#361 - Apocalipsis 20
"El maravilloso Milenio; la segunda resurrección"
Descargar

Descargar
#361 - Apocalipsis 20: "El maravilloso Milenio; la segunda resurrección"
Descargar


Juan dice “Vi a un ángel que descendía del cielo, con la llave del abismo, y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás, y lo ató por mil años; y lo arrojó al abismo, y lo encerró, y puso su sello sobre él, para que no engañase más a las naciones, hasta que fuesen cumplidos mil años; y después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo” (Apocalipsis 20:1-3).
Así, luego que Cristo vence a las fuerzas hostiles contra él y se encarga de la Bestia y el Falso Profeta, ahora va a castigar al verdadero instigador de toda esa rebelión: a Satanás. Ese castigo es simbolizado por el ritual del Día de Expiación donde el macho cabrío que representaba a Azazel (en hebreo principalmente significa “el expulsado”). Como dice El Comentario de Keil & Delitzsch sobre Levítico 16:8 y el ser Azazel: “Se refiere al diablo mismo, el jefe de los ángeles caídos, luego llamado Satanás, ya que ningún espíritu maligno subordinado podría ser contrapuesto [con Dios] como lo es aquí Azazel, quien es el gobernante del reino de los demonios”.
Satanás, como cabecilla, también representa a sus ángeles (vea Apocalipsis 12:9, 12) y está encarcelado en ese abismo sin fondo (es decir, que no se puede ver el fondo). Luego, en Apocalipsis 20:7, ese abismo es llamado “su prisión”. Sabemos que él actúa con sus ángeles y su destino será compartido por ellos (vea Mateo 25:41).
Al ser Satanás y sus ángeles confinados por mil años, ahora Cristo podrá reinar en paz sobre la tierra durante ese tan deseado y glorioso período.
Juan continúa: “Y vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de juzgar; y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la bestia ni a su imagen, y que no recibieron la marca en sus frentes ni en sus manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron mil años. Ésta es la primera resurrección” (Apocalipsis 20:4-5).
Así, al comienzo del Milenio, los santos reciben la recompensa de reinar bajo Cristo sobre la tierra (Apocalipsis 5:10). Daniel también lo describió: “Miraba yo en la visión de la noche, y he aquí con las nubes del cielo venía uno como un hijo de hombre, que vino hasta el Anciano de días, y le hicieron acercarse delante de él. Y le fue dado dominio, gloria y reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su dominio es dominio eterno, que nunca pasará, y su reino uno que no será destruido… y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán” (Daniel 7:13-14, 26-27). Noten que se requiere de la obediencia.
Jesús habló de lo mismo: “De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel” (Mateo. 19:28). Además, en Lucas 19:17 Cristo enseñó de ese reino en la parábola de las minas. Por último, en Apocalipsis. 2:26, Cristo entrega esta promesa: “Y al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, le daré autoridad sobre las naciones”.
Ahora bien, toda esta explicación dada se basa en el sentido natural y literal de esta lectura, y así se entendió por los primeros tres siglos después de Cristo. Pero fue principalmente el teólogo católico Agustín que “espiritualizó” este capítulo 20 para que significara que el milenio es en realidad ¡un período entre la primera y la segunda venida de Cristo! Y que el reino de Dios se encuentra ahora en la Iglesia Católica. De esta manera consolidó el poder del Papa en Roma sobre el cristianismo tradicional.
Como menciona El Comentario Bíblico Expositor: “En primer lugar, podemos notar, con pocas excepciones, que la iglesia antigua hasta el tiempo de Agustín (354-430) sin duda mantuvo la enseñanza de un reino terrenal e histórico de paz que debía seguir a la derrota del Anticristo y a la resurrección física de los santos… Cuando [Agustín] llegó [a Apocalipsis 20], interpretó a los mil años en términos no literales y entendió que el período se refería a la era de la iglesia, el tiempo entre el primer y el segundo advenimiento de Cristo… Además, el reino de los santos y sus ‘tronos de juicio’ ya habían comenzado en la iglesia y sus gobernantes. Así, Agustín… ‘echó la suerte en contra de la expectativa de un reino milenario [terrenal] durante los muchos siglos’. El ‘método de recapitulación’ adoptado por Agustín continuó a través de los siglos y no carece de exponentes modernos tanto en las iglesias protestantes como en la católica romana.”
El historiador católico Paul Johnson admite: “Agustín fue el genio sombrío del cristianismo imperial, el ideólogo de la alianza entre la Iglesia y el Estado, y el creador de la mentalidad medieval. Después de Pablo, que suministró la teología básica, hizo más que ningún otro ser humano para plasmar el cristianismo, para dar forma al cristianismo que cualquier otro ser humano… si comparamos su filosofía con la de Pablo, se advierte que Agustín... fue el heresiarca más grande de todos, en cuanto a su influencia” (Historia del Cristianismo, p. 134, 144).
