¿Puedo confiar en la Biblia?
La población mundial está creciendo constantemente, en el presente aproximándose a 7 mil millones de personas.
La Biblia entera está disponible para más del 60 por ciento de la población en su propio idioma. Las Escrituras se pueden leer desde la comodidad del hogar de una persona, escuchadas en televisión y programas de radio, rápidamente vistas en casi cualquier lugar en la pantalla de un teléfono móvil, o compartidas públicamente en el Internet para alcanzar a amigos y familiares o incluso a extraños.
Hay muchas personas que pueden tener acceso a la Biblia de diferentes maneras, pero cada vez menos se dirigen a sus páginas para encontrar respuestas a sus preguntas y consuelo cuando están pasando por tiempos difíciles. Cada vez son menos los que sienten que pueden confiar en la Palabra de Dios.
“Toda palabra de Dios es limpia; Él es escudo a los que en él esperan” (Proverbios 30:5).
¿Cómo sabemos que estas palabras son ciertas? ¿Cómo sabemos que podemos confiar en Dios y en las palabras que él ha preservado para que nosotros leyéramos?
Es difícil tener fe en lo que no podemos ver o comprender completamente. Para poder probarnos a nosotros mismos que algo es cierto o confiable, muchas veces buscamos evidencias. ¿Qué evidencia tenemos de que podemos confiar en la Biblia?
1. Profecía cumplida – Dios hace lo que él dice que hará
La Biblia contiene alrededor de 2 000 profecías. Algunas de estas profecías ya han sido cumplidas, por lo menos parcialmente. Muchos predicen que los eventos del tiempo del fin todavía se deben cumplir. Cada profecía de las páginas de la Biblia que ha sido cumplida completamente le da credibilidad a Dios mismo, y nos demuestra que podemos confiar en él y en su Palabra escrita en las páginas de nuestras Biblias.
“Así ha dicho Ciro rey de Persia…” (Esdras 1:2).
El primer capítulo del libro de Esdras contiene el cumplimiento de dos profecías que demuestran tanto el amor interminable de Dios por su pueblo como el rol que él tiene en los eventos del mundo alrededor nuestro. A través del profeta Jeremías, Dios predijo el fin del Imperio babilónico, diciendo, “Y cuando sean cumplidos los setenta años, castigaré al rey de Babilonia y a aquella nación” (Jeremías 25:12). Al mismo tiempo, Dios también actuaría para “haceros [Judá] volver” a Jerusalén y comenzar a reconstruir a partir de la desolación que él permitió sobre ellos de la mano de los reyes de Babilonia (Jeremías 29:10). Todo esto sucedería por medio de un rey que Dios había llamado por nombre más de 100 años antes de su nacimiento.
Ciro, rey del Imperio persa, fue llamado el “pastor” de Dios y “su ungido” (Isaías 44:28, Isaías 45:1). Él fue guiado por Dios para traer castigo sobre el Imperio babilónico y para permitir que el pueblo de Dios regresara a salvo a Israel tal y como Isaías lo había descrito. Mientras que la proclamación grabada en Esdras no se ha encontrado en páginas fuera de la Biblia, palabras similares de Ciro se han encontrado inscritas en un cilindro de arcilla llamado el Cilindro de Ciro.
2. Hallazgos arqueológicos – prueba tangible de la existencia de personajes y eventos bíblicos.
A menudo buscamos evidencia que podamos ver con nuestros propios ojos y sentir con nuestras propias manos. Por eso es emocionante cuando arqueólogos encuentran pedazos de papiro o excavan ladrillos de muros de grandes ciudades con inscripciones sobre ellos. El encontrar documentación histórica de gente y eventos de las Escrituras hace que la Palabra de Dios tome vida. En la mente de muchos, el encontrar esta prueba tangible significa que se puede confiar en la Biblia.
“Y que la casa de tu siervo David sea firme delante de ti” (2 Samuel 7:26).
La existencia de la muy conocida figura bíblica del rey David ha sido debatida muchas veces entre los estudiosos e historiadores. En el verano de 1993, mientras hacían observaciones a través de las ruinas de Tel Dan en el norte de Israel, arqueólogos descubrieron un pedazo de un monumento más grande de basalto inscrito con los nombres de varios reyes del antiguo Israel, así como un rey de la “Casa de David”, refiriéndose a la nación de Judá, que fue gobernada por los descendientes del Rey David. Aunque no se menciona directamente al mismo David, esta inscripción es una prueba más de la existencia de varios personajes bíblicos [Steven L. McKenzie, King David: A Biography (Rey David: Una Biografía), 2000].
3. Prueba en aplicación – El estilo de vida de Dios trabaja para cambiar vidas
Mientras que las profecías cumplidas y las pruebas arqueológicas de eventos en la Biblia continúan aumentando como evidencia de que la Biblia es de hecho verdadera, muchas personas todavía niegan la importancia de la Palabra de Dios en nuestro mundo moderno. Aún habiendo pruebas bien documentadas de cada evento milagroso en la Escritura desde el diluvio de Noé hasta las plagas de Egipto e incluso los muertos resucitados después de la crucifixión de Jesucristo, muchos todavía ven a la Biblia como otro libro de historia adornado con historias coloridas que tratan de probar la existencia de Dios para el pueblo hebreo.
“Bienaventurados los que oyen la Palabra de Dios, y la guardan” (Lucas 11:28).
La Biblia es lejos de ser solo otro libro de historia. En una entrevista del 2008 en NOVA, el arqueólogo norteamericano y profesor emérito de la Universidad de Arizona, William Dever, dijo: “Queremos que la Biblia pase a ser historia. Muchas personas piensan que debe ser historia o nada”. Dever continuó explicando que “la Biblia es literatura didáctica” hecha para “enseñar, no solo describir”.
La evidencia más fuerte para confiar en lo que dice la Biblia es en la aplicación de las lecciones que se encuentran en sus páginas. Las palabras de Dios están destinadas a brindar un cambio positivo en la vida de un individuo. En Malaquías 3:10, Dios le dijo a su pueblo “probadme ahora en esto”, hablando sobre confiar en sus promesas de bendición hacia aquellos que obedecen sus palabras. Si nosotros realmente queremos ser capaces de confiar en la Biblia, debemos estar dispuestos a seguir las instrucciones contenidas en sus páginas, usándola como Dios quiso, siendo más que solo un libro de historia.
Fuente: UCG.org