El nuevo papa
Una mirada al futuro
Los cardenales católicos pasaron por alto a Europa y bajaron hasta los confines del continente sudamericano en busca de un nuevo papa. El Colegio Cardenalicio, de casi 120 miembros, se reunió en Roma para elegir a un jesuita del hemisferio sur, el cardenal argentino de 76 años Jorge Mario Bergoglio.
Él escogió para su pontificado el nombre Francisco, en honor al célebre Francisco de Asís (1181-1226), fundador de la orden de sacerdotes franciscanos famosa por su pobreza autoimpuesta, su estilo de vida sencillo y su preocupación por los pobres. (Los jesuitas, aunque son ampliamente reconocidos por su erudición, practican un voto de pobreza al igual que los franciscanos, siguiendo el ejemplo del fundador de su orden, Ignacio de Loyola. De cualquier manera, el papa Francisco es más conocido por este segundo aspecto).
Mientras observamos los eventos mundiales, es importante prestar atención a este asunto, ya que quien ocupa el asiento papal ejerce gran influencia en el escenario mundial. La Iglesia católica tiene mil millones de miembros y en muchos países los católicos componen una gran parte de la población, e incluso son mayoría. ¿Cuál es el rumbo que seguirá el nuevo papa? ¿Y cuál es, en última instancia, el futuro de la institución papal y la Iglesia romana?
Una iglesia con vista al futuro
A pesar de los problemas de presunta corrupción e ineficiencia burocrática y los vergonzosos escándalos que aquejan a la curia romana, órgano de gobierno central de la Iglesia católica (que incluye al papa), la Iglesia católica en general lleva mucha ventaja en cuanto al aprovechamiento de las tendencias y las oportunidades que otros pueden pasar por alto. El énfasis de Francisco en ayudar a los pobres destaca un problema cada vez mayor: la creciente brecha mundial entre ricos y pobres.
Es posible que este nuevo papado sea testigo del empeoramiento de esta antigua brecha, en especial si surge una gran recesión en ciertas naciones claves. Al darle énfasis a este problema global, la Iglesia católica bien puede atraer muchos más adeptos y ejercer una influencia aún más profunda entre las naciones.
Si bien han disminuido los miembros realmente comprometidos con la Iglesia católica y también la influencia global de ésta en la Europa no religiosa, su crecimiento se ha multiplicado enormemente en América Latina, África e incluso partes de Asia. En los últimos 50 años se ha producido un cambio importante en la Iglesia, ya que ciertos líderes católicos, como los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, rápidamente han reconocido las profundas implicaciones que sus acciones tendrán para el futuro. En América Latina y África no escasean ni la población ni los pobres.
Juan Pablo II se destacó particularmente por su amplia percepción global, que se proyectaba más allá del continente europeo. Hizo aumentar notablemente el número de feligreses y la influencia católica en el mundo en desarrollo, sobre todo en América Latina, aunque también de manera importante en África y Asia. Asimismo, incrementó en gran medida la elección de extranjeros para cargos influyentes de la Iglesia. Como era un pontífice visionario, comprendió que el crecimiento de la Iglesia y la pureza doctrinal que él privilegiaba debían provenir principalmente de los países del tercer mundo, no de una Europa cada vez menos religiosa y más liberal, ni tampoco de los Estados Unidos.
Todo indica que Francisco actuará conforme a la tendencia mundial de reducir la brecha entre ricos y pobres, empezando con su propio estilo de vida.
Características personales y creencias del nuevo papa
El comportamiento inicial de Francisco como papa indica claramente que tiene la intención de mostrarle a Roma lo que los voceros y comentaristas del Vaticano han llamado “una nueva forma [o estilo] de hacer las cosas”. Durante su primer día en el cargo, viajó en un sedán negro común y corriente en lugar del tradicional Mercedes-Benz. En la medida de lo posible, el nuevo pontífice viste con sencillez e incluso él mismo se encarga de labores rutinarias, como llevar su propio equipaje y pagar la cuenta del hotel.
Hasta ahora, parece que su intención es implementar un estilo de vida más sencillo en la sede papal. Siendo arzobispo de Buenos Aires, viajaba en autobús y vivía en un apartamento pequeño, donde preparaba sus propias comidas.
Margaret Hebblethwaite, maestra misionera en Paraguay y ex contribuyente de la revista católica británica The Tablet (El tabloide), visitó al Cardenal Bergoglio en Argentina. Ella escribió: “No solo es un hombre apasionadamente comprometido con el evangelio de la pobreza, sino además, muy inteligente y culto” (“The Pope Francis I Know” [El papa Francisco que conozco], The Guardian [El guardián], mar. 14, 2013).
Doctrinalmente, el nuevo obispo de Roma refleja la tradición católica y tiene marcadas diferencias con la presidenta argentina, Cristina Fernández, en cuanto al matrimonio entre homosexuales. La posición de Francisco en este aspecto es profundamente tradicional.
