¿Necesitamos temerle a los eventos mundiales?
¿Alguna vez has experimentado el miedo a volar?
Me acuerdo de un vuelo en el que los 4 asientos estaban llenos, el del piloto, mi esposa, nuestro equipaje y yo. Creo que fue un Cessna 170. Estábamos volando a una altitud inferior a la normal cuando entramos en una zona de turbulencias y descendimos varios pies. Yo estaba más o menos a 4 pulgadas fuera de mi asiento y debí apretar aún más mi cinturón de seguridad.
Mis nudillos palidecieron cuando hice un esfuerzo descomunal al apretar la manija de la puerta, sosteniéndome para salvar mi vida. En ese momento me di cuenta que mi estómago había encontrado un nuevo lugar para descansar en mi cuerpo, justo cerca de mi garganta.
El piloto, que había permanecido en silencio durante la mayor parte del vuelo de 40 minutos de duración, dio la vuelta y me miró con una sonrisa a medias. El movimiento ondulante de la aeronave no parecía molestarle, y continuó revisando su correo electrónico en su teléfono inteligente, como si no pasara nada.
Tengo que admitir que sentí que la pequeña aeronave no iba a lograrlo al ver tanto la zona de turbulencia como ambos indicadores de combustible de lectura en rojo. No muchos días antes de aquel vuelo, había mencionado en un sermón la importancia de la oración y la confianza en Dios, y ahora estaba practicando lo que prediqué.
Miedo, ansiedad. ¿Alguna vez te has topado con estas criaturas? Estoy seguro que sí. Se deslizan por tu mente a través de muchas puertas y ventanas. El miedo a volar, a las alturas, a grupos de personas, a una enfermedad, miedo a que otros países invadan el lugar donde vives. La lista es interminable. Pero, ¿necesitamos tener miedo a muchas cosas terribles que tienen lugar en este mundo de hoy?
El tipo de temor que Dios nos manda a superar es la tensión interna que viene y nos desgarra emocional, física y espiritualmente. Algunos de los que ven las noticias los 7 días de la semana durante las 24 horas del día (24-7) se encuentran en un estado constante de miedo y preocupación.
Considera tres cosas esenciales para afrontar este tipo de miedo:
1 - Date cuenta que el miedo no es parte de lo que Dios quiere para nosotros.
Se nos exhorta directamente que “no temamos”. En Proverbios 28: 1, se nos dice todo lo contrario: ¡Seamos valientes! No podemos escapar del miedo al tomar una dosis diaria de drogas o alcohol para que nos envíe a un sueño profundo. Tampoco podemos vencer nuestros miedos al tratar simplemente de “alejarnos de todo” al tomar unas vacaciones en algún lugar. La liberación de los miedos comienza con nuestra actitud mental.
2 - Admitamos que no enfrentamos nuestros problemas solos.
No importa qué tan graves sean o lleguen a ser nuestros problemas, no estamos solos. Dios no nos abandona, incluso cuando nuestra seguridad personal se ve amenazada.
El apóstol Pablo comparte algunas palabras de aliento en el libro de Hebreos, “Manténganse libres del amor al dinero, y conténtense con lo que tienen, porque Dios ha dicho: «Nunca te dejaré; jamás te abandonaré». Así que podemos decir con toda confianza: «El Señor es quien me ayuda; no temeré. ¿Qué me puede hacer un simple mortal?»“ (Hebreos 13: 5-6, NVI)
3 - Practica y recuerda, “... el perfecto amor echa fuera el temor” (1 Juan 4: 18).
Comparémoslos. El amor busca oportunidades para dar y servir a los demás. “¿Qué puedo hacer yo por la otra persona?” El miedo mantiene un ojo vigilante sobre las posibles consecuencias de involucrarse en la vida del otro, y pregunta: “¿Qué querrá a cambio él o ella de mí?” El amor no piensa en la maldad, el miedo piensa un poco más. El amor todo lo cree, el miedo es siempre sospechoso.
El amor está ocupado en sus quehaceres diarios y no se preocupa por el mañana. Como el miedo constantemente se centra en el mañana, fracasas al no emprender tus responsabilidades o centrarte en la tarea que tienes por delante.
El mundo empeorará. Pero rápidamente después de eso, se pondrá finalmente mejor. ¡Esa es una promesa de nuestro Creador!
Cuando te enfrentes a tus miedos, piensa en forma lógica. Afrontémoslos con la confianza de que Dios nos auxiliará, él estará con nosotros y nos ayudará realmente a aprender a “no tener miedo”.
Fuente: ucg.org