#356 - Apocalipsis 13 -14
"La segunda bestia; los 144,000 otra vez"
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#356 - Apocalipsis 13 -14: "La segunda bestia; los 144,000 otra vez"
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En el último estudio, cubrimos lo que simboliza la primera Bestia en Apocalipsis 13. Luego sigue la segunda Bestia, que también es llamada “el Falso Profeta” (Apocalipsis 16:13; Apocalipsis 19:20; Apocalipsis 20:10). De este modo, estos dos líderes serán poderosamente usados por Satanás para forjar su imperio diabólico del tiempo del fin, pero al final, estos dos personajes son derrotados y lanzados en el lago de fuego (Apocalipsis 19:20).
Juan escribe: “Después vi otra bestia que subía de la tierra; y tenía dos cuernos semejantes a los de un cordero, pero hablaba como dragón. Y ejerce toda la autoridad de la primera bestia en presencia de ella, y hace que la tierra y los moradores de ella adoren a la primera bestia, cuya herida mortal fue sanada. También hace grandes señales, de tal manera que aun hace descender fuego del cielo a la tierra delante de los hombres. Y engaña a los moradores de la tierra con las señales que se le ha permitido hacer en presencia de la bestia, mandando a los moradores de la tierra que le hagan imagen a la bestia que tiene la herida de espada, y vivió. Y se le permitió infundir aliento a la imagen de la bestia, para que la imagen hablase e hiciese matar a todo el que no la adorase” (Apocalipsis 13:11-15).
A diferencia de la primera Bestia, esta se disfraza como un supuesto cordero inofensivo, pero en realidad es un malvado dictador religioso que impone falsas doctrinas a través de la influencia del dragón (o Satanás). Como Leon Morris señala: “Hablaba como un dragón, es decir, ‘como el [gran] dragón’”. Él habla como si fuera Satanás mismo. Es formidable y tiene todo el poder de la primera bestia, pero no es su rival, pues hace que la humanidad adore a este” (Comentario de Tyndale del N.T., pg. 171).
Un cordero normalmente es blanco y es un símbolo de Cristo (Apocalipsis 5:6, 12; Apocalipsis 6:16, etc.), pero aquí vemos su falsa contraparte. Eldon Ladd señala: “Él es una parodia [una grosera falsificación] de Cristo, una religión prostituida para fines inicuos [ver Apocalipsis 17:1-2 donde este “cordero” aparece ahora como una mujer caída]. Esta segunda bestia tiene la apariencia de un cordero, pero su voz contradice esa imagen, pues habla con [el poder] de un dragón. Se nota que la segunda bestia representa la religión empleada en apoyo de la adoración de la primera bestia porque en lo sucesivo se le llamará el falso profeta. La primera bestia representa el poder civil, de inspiración satánica; la segunda bestia, el poder religioso, empleado para apoyar ese poder civil” (p. 183).
El Comentario Expositor agrega: “Dado que una de las características principales de esa segunda bestia es su habilidad engañosa, la apariencia de cordero [¿será también porque el Falso Profeta se viste de blanco?] contribuiría a la confusión sobre la verdadera identidad de la bestia. Si representa la falsa enseñanza satánica… su maldad se agrava debido al engañoso parecido que tiene con la verdad [2 Corintios 11:14-15]. Aunque esta bestia pretende representar al Cordero, es inicua porque “él [habla] como un dragón”, es decir, que enseña herejías [cristianas]”.
Jesús advirtió sobre esos que intentarían imitarlo engañosamente: “Mirad que nadie os engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán” (Mateo 24:4-5). ¡La tarea de la segunda bestia es, básicamente, intentar engañar al mundo entero a través de su falsa religión!
Pablo explica más sobre ese falso líder religioso: “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como Dios, haciéndose pasar por Dios. ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con vosotros, os decía esto? Y ahora vosotros sabéis lo que lo detiene, a fin de que a su debido tiempo se manifieste. Porque ya está en acción el misterio de la iniquidad; sólo que hay quien al presente lo detiene, hasta que él a su vez sea quitado de en medio. Y entonces se manifestará aquel inicuo, a quien el Señor matará con el espíritu de su boca, y destruirá con el resplandor de su venida; inicuo cuyo advenimiento es por obra de Satanás, con gran poder y señales y prodigios mentirosos, y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden, por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por esto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira, a fin de que sean condenados todos los que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia” (2 Tesalonicenses 2:3-12).
Esta segunda Bestia (o Falso Profeta) hará una estatua con la imagen de la primera Bestia que, a través del poder satánico, podrá hablar y sentenciar a muerte a quienes se nieguen a adorarlo (Apocalipsis 13:15). Recuerden que a ambas Bestias se les “permite” hacer esto (“se le concedió poder”) solo porque Dios lo permite durante este período del tiempo del fin.
