#352 - Apocalipsis 6-7: "Cristo abre los sellos del rollo profético"

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#352 - Apocalipsis 6-7

"Cristo abre los sellos del rollo profético"

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Juan escribe: “Vi cuando el Cordero abrió uno de los sellos, y oí a uno de los cuatro seres vivientes decir como con voz de trueno: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo blanco; y el que lo montaba tenía un arco; y le fue dada una corona, y salió venciendo, y para vencer” (Apocalipsis 6:1-2).

Es sorprendente ver que los comentaristas bíblicos estén tan confundidos sobre la verdadera identidad de este primer jinete. Muchos creen que simboliza guerras, otros, el regreso de Cristo montado sobre un caballo blanco, y algunos lo relacionan con la predicación del evangelio. Es increíble que no usen la profecía del Monte de los Olivos en Mateo 24; Marcos 13 y Lucas 21, dada por Jesús, que tiene un claro paralelo y que es la clave para entender estos siete sellos, pues la Biblia debe interpretarse a sí misma (1 Corintios 2:13). 

En esa profecía del Monte de los Olivos, hay una secuencia de siete eventos que coincide cercanamente con el contenido de los siete sellos. Los primeros cuatro sellos son descritos como cuatro jinetes sobre caballos de diferentes colores y que representan los cuatro sucesos iniciales del tiempo del fin.

El jinete del caballo blanco, según Mateo 24:5, simboliza a falsos profetas quienes dirán “Yo soy el Cristo; y a muchos engañarán”. El color blanco suele simbolizar “la justicia” en la Biblia, pero aquí estos falsos profetas se disfrazan como verdaderos ministros de Dios. Vemos ejemplos del uso del símbolo blanco en la religión en el cuello blanco de los clérigos o la ropa blanca del Papa. Así, los falsos líderes religiosos fingen ser “ministros de justicia”, pero, como advirtió Pablo: “…éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras” (2 Corintios 11:13-15). Otro ejemplo de este engaño es la descripción del Falso Profeta que tiene “dos cuernos de cordero” pero habla como dragón (Apocalipsis 13:11). Así, aunque no está convertido, se representa a sí mismo como un manso cordero “blanco” que engaña al mundo (Apocalipsis 13:14). 

Luego, Juan escribe acerca del segundo jinete: “Cuando abrió el segundo sello, oí al segundo ser viviente, que decía: Ven y mira. Y salió otro caballo, bermejo; y al que lo montaba le fue dado poder de quitar de la tierra la paz, y que se matasen unos a otros; y se le dio una gran espada” (Apocalipsis 6:3-4). 

Este jinete sobre el caballo rojo corresponde a la segunda señal en la Profecía del Monte de los Olivos que son grandes guerras e insurrecciones que se intensificarán sobre la tierra (Mateo 24:6-7; Lucas 21:9).

Juan ahora describe al tercer jinete: “Cuando abrió el tercer sello, oí al tercer ser viviente, que decía: Ven y mira. Y miré, y he aquí un caballo negro; y el que lo montaba tenía una balanza en la mano. Y oí una voz de en medio de los cuatro seres vivientes, que decía: Dos libras de trigo por un denario, y seis libras de cebada por un denario; pero no dañes el aceite ni el vino" (Apocalipsis 6:5-6).

De modo que el tercer jinete sobre un caballo negro simboliza principalmente hambrunas y corresponde a la tercera señal de la Profecía del Monte de los Olivos: "Habrá hambrunas y terremotos en varios lugares" (Mateo 24:7; Marcos 13:8; Lucas 21:11). Como señala el erudito Mounce: “Una voz... anuncia los precios durante una hambruna del trigo y la cebada, y advierte contra dañar el aceite y el vino. El saldo indica un tiempo de escasez cuando los productos básicos de la vida se miden a precios exorbitantes. El denario era una moneda de plata romana equivalente al salario diario de un obrero. Por un día de trabajo, un hombre podría comprar solo suficiente trigo para sí mismo o suficiente cebada, que es menos nutritiva, para tres personas. El precio parece ser de diez a doce veces más alto de lo acostumbrado” (p. 144).

El cuarto jinete cabalga sobre un caballo amarillo. "Cuando abrió el cuarto sello, oí la voz del cuarto ser viviente, que decía: Ven y mira. Miré, y he aquí un caballo amarillo, y el que lo montaba tenía por nombre Muerte, y el Hades le seguía; y le fue dada potestad sobre la cuarta parte de la tierra, para matar con espada, con hambre, con mortandad, y con las fieras de la tierra” (Apocalipsis 6:7-8). Esto corresponde a las pestes o plagas (Mateo 24:7; Marcos 13:8; Lucas 21:11). 

