¿Estamos en un peligroso momento de pasividad?
Cuando despertaron aquella mañana del 12 de marzo de 1938, los ciudadanos de Viena, Austria, se dieron cuenta de que algo importante había sucedido. Un nuevo y extraño sonido –el golpeteo de miles de botas claveteadas marchando sobre el pavimento adoquinado– anunciaba la llegada de las tropas del ejército alemán. En los principales edificios públicos flameaban decenas de banderas nazis; sus esvásticas negras contrastaban sobre los círculos blancos con fondo rojo.
Tres días más tarde, Adolfo Hitler hizo su entrada triunfal en la ciudad. Dirigiéndose lentamente hacia la gran plaza pública de Viena, el dictador nunca esbozó una sonrisa mientras levantaba su mano según el particular saludo nazi.
No obstante, detrás de su aspecto austero Hitler tenía razones de sobra para sentirse satisfecho. Austria acababa de convertirse en parte del Tercer Reich alemán sin necesidad de disparar ni un solo proyectil.
En uno de los mayores actos de intimidación internacional de la historia, Hitler había amenazado a los líderes de la pequeña Austria con una intervención militar si no tomaban medidas que les permitieran a los nazis asumir el control de su país y fusionarlo con Alemania.
¿Estamos ante una nueva era de pasividad y apaciguamiento?
¿Estamos viendo hoy el regreso a una peligrosa política de apaciguamiento? La reacción de Occidente a las actuales incursiones rusas en Ucrania tienen un sorprendente parecido con las de 1938, cuando la indiferencia ante los avances de Hitler condujo a una devastadora guerra mundial. El presidente de Rusia, Vladimir Putin, resueltamente y sin consideraciones anexó la península ucraniana de Crimea y, ante la poca resistencia, apoyó a los insurgentes prorrusos de las provincias orientales de Ucrania, a quienes pretende “liberar” de una Ucrania cada vez más prooccidental.
Pero en realidad existen otros motivos. Habiendo sido un oficial de la KGB en la era comunista de Rusia, Putin ansía volver a lo que él considera la edad de oro de la antigua Unión Soviética. Él y millones de rusos resintieron la pérdida de Ucrania, Letonia, Estonia y Lituania al desintegrarse la Unión Soviética. Ahora Putin, virtual dictador de Rusia, quiere someter nuevamente a estas áreas al dominio ruso.
Como antiguo veterano de la guerra fría, Putin además desconfía de lo que considera una creciente invasión de las fronteras occidentales de Rusia por parte de la OTAN. Las similitudes con los años previos a la Segunda Guerra Mundial son evidentes. Igual que Adolfo Hitler –quien quiso anexar las zonas europeas de habla alemana, como Austria y las provincias de los Sudetes (cadena montañosa de Europa Oriental) checoslovacos al gran Reich alemán–, Putin está más que dispuesto a ayudar a “liberar” a los separatistas ucranianos de habla rusa en las provincias orientales que quieren ser parte de Rusia.
Desesperado por evitar otra guerra en Europa después de la Primera Guerra Mundial, el primer ministro británico Neville Chamberlain se reunió con Hitler en septiembre de 1938. Sus conversaciones produjeron el despreciable “Pacto de Munich”, mediante el cual Gran Bretaña aceptó que Hitler se apoderara de las áreas de los Sudetes checoslovacos. Con la consigna de “paz en nuestro tiempo”, Chamberlain regresó a Inglaterra con un pedazo de papel sin valor. Menos de un año después Hitler invadió Polonia, dando comienzo a la Segunda Guerra Mundial. Antes de que ésta terminara, morirían unos 60 millones de personas.
Neville Chamberlain se adjudicó la dudosa distinción de ser, quizá, el mayor apaciguador de la historia. La historia de alguna manera se repite. ¿Estamos siendo testigos una vez más de los trágicos acontecimientos del siglo XX?
La polarización en las políticas de Putin
Las sanciones económicas cada vez más estrictas impuestas a Rusia por Europa y Estados Unidos no han logrado modificar el comportamiento agresivo de Putin. Como resultado de ello, a finales de enero la Unión Europea decidió redoblar las sanciones a Rusia, que incluyen, entre otras, limitación a los viajes, congelación de bienes rusos y acceso restringido a los mercados de capitales europeos.
