#358 - Apocalipsis 16-17
"Las siete postreras plagas: Babilonia la Grande"
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#358 - Apocalipsis 16-17: "Las siete postreras plagas: Babilonia la Grande"
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Seguimos analizando en Apocalipsis 16 las Siete Postreras Plagas. Ahora nos enfocaremos en la Cuarta Postrera Plaga. Recuerden que estas siete postreras plagas son etapas de la Séptima Trompeta, que también incluyen el tercer “ay” y el retorno de Cristo. Aunque estas plagas son devastadoras, a Dios no le queda más remedio que castigar severamente a una humanidad rebelde y pecadora que ha desatado lo equivalente al inicio de una Tercera Guerra Mundial.
El comentarista Mounce señala: “El juicio de Dios no es vengativo ni caprichoso, sino que es una expresión de su naturaleza divina, justa y recta. Los críticos de Dios ignoran que él no tolera el pecado y ellos solo muestran más bien su propia naturaleza carnal. En un universo moral, Dios tiene que oponerse al mal. Como dice el salmo: “Justo eres tú, oh Eterno y rectos tus juicios” (Sal 119:137).
Juan continúa: “El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, al cual fue dado quemar a los hombres con fuego. Y los hombres se quemaron con el gran calor, y blasfemaron el nombre de Dios, que tiene poder sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria” (Ap 16:8-9).
En la Tercera Postrera Plaga, las fuentes de agua dulce de la tierra (ríos y lagos) se vuelven rancias. Ahora, Dios se enfoca en el sol e intensifica su calor para chamuscar a sus habitantes. Las temperaturas probablemente subirán por encima de 50 °C. Sin embargo, la gente es tan testaruda que igual siguen a la Bestia y al Falso Profeta, y no se arrepienten de sus pecados ni glorifican a Dios.
Un ejemplo relativamente reciente de este tipo de mentalidad obstinada ocurrió en la Segunda Guerra Mundial, cuando la mayoría del pueblo y soldados alemanes siguieron las órdenes de Hitler hasta el final, a pesar de las derrotas y sufrimientos. Hitler los había intimidado, pero también elogiado y mimado al punto que muchos creían sus mentiras y la supuesta superioridad racial. Se negaban a creer que él estaba equivocado o que su causa estaba realmente perdida. Lo mismo les ocurrió a los japoneses en la misma guerra al adorar fanáticamente al emperador.
Mounce señala: “[La gente,] aunque saben que es Dios quien controla esas plagas, no se arrepienten y en vez lo blasfeman. Como el faraón en Egipto, han endurecido su corazón y el arrepentimiento está fuera de discusión. De a poco han adquirido el carácter del dios falso al que sirven” (p. 296).
Luego se desata la Quinta Postrera Plaga: “El quinto ángel derramó su copa sobre el trono de la bestia; y su reino se cubrió de tinieblas, y mordían de dolor sus lenguas, y blasfemaron contra el Dios del cielo por sus dolores y por sus úlceras, y no se arrepintieron de sus obras” (Ap 16:10-11).
“El trono de la bestia sería su jefatura donde ejerce autoridad”, comenta Mounce, “y en los días de Juan, Roma era el foco geográfico de ese poder. La oscuridad resultante recuerda a la novena plaga egipcia. Esta oscuridad sobrenatural no solo intensifica la angustia de las plagas anteriores, sino que también agrega un terror propio” (p. 297).
¿Dónde estará el trono de la Bestia en el futuro? No lo sabemos con certeza, pero hay tres ciudades que pueden calificar: (1) Roma, la ciudad fundada sobre siete colinas (Ap 17:9), que parece ser la capital del Falso Profeta, descrita más en detalle en Apocalipsis 17 como la Babilonia religiosa: la mujer que monta la Bestia; (2) Jerusalén, como el lugar donde la Bestia eventualmente establecerá su palacio, como Daniel 11:45 explica, y conducirá a la abominación desoladora; (3) Babilonia civil, que no estamos seguros dónde será, quizás Berlín. Podría ser la sede de la futura federación de 10 reyes, en algún lugar de Europa, que eventualmente entregará su autoridad a la Bestia. Dondequiera que esté esa capital de la Bestia, esta quinta plaga la afectará directamente.
Llegamos ahora a la Sexta Postrera Plaga: “El sexto ángel derramó su copa sobre el gran río Éufrates; y el agua de éste se secó, para que estuviese preparado el camino a los reyes del oriente. Y vi salir de la boca del dragón, y de la boca de la bestia, y de la boca del falso profeta, tres espíritus inmundos a manera de ranas; pues son espíritus de demonios, que hacen señales, y van a los reyes de la tierra en todo el mundo, para reunirlos a la batalla de aquel gran día del Dios Todopoderoso. He aquí, yo vengo como ladrón. Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza. Y los reunió en el lugar que en hebreo se llama Armagedón” (Ap 16:12-16).