Morris comenta: “El término griego chloros (del que derivamos nuestra palabra ‘cloro’) denota ‘algo verde amarillento’. La muerte en este contexto es por la peste” (p. 107). Tendrá el poder para afligir a una cuarta parte de la tierra. Así, los cuatro jinetes y los primeros cuatro sellos corresponden a los primeros cuatro sucesos que Cristo menciona en Mateo 24. 

Además, Jesús dice que esos eventos son solo “el principio de dolores” (Mateo 24:8). Esto se refiere a los dolores de parto de una mujer, que una vez iniciados, se intensificarán y no se detendrán hasta que el hijo haya nacido (vea también 1 Tesalonicenses 5:3).

El quinto sello es ahora roto: “Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los que habían sido asesinados por la palabra de Dios y por el testimonio que tenían. Y lloraron a gran voz, diciendo: ‘¿Cuánto tiempo, Señor, santo y verdadero, hasta que juzgues y vengues nuestra sangre sobre los que moran en la tierra?’ Entonces se les dio una túnica blanca a cada uno de ellos; y se les dijo que debían descansar un poco más, hasta que se completara el número de sus compañeros de servicio y sus hermanos, que serían asesinados tal como estaban” (Apocalipsis 6:9-11). 

Este quinto sello se relaciona con el quinto evento descrito por Cristo en Mateo 24: la persecución religiosa principalmente contra los santos. Tal como dijo Jesús: “Entonces os entregarán a tribulación, y os matarán, y seréis aborrecidos de todas las gentes por causa de mi nombre. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros, y unos a otros se aborrecerán” (Mateo 24:9-10).

Esta imagen en Apocalipsis describe a los miembros fieles muertos como estando ‘debajo del altar’ y que claman a Dios por vindicación. G. E. Ladd explica: “En este caso, el altar se refiere al altar de sacrificios donde se derramaba la sangre de los sacrificios. El hecho de que Juan vio las almas de los mártires debajo del altar no tiene nada que ver con el estado de los muertos… es simplemente una forma vívida de imaginar el hecho de que habían sido martirizados en el nombre de su Dios. En el ritual del Antiguo Testamento, se derramaba la sangre de los holocaustos sobre la base del altar (Levítico 4:7). Las almas de los mártires se ven debajo del altar como si hubieran sido sacrificadas sobre el altar y su sangre fue derramada en la base. El pensamiento cristiano a menudo emplea el lenguaje de la muerte sacrificial. Frente a la muerte, el apóstol Pablo escribió: “Porque yo ya estoy para ser sacrificado” (2 Timoteo 4:6). En una fecha anterior, donde también afrontaba una posible muerte, había escrito: “Y aunque sea derramado en libación sobre el sacrificio y servicio de vuestra fe, me gozo y regocijo con todos vosotros” (Filipenses 2:17). Así, los mártires cristianos son vistos como sacrificios ofrecidos a Dios. De hecho, fueron asesinados en la tierra y su sangre humedeció el suelo, pero según la fe cristiana, el sacrificio simbólicamente se hizo ante Dios, donde ofrecieron sus [vidas] sobre el altar celestial” (p. 103).

Esa persecución religiosa inicia el período conocido como la gran tribulación. Como dijo Jesús: “Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá. Y si aquellos días no fuesen acortados, nadie sería salvo; mas por causa de los escogidos, aquellos días serán acortados” (Mateo 24:21-22). Nuestro folleto, “El Apocalipsis sin velos” dice: “Los blancos principales de esta carnicería serán aquellos que guarden los mandamientos de Dios y tengan el testimonio de Jesucristo (Apocalipsis 12:15). Otras profecías nos explican que este tiempo de gran tribulación y persecución también llegará a los descendientes modernos de las 12 tribus del antiguo Israel” (p. 34).

Ahora, Jesús abre el sexto sello: “Miré cuando abrió el sexto sello, y he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron sobre la tierra, como la higuera deja caer sus higos cuando es sacudida por un fuerte viento. Y el cielo se desvaneció como un pergamino que se enrolla; y todo monte y toda isla se removió de su lugar. Y los reyes de la tierra, y los grandes, los ricos, los capitanes, los poderosos, y todo siervo y todo libre, se escondieron en las cuevas y entre las peñas de los montes; y decían a los montes y a las peñas: Caed sobre nosotros, y escondednos del rostro de aquel que está sentado sobre el trono, y de la ira del Cordero; porque el gran día de su ira ha llegado; ¿y quién podrá sostenerse en pie?" (Apocalipsis 6:12-17).

Este sexto sello corresponde a la sexta descripción en Mateo 24: “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas” (Mateo 24:29). Las "estrellas que caerán del cielo" típicamente se refieren a una lluvia de meteoritos que golpean la tierra, pero en este caso, devastadoramente.

