Tres días y tres noches
¿Cumplió Jesús su palabra?
El Domingo de Resurrección es la celebración religiosa más concurrida del año. La gente cree que celebra la resurrección de Jesús, pero ¿sabía usted que hay una crucial contradicción en este relato?
La mayoría cree que Jesús fue crucificado y colocado en la tumba un viernes por la tarde, y que resucitó el domingo siguiente. Pero al comparar esto con lo que Jesucristo mismo dijo, usted descubrirá que en esta creencia hay una marcada discrepancia.
Es importante entender bien este tema. Comprender los hechos puede cambiar su perspectiva, e incluso convencerlo de no volver a observar la Pascua de Resurrección. Sin embargo, lo verdaderamente importante es que a la luz de esta verdad aumente su fe en la muerte y resurrección de Jesucristo y que se sienta motivado a honrar a Dios como él quiere ser honrado.
Esta importante divergencia entre la religión y la Biblia, y entre el cristianismo y Cristo respecto a la resurrección de nuestro Salvador, es un asunto muy serio.
¿Qué dice realmente la Biblia acerca de cuánto tiempo estaría Jesús en la tumba? ¿Acaso hay en las mismas Escrituras información contradictoria? ¿Será posible que al entender y desentrañar esta contradicción, tanto sus creencias como su vida eterna puedan verse afectadas?
La señal del gran pez
¿Sabía usted que la gente le exigía a Jesús una señal milagrosa que probara que realmente él era el Mesías? Muchos se negaban a creer que él era el Salvador sin una prueba fehaciente: “Entonces algunos de los escribas y Fariseos dijeron a Jesús: Maestro, queremos ver una señal (un milagro) de parte tuya” (Mateo 12:38, Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy, paréntesis en el original).
Jesús les dijo que tendrían una prueba, una señal milagrosa. ¿Qué cosa podría comprobar que Jesús era el Cristo, el Mesías verdadero, Dios en la carne?
“Pero él les dijo: Esta generación mala e infiel pide una señal milagrosa, pero no se le va a dar ninguna señal, solamente la señal de Jonás” (v. 39, Palabra de Dios para Todos, énfasis nuestro en todo este artículo).
¿Cuál era “la señal de Jonás”? Jesús continúa su explicación: “Porque así como Jonás estuvo en el estómago de un pez gigante durante tres días y tres noches, también el Hijo del hombre estará en la tierra por tres días y tres noches”(v. 40, PDT).
Esa fue la señal, la única prueba que dio Jesús para mostrarles que él era el Salvador prometido. Pero hay un problema: el conflicto entre lo que él dijo y lo que la mayoría de los cristianos cree y practica. Veamos una vez más lo que Jesús dijo, citando una versión diferente: “Así como Jonás estuvo dentro del gran pez tres días y tres noches, así yo también, el Hijo del hombre, estaré dentro de la tumba tres días y tres noches” (Mateo 12:40, Traducción en Lenguaje Actual).
Esto parece ser bastante claro, ¿verdad? Pero aquí está el problema: ¿cómo conciliar una crucifixión entre el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección con lo que, según Jesús, era la prueba de que él era el Salvador? Según el punto de vista tradicional, Jesús habría estado en la tumba solamente un día y medio, y no tres días y tres noches.
El enigma de la cuenta entre viernes y domingo
La Biblia es muy clara: después de que Jesús murió, su cuerpo fue colocado rápidamente en la tumba al final del día, justo antes de la puesta del sol, cuando comenzaba un día de reposo, o sábado (en la Biblia todos los días se cuentan de puesta del sol a puesta del sol. Ver Génesis 1:5, 8, 13; Levítico 23:32).
Veamos Juan 19: “Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad), rogaron a Pilato que se les quebrasen las piernas, y fuesen quitados de allí . . . Mas cuando llegaron a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas” (vv. 31, 33).
Poco después, su cuerpo fue bajado del madero y colocado en una tumba cerca del lugar donde había sido crucificado: “Allí, pues, por causa de la preparación de la pascua de los judíos, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús” (v. 42).
¿Percibe usted la aparente contradicción en el relato?
La clave está en “la preparación de la pascua”, el día anterior a un “día de reposo . . . de gran solemnidad”. El sábado semanal siempre va desde el atardecer del viernes al atardecer del sábado. En vista de esto, muchos creen que Jesús fue crucificado y enterrado en un viernes, es decir, el conocido Viernes Santo.