De hecho, hay muchas afirmaciones hoy en países católicos de supuestas apariciones de la “Virgen María” que habla y hace milagros. Como Marina Warner informa: “Se han reportado varias visitas de la Virgen en los siglos XIX y XX autenticadas por la Iglesia Católica. Y más de doscientas que no han sido validadas oficialmente por la Iglesia” (Sola en su género, 1976, p. 309). Quizás uno de esos demonios disfrazado como ángel de luz (2 Corintios 11:14) va a poseer esa imagen de la Bestia (Apocalipsis 13:15), tal como dicen que sucede con estatuas de la “Virgen María”.
Juan continúa: “Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis” (Apocalipsis 13:16-18).
A propósito, el uso de números para determinar un nombre se llama gematría; el cálculo de equivalentes numéricos de letras, palabras o frases. El Comentario Expositor explica: “Los idiomas antiguos, incluidos el hebreo y el griego, usan letras de sus alfabetos como signos numéricos. Por ejemplo, a (alfa) en Gr. puede representar el número uno, b (beta) el número dos, etc. Una serie de letras podría formar una palabra y al mismo tiempo indicar un número...En las paredes de Pompeya hay unos grafitis que muestran esa práctica, fechados no más tarde que 79 d.C. (cuando la ciudad fue destruida). Uno dice: ‘Amerimnos recuerda a su dama Armonía para bien. El número de su honroso nombre es 45’...Otro dice: ‘Amo al cuyo número es 545’. En estos casos, el número oculta un nombre y el misterio es quizás conocido con certeza sólo por los dos amantes”.
Hoy es posible tatuar a alguien con un código universal visible o invisible. También se podría insertar en el futuro un chip que lo identifique, por ejemplo, con el nombre o número de la Bestia.
Nuestro folleto, El Apocalipsis sin velos, señala: “Igualmente, la marca de la bestia es evidentemente una marca de desobediencia a Dios. Muchos estudiosos de la Biblia han indicado que el séptimo día, el sábado de Dios, es la señal de identificación de su pueblo en Éxodo 31:12-17 y consideran que la marca de la bestia es… lo opuesto [y] creen que la obligación de guardar el domingo (día que originalmente se dedicó al culto del sol) … es parte de la marca de la bestia” (p. 51).
Lo cierto es que solo se sabrá claramente lo que significa ese número de la Bestia en el futuro, cuando aparezca ese Falso Profeta. Esto indica que habrá una iglesia cuyos miembros, en gran parte, están engañados, pero que será usada por el diablo para engatusar al mundo entero. Noten que esa iglesia no mata directamente a los santos, sino que los entrega a los líderes civiles para que ellos lo hagan (Apocalipsis 13:15).
Luego de este triste capítulo 13 sobre esas dos Bestias maléficas viene un interludio alentador (capítulos 14-15) donde Dios le entrega a Juan una visión de la victoria final sobre esas dos Bestias.
Juan escribe: “Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de él y el de su Padre escrito en la frente. Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas que tocaban sus arpas. Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante de los cuatro seres vivientes, y de los ancianos; y nadie podía aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron redimidos de entre los de la tierra. Éstos son los que no se contaminaron con mujeres, pues son vírgenes. Éstos son los que siguen al Cordero por dondequiera que va. Éstos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero; y en sus bocas no fue hallada mentira, pues son sin mancha delante del trono de Dios” (Apocalipsis 14:1-5).
Los 144,000 ya fueron introducidos en el capítulo. 7 y son los mismos aquí (porque no existen dos grupos de 144,000). Están ahora triunfantes con Jesucristo en el monte de Sion. En las profecías del A.T., el monte de Sion llegó a simbolizar el monte del Templo y su ciudad, Jerusalén, el lugar donde Cristo habitará después de su llegada a la tierra (Salmos 2:6; Isaías 24:23; Joel 2:32; Miqueas 4:1; Zacarías 14:10,16; Hechos 1:11).
Aun así, algunos creen que Jesús y los santos están aquí en un monte de Sion celestial. Sin embargo, este término del monte de Sion no equivale al cielo, sino que es un símbolo de la Iglesia del Nuevo Testamento, dirigida por Cristo, en el cielo. Como explica Beckwith: “El monte de Sion, sinónimo de Jerusalén, es uno de los términos para designar a la sede central del reino escatológico [o del milenio]... ‘El monte de Sion, la ciudad del Dios viviente, la Jerusalén celestial’ en Hebreos 12:22 o la ‘Jerusalén de arriba’ en Gálatas 4:26, significan el arquetipo o patrón perfecto de lo terrenal, que en el pensamiento hebreo existe en el cielo, y al final desciende en plena realización. No significa el cielo, el lugar de Dios y sus huestes… El término “monte de Sion”, que se encuentra en los escritos apocalípticos, no denota el cielo, sino la sede del reino mesiánico… El profeta, desde su lugar en la tierra, escucha el cántico cantado en la corte celestial” (El Apocalipsis de Juan, p. 647).
Además, la idea de que los santos van a ascender al monte de Sion celestial antes de la venida de Cristo claramente contradice la enseñanza de que Jesucristo primero descenderá a la tierra, a Jerusalén, y resucitará a los redimidos en ese entonces, que luego dirán: “[Tú] nos has hecho reyes y sacerdotes…y reinaremos sobre la tierra” (Apocalipsis 5:10). Él reinará con ellos, no en el cielo, sino en la tierra (Apocalipsis 20:4, 6).