Esa Sexta Plaga es muy diferente a las anteriores. No inflige un castigo, sino que prepara el escenario para la batalla final entre Cristo y los ejércitos del mundo. La plaga se derrama sobre el río Éufrates, un límite natural entre Asia y Medio Oriente. La razón por la que se seca es para permitir que los ejércitos del Este crucen el gran río de esa región del Medio Oriente.
Una vez que el río Éufrates está listo para ser cruzado por millones de soldados del Este, tres demonios, vistos por Juan, parecidos a ranas inmundas, son enviados por Satanás, la Bestia y el Falso Profeta, para engañar y tentar, a través de milagros falsos a los líderes mundiales. Ellos enviarán sus tropas para reunirse en el valle más grande de Israel, Esdralón o el valle de Jezreel, con la famosa colina de Meguido que resguarda el valle, y de donde viene el nombre Armagedón, que en hebreo significa “colina de Meguido”. Tiene unos 30 km de largo y 20 km de ancho y es el lugar donde se libraron muchas grandes batallas a través de la historia. Está a unos 90 km. al norte de Jerusalén. Será el lugar de reunión de todos estos ejércitos, pero la batalla misma tendrá lugar alrededor de Jerusalén, en el valle de Josafat (el moderno Valle de Cedrón), al este de Jerusalén. Las referencias a esta “batalla de ese gran día del Dios Todopoderoso” en Jerusalén se encuentran en el Antiguo Testamento en Joel 2:11; Joel 3:1-2,9-14 y Zacarías 14:1-15. Así, no es solo la batalla de Cristo, sino también de Dios Padre, porque él es quien da la orden para que Cristo descienda y derrote a esos ejércitos invasores inspirados por la maldad.
Como es habitual en este libro, luego de describir esa batalla tan terrible, Dios desea animar y a la vez, advertirle a su iglesia que perseveren y no se dejen engañar durante ese período. Dice: “Bienaventurado el que vela, y guarda sus ropas, para que no ande desnudo, y vean su vergüenza” (Ap 16:16).
Mounce comenta: “Se nos recuerda lo inesperado que será el retorno de Cristo (Mt 24:42-44). Pablo añade que el día del Señor vendrá 'como ladrón en la noche' (1 Ts 5:2). Dios les amonesta a los fieles que estén alertas y no sean sorprendidos como un soldado que, cuando suena la alarma, no tiene su ropa lista y huye desvestido. (Según el Mishná judío, el capitán del templo en Jerusalén recorría los recintos de noche, y si un guardia del templo era sorprendido dormido en su puesto, le quitaban y quemaban su ropa y lo echaban en desgracia y desnudo)” (p. 300).
Juan describe en Apocalipsis 16:17-21 la Séptima Postrera Plaga: “El séptimo ángel derramó su copa por el aire; y salió una gran voz del templo del cielo, del trono, diciendo: Hecho está. Entonces hubo relámpagos y voces y truenos, y un gran temblor de tierra, un terremoto tan grande, cual no lo hubo jamás desde que los hombres han estado sobre la tierra. Y la gran ciudad fue dividida en tres partes, y las ciudades de las naciones cayeron; y la gran Babilonia vino en memoria delante de Dios, para darle el cáliz del vino del ardor de su ira. Y toda isla huyó, y los montes no fueron hallados. Y cayó del cielo sobre los hombres un enorme granizo como del peso de un talento; y los hombres blasfemaron contra Dios por la plaga del granizo; porque su plaga fue sobremanera grande”.
Con esta última plaga, us quedan devastados. No obstante, ¡la humanidad todavía se niega a arrepentirse de violar las leyes santas de Dios! (Vea Ap 12:17; Ap 14:12 sobre el guardar los mandamientos).
Mounce señala: “La gran ciudad que se divide en tres partes indudablemente es Roma. Esto se deriva de que en el siguiente capítulo se hace referencia a Roma como la ‘gran ciudad’ (Ap 17:10,16,18,19,21) …Para Juan, Roma es el centro del poder satánico y la opresión contra la iglesia. La división de la ciudad en tres partes indica la integridad de su destrucción. Que todas las ciudades de las naciones caigan con Roma indica el papel dominante de la gran capital en su red de comunicaciones imperiales… Con esta visión, el Apocalipsis podría llegar a su fin, en términos de los juicios de Dios.
“Pero la visión no termina ahí. Lo que sigue es una descripción extensa de Roma como una prostituta lujosa que encuentra una destrucción a manos de la bestia escarlata que ella manda (cap. 17). La desaparición de la gran ciudad se describe en el capítulo 18 como un gran canto fúnebre con el luto de reyes, comerciantes y todos los marineros cuyo sustento dependía del insaciable apetito de Roma por sus lujosos bienes. Ambos capítulos explican en detalle lo que está involucrado en el juicio final de las copas de ira” (págs. 304-305).
