La fuerza de la fragilidad

Qué considera usted, estimado lector, más débil: ¿el hilo de una tela de araña o un hilo de acero? A simple vista, la seda de una tela de araña es más débil, pero en la realidad, la tela de araña puede soportar más tensión que un hilo de acero del mismo diámetro.
En los seres humanos, en medio de la fragilidad como la pérdida, el fracaso, la enfermedad o la incertidumbre, puede surgir un pensamiento que nos fortalezca y nos induzca a buscar la ayuda de otros y nos motive a construir relaciones auténticas y encontrar una salida.
La fragilidad puede ser un terreno fértil para el crecimiento. Las plantas más resistentes, por ejemplo, suelen crecer en terrenos donde las raíces deben profundizar más para encontrar agua y nutrientes. De la misma manera, en ocasiones, las pruebas en la vida nos permiten encontrar y asirnos a capacidades que desconocíamos.
La resiliencia se define como la capacidad para adaptarse, superarse y fortalecerse ante situaciones adversas, crisis o traumas. Puede surgir cuando nos encontramos ante situaciones que consideramos muy difíciles de resolver. Pero, debemos aprender de ellas y seguir adelante con una fortaleza mental, emocional y espiritual. Cada vez que superamos un desafío, tomamos más consciencia de nuestra capacidad para superar la adversidad.
La fragilidad también nos enseña a tener compasión hacia los demás. Somos más solidarios en situaciones donde la empatía y la colaboración reemplazan el orgullo y la competencia. La fuerza que surge de la fragilidad tiene un poder sanador hacia los demás y nosotros mismos.
La frágil condición humana
En el mundo actual, se suele considerar la fragilidad como algo que debe ocultarse. Pero esta forma de pensar ignora que, cuando aceptamos nuestra vulnerabilidad, descubrimos una fortaleza auténtica que nos enseña y nos capacita para navegar a través las tempestades con la ayuda de Dios.
El apóstol Pablo expresó su debilidad en la carta escrita a los Corintios, cuando reveló que padecía un tormento y rogaba a Dios que se lo quitara. Pero la respuesta fue: “Y me ha dich0 bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo” 2 Corintios 12:9.
El apóstol nos enseña, a través de este pasaje, que el sufrimiento puede convertirse en un medio para 0btemer la gracia y el poder de Dios. Nos muestra que la autosuficiencia es sol0 una ilusión y que la verdadera fortaleza radica en reconocer nuestra dependencia absoluta de Dios.
En lugar de resistir nuestras limitaciones, debemos procurar verlas como oportunidades para que Dios obre en nosotros. Porque lo que el mundo considera “debilidad” Dios lo puede utilizar para mostrarnos su gloria y sostenernos en la adversidad.
Por otro lado, Pablo reconoce que es Jesucristo quien nos da la capacidad para soportar cualquier circunstancia adversa. No nos habla de una fortaleza humana, sino de una fortaleza espiritual para sobrellevar las pruebas, dificultades y sufrimientos. “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” Filipenses 4:13.
Lecciones de la naturaleza
El roble es un árbol que simboliza la fuerza rígida y resistente, pero si lo azota un viento demasiado fuerte, puede quebrarse. En cambio, la planta de bambú tiene un tallo delgado y hueco que parece frágil, pero gracias a su flexibilidad, adaptabilidad y capacidad de regeneración nos muestra su fortaleza. Además, sus raíces profundas lo anclan firmemente en tierra y le permite crecer rápidamente.
Cuando el bambú es cortado no muere, al contrario, se regenera y crece nuevamente. Del mismo modo, como cristianos, podemos experimentar pérdidas, fracasos y caídas, pero nuestra verdadera fortaleza consiste en levantarnos una y otra vez.
Los cristianos podemos doblegarnos, pero en lugar de quebrarnos debemos inclinarnos con humildad ante Dios, permitiendo que su gracia y poder nos ayuden a superar las pruebas y aflicciones.
Podemos creer que somos débiles o vulnerables según el estándar del mundo, pero recordemos que nuestra fortaleza proviene de lo que llevamos dentro y que, de esta fuerza interior puede surgir la capacidad para superar nuestras debilidades.
En nuestro interior, todos experimentamos temores e inquietudes que tratamos de ocultar, pero quizá en nuestra fragilidad podamos encontrar la fuerza que necesitamos para vencer nuestras dificultades y seguir preparándonos para alcanzar el Reino de Dios.