Así pues, mayormente debido a Agustín y el linaje sucesivo de los Papas, la enseñanza sobre el reino milenario de Cristo sobre la tierra fue desechada y reemplazada por la idea de irse al cielo.
Ahora bien, ¿a qué se refiere Apocalipsis 20:5 al “resto de los muertos [que] no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los mil años"? Obviamente, ellos no pueden ser parte de la primera resurrección, pues estos sí están vivos. Tiene, pues, que referirse a los que resucitan en la siguiente resurrección después de los mil años. Ellos son descritos en Apocalipsis 20:12: “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios, y los libros fueron abiertos”. Tal como explica El Comentario Bíblico del Expositor: “¿Por qué Juan usa el término ‘la primera resurrección’? El vocablo griego prote claramente indica un primer grupo de una serie de dos o más agrupaciones… por eso se infiere aquí que habrá una segunda resurrección”.
Nuestro folleto, El Apocalipsis sin velos describe más sobre el Milenio: “Como ya leímos, Satanás estará encadenado durante el Milenio. Pero también leemos que ‘después de esto debe ser desatado por un poco de tiempo’ (Apocalipsis 20:3). Las personas que nazcan durante el Milenio no tendrán que enfrentarse a la influencia de Satanás. Sólo conocerán el camino de la vida de Dios. Pero las Escrituras también nos revelan que Dios prueba a las personas para saber si lo obedecen de todo corazón (Deuteronomio 8:2; Apocalipsis 2:10). Una de las formas en que nos prueba es por medio del libre albedrío: permite que escojamos entre el bien y el mal (Deuteronomio 30:19). Juan nos da a entender que esto es lo que ocurrirá al final del Milenio.
“Veamos lo que va a pasar: ‘Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto de su prisión, y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la batalla; el número de los cuales es como la arena del mar. Y subieron sobre la anchura de la tierra, y rodearon el campamento de los santos y la ciudad amada; y de Dios descendió fuego del cielo, y los consumió’” (Apocalipsis 20:7-9). “Dios no nos revela si esta será la única prueba que va a utilizar durante el Milenio para separar a las personas que no son sinceras de aquellas que sí lo son. Pero va a ser la prueba final y más importante de esos mil años; será una parte fundamental del proceso del juicio.
“Entonces llegará el momento en que Satanás será restringido para siempre: ‘El diablo, que los había engañado, fue arrojado al lago de fuego y azufre, donde también habían sido arrojados [la bestia] y el falso profeta. Allí serán atormentados [el diablo y sus demonios, Mateo 25:41] día y noche por todos los siglos” (v. 10, Versión Popular). A estos malvados seres espirituales nunca se les volverá a permitir que engañen a nadie’” (págs. 70-71).
Creemos que, como lo describe Ezequiel 39:1-6, “Gog y Magog” son símbolos de la gente rebelde en “los cuatro ángulos de la tierra”. Es posible que algunos seres humanos, hacia el final del Milenio, crean que jamás serían engañados por el diablo si fuera suelto, y Dios entonces los pone a prueba. Muchos sucumben a los engaños de Satanás y asaltan Jerusalén, donde gobierna Cristo. Él se encarga al instante de destruir a esa rebelión. Sería la lección final de por qué Dios no puede depender de los seres humanos y sólo puede confiar en seres espirituales que ahora poseen un carácter perfecto.
Ahora bien, ¿qué le sucede a Satanás y sus ángeles? La Bestia y el Falso Profeta, al ser físicos, ya fueron incinerados en el lago de fuego, tal como los otros seres humanos que serán arrojados allí más tarde al final de la segunda resurrección. En Apocalipsis 20:10 nos dice que Satanás [y sus ángeles (Mateo 25:41)] “serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos”. Ellos son espíritu e inmortales y no pueden morir (Lc 20:36). Es también allí donde los malvados incorregibles sufrirán la segunda muerte. Aquí también se puede aplicar la analogía en Levítico 16 del macho cabrío que representa a Azazel, que es liberado permanentemente en el desierto como un símbolo del destino de Satanás y sus ángeles. Parece que serán juzgados y expulsados más allá del universo, pues esto será la herencia de Cristo y de los santos (Romanos 8:17-21; Hebreos 1:2; 2:5).