Él acertadamente calificó esta tendencia relativamente nueva como un mecanismo del diablo, “que engañosamente pretende destruir la imagen de Dios, del hombre y la mujer, que recibieron el mandato de crecer, multiplicarse y señorear sobre la Tierra. No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política, sino más bien de un propósito [que intenta] destruir el plan de Dios” (citado por Andrew Brown, “Pope Francis Will Not Yield on Doctrine, but His Emphasis Will Be on the Poor” [El papa Francisco no transigirá con la doctrina, pero su prioridad serán los pobres], The Guardian, mar. 14, 2013). También está en contra del aborto y de la ordenación de mujeres al sacerdocio.
Las opiniones sobre el papa Francisco están divididas. Como Hebblethwaite explicó: “Unos lo consideran humilde, otros, autoritario. Unos lo ven como progresista y abierto, otros, como conservador y severo”. Sus detractores lo han acusado de falta de valentía durante los oscuros días de la dictadura argentina, pero sus defensores afirman que él se opuso a la despiadada junta militar.
Por supuesto, solo Dios, “el Juez de todos” (Hebreos 12:23), puede ver claramente el corazón y juzgar nuestras verdaderas intenciones.
Su visión de la pobreza
Augusto Zampini, sacerdote argentino que estudia en Londres, dijo: “Él [el papa] procura cada día ver el mundo a través de los ojos de los pobres. Nos dijo que los sacerdotes jóvenes tenemos que trabajar arduamente para conocer la opinión que los pobres tienen del mundo. Y si lo logramos, vamos a ser una iglesia diferente en el siglo 21” (citado por Andrew Brown).
Los escritores del periódico estadounidense Wall Street Journal informaron desde la Ciudad del Vaticano que “el primer pontífice del Nuevo Mundo en la Iglesia católica comenzó su ministerio el martes [19 de marzo] haciendo un llamado a los políticos, sacerdotes y otras personas en puestos de poder, para que protejan a los miembros más débiles y más pobres de la sociedad” (“Pope Francis Celebrates Inaugural Mass” [El papa Francisco celebra la misa inaugural], mar. 19, 2013). Evidentemente, la pobreza es el frente de batalla elegido por el nuevo pontífice.
En cuanto al mundo de los negocios, los editores del imperio noticioso estadounidense Bloomberg esperan que Francisco “actúe conforme a la más pura tradición del concepto económico católico . . . La doctrina social de la Iglesia ha centrado su atención en imponer una normativa moral a la actividad económica, para mitigar así los efectos que el comercio desenfrenado ejerce sobre los pobres”.
Señalan que Juan Pablo II “argumentó que una sociedad justa ‘no va contra el mercado, sino que exige que el mercado sea controlado adecuadamente . . . para garantizar que se satisfagan las necesidades básicas de toda la sociedad’” (“Bloomberg View: Pope Francis and the Poor” [La perspectiva de Bloomberg View: El papa Francisco y los pobres], Bloomberg Businessweek, mar. 14, énfasis añadido).
No obstante, garantizar que se satisfagan por completo las necesidades de todo el mundo solo será posible con la segunda venida de Jesucristo, quien traerá un milenio de paz y prosperidad sin precedentes a este planeta y hará grandes milagros, entre otros, la transformación de los corazones humanos a escala mundial. En contraste, y como ocurre en la era presente, el Antiguo Testamento afirma que “no faltarán menesterosos de en medio de la tierra” (Deuteronomio 15:11), lo que más adelante reiteró Jesucristo: “Porque a los pobres siempre los tendréis con vosotros” (Juan 12:8).
Indudablemente, como cristianos tenemos la obligación de ayudar a los pobres, pero el esfuerzo humano nunca bastará para que esa utopía se haga realidad en la Tierra. Solo el inminente gobierno del Reino de Dios sobre la Tierra podrá lograrlo. Los intentos de controlar el mercado invariablemente fracasan. Los gobiernos centrales no pueden satisfacer con equidad las necesidades y deseos de todos, y los esfuerzos humanos de establecer regulaciones suelen ser más perjudiciales que benéficos, lo que en última instancia conlleva a regímenes tiránicos.
El editorial de Bloomberg también muestra que el veloz desarrollo tecnológico plantea problemas serios y reales para los trabajadores, y procura considerar todos los aspectos: “La revolución que se avecina en la robótica y la automatización podría provocar un perjuicio enorme a los trabajadores del mundo. La imposición de un marco ético en ese nuevo escenario requerirá de un tipo de pensamiento flexible, lo que no ocurre con frecuencia en el Vaticano”. La tarea que le espera al nuevo papa puede resultar colosal, una batalla cuesta arriba prácticamente imposible de ganar.
Otros retos difíciles por enfrentar
¿Qué pasará con la Iglesia católica cuando se aplaque la presente euforia? John Cornwell, autor de varios libros sobre el papado, escribió: “Bajo el ultraconservador Benedicto XVI, el Vaticano fue sacudido por intrigas, confusión y decadencia. ¿Podrá el nuevo papa guiar a la Iglesia católica en una nueva dirección?” (The New Statesman [El nuevo estadista], mar. 18-24).