La reacción rusa no se hizo esperar. Andrey Kostin, presidente ejecutivo del banco ruso VTB, se refirió a estas medidas como “guerra económica” y dijo que si bien hacen daño a la economía rusa, también afectarán la seguridad de Europa. Junto con la caída del precio del petróleo, principal producto de exportación de Rusia, las sanciones han creado en esta nación una severa recesión, agravada por una tasa de inflación superior al 11 por ciento.
Ahora, luego de más de un año, las sanciones pueden estar perjudicando a Rusia aún más de lo previsto originalmente, según Anders Aslund, miembro influyente del Instituto Peterson de Economía Internacional y ex asesor económico de los gobiernos de Rusia y Ucrania en la década de 1990. Él dijo: “Según vemos, no ha ingresado dinero a Rusia después de julio [de 2014]. Un mes más tarde ninguna institución financiera quiso respaldar económicamente a Rusia, lo cual sabemos mediante información suministrada por los bancos. El asunto es que las sanciones financieras [en julio] tuvieron un efecto más severo del que nadie pudo haber esperado” (PBS Frontline,13 de enero de 2015).
Las correrías de Putin en Ucrania y las amenazas implícitas a los países bálticos de Letonia, Estonia y Lituania han propiciado un aumento dramático en el endurecimiento de las acciones europeas hacia Putin y Rusia.
Como era de esperarse, el cambio más importante de actitud se ha generado en la propia Ucrania. Aunque los ucranianos ganaron su independencia de Rusia en la década de 1990, Rusia se ha mantenido como el mayor socio comercial de Ucrania, y en fecha tan reciente como 2013 el 80 por ciento de los ucranianos tenía una opinión favorable de ese país. Dicha cifra se ha reducido a un 35 por ciento desde que Rusia invadió Crimea el año pasado, porcentaje que en su mayor parte corresponde a las grandes provincias orientales de habla rusa.
Uno se pregunta si Putin aprendió algunas lecciones publicitarias de la experiencia de Hitler. Así como Hitler sacó provecho de la humillación alemana tras la Primera Guerra Mundial, Putin ha jugado con las emociones de los rusos que lamentan la caída de su imperio (entre 1989 y 1992), haciendo que una clara mayoría de ellos, el 83 por ciento, apoye su gestión.
La mayoría de los rusos parece dispuesta a ignorar el incremento de las dificultades económicas, porque cree que es el precio que se debe pagar para que Rusia vuelva a la gloria (encuesta del Pew Global Attitude, según reportó el New York Times,9 de julio de 2014).
Y al igual que en 1930, cuando las otras naciones poderosas de Europa se cruzaron de brazos mientras Hitler invadía varios estados europeos, en la actualidad Francia, Alemania, Italia, Polonia y otros países europeos nada hacen para repeler la agresión de Putin. Ucrania lucha sola con un ejército equivalente a una fracción de las fuerzas rusas, en medio de una economía cada vez más debilitada por los esfuerzos para sostener el conflicto.
¿Podrá Irán desarrollar armas nucleares?
Por más de un cuarto de siglo, los líderes iraníes han intentado resueltamente alcanzar su objetivo de obtener armas nucleares. Y a pesar de que reiteradamente han asegurado que su capacidad nuclear sería utilizada solo con fines pacíficos, ni los actuales gobernantes de Irán ni sus predecesores han disimulado jamás su desprecio por el diminuto Estado de Israel, ni su determinación para eliminarlo absolutamente de la faz de la tierra.
Irán cuenta ahora con los medios para llevar a cabo sus amenazas. Su arsenal de misiles Shahab 3 puede cargar ojivas de hasta 680 kilos capaces de alcanzar objetivos ubicados a más de 1.900 kilómetros, lo que fácilmente deja a Israel (y a muchas bases militares estadounidenses en la región) dentro de su alcance. Para los israelíes resulta escalofriante la perspectiva de que esos misiles lleven cabezas nucleares, pues saben que un arma nuclear de tamaño mediano detonada eficazmente sobre Tel Aviv podría aniquilar al minúsculo estado judío.
Frente a este peligro, el primer ministro israelí Benjamín Netanyahu ha intentado durante años advertir a los Estados Unidos, a Europa y al mundo sobre la necesidad de detener los esfuerzos nucleares de Irán. Tal como ocurrió con Rusia, el rigor de Estados Unidos y las duras sanciones económicas europeas han paralizado la economía iraní; sin embargo, no han sido suficientes para disuadir a Irán de sus ambiciones nucleares. Al igual que Rusia, Irán ha sopesado el costo y ha visto que las ventajas superan cualquier desventaja.