El Comentario del conocimiento bíblico añade sobre esos 144,000 en el monte de Sion, “Es razonable concluir que este es el mismo grupo mencionado en Apocalipsis 7:4-8, pero aquí están en un tiempo posterior a la Tribulación. Cronológicamente, la visión anticipa el triunfo de los 144,000 aún vivos cuando Jesucristo venga a la tierra. A diferencia de muchos mártires, estas personas sí sobreviven esa etapa”. Esto parece encajar con los que están en el lugar de refugio durante la Gran Tribulación y que verán esa gloriosa venida de Cristo (Apocalipsis 12:14-17).
Estos 144.000 aprenden un himno de victoria, pues como vimos, el triunfo ya se logró al regresar Cristo. El Comentario Expositor explica: “El hecho de que los 144.000 cantan ‘delante del trono’ (v. 3) no es una objeción para verlos en el Sion terrenal. Pues, no son los redimidos los que cantan [en el cielo], sino los arpistas angelicales...Este ‘cántico nuevo’ debe relacionarse con el ‘cántico nuevo’ en Apocalipsis 5:9, también cantado por coros angelicales. Es un canto de redención y reivindicación. En Apocalipsis 5:10, la recompensa de los redimidos, gracias a la muerte de Cristo, es que ‘reinarán sobre la tierra’ y ahora se ha realizado en el monte de Sion… Los 144,000 que fueron ‘redimidos’ o ‘comprados de entre los hombres’ tienen que ser los mismos que los ‘comprados’ de todos los pueblos de la tierra en Apocalipsis 5:9, y los sellados en Apocalipsis 7:4-8, que han lavado sus vestimentas en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7:14)”.
Es más, estos hermanos redimidos son descritos en términos simbólicos como “vírgenes”. Pablo usa la misma analogía para describir a los miembros: “Porque os celo con celo de Dios; pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo” (2 Corintios 11:2). Como señala Robert Mounce: “Los 144,000 son representados aquí como la novia prometida de Cristo, quienes, mientras esperan el día del matrimonio, se han mantenido puros de todas las relaciones contaminantes del sistema mundial pagano. Han resistido las seducciones de la gran ramera Roma con quien los reyes de la tierra han cometido fornicación” (p. 267).
Puesto que estos hermanos fieles han perseverado en la verdad y han seguido las enseñanzas de Cristo, serán parte de la Primera Resurrección y se les llama “primicias”. Como dice Santiago 1:18, “Por su propia voluntad nos sacó por la palabra de verdad, para que seamos una especie de primicias de sus criaturas”.
Juan sigue: “Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación. Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús” (Apocalipsis 14:6-12).
Así pues, el evangelio saldrá al mundo por última vez a través de estos tres ángeles, antes de que Cristo regrese. El primero predica sobre la necesidad de que el mundo reconozca al Dios verdadero como el Creador de todo (en vez de lo que enseña la Evolución). Como señala Mounce: “El evangelio eterno llama a las personas a temer y honrar al Creador, porque la hora del juicio está cerca. Dios se ha revelado en la naturaleza para que la gente no tenga excusas (Romanos 1:19-20) ... Ahora escuchamos un último llamado a los seres humanos para que se arrepienten y lo glorifiquen” (p. 271).
Un segundo ángel ahora proclama la caída de Babilonia, símbolo de la capital religiosa del imperio de la Bestia. En los días de Juan, Babilonia era el símbolo de la antigua Roma. En los tiempos del fin, representa a la nueva Roma, cabeza del poder religioso descrito en Apocalipsis 17. Como lo señala El Comentario bíblico del creyente: “El segundo ángel anuncia la caída de Babilonia. Esto anticipa lo que describen los capítulos 17 y 18. Babilonia significa… el cristianismo apóstata, que será un vasto conglomerado comercial y religioso con sede en Roma. Todas las naciones se habrán embriagado con el vino del furor de su fornicación”.
Finalmente, el tercer ángel advierte sobre aquellos que voluntariamente participan en las abominaciones de la marca de la Bestia. Eventualmente serán arrojados al lago de fuego, que es la muerte segunda (Apocalipsis 20:14; Apocalipsis 21:8). Serán completamente incinerados y el humo de sus cuerpos quemados no se detendrá, ya que corren un destino similar al de la destrucción de Babilonia, tal como claman los ángeles del cielo: “¡Aleluya! ¡Su humo se eleva por los siglos de los siglos! (Apocalipsis 19:3).
Es parecido a lo que Jesús les dijo a esos pecadores incorregibles: “Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles” (Mateo 25:41). ¿Quiénes son los que se libran de ese castigo en el tiempo del fin? Son los que han perseverado en la fe, rechazado la marca de la Bestia, y continúan siendo: “los que guardan los mandamientos de Dios y tienen el testimonio de Jesús” (Apocalipsis 12:17). ¡Eso significa, obviamente, que guardan todos los mandamientos y no solo algunos!