La clase de líderes que el mundo necesita
Este último año ha sido testigo de importantes elecciones en muchas naciones, pero las elecciones presidenciales de Estados Unidos se consideran las más cruciales. Desde luego, los ganadores de elecciones estatales y locales también importan, ya que el hecho de que algunas personas ejerzan control sobre la vida de los demás siempre es un asunto muy serio. Lamentablemente, la profesión política es notoria por la gente que rompe promesas y se promociona a sí misma y a sus asociados de manera poco escrupulosa. ¿Qué deberíamos esperar en lugar de esto?
Pareciera que todo el mundo tiene sus propias ideas sobre qué cualidades esenciales debe tener alguien que ocupa un cargo público, o los líderes en general. Pero si queremos respuestas auténticas sobre este tema, el mejor lugar para buscarlas es la Biblia. Las Escrituras tienen mucho que decir sobre el tema del liderazgo, y definen a un buen dirigente como alguien que es un líder servidor. Esto es algo que Jesucristo expuso claramente en Mateo 20:
26-28: “. . . el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás, así como el Hijo del Hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos” (Nueva Versión Internacional).
La prioridad de Jesús no era la de fomentar una imagen de grandeza para sí mismo, sino de servir a los que estaban bajo su mando. Como lección objetiva, Jesús ejemplificó el verdadero estilo de liderazgo servidor lavando los pies de sus discípulos (Juan 13:14). Los líderes servidores no se consideran a sí mismos “demasiado importantes” para hacer “el trabajo sucio”, sino que utilizan sus cargos y habilidades para ayudar a los demás. No buscan un cargo público para acumular riqueza, estatus o influencia (algo que, repetimos, puede ser un motivo común a tantos políticos de hoy en día, aunque no lo admitan fácilmente) ni se involucran en una rivalidad brutal y sin principios para conseguir el poder.
Además de evaluar el liderazgo de quienes ocupan o aspiran a ocupar un cargo en la actualidad, lo más importante es que nos esforcemos por fomentar las cualidades de un buen líder en nosotros mismos. Puede que pensemos: “Bueno, no soy más que un ciudadano común y corriente. No tengo ningún interés en obtener un cargo político, así que nada de esto se aplica a mí”.
Pero sí se aplica.
Puede que usted sea padre, esposa, jefe, gerente, ministro religioso, profesor, entrenadora, presidente de un comité de su iglesia o que ocupe un cargo en su junta de vecinos. Todos estos son puestos de liderazgo. Pero incluso si no tiene un papel de liderazgo “oficial”, siempre hay oportunidades de ser líderes de manera informal, como ofreciendo orientación a los demás o influyendo en una discusión de grupo. Debe estar preparado para liderar con mentalidad de siervo, ya que esto no solo mejora las situaciones presentes y ayuda a la gente ahora mismo, sino que también le ayudará a prepararse para un papel futuro en el Reino de Dios venidero.
La Biblia nos dice que Jesús regresará a la Tierra como “Rey de reyes y Señor de señores” (Apocalipsis 11:15; 19:16). Los cristianos de hoy tendrán la oportunidad de ayudar a Jesucristo y gobernar ciudades como reyes y sacerdotes en el Reino de Dios (Apocalipsis 5:10; Lucas 19:15-19). A fin de prepararnos para estos cargos, deberíamos desarrollar las cualidades del liderazgo servidor en nuestras vidas ahora mismo.
¿Cuáles son exactamente algunos de los rasgos más importantes de un líder servidor que deberíamos esforzarnos por desarrollar? Podríamos hablar de muchas características, pero a continuación veremos seis de las cualidades de liderazgo más esenciales que se destacan en la Biblia:
1. Los líderes servidores se enfocan en servir, no en ser servidos
La característica distintiva de un líder servidor es preocuparse por los demás. Deberíamos utilizar nuestras energías, recursos y cualquier posición que tengamos para fortalecer y ayudar a otras personas y no solo para satisfacer nuestros deseos personales. Los líderes servidores no utilizan a las personas para construir sus imperios o alimentar sus egos, sino que están dispuestos a renunciar a sus derechos y deseos si ello redunda en beneficio de sus dirigidos.
En términos de la vida real, esto significa que los dirigentes gubernamentales utilizarían los ingresos fiscales para beneficiar al pueblo gobernado, no para comprar influencia para sí mismos. Un profesor podría dedicar tiempo extra después de clase para dar lecciones particulares a un alumno necesitado, aunque ello le restara tiempo personal. El propietario de una empresa tomaría en serio las preocupaciones de sus empleados y haría los cambios oportunos, aunque ello supusiera sacrificar algunos deseos personales.
Aunque no estemos en una posición de liderazgo “oficial”, podemos practicar este tipo de liderazgo. Por ejemplo, podemos hacer diligencias para nuestro vecino anciano, aunque nos sobren tareas que podríamos estar haciendo en nuestra casa. Podemos hacer tiempo para visitar a una viuda solitaria, aunque tengamos una agenda muy apretada. O cuando organizamos una reunión y nos gustaría limitar la lista de invitados a nuestro círculo inmediato de amigos, podemos incluir a personas de la Iglesia que a menudo “se pierden en la multitud” y podrían aprovechar la oportunidad de confraternizar.