En marzo de 2015 Occidente permitió otro aplazamiento de las negociaciones con Irán sobre un nuevo acuerdo para reducir las sanciones económicas, a cambio de medidas supuestamente muy rigurosas que retrasarían de forma efectiva el programa nuclear de Irán por al menos diez años. El presidente estadounidense Barack Obama, ansioso por dejar una imagen positiva en sus últimos años en el cargo, aparentemente quiere ser recordado como un pacificador.
Sin embargo, muchos observadores señalan que si continúa cediendo ante las demandas iraníes, podría pasar a la historia como el moderno Neville Chamberlain.
Un número cada vez mayor de expertos y comentaristas considera que el acuerdo de negociación con Irán está destinado al fracaso si se suspenden las sanciones, pues hay escasas garantías reales de que ese país interrumpirá su programa nuclear. Comparando con lo que hizo Inglaterra en 1938, ¿estará dispuesta la actual administración de Estados Unidos a acarrear el estigma del apaciguamiento –y poner en riesgo su seguridad– a pesar de sus ineficaces esfuerzos por frenar la carrera nuclear de Irán?
El 18 de marzo los israelíes acudieron a las urnas y reeligieron a Netanyahu para un cuarto periodo como primer ministro de Israel. Menos de dos semanas antes de las elecciones, él se dirigió al Congreso de los Estados Unidos haciendo un vehemente llamado a una mayor firmeza y determinación en cuanto a las negociaciones nucleares entre Estados Unidos e Irán.
“La Constitución de los Estados Unidos promete vida, libertad y búsqueda de la felicidad”, dijo Netanyahu al Congreso de Estados Unidos, “pero la de Irán promete muerte, tiranía y búsqueda de la yihad”.
Luego procedió a recordarles a los legisladores las recientes acciones iraníes contra Estados Unidos: “Irán capturó docenas de rehenes estadounidenses en Teherán, asesinó a cientos de soldados de marina estadounidenses en Beirut, y fue el responsable de matar y mutilar a miles de hombres y mujeres del ejército de Estados Unidos en Irak y Afganistán”.
Negociaciones con consecuencias mortales
Netanyahu también dijo que Irán ha estado movilizándose en el Medio Oriente, devorando territorios y valiéndose de su influencia para ganar más poder. Ahora controla efectivamente cuatro capitales árabes: Bagdad, Beirut, Damasco y Saná, capital de Yemen. Dijo: “Justo cuando muchos esperaban que se uniera a la comunidad de naciones, Irán ha estado engullendo a otros países”.
En resumen, dice Netanyahu, Irán está empeñado en lograr su claro objetivo de destrucción, empezando por Israel y continuando con los Estados Unidos. Para los líderes radicales iraníes, Israel es “el pequeño Satanás” y Estados Unidos es “el gran Satanás”. El objetivo de Irán en las negociaciones actuales es ceder lo menos posible en su búsqueda de armas nucleares, dando tiempo a que terminen las gravosas sanciones.
Algunos de los participantes en las conversaciones nucleares con Irán quieren que se detengan los avances de su proyecto nuclear, lo que significaría el desmantelamiento de las aproximadamente 19.000 centrifugadoras de gas necesarias para enriquecer uranio, así como la destrucción de sus reservas de dicho elemento; además, otra parte del trato lo obligaría a someterse a inspecciones rigurosas y sin restricciones por parte de la Agencia Internacional de Energía Atómica.
Aunque los detalles de las negociaciones son bastante turbios, y a veces hasta contradictorios, el periódico neoyorquino The New York Times dijo en un artículo del 18 de marzo que Estados Unidos ha propuesto limitar a 6.000 el número de centrifugadoras en Irán y exigir solamente una reducción de su arsenal de uranio. Si Irán transgrediera el tratado negándose a las inspecciones, necesitaría por lo menos un año para desarrollar un arma nuclear, en lugar de los pocos meses que le bastarían actualmente.
Sin embargo, el acuerdo inicial no requeriría la destrucción de ninguna de las instalaciones nucleares de Irán, y la mayor parte de sus centrifugadoras para procesamiento de uranio quedaría intacta. Si decidiera esquivar las inspecciones, podría desarrollar un arma nuclear en unos pocos meses. Además, tal como está la negociación actual, las restricciones al desarrollo nuclear de Irán expirarían en diez años.
