¿Qué tan profundas son sus raíces?
Durante los últimos años, cada marzo han ocurrido cien milagros en mi sótano.
Esos milagros son el brote y crecimiento de diminutas semillas de vegetales en almácigos hasta convertirse en plantas listas para ser colocadas en la huerta. Considero que ese proceso es todo un milagro, porque únicamente Dios puede hacer que suceda. Yo no puedo; todo lo que hago es poner la semilla en la tierra.
He aquí como funciona: primero, la raíz desciende a la tierra de la maceta; el tallo sube hacia las pantallas de luz que fomentan el crecimiento, y a continuación se desarrollan las hojas. Las primeras hojas no se parecen en nada a las hojas maduras que crecen después. Este es el mismo proceso para casi todas las plantas: las raíces bajan a la tierra y fijan o anclan la planta para darle estabilidad.
En segundo lugar, las raíces también absorben sales minerales y agua del suelo y las transportan a la planta. Por último, las raíces almacenan estos minerales y agua, que son nutrientes para que la planta los utilice según sea necesario. Estas tres funciones de las raíces son cruciales para la supervivencia de la planta.
“Arraigados y cimentados”
En Efesios 3:17 vemos que el apóstol Pablo oró para que los cristianos de Éfeso estuvieran “arraigados y cimentados” en el amor de Dios. En su plegaria pidió lo que sabía que los efesios necesitaban, lo mismo que necesitan todos los cristianos.
A medida que comprendamos las importantes funciones que las raíces desempeñan para las plantas, veremos que estas tres palabras (arraigados y cimentados) son una parte absolutamente maravillosa de su oración total.
Pablo usó una metáfora hortícola al orar para que los cristianos estén arraigados. La Biblia está colmada de metáforas que se entendían muy bien en la sociedad agraria de antaño.
La Nueva Traducción Viviente lo expresa de esta manera: “Entonces Cristo habitará en el corazón de ustedes a medida que confíen en él. Echarán raíces profundas en el amor de Dios, y ellas los mantendrán fuertes. Espero que puedan comprender, como corresponde a todo el pueblo de Dios, cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su amor. Es mi deseo que experimenten el amor de Cristo, aun cuando es demasiado grande para comprenderlo todo. Entonces serán completos con toda la plenitud de la vida y el poder que proviene de Dios” (Efesios 3:17-19).
Otro versículo alusivo al arraigo de los cristianos es Colosenses 2:7: “Arráiguense profundamente en él y edifiquen toda la vida sobre él. Entonces la fe de ustedes se fortalecerá en la verdad que se les enseñó, y rebosarán de gratitud” (NTV).
Es interesante notar que en Efesios 3:17 la tierra es el amor de Dios. En Colosenses 2:7, la tierra es el mismo Cristo.
En el Salmo 1, el hombre justo es comparado con un árbol plantado junto a un río. A lo largo de la Biblia a veces se compara a los cristianos con los árboles, y aunque nunca se nos dice qué tipo de planta tenía Pablo en mente, estos principios se aplican a todas las plantas.
Tres funciones principales de las raíces
Veamos ahora más de cerca las funciones de las raíces para ver por qué Pablo usó esta metáfora. También veremos las consecuencias de no estar bien enraizados.
1) Las raíces fijan firmemente la planta al suelo y le proporcionan estabilidad.
La raíz más fuerte se llama primaria y es la raíz central, la más profunda y la más importante. Las raíces secundarias, llamadas fibrosas, aumentan enormemente el volumen de la raíz y dan a la planta una amplia estructura radicular. Tanto la raíz primaria como las raíces fibrosas dan estabilidad a la planta, permitiéndole mantenerse erguida.
Al igual que las plantas, los cristianos necesitan estabilidad para soportar los vientos y las tormentas (pruebas) de la vida. Nuestras raíces figurativas se fortalecen primero con pequeñas pruebas o vientos, y posteriormente más aún mediante grandes pruebas o tormentas.
Los científicos que trabajan en el proyecto Biósfera 2 [una estructura de 1.27 hectáreas construida originalmente como un ecosistema artificial que simulaba las condiciones de vida de la Tierra y el complejo entramado de interacciones en la biósfera terrestre] en Oracle, Arizona (EE. UU.), demostraron que los árboles necesitan del viento para desarrollar raíces fuertes. Crearon cúpulas de vidrio selladas para poder hacer experimentos científicos. Los domos contienen una mezcla equilibrada de plantas y criaturas para duplicar lo que se puede encontrar en varios hábitats naturales, o “biomas”.
Inesperadamente, después de algún tiempo, los miembros del personal notaron que los árboles se caían. La conclusión fue que bajo la cúpula de cristal, sin viento, los árboles no habían desarrollado sistemas de raíces suficientemente fuertes y, por tanto, ¡se desarraigaron y terminaron en el suelo!