Ahora, considere la señal que dio Jesús de que permanecería tres días y tres noches en la tumba antes de ser resucitado: si permaneció en la tumba desde el viernes en la noche, contamos una noche. Si añadimos la parte diurna del sábado, es un día. Contando el sábado por la noche, tendríamos dos noches. Y como se suponía que debía resucitar el domingo por la mañana, tendríamos en total dos días y dos noches. Por lo tanto, ¡la cuenta no cuadra!
Todo lo que debemos hacer para encontrar el problema es contar correctamente. Ya vimos que contando los días y las noches entre el entierro al ocaso del Viernes Santo y la resurrección en la mañana del Domingo de Resurrección, la suma no cuadra, porque Jesús dijo que la prueba de que él era el Mesías sería su permanencia en la tumba tres días y tres noches.
Obviamente, hay algo que no concuerda al contar tres días y tres noches entre el Viernes Santo y el Domingo de Resurrección. No importa cómo hagamos la suma, simplemente no va a cuadrar. Luego, si no podemos demostrar la suma de días de acuerdo a las Escrituras, quiere decir que no tenemos un Salvador.
Ni siquiera contando partes de días se completa el tiempo
La mayoría de los teólogos, eruditos religiosos, pastores y sacerdotes saben que esto es un problema. ¿Qué hacen al respecto? La mayoría trata de solucionar el conflicto con el argumento de que cualquier parte de un día o de una noche podría contarse como todo un día o toda una noche.
Como siguiente paso, típicamente arguyen que los últimos minutos de la tarde del viernes cuentan como el primer día, la noche del viernes como la primera noche, todo el sábado como el segundo día, la noche del sábado como la segunda noche y, por último, los primeros minutos del domingo en la mañana como el tercer día.
Esto puede sonar razonable, pero ¡un momento! Ni siquiera así calza la cuenta,porque en este caso tendríamos tres días y solo dos noches, no tres días y tres noches,como dijo Jesús.
Además, hay otro problema. Juan 20 nos dice que “El primer día de la semana, María Magdalena fue de mañana, siendo aún oscuro, al sepulcro; y vio quitada la piedra del sepulcro” (v. 1).
¿Se da cuenta? La Biblia dice que todavía estaba oscuro cuando María fue a la tumba el domingo por la mañana, y la encontró vacía. Jesús ya había resucitado, mucho antes del amanecer. Por lo tanto, él ya no estaba en la tumba cuando despuntó el día domingo, así que de ninguna manera éste puede contarse como un día.
O sea que tenemos, a lo sumo, una parte del viernes, toda la noche del viernes, toda la parte diurna del sábado, y la mayor parte de la noche del sábado. Es decir, parte de un día y otro día entero más una noche y la mayor parte de otra, pero todavía falta un día entero con su noche para completar el tiempo total que Jesús aseguró que permanecería en la tumba. Una vez más, ¡la suma no cuadra!
Lo que en realidad revela la Biblia
Sabemos que no podemos encajar tres días y tres noches entre una crucifixión el viernes por la tarde y el Domingo de Resurrección. Entonces, ¿cuál es la verdad? ¿Cuándo ocurrieron la crucifixión y resurrección de Jesús?
Aquí están los hechos, en su misma Biblia: Jesús fue realmente crucificado un miércoles y resucitó cerca del final del sábado, el día de reposo semanal. Usted puede verificar esto, pero va a ser necesario que abra su mente tanto como su Biblia.
Ahora notemos algo sorprendente: la semana en la cual Jesús fue crucificado en realidad contó con dos días de reposo. ¿Recuerda lo que dice Juan 19:31? “Entonces los judíos, por cuanto era la preparación de la pascua, a fin de que los cuerpos no quedasen en la cruz en el día de reposo (pues aquel día de reposo era de gran solemnidad)”.
La mayoría de la gente piensa que esto se refiere al día de reposo semanal, observado desde el viernes a la puesta del sol hasta el sábado a la puesta del sol, y por lo tanto asume que Jesús murió y fue enterrado en un viernes. Pero ese no es el caso.
En la Biblia se habla de dos tipos de sábado: el sábado semanal, que tiene lugar cada séptimo día de la semana, y siete sábados anuales, cada uno de los cuales tiene lugar una vez al año y puede caer en cualquier día de la semana (Levítico 23 contiene la lista de ellos).
