#228 - Comienzo del Nuevo Testamento: "Introducción a los cuatro Evangelios"

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#228 - Comienzo del Nuevo Testamento

"Introducción a los cuatro Evangelios"

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#228 - Comienzo del Nuevo Testamento: "Introducción a los cuatro Evangelios"

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En este caso el postre sería Apocalipsis. Juan explicó la diferencia entre el Antiguo Testamento y el Nuevo así: “Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo” (Juan 1:17). Por eso, no se puede entender el Nuevo Testamento sin el Antiguo, pero el Antiguo queda incompleto sin el Nuevo. Estudiaremos ahora la primera de las cuatro secciones del Nuevo Testamento: Los Evangelios.

En forma muy apropiada, los Evangelios están en el centro de las siete secciones de la Biblia: (1) la Ley, (2) los Profetas, (3) los Escritos, (4) los Evangelios, (5) Hechos, (6) Epístolas de los Apóstoles y (7) Apocalipsis.

Así, las secciones anteriores apuntan hacia Cristo y las posteriores al desarrollo de sus enseñanzas.

Estos cuatro Evangelios componen los escritos más importantes que existen en la historia de la humanidad. Todos los demás libros pueden ayudarnos en el área física, y, de hecho, han mejorado el bienestar del hombre sobre la tierra. Pero con estas cuatro biografías de Jesús, podemos aprender mejor que en ninguna parte cómo entrar en el Reino de Dios y recibir la vida eterna. Nada se compara con esto. Por eso Cristo dijo: “La ley y los profetas eran hasta Juan [dieron el mensaje de Dios]; desde entonces el reino de Dios es anunciado [no por los profetas, sino por el Verbo, Dios en la carne] y todos se esfuerzan por entrar en él. Pero más fácil es que pasen el cielo y la tierra, que se frustre una tilde de la ley” (Lucas 16:16). Dijo lo último para mostrar que el A.T. no ha sido abolido y es necesario para seguir a Cristo.

Halley comenta: “Los cuatro Evangelios son, bajo cualquier punto de vista, la parte más importante de la Biblia. Son más importantes que todo el resto de la Biblia junto, y más importantes que todos los demás libros del mundo juntos, pues podríamos pasarnos mejor sin el conocimiento de todo lo demás que estar sin conocer a Cristo. Los libros bíblicos que los preceden anticipan al Héroe de los Cuatro Evangelios, y los que los siguen lo explican” (p. 365).

Por eso, sin los Evangelios, sólo contaríamos con la ley y los profetas, que no son suficientes para mostrarnos todo el Plan de Salvación ni cómo aplicar en forma plena la Ley y la Gracia. Tampoco como gentiles tendríamos acceso al Espíritu Santo, que es el poder que Dios nos da para entender lo espiritual. Como dijo Pablo: “Así nadie conoció las cosas de Dios, sino [mediante] el Espíritu de Dios” (1 Corintios 2:11).

De modo que debemos sentir una verdadera reverencia a lo que vamos a estudiar. Aquí está retratado Jesucristo como nuestro ejemplo perfecto, nuestro hermano mayor, el amoroso Sumo Sacerdote y el modelo para conducir nuestras vidas. Todo lo que dijo debemos tomarlo muy en serio, como de Dios mismo. Son palabras de vida para todos nosotros.

Estos Evangelios son cuatro relatos de la vida de Jesús, pero desempeñando 4 diferentes funciones y enfocados hacia cuatro distintos grupos. Unger explica: “Como retratos, los evangelios presentan cuatro poses distintas de una personalidad única. Mediante la inspiración del Espíritu Santo, Mateo presenta a Cristo como rey, Marcos como siervo, Lucas como hombre, y Juan como Dios...están orientados hacia las diversas clases de la sociedad del Siglo 1 y de nuestra era: Mateo hacia los judíos, Marcos hacia los romanos, Lucas hacia los griegos y Juan hacia [el mundo entero]” (p. 472, 474). Otro autor añade: “Cada uno de los evangelistas nos presenta a Jesús de una manera distinta. La grandeza de su persona no podría haberse presentado en un solo cuadro. Por esta razón tenemos cuatro retratos, cada uno de los cuales recalca facetas distintivas del carácter de Jesús” (Manual Bíblico Ilustrado, p. 470). Podemos hacer un gráfico que resume estos distintos enfoques:

Así, cada uno de los evangelios entrega una faceta distinta de Jesucristo, el Dios-hombre. Estudiemos ahora más de cerca cada uno de estos evangelistas y daremos el símbolo de su Evangelio según las tribus de Israel y los cuatro rostros del querubín.

PRIMER EVANGELIO - MATEO: PUBLICANO Y APÓSTOL

Mateo, el primer escritor, fue uno de los 12