Ahora llegamos a Apocalipsis 17 y como mencionamos en nuestro folleto sobre Apocalipsis: “Los capítulos 17-19 explican por qué es destruida la malvada ciudad. También describe el destino de los ejércitos que Satanás ha persuadido para que luchen contra Cristo cuando él descienda al monte de los Olivos al oriente de […]Jerusalén. Hemos visto cómo la gran influencia que Satanás ejerce sobre la humanidad, especialmente sobre el imperio de la bestia, emana de una gran ciudad ‘la gran ramera [ciudad], la que está sentada sobre muchas aguas...’” (págs. 66-67).
Juan relata: “Vino entonces uno de los siete ángeles que tenían las siete copas, y habló conmigo diciéndome: Ven acá, y te mostraré la sentencia contra la gran ramera, la que está sentada sobre muchas aguas; con la cual han fornicado los reyes de la tierra, y los moradores de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación. Y me llevó en el Espíritu al desierto; y vi a una mujer sentada sobre una bestia escarlata llena de nombres de blasfemia, que tenía siete cabezas y diez cuernos. Y la mujer estaba vestida de púrpura y escarlata, y adornada de oro, de piedras preciosas y de perlas, y tenía en la mano un cáliz de oro lleno de abominaciones y de la inmundicia de su fornicación; y en su frente un nombre escrito, un misterio: Babilonia la Grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra. Vi a la mujer ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús; y cuando la vi, quedé asombrado con gran asombro” (Ap. 17:1-6).
Aquí está la famosa representación de una mujer caída que cabalga sobre una bestia escarlata, símbolo de la relación vigente entre el Falso Profeta y la Bestia. El término “ramera” se utiliza para designar a un sistema religioso que mezcla su política con el poder civil. Es un contraste con la mujer casta, que simboliza la verdadera Iglesia y que no se mezcla en la política del mundo y es fiel a los mandamientos de Dios y al testimonio de Jesús.
Como señala Morris: “Otra forma que se usa la figura [de la ramera] es para describir a las potencias mundiales insolentes e impías como rameras, por ejemplo, como la ciudad Tiro (Is 28:16) o Nínive (Nahum 3:4). No dice que sean adúlteras, ya que no tienen la relación de esposa como Israel, pues no son el pueblo de Dios…Juan no está hablando del pueblo de Dios aquí sino de un poder secular [y religioso]”.
Nuestro folleto sobre Apocalipsis aclara: “Esta heredera moderna de la religión de los misterios babilónicos es descrita como ‘ebria de la sangre de los santos, y de la sangre de los mártires de Jesús’ (Ap. 17:6). Influida por un gran sistema religioso, organiza la persecución y el martirio de aquellos que ‘guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús’ (Ap. 14:12). Representa una ramera que cabalga sobre la bestia–el imperio de 10 reyes del cual ella es el centro espiritual y cultural–esta infame ciudad ejerce una gran influencia sobre ‘pueblos, muchedumbres, naciones y lenguas’ (Ap. 17:15). Por un tiempo ella disfruta de su posición superior y de la fama de ser la ciudad que ‘reina sobre los reyes de la tierra’ (Ap. 17:18). Sin embargo, al final, esta luna de miel con los dirigentes políticos se acabará. De hecho, éstos llegarán a odiarla. Tal vez finalmente se darán cuenta de que cuando ella dice que cuenta con un respaldo divino, está mintiendo”.
Como señala El Comentario Bíblico del Conocimiento: “Uno de los siete ángeles invita a Juan a presenciar el juicio de la gran ramera. Este es un gran sistema religioso y comercial con sede en Roma. Muchos creen que el capítulo 17 describe la Babilonia religiosa y el capítulo 18 el aspecto comercial. La Babilonia religiosa ciertamente incluye a la cristiandad apóstata, tanto protestante como católica. Bien puede representar a la iglesia ecuménica. Noten la descripción. La ramera se sienta sobre muchas aguas, controlando grandes áreas del mundo. Los reyes de la tierra han fornicado con ella; ha seducido a líderes políticos con su poder, compromisos e intrigas. Los habitantes de la tierra se han embriagado con el vino de su fornicación; un gran número ha caído bajo su influencia maligna y se han reducido a una miseria asombrosa”.
El comentario sigue: “Se ve a la iglesia apóstata sentada sobre una bestia escarlata. Ya hemos notado en el capítulo 13 que esta bestia es el Imperio Romano revivido (y a veces la cabeza de ese imperio). La bestia está llena de nombres blasfemos y tiene siete cabezas y diez cuernos. Por un tiempo, la falsa iglesia parece dominar al imperio. Se sienta en pleno estado magistral, luciendo los símbolos de su vasta riqueza y mostrando una copa de oro llena de su idolatría e inmoralidad. En su frente hay un nombre de misterio: Babilonia la grande, la madre de las rameras y de las abominaciones de la tierra. Esta es la iglesia que ha derramado la sangre de los mártires cristianos a lo largo de los siglos, y todavía lo hace. Está ebria [intoxicada] de su sangre”.
La próxima vez, estudiaremos más sobre este falso sistema religioso y civil.