Ocultos en la oscuridad

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Ocultos en la oscuridad

Cuando era joven, disfrutaba mucho de pasar un tiempo en la granja de mi tía abuela durante las vacaciones de verano. A mi prima y a mí nos gustaba tomar turnos en la noche para dormir en la cama grande con ella. En una ocasión, mi tía apagó la luz y se quedó dormida. Yo, sin embargo, no me había dormido. Cuando estaba a oscuras, empecé a escuchar el ruido de un zumbido. Solo me tomó un segundo y creí reconocerlo. ¡Era un murciélago! Rápidamente me tapé la cabeza con las sábanas acobardado. En esa acción, mi tía despertó y me preguntó qué estaba haciendo. Entonces le expliqué y ella entonces encendió la luz. Observó alrededor del cuarto y dijo, “no, no hay ningún murciélago”

Si caminamos en los caminos de Dios no seremos cegados por lo que Satanás pone frente a nosotros. Veremos claramente el sendero y no tropezaremos.

Me sentí aliviada y me calmé al ver que el cuarto estaba limpio, pero de pronto el ruido se escuchaba atrás, así que me volví a meter bajo las sábanas. Mi tía me reprendió por ser tan paranoica y me dijo claramente, “no hay ningún murciélago”. Me volví de mi lado poco a poco y me descubrí el rostro, mientras mantenía mi cabeza bajo las sábanas toda la noche. En la mañana, mi tía me contó que se había levantado a la media noche y que había matado al murciélago que se había mantenido oculto en la sombra cuando prendió la luz.

Nuestro adversario, Satanás, trabaja de la misma manera: él es el gobernador de las tinieblas. Se nos ha dicho que “nuestra lucha no es contra carne y sangre, sino contra los gobernadores de este mundo, contra las huestes espirituales” (Efesios 6:2). Al igual que los murciélagos, sus engaños se ocultan en la oscuridad como en el cuarto de mi tía. Cuando piensa que puede ser sorprendido en su engaño, entonces se esconde detrás de algo que puede parecer inofensivo. Él se disfraza como algo bueno, de modo que si no somos cuidadosos nos puede arrastrar (2 Corintios 11:3)

Dios desea es que nos afirmemos en su Palabra. Por qué, entonces, ¿muchos deciden hacer las cosas a su manera? formulando sus propias leyes, celebrando festividades que no han sido establecidas como Días Santos. Cuando creamos y seguimos nuestros propios criterios, no estamos adorando a Dios cómo ´él quiere que lo hagamos. Recordemos que, a menudo, Satanás empaca lo que es malo haciéndolo pasar por bueno. Debemos ser cuidadosos de no hacer lo mismo. “Ay de los que a lo malo dicen bueno y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas y de las tinieblas luz”. (Isaías 5:20)

Esto también ocurre en muchas iglesias. No podemos creer en lo que escuchamos de alguien, solo porque tiene el título de pastor, ministro o reverendo. Tampoco podemos creer en lo que escuchamos solo porque proviene de alguien a quien estimamos. Así como mi tía pensaba que estaba en lo cierto cuando decía que no había ningún murciélago, debemos ser cuidadosos en no creer ciegamente. Necesitamos leer nuestras Biblias. Si lo hacemos, aprenderemos la verdad y la reconoceremos al escucharla. Ningún hombre sabe decidir entre lo que es correcto y equivocado por sí mismo. Si, tenemos opciones. Sin embargo, si queremos llamarnos cristianos, debemos hacer las cosas a la manera de Dios y no a nuestra manera. (2 Timoteo 3:13, Mateo 24:24, Mateo 7:15).

Cuando estamos en la oscuridad no podemos ver que los murciélagos vuelan sobre nuestra cabeza, pero cuando hay un poco de luz podemos verlos. Si somos diligentes, encontraremos donde se esconden. Es lo mismo en la cristiandad. Si caminamos en los caminos de Dios, no estaremos cegados por lo que Satanás ponga frente a nosotros. Podremos ver el sendero y no tropezaremos. Entonces descubriremos fácilmente sus engaños e intenciones ocultas. (Salmo 18:28). “Pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas… (Mateo 6:23), Énfasis nuestro.

Podremos aprender a identificar y reprender las obras infructuosas de la carne (Efesios 5:11). ¿Qué es lo que expone a la oscuridad? ¡La luz! No podemos decir honestamente que somos parte de la familia de Dios si no caminamos en la luz (1 Juan 1:5-6)

Debemos ser luz en un mundo de oscuridad. “Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no de la noche ni de la oscuridad” (1 Tesalonicenses 5:5). En efecto, se nos dice que si practicamos el mal, odiamos la luz; no queremos se parte de ella. (Juan 3:19-20). Si odiamos la luz, nos volvemos contra Dios quien es en sí mismo luz. La gente se esconde de la luz porque no quiere que sus pecados queden expuestos. Muchos son como los murciélagos que se esconden de la luz.