Una voluntad de hierro
Muchos deportes extremos requieren una “voluntad de hierro” por su naturaleza arriesgada y desafiante. Los atletas de estas disciplinas necesitan una determinación física y mental para enfrentar alturas extremas, altas velocidades o entornos peligrosos.
Esta voluntad evoca una determinación y una perseverancia inquebrantable. En 1978, unos marines destacados en Hawái discutían sobre qué deporte exigía más esfuerzo y disciplina. Así surgió el triatlón, un deporte que incluye: maratón, ciclismo y natación. A los deportistas que destacan se les llama “Iron man”. Esta competencia comprende: 3.86 kilómetros de natación, 180 kilómetros de ciclismo y 42 kilómetros de maratón.
La voluntad y el deporte
Posiblemente las lecciones más importantes del deporte sean la disciplina, la perseverancia y la resiliencia. Aprendemos que el éxito no llega de inmediato y que debemos enfrentar desafíos. Los deportistas deben mantener una mentalidad positiva, entrenar y prepararse.
El apóstol Pablo utiliza la metáfora de un atleta para describir la lucha del cristiano. “Así que corro, pero no sin rumbo fijo; peleo, pero no como quien golpea el aire. Más bien golpeo mi cuerpo y lo sujeto a disciplina, para no ser descalificado después de predicar a otros”. 1 Corintios 9:24-27.
En el cristianismo, debemos ver las pruebas como oportunidades para crecer espiritualmente (Romanos 5:3-5). Esta voluntad de hierro requerida en los deportes puede compararse a la tenacidad, la disciplina y el enfoque necesarios en este camino de vida.
Para triunfar en algún deporte, no basta con usar un equipo profesional. Doroteo Guamuch Flores se convirtió en el primer latinoamericano en ganar la prestigiosa Maratón de Boston en el año 1954. Este atleta guatemalteco de condición humilde, cruzó la meta con zapatos de vestir; por su hazaña, el estadio nacional de fútbol lleva su nombre.
El libertador
Muchos personajes bíblicos demostraron su templanza, pero cabe resaltar la voluntad férrea de Moisés. Cuando Dios le propuso liderar el Éxodo, a sus 80 años, él mostró reticencia. Dudó sobre su habilidad para llevar a cabo semejante empresa, manifestando que era tardo para hablar (Efesios 4:10). También cuestionó su elección. Moisés tenía una “voluntad de algodón” que Dios convirtió en una “voluntad de hierro”.
El Éxodo fue una movilización extraordinaria de ancianos, hombres, mujeres, jóvenes y niños, acompañados de ganado a través del Mar Rojo, tres desiertos, y tres ríos. De Egipto a la “Tierra Prometida” hay unos 500 kilómetros, pero considerando que el pueblo anduvo errante por el desierto 40 años por su desobediencia, la distancia recorrida se calcula en más de 1ooo kilómetros.
Los israelitas salieron después que la plaga causó la muerte de los primogénitos egipcios y el faraón finalmente permitió su salida. De esta historia aprendemos que la voluntad de hierro, enraizada en la fe y el propósito fueron determinantes para superar las circunstancias abrumadoras, realizar actos de gran valentía y liderar con el ejemplo.
Cómo fortalecer la voluntad
Cuando tenemos un propósito más alto en la vida, nos sentimos motivados a perseverar ante los desafíos. La meditación en la palabra de Dios y la oración son aspectos esenciales en la vida de un cristiano. Además, pertenecer a una congregación y reunirnos con personas que comparten nuestros valores y nos apoyan, fortalece nuestra voluntad.
Nuestras creencias fomentan la fe y la esperanza. Esta visión es una poderosa motivación para continuar luchando y alcanzar objetivos, especialmente en tiempos de adversidad. Los aspectos que debemos confrontar en nuestra era, son diferentes a las pruebas que tuvieron que vencer los cristianos de la antigüedad, la mayoría de índole físico.
Como cristianos en esta época, hemos sido llamados a buscar el Reino de Dios y su justicia; necesitamos fortalecer nuestra fe y nuestra voluntad para vencer obstáculos – no necesariamente físicos – que nos limitan a alcanzar este propósito. ¡Esforcémonos por cultivar una “voluntad de hierro”!