Juan continúa: “Entonces vi un gran trono blanco y al que estaba sentado en él, de cuyo rostro huyeron la tierra y el cielo. Y no se encontró lugar para ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios, y se abrieron los libros. Y se abrió otro libro, que es el Libro de la Vida. Y los muertos fueron juzgados según sus obras, por las cosas que estaban escritas en los libros" (Apocalipsis 20:11-12).
Luego que Satanás y sus demonios hayan sido castigados, ahora viene la “segunda” resurrección. Ésta abarca toda clase de seres humanos, pobres y ricos, jóvenes y viejos, famosos e insignificantes.
Como señala nuestro folleto sobre Apocalipsis: “Juan escribe entonces: ‘Después de que ‘los mil años se cumplan’ (Apocalipsis 20:7), los que resuciten y estén ‘de pie ante Dios” (v. 12) serán aquellos que nunca conocieron realmente a Dios ni sus caminos; en otras palabras, no entendieron lo que significaba arrepentirse de sus pecados. ¿Están destinados a sufrir la condenación eterna? ¡De ninguna manera! Veamos el propósito de esta resurrección de ‘los otros muertos’… Éstos serán resucitados y juzgados según lo que está escrito en la Biblia, de acuerdo con su respuesta al entendimiento espiritual que entonces estarán recibiendo por primera vez.
“La palabra griega traducida en este pasaje como ‘libros’ es biblia, raíz de la palabra española Biblia. Cuando Dios resucite a estas personas, les explicará el significado completo de los libros de las Sagradas Escrituras. Cuando ellas respondan y se arrepientan, sus nombres también podrán ser escritos en el libro de la vida.
“Desgraciadamente, algunos, a pesar de todas las oportunidades de arrepentimiento que Dios les ofrezca, se obstinarán en seguir sus propios caminos. Dios no obliga a nadie a escoger la vida eterna. Aquellos que después de recibir el claro entendimiento de lo que Dios requiere de ellos, se nieguen a arrepentirse, serán juzgados ‘según sus obras’ (vv. 12-13) y destruidos en el ‘lago de fuego’ (v. 15). El mar entregó a los muertos que estaban en él, y la Muerte y el Hades entregaron a los muertos que estaban en ellos. Y fueron juzgados, cada uno según sus obras. Entonces la Muerte y el Hades fueron arrojados al lago de fuego. Esta es la segunda muerte. Y todo el que no se encontró escrito en el Libro de la Vida fue arrojado al lago de fuego” (Apocalipsis 20:13-15). [Esto significa una tercera resurrección].
Otros pasajes de las Escrituras nos dan más información acerca de los impíos que van a ser destruidos para siempre en el lago de fuego.
“Jesús dijo que algunos rechazarán de manera deliberada y obstinada el conocimiento espiritual que Dios les da. Esta blasfemia intencional ‘contra el Espíritu no les será perdonada . . . ni en este siglo ni en el venidero’ (Mateo 12:31-32). Los que finalmente sean lanzados al lago de fuego serán aquellos que ‘una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo’ (Hebreos 6:4) pero rechazaron intencionadamente el camino de vida de Dios. Éstos fueron perdonados alguna vez y recibieron el Espíritu Santo, pero después decidieron rechazar el gobierno de Dios en sus vidas y blasfemaron contra su Espíritu”.
“Según las Escrituras, al que ‘pisoteare al Hijo de Dios, y tuviere por inmunda la sangre del pacto en la cual fue santificado, e hiciere afrenta al Espíritu de gracia’, ya no le ‘queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios’ (Hebreos 10:26-29). El profeta Malaquías también habló de esto: ‘He aquí, viene el día ardiente como un horno, y todos los soberbios y todos los que hacen maldad serán estopa; aquel día que vendrá los abrasará, ha dicho el Eterno de los ejércitos, y no les dejará ni raíz ni rama’ (Malaquías 4:1)”.
“Es muy importante que entendamos que el propósito de Dios no es que los incorregibles vivan eternamente en los tormentos del infierno. Antes bien, él ha determinado que deben morir en el lago de fuego. Esta es ‘la muerte segunda’ (Apocalipsis 20:14), de la cual no hay resurrección… Al final del período del juicio final, todos los seres humanos que hayan vivido alguna vez tendrán la oportunidad de elegir entre la vida y la muerte: arrepentirse y someterse a Dios para recibir la vida eterna o negarse a arrepentirse y, al hacerlo, elegir la muerte eterna. En última instancia, no hay término medio, no hay otra opción" (págs. 71-73).
Así termina este asombroso capítulo 20 de Apocalipsis que tan pocos pueden entender, y gracias al espíritu de Dios en nosotros, sí lo podemos captar. ¡Que venga pronto ese glorioso reino!