Después de la muerte del papa Juan Pablo II, el Financial Times citó a Cornwell, que dijo: “Su sucesor heredará una Iglesia disfuncional llena de problemas” (“The Next Pope Faces the Challenge of Holding Catholic Church Together” [El próximo papa se enfrenta al reto de mantener unida a la Iglesia católica], abr. 2, 2005). Lo mismo se podría aplicar al papa Francisco. En tal sentido, no mucho ha cambiado en los casi ocho años desde aquella aseveración. Tal vez Benedicto XVI renunció simplemente porque no podía hacer frente a todos estos retos impresionantes a la avanzada edad de 85 años, aunque es posible que haya otros factores que no se han dado a conocer.
Ninguna iglesia humana es inmune a la influencia del rumbo que ha tomado este mundo. Hemos mostrado a nuestros lectores de Las Buenas Noticias una y otra vez la decadencia generalizada en la moral del mundo y adonde nos llevan las muchas tendencias preocupantes.
Por otra parte, ninguna organización puede escapar a lo que nuestro Dios Todopoderoso está haciendo para llevar a cabo su plan profético y su propósito para la humanidad. Dios dice: “Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero” (Isaías 46:10). La profecía bíblica finalmente prevalecerá sobre todas las intenciones humanas, sean éstas buenas o malas. Recordemos que nuestro Creador tiene en su corazón las mejores intenciones para el mundo.
Entonces, ¿qué va a ocurrir? Como nos dice la Biblia, el cumplimiento de las profecías bíblicas del tiempo del fin tendrá lugar en Europa y el Medio Oriente, y de hecho, va a incluir a la iglesia más grande del mundo y a su líder.
Eventos inesperados
Cierta profecía bíblica fundamental tiene que ver con el resurgimiento final del antiguo Sacro Imperio Romano, como predicen los libros de Daniel y Apocalipsis. Las Escrituras profetizan que un grupo de 10 reyes o líderes de naciones darán origen a una formidable unión geopolítica centrada en Europa. El profeta hebreo Daniel predijo este futuro cientos de años antes de la época de Cristo. Sus profecías inspiradas luego fueron complementadas en el libro de Apocalipsis, con la revelación de Cristo al anciano apóstol Juan a finales del primer siglo.
A diferencia de una Europa cada vez menos religiosa y más multicultural, la nueva superpotencia mundial estará fuertemente respaldada por un personaje religioso que profesará un cristianismo falso.
La Biblia denomina a este falso sistema “Babilonia la Grande” (Apocalipsis 17:5), el cual es representado como alguien que se sienta sobre siete montes y gobierna sobre los reyes de la Tierra. Los siete montes son una clara referencia a la famosa ciudad de las siete colinas, Roma. También representan los siete reinos sucesivos a través de la historia: los resurgimientos del Sacro Imperio Romano, el último de los cuales aún está por venir (vv. 9-10).
Un líder muy carismático de este falso sistema religioso, al que la Biblia llama “el falso profeta”, obrará asombrosos milagros satánicos e incluso poseerá la facultad de hacer que descienda fuego del cielo (Apocalipsis 13:3).
Este personaje se aliará con otro, posiblemente aún más carismático, al que en Apocalipsis se le denomina “la bestia”, que encabezará una dictadura que cambiará al mundo: el próximo resurgimiento del Sacro Imperio Romano, que tambiénrecibe el nombre de la bestia en Apocalipsis. El mundo entero estará bajo el hechizo de estos líderes, tanto, que las personas engañadas incluso adorarán a la bestia (v. 8), la unión profana entre iglesia y estado.
Los autores de este engaño universal blasfemarán abiertamente contra el verdadero Dios de los cielos (v. 6) y los verdaderos santos de Dios serán perseguidos de manera implacable por una iglesia descarriada (v. 7). En el largo plazo, tendrán su cumplimiento profético ciertos acontecimientos cruciales concernientes a la Iglesia católica romana.
Inicialmente, estos acontecimientos probablemente serán bienvenidos y considerados como una fuerza positiva que traerá bienestar a un mundo caótico. Pero la realidad es que finalmente provocarán graves consecuencias para la humanidad. Quienes tengan la osadía de resistir y oponerse a ese confuso sistema babilónico, incluyendo a los verdaderos cristianos, serán perseguidos con crueldad, oprimidos y hasta martirizados.
Vivimos en tiempos cruciales, pero vendrán tiempos aún más trascendentales. Solo la segunda venida de Jesucristo podrá rescatar a la humanidad y salvar a este mundo de la autodestrucción (véase Mateo 24:21-22, Apocalipsis 11:15).
Por el momento, no hay forma de saber si el nuevo papa estará relacionado con los eventos finales que precederán al retorno de Cristo. A juzgar por su estilo de vida actual, su participación parece muy improbable. Quizá ya no esté presente cuando todo comience a suceder, o quizá podría jugar un papel imposible de vislumbrar en la actualidad. En todo caso, tenemos que estar alertas y con la mirada atenta a los acontecimientos (véase Lucas 21:34-36).