tu corazón, y concebirás mal pensamiento (las naciones aún inconversas al comienzo del Milenio), y dirás: Subiré contra una tierra indefensa, iré contra gentes tranquilas, que habitan confiadamente; todas ellas habitan sin muros, Y no tienen cerrojos ni puertas" (Ezequiel 38:10-12).