El sábado que comenzó al ocaso justo después de que Jesús fuera sepultado, fue uno de esos sábados anuales. El día anterior de ninguna manera fue viernes. Como acabamos de ver en Juan 19:31, el apóstol nos dice que “era un sábado de gran solemnidad”. Ese es el término que se utiliza para mostrar la diferencia entre los siete sábados anuales –“de gran solemnidad”– y los sábados semanales.
Entonces, ¿cuál fue ese día “de gran solemnidad” que comenzó al ocaso justo después del entierro de Jesús?
Jesús celebró la Pascua anual con sus discípulos (Mateo 26:18; Lucas 22:15) y más tarde, esa misma noche, fue arrestado. A la mañana siguiente, que aún era el día de la Pascua, fue crucificado. Después de morir, alrededor de las tres de la tarde, fue puesto en la tumba antes de que terminara el día, justo cuando el sol se ponía y comenzaba el “día solemne”. Ese sábado solemne no podía ser otro que el primer día de la Fiesta de los Panes sin Levadura, que sigue inmediatamente a la Pascua. Usted mismo puede comprobar esto en Levítico 23:5-7.
Ese año, el primer día santo de los Panes sin Levadura comenzó cuando el sol se ocultó el miércoles, y concluyó el jueves a la puesta del sol. Y luego, desde el viernes por la tarde hasta la puesta del sol del sábado, se observó el sábado semanal normal.
Con toda esta información, veamos ahora si las matemáticas funcionan:
• Del miércoles por la tarde al jueves en la tarde hay un día y una noche.
• Sumando el jueves por la tarde al viernes por la tarde, tenemos dos días y dos noches.
• Finalmente, si agregamos el viernes por la tarde al sábado en la tarde, completamos tres días y tres noches.
• ¡Resultó! ¡Esta cuenta sí que calza!
Jesucristo estuvo en el sepulcro tres días y tres noches, tal como había dicho, y volvió a la vida en el momento exacto que había profetizado. El ángel en la tumba vacía lo confirmó: “No temáis vosotras; porque yo sé que buscáis a Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, como dijo” (Mateo 28:5-6).
¿Tiene importancia lo que está en juego?
La evidencia bíblica revela que la tradición del Viernes Santo y el Domingo de Resurrección simple y llanamente carece de fundamento. Afirmar que es válida y que la declaración de Jesús acerca de tres días y tres noches no lo es, equivale a negar a Cristo. Si no creemos lo que Jesús dijo, o si nos oponemos a ello tratando de darle nuestra propia interpretación, ¿no es precisamente eso lo que estamos haciendo? Sería como decir que Jesús no sabía de lo que estaba hablando, y que la única señal que dio para demostrar que él era el Mesías fue un error o una mentira.
Tristemente, muchos creen erróneamente que el día semanal de adoración de los cristianos fue cambiado del sábado al domingo porque Jesús resucitó en este día. Sin embargo, como hemos comprobado, eso no fue lo que ocurrió, y el cambio del día de adoración se debió más bien al hecho de querer conformarse a prácticas paganas e ideas gnósticas. Pero Dios nos dice que debemos salir de este falso sistema de adoración (Apocalipsis 18:4).
Esperamos que repase los detalles registrados en la Biblia y compare su creencia con las palabras de Jesús. Nuestra adoración debe basarse en la verdad; Jesús dijo que “los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren” (Juan 4:23).
¿Cambiará esto su vida? ¿Debería usted cambiar su forma de adoración? ¿No quisiera adorar a Dios tal como él quiere, es decir, de la forma correcta? De ser así, entonces esto sí tiene importancia. Nadie quiere ser como aquellos que Cristo describe practicando una manera inútil o vana de adoración (Mateo 15:8).
¿No es tiempo de asegurarse de que lo que usted cree y practica se base en la Palabra de Dios? ¡Haga el compromiso de adorar a Dios de acuerdo a la verdad bíblica, en lugar de la tradición humana!
Para conocer al Dios verdadero es necesario leer la Biblia. Hónrelo de la manera que él quiere ser honrado, no con tradiciones de hombres como la Pascua de Resurrección y la observancia semanal del domingo. En cambio, adórelo en sus días: en los sábados semanales y anuales que él estableció. Estudie acerca de los días Santos de Dios, los verdaderos días bíblicos de adoración, y siga verdaderamente a Cristo. ¡Lea su Biblia y descúbralo por sí mismo!