“ Diez años puede parecer mucho tiempo en los círculos políticos, pero es solo un parpadeo en la vida de una nación”, dijo Netanyahu. Tan pronto se conocieron las generalidades del acuerdo, creció el escepticismo. Netanyahu declaró sin ambages: “Ese acuerdo no va a impedir que Irán obtenga armas nucleares. Lo único que hará será garantizar que las obtenga — y en gran cantidad”. Los observadores de todo el mundo ya están comparando a Barack Obama con Neville Chamberlain por su disposición a aceptar tal acuerdo unilateral.
Como lo declaró Richard Rogovin, del periódico Dispatchde Columbus, Ohio: “Hoy tenemos un Neville Chamberlain en la Casa Blanca . . . y un liderazgo iraní con un sorprendente parecido al régimen nazi en todos los sentidos . . .
“Al igual que muchos británicos en 1938, algunos estadounidenses están cansados de la guerra y prefieren aplacar a nuestros enemigos antes que ofenderlos. La historia se repite ante nuestros ojos, pero algunos de nosotros somos incapaces de verlo” (“Obama Pulled a Neville Chamberlain” [Obama imitó a Neville Chamberlain], 18 de marzo de 2015).
En declaraciones al diario israelí Israel Hayom, el prominente jurista de Harvard Alan Dershowitz, conocido por sus puntos de vista poco conservadores, hizo comentarios similares diciendo que Barack Obama podría pasar a la historia como otro Neville Chamberlain si Irán consigue un arma nuclear. “Sería mejor no hacer absolutamente ningún trato, que hacer un mal trato”, dijo (18 de febrero de 2015).
El discurso de Netanyahu impulsó al Congreso estadounidense a oponerse a lo que muchos congresistas conservadores consideran un mal negocio para Israel, Estados Unidos y el mundo. Menos de una semana después de su discurso, 47 senadores estadounidenses firmaron una carta dirigida a los líderes iraníes, advirtiéndoles que cualquier acuerdo con Irán necesitaría la aprobación del Congreso antes de que pudiera entrar en vigor.
Debilitamiento occidental profetizado
Nuestro siglo XXI ve cómo Rusia e Irán intimidan a Ucrania e Israel. ¿No sería ideal que estos problemas simplemente no existieran? Pero no acabarán. Estados Unidos y Europa tienen el poder de resolverlos, pero pareciera que no pueden hacer nada. ¿Por qué han perdido la voluntad nacional e internacional para actuar?
“Y quebrantaré la soberbia de vuestro orgullo”, exclamó Dios a nuestros antepasados hace más de 3.000 años (Levítico 26:19). “Vuestra fuerza se consumirá en vano” (v. 20).
Casi todos los días oímos hablar de nuevos ataques por parte de islamistas radicales, ya sea decapitando cristianos coptos en una playa de Libia, disparando a decenas de turistas extranjeros en un museo de Túnez, o haciéndose estallar en ataques suicidas simultáneos y matando a más de 130 personas en Yemen. Su nivel de barbarie parece no conocer límites. ¿Cuál es el significado de todo esto? Y, lo más importante, ¿cuándo va a terminar?
Los lectores más antiguos de esta revista saben que la Biblia predice a grandes rasgos los principales acontecimientos mundiales; y a pesar de que no nos proporciona los detalles de cómo se desarrollarán tales acontecimientos, sí nos dice cuál será el resultado.
La buena noticia es que después de un tiempo de crecientes problemas y turbulencia universal, vendrá un tiempo de paz en todo el mundo. La paz llegará al Oriente Medio y Europa de una manera que los gobiernos de este mundo desconocen en absoluto. La ciudad de Jerusalén, objeto de disputa por miles de años y considerada sacra para tres religiones, será la capital de un reino pacífico que abarcará toda la Tierra.
“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte [símbolo de un reino, según la profecía bíblica] de la casa del Eterno como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados [o naciones más pequeñas], y correrán a él todas las naciones . . . de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Eterno” (Isaías 2:2-3).
Un nuevo y pacífico orden mundial está por venir. Mientras tanto, Jesucristo nos ha dado orden de marchar: “Mirad, velad y orad; porque no sabéis cuándo será el tiempo. Es como el hombre que yéndose lejos, dejó su casa . . . Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!” (Marcos 13:33-37).
Hoy vemos que la historia se repite. Ahora, más que nunca, es necesario basarse en lo verdaderamente importante. ¡Investigue lo que dicen las profecías de Dios acerca de nuestro tiempo, para estar prevenido!