Nuevos descubrimientos sobre los árboles y sus beneficios
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Puede que no lo pensemos de esta manera, pero dependemos de los árboles para nuestra propia supervivencia.
Ellos proporcionan el 28 por ciento del oxígeno del mundo (el resto del oxígeno es producido por otras plantas o seres vivos similares a estas, especialmente el fitoplancton microscópico de los océanos). En cierto sentido, los árboles son parte de los “pulmones” del mundo, pues absorben dióxido de carbono y crean el preciado oxígeno que respiramos. De hecho, un solo árbol grande puede producir la increíble cantidad de unas 120 toneladas de oxígeno al año.
Hoy en día, mucha gente considera que el dióxido de carbono es perjudicial, pero en realidad es un “alimento vegetal” esencial para los árboles. La luz solar, el agua, la clorofila y el dióxido de carbono son los principales ingredientes que permiten a las plantas producir oxígeno y gran parte de los deliciosos alimentos que comemos.
El estudio de los árboles ha dado lugar a un descubrimiento asombroso. ¿Se ha preguntado alguna vez, al hallarse bajo la cúpula de un bosque, cómo evitan las copas de los árboles enredarse irremediablemente con las ramas de otros árboles?
Resulta que aunque los árboles no tienen ojos para “ver” otras ramas, la investigación científica indica que pueden detectar indirectamente cuando sus ramas se acercan a las de otros árboles debido a un fenómeno llamado “timidez de copa”, mediante el cual los árboles ajustan sus patrones de crecimiento para evitar tocarse entre sí, probablemente debido a una combinación de factores como la competencia por la luz y las señales químicas, lo que esencialmente les permite “sentir” la proximidad de las copas de otros árboles.
La escritora científica Emily Osterloff, que escribe para el Museo de Historia Natural de Londres, señala: “Las investigaciones demuestran que las plantas pueden detectar una frecuencia de luz visible llamada luz roja lejana, que les indica cuán cerca están de sus vecinos. También pueden utilizar la luz azul del espectro para evitar crecer en la sombra” (“Crown Shyness: Are Tress Social Distancing Too?” [“Timidez de copa: ¿Practican también los árboles el distanciamiento social?”] nhm.ac.uk). Además, señala que los huecos permiten que la luz del sol llegue al suelo del bosque para beneficiar a otras plantas, y pueden limitar la propagación de insectos que se alimentan de hojas y enfermedades de los árboles.
Esta capacidad de los árboles para detectar cuándo sus ramas se acercan a otros árboles para no bloquear todos los rayos del sol y evitar convertirse en una masa desordenada de ramas, indica que han sido “diseñados de forma inteligente” en lugar de haber “evolucionado” fortuitamente. ¿Cómo podía un árbol saber que necesitaría estos detectores al final de sus ramas y que deberían estar integrados en su software genético? Es mucho más razonable concluir que el árbol fue programado con esta compleja habilidad desde el principio.
La Biblia describe la creación del árbol como si tuviera todos sus elementos esenciales en su lugar desde el principio. Como nos dice Génesis 1:11-12: “Después dijo Dios: Produzca la tierra hierba verde, hierba que dé semilla; árbol de fruto que dé fruto según su género, que su semilla esté en él, sobre la tierra. Y fue así. Produjo, pues, la tierra hierba verde, hierba que da semilla según su naturaleza, y árbol que da fruto, cuya semilla está en él, según su género. Y vio Dios que era bueno” (énfasis nuestro en todo este artículo).
El árbol es un regalo de Dios cuyos beneficios nunca se agotan. Veamos otros nueve de ellos (la mayor parte de esta lista procede de “The Power of One Tree” (“El poder de un árbol”), Departamento de Recursos Naturales de Wisconsin).
Su sombra proporciona una temperatura agradable, ya que emite humedad y enfría el aire. El Departamento de Agricultura de EE. UU. afirma: “El efecto de enfriamiento neto de un árbol joven y sano equivale a diez equipos de aire acondicionados de tamaño de habitación funcionando 20 horas al día”.
Proporciona madera para construir y calentar casas, así como material para sus muebles.
Proporciona refugio a aves y otros animales.
Proporciona protección contra el viento y la lluvia, un “paraguas” natural.
Proporciona protección para el suelo debido a sus raíces, que ayudan a prevenir la erosión.
Proporciona alimentos deliciosos y medicinas vitales para personas y animales.
Proporciona nutrientes al suelo cuando muere: ¡todo es biodegradable, sin contaminantes!
Proporciona nuestra principal fuente de papel. Según cálculos de la Universidad de Maine, un árbol puede producir alrededor de 8333 hojas de papel. El trabajador de oficina promedio utiliza 10 000 hojas de papel de copia cada año.
Proporciona una sensación de calma y relajación. Un estudio demostró que los pacientes de hospital cuyas habitaciones tenían vista a los árboles se recuperaban más rápidamente y estaban menos deprimidos que los que miraban a una pared de ladrillo. El mismo efecto se produjo con los escolares que podían ver árboles desde la ventana de su aula.
¡Deberíamos estar muy agradecidos de que Dios haya creado los árboles!
Quizá el mejor homenaje a los árboles lo haya dado el poeta estadounidense Joyce Kilmer, en 1913:
Árboles
Creo que nunca veré un poema tan hermoso como un árbol.
Un árbol cuya boca hambrienta está apoyada contra el dulce pecho que fluye de la tierra;
Un árbol que mira a Dios todo el día y levanta sus frondosos brazos para orar;
Un árbol que en verano puede ataviar su cabello con un nido de petirrojos;
Sobre cuyo pecho ha reposado la nieve; que vive en íntima comunión con la lluvia.
Los poemas los hacen los tontos como yo, pero solo Dios puede hacer un árbol. BN