Cuando la gente sabe que sus líderes (y otras personas a las que admiran) están enfocados en los demás y no en sí mismos, se genera confianza y armonía general, y eso es muy alentador para aquellos a los que se sirve.
2. Los líderes servidores son humildes
Otro aspecto importante del liderazgo servidor en el cual hizo hincapié Jesús es la humildad. Una de sus declaraciones clásicas al respecto se encuentra en Mateo 18:4: “Así que, cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos” (Nueva Versión Internacional). Cristo vivió verdaderamente de esta manera, y aunque él es nuestro Señor
–nuestro Maestro y Gobernante– nunca se exaltó a sí mismo. En una ocasión se describió a sí mismo como “manso y humilde de corazón” (Mateo 11: 29).
La humildad puede significar cosas diferentes en circunstancias diferentes, pero una de las principales formas en que se manifiesta, escribe el autor Tim Tucker, es cuando “los líderes humildes eligen hacer cosas humildes . . . las cosas que otros no quieren hacer . . . las cosas serviles, las cosas sucias, las cosas que nadie verá” (Grab a Towel: Christ-Centered Servant Leadership for the 21st Century [Liderazgo de servicio centrado en Cristo para el siglo xxi], 2023, p. 38).
Una vez asistí a la iglesia con un hombre de negocios muy exitoso y adinerado que era un maravilloso ejemplo de esto. Si un niño vomitaba en la iglesia, si había un inodoro atascado en el baño o si uno de los miembros ancianos necesitaba ayuda en la fila de la comida, él era siempre el primero en ofrecerse de voluntario para ayudar en la situación. Ninguna tarea estaba “por debajo de él”.
Los líderes humildes tampoco compiten por el protagonismo. Otro autor escribe: “Mientras los líderes se preocupen por quién ‘se sienta a la mesa principal’, tendrán poco tiempo para las personas a las que están llamados a servir” (Gene Wilkes, Jesus on Leadership: Timeless Wisdom on Servant Leadership [Lo que dijo Jesús acerca del liderazgo: La sabiduría eterna del liderazgo servidor], 2016, p. 38). Él hace hincapié en que los líderes servidores se contentan con servir tranquilamente “en segundo plano”. Su objetivo es agradar a Dios, no “alcanzar la cumbre de la jerarquía”.
3. Los líderes servidores dirigen con integridad
Proverbios 11:3 nos dice: “A los justos los guía su integridad” (NVI). Y Proverbios 10:9 declara: “Quien se conduce con integridad anda seguro”, y luego advierte que “quien anda en caminos perversos será descubierto” (NVI).
La integridad puede definirse como la interacción con los demás de forma ética, honesta y honorable en toda instancia. Los líderes serviciales no dicen algo solo para intentar ganar adeptos o crear una paz temporal entre las personas a su cargo, y más tarde renegar de lo prometido. Son directos y confiables y cumplen sus compromisos, lo cual inspira confianza. Quienes son dirigidos por ellos no tienen motivos para dudar de lo que han dicho o para no creerlo.
Al respecto, quizá se nos vengan a la mente algunos de los estereotipos de los políticos, pero deberíamos pensar en nosotros mismos. Como admitió un padre: “Últimamente les he dicho demasiadas veces a mis hijos que podríamos ir al lago el próximo domingo, pero luego me entretuve con labores de jardinería y nunca fuimos. Después de que eso ocurriera unas cuantas veces, mis hijos empezaron a poner los ojos en blanco cada vez que les decía que podíamos divertirnos”.
Todos tenemos que tener cuidado con lo que decimos y, antes de asumir un compromiso, asegurarnos de que estamos preparados para cumplirlo.
4. Los líderes servidores dirigen la gloria a Dios, no a sí mismos
En los típicos anuncios políticos, discursos de campaña o debates públicos, gran parte de la atención se centra en: “¡Miren todos mis logros!”. Y esto suele continuar si el candidato resulta elegido. La mayoría de las veces, quienes ocupan cargos públicos se preocupan por quedar lo mejor posible, sin reconocer lo que Dios pudo haber hecho para que se produjeran acontecimientos positivos.
El rey Nabucodonosor es un ejemplo obvio en la Biblia de alguien que no reconoció a Dios como supremo proveedor. Se paseaba por su palacio meditando sobre sus grandes proyectos de construcción en Babilonia en honor a su propia majestad, por lo que Dios lo castigó para enseñarle la lección necesaria (Daniel 4:28-33).
La actitud de autoglorificación es diametralmente opuesta a la que Dios quiere que tengamos, y los líderes servidores lo saben. En el libro de los Salmos, numerosos pasajes nos instan a “dar gloria” al nombre de Dios o, de forma similar, que “engrandezcamos” a Dios (véase Salmos 29:2; 34:3; 35:27; 40:16; 69:30; 70:4; 115:1). Glorificamos a Dios cuando reconocemos y ensalzamos sus atributos y hechos, expresando nuestro agradecimiento por su guía e intervención en nuestras vidas.