Así pues, estas señales celestiales aparecen después del período de la gran tribulación, pero antes del “Gran Día del Señor.” Es por eso por lo que la gran tribulación representa el tiempo de ira de Satanás. Como dice en Apocalipsis 12:12-13, “Por lo cual alegraos, cielos, y los que moráis en ellos. ¡Ay de los moradores de la tierra y del mar! porque el diablo ha descendido a vosotros con gran ira, sabiendo que tiene poco tiempo. Y cuando vio el dragón que había sido arrojado a la tierra, persiguió a la mujer que había dado a luz al hijo varón”.

Antes de que se abra el séptimo sello, existe lo que se llama un interludio, un paréntesis, o una sección insertada en la secuencia de eventos. Se le dan dos visiones a Juan para registrar, una sobre el sellado de los siervos de Dios antes del día de la ira del Cordero y la otra es una visión del triunfo de los santos regocijándose ante el trono de Dios.

Juan continúa: “Después de esto vi a cuatro ángeles en pie sobre los cuatro ángulos de la tierra, que detenían los cuatro vientos de la tierra, para que no soplase viento alguno sobre la tierra, ni sobre el mar, ni sobre ningún árbol. Vi también a otro ángel que subía de donde sale el sol, y tenía el sello del Dios vivo; y clamó a gran voz a los cuatro ángeles, a quienes se les había dado el poder de hacer daño a la tierra y al mar, diciendo: No hagáis daño a la tierra, ni al mar, ni a los árboles, hasta que hayamos sellado en sus frentes a los siervos de nuestro Dios. Y oí el número de los sellados: ciento cuarenta y cuatro mil sellados de todas las tribus de los hijos de Israel [doce mil de cada tribu, con José y Manasés mencionados, pero no Dan, probablemente debido a su tendencia a la idolatría (Jueces 18:30; 1 Reyes 12:29)]… Después de esto miré, y he aquí una gran multitud, la cual nadie podía contar, de todas naciones y tribus y pueblos y lenguas, que estaban delante del trono y en la presencia del Cordero, vestidos de ropas blancas, y con palmas en las manos; y clamaban a gran voz, diciendo: La salvación pertenece a nuestro Dios que está sentado en el trono, y al Cordero. Y todos los ángeles estaban en pie alrededor del trono, y de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron sobre sus rostros delante del trono, y adoraron a Dios, diciendo: Amén. La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y la honra y el poder y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos de los siglos. Amén. Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Estos que están vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son, y de dónde han venido? Yo le dije: Señor, tú lo sabes. Y él me dijo: Éstos son los que han salido de la gran tribulación, y han lavado sus ropas, y las han emblanquecido en la sangre del Cordero. Por esto están delante del trono de Dios, y le sirven día y noche en su templo; y el que está sentado sobre el trono extenderá su tabernáculo sobre ellos. Ya no tendrán hambre ni sed, y el sol no caerá más sobre ellos, ni calor alguno; porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos” (Apocalipsis 7:1-17).

Así pues, el primer grupo, los 144,000, son “servidores” (del griego doulos) de Dios que están protegidos de la ira del Cordero. Nuestro folleto, “El Apocalipsis sin velos” dice: “Este sellado tiene que ver con el recibimiento del Espíritu Santo para que uno sea espiritualmente convertido. Como dice en Efesios 1:13-14: ‘En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria’”.

“Los 144,000 que se mencionan en Apocalipsis 7 son mencionados nuevamente en Apocalipsis 14, donde es evidente que estas ‘primicias’ espirituales de las tribus de Israel se han arrepentido y convertido antes del comienzo del Día del Señor. Se describen como personas que han sido redimidas y que están “sin macha delante del trono de Dios” (v.5). Tienen una relación tanto con Dios el Padre como con Jesucristo, el Cordero de Dios” (p. 38, edición actualizada).

Luego, nuestro folleto sobre el Apocalipsis enfoca en el segundo grupo, esa incontable multitud, diciendo:
"Son siervos convertidos de Dios que han tenido que sufrir en la gran tribulación y que, al parecer, se han convertido principalmente en los primeros dos años y medio de la gran tribulación, antes del comienzo del Día del Señor… En Apocalipsis 7 es evidentemente claro que en los primeros años del período de la gran tribulación habrá una gran cosecha de cristianos fieles y verdaderos. ocurrirá durante los primeros años del período de la gran tribulación. Esta inmensa cosecha espiritual saldrá no solamente de los descendientes físicos de Israel sino también de otras naciones y pueblos de toda la tierra. Sin lugar a duda, la poderosa predicación de los dos testigos de Dios (cap. 11) sin duda contribuirá enormemente a la conversión de semejante número de personas en esa época tan escalofriante” (p. 39).