Todos hemos visto los restos del cepellón de un árbol que se ha caído y cómo sus raíces han sido arrancadas del suelo. En ese momento el árbol carece de cualquier apoyo o estabilidad, porque ya no está firmemente asentado en el suelo y no recibe ningún alimento. Como cristianos, también podemos caer y ser desarraigados durante una tormenta de la vida si ya no recibimos ningún alimento espiritual.
En nuestro sótano, donde crecen las plantitas en almácigos, puse un ventilador oscilante en una repisa cerca de ellas. Cuando las plantas miden unos cinco centímetros de altura, enciendo el ventilador a la velocidad más baja para que sople suavemente sobre ellas. A medida que las plantas crecen y se hacen más fuertes, aumento la velocidad del ventilador para simular vientos más recios. También aumento el tiempo que el ventilador está encendido para que cuando las plantas se trasladen al exterior, al mundo real, puedan soportar los vientos que inevitablemente vendrán.
Consideremos ahora el daño que causa un árbol que cae por falta de raíces. Tal vez hayamos visto reportes noticiosos de un árbol que cayó y dejó fuera de servicio los cables que abastecen de energía eléctrica a cientos de hogares. O de un árbol que se desplomó y destruyó una casa cercana, o aplastó un automóvil estacionado en la entrada.
Imaginen estos posibles titulares en un sentido espiritual: “Un cristiano que no estaba bien arraigado se cayó espiritualmente y causó daños a la fe de otros cristianos. Estos le permitieron interponerse entre ellos y Dios, por lo cual quedaron sin energía”.
Nuestra fuente de poder y energía es Cristo, no otro cristiano. Este es un ejemplo de permitir que alguien tome nuestra corona. Todos debemos estar fijos y estables en el suelo para que este tipo de cosas nunca ocurran.
2) Las raíces proporcionan nutrientes y agua a la planta, alimentándola.
Las raíces hacen mucho más que dar estabilidad a la planta: también le proporcionan alimento y agua. Al igual que las plantas, los cristianos necesitan comida y agua pero además alimento espiritual, que obtenemos del amor de Dios y de Cristo, quien vive en nosotros. Note Filipenses 4:13: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”. La morada de Cristo y del Espíritu de Dios en los cristianos son lo que infunde en ellos fuerza moral y espiritual.
La mayoría de las raíces se hallan bajo tierra y no se ven, pero algunos años he usado vasos de plástico transparente para ver cómo crecen. Al principio no se ve nada, pero pronto aparecen algunas raicillas. Luego, con el tiempo, las raíces llenan los vasos, y a medida que cada planta crece, necesita más raíces para sostenerse y nutrirse.
Si queremos crecer como cristianos, necesitamos más raíces que apoyen y sustenten nuestro crecimiento. Es preciso que profundicemos nuestro entendimiento, lo cual requiere más raíces. Debemos mostrar más amor, por lo que necesitamos raíces más profundas en el amor de Dios para entender la plenitud del mismo. Es necesario que estemos más profundamente arraigados en Cristo.
Volvamos de nuevo a Efesios 3 y leamos los versículos 18 y 19: “Espero que puedan comprender, como corresponde a todo el pueblo de Dios, cuán ancho, cuán largo, cuán alto y cuán profundo es su amor. Es mi deseo que experimenten el amor de Cristo, aun cuando es demasiado grande para comprenderlo todo. Entonces serán completos con toda la plenitud de la vida y el poder que proviene de Dios” (NTV).
Sí, Cristo es el epítome del amor de Dios. El Hijo vino a la Tierra para mostrarnos al Padre y el amor de su Padre.
3) Las raíces almacenan agua y nutrientes.
Cuando llegan las sequías, las plantas tienen cierta cantidad de reserva de agua y nutrientes que se almacenan en las raíces y sostienen la planta por un tiempo. Igualmente, cuando vienen las sequías espirituales, nuestras raíces en Cristo nos sostienen temporalmente.
Las plantas necesitan raíces para poder mantenerse en pie y dar fruto en su estación. Igualmente, los cristianos necesitan de raíces para mantenerse en pie y dar fruto en su estación.
Nuestras raíces cristianas no se ven, pero los resultados de ellas son claramente visibles. Finalmente, si usted tiene suficientes raíces, estará firme, estable, bien alimentado y apoyado cuando vengan las tormentas, y crecerá espiritualmente.
Cuando Pablo oró para que los Efesios se arraigaran en el amor de Dios, estaba pidiendo una maravillosa bendición sobre ellos. Cuando oró para que los colosenses estuvieran arraigados en Cristo, estaba pidiendo una bendición igualmente maravillosa sobre ellos. Para fortalecer nuestras raíces debemos utilizar las herramientas espirituales: oración, estudio, meditación, ayuno y la puesta en práctica del Espíritu de Dios.
Como las plantas que vemos en todas partes, los cristianos tienen que estar enraizados para crecer. Tanto las plantas como los cristianos necesitan sus raíces hasta el día en que mueren.
Ojalá que todos nos arraiguemos más en el amor de Dios y en Cristo para que nos mantengamos firmemente erguidos, estables, bien nutridos y con una gran reserva de fuerza espiritual para los tiempos de estrés y tormentas. EC