Los buenos líderes nunca se atribuyen todo el mérito de sus éxitos, sino que siempre destacan la supervisión y ayuda de Dios. Ciertamente pueden reconocer que han trabajado duro, pero al final dan la gloria a Dios y le agradecen lo que ha hecho. Los buenos líderes saben que, sin la ayuda y la guía de Dios, solo estarían “haciendo girar sus ruedas en balde”, sin llegar a ninguna parte.
5. Los líderes servidores son accesibles
El editor de un periódico comunitario para el que trabajé hace años era probablemente una de las personas más “inaccesibles” que he conocido. Las puertas de su despacho estaban siempre cerradas y rara vez levantaba el teléfono si alguien lo llamaba. Si un empleado lo veía en el pasillo y se le acercaba para plantearle un problema, le respondía gruñonamente con un monosílabo y se marchaba. No era nada extraño que la moral de los empleados fuera horrible. Casi todos tenían preocupaciones, pero sentían que nunca se resolvería nada, ya que el jefe no mostraba ninguna voluntad de escuchar lo que tenían que decir. Este ejemplo pone de relieve lo importante que es la accesibilidad si uno va a dirigir a otras personas, sobre todo si quiere ser un líder servidor.
Ser accesible significa que la gente se siente cómoda acercándose a usted y entablando conversación. Incluye ponerse a disposición de personas de todas las posiciones y clases sociales, no solo de las que usted percibe que están “a su nivel” en la sociedad.
En su libro citado anteriormente, Tim Tucker sostiene que Jesús fue el hombre más accesible que jamás haya existido. Las multitudes lo seguían y él no ponía límites a su accesibilidad. Personas de toda condición sentían que podían acercarse a él, entablar conversación, y hacerle peticiones.
Nosotros también debemos procurar ser accesibles, enfatiza Tucker, pero no siempre es fácil. “Una de las cosas más difíciles de ser accesible es que significa que a la gente le resultará fácil compartir sus quejas, dolor y desencanto con nosotros”, escribe. Pero “como líderes, tenemos que asegurarnos de que somos capaces de aceptar con humildad y gentileza las críticas y cosas dichas con ‘amor duro’” (p. 40).
6. Los líderes servidores reconocen que no son la máxima autoridad ni tampoco invencibles
Por último, un líder servidor sabe que tiene que rendir cuentas a Dios por la forma en que cuida de las personas que tiene a su cargo, que nunca debe maltratarlas, abusar de ellas, descuidarlas, engañarlas o utilizarlas en su propio beneficio. Reconoce los límites de su propia autoridad y que también tiene que rendir cuentas a alguien, quizá a otras personas pero, al fin y al cabo, a Dios.
Molly, madre de dos niños en edad preescolar, nos lo cuenta: “Hay días en los que estoy tan agotada que me irrito mucho con mis hijos. Pero entonces tengo que recordarme a mí misma que mis hijos son realmente hijos de Dios, y que él nos los dio a mi marido y a mí para que los criáramos. Tendremos que responder ante Dios de cómo los hemos cuidado. Recordar eso me ayuda a ser más paciente con ellos”.
Los líderes servidores también se dan cuenta de que tienen capacidades limitadas, de que no tienen todas las respuestas y de que todos necesitamos a Dios. Jesucristo nos dice en Juan 15:5: “. . . porque separados de mi nada podéis hacer”. Necesitamos a Cristo en nuestras vidas. También señaló enfáticamente que “no puede el Hijo hacer nada por sí mismo”, y afirmó: “. . . el Padre mayor es que yo” (Juan 5:19; 14:28). Incluso en su altísima posición, Cristo no tiene ningún problema en admitir que no es la máxima autoridad, y que está sometido a Dios Padre.
Un buen líder anima a los que están bajo su mando a buscar a Dios como su verdadero proveedor. Si este líder fuera el gobernante de un país y hubiera una crisis nacional de algún tipo, podría proclamar un ayuno nacional o un día de oración para buscar la intervención de Dios. En una situación familiar, un padre podría animar a los miembros de la familia a orar y ayunar y a buscar la guía de Dios cuando se enfrenten a graves problemas económicos en el hogar. Los líderes virtuosos están conscientes de lo mucho que todos necesitamos a Dios.
Para concluir, ciertamente no vemos muchas de estas cualidades de liderazgo servidor en nuestro mundo actual. Pero cuando Cristo regrese, el liderazgo servidor será LA forma en que se conduzcan los gobernantes. Los que dirijan en el Reino de Dios habrán aprendido a ser siervos de todos (Mateo 20:26), y la población se beneficiará de ser dirigida por líderes que realmente velen por sus intereses.
Hasta que llegue ese momento, debemos pedirle a Dios que nos ayude a liderar en nuestra vida cotidiana como Cristo lo hizo. Hacerlo creará armonía y animará a aquellos con los que interactuamos en casa, en la Iglesia, en el trabajo y en nuestras comunidades. Seamos la clase de líderes que el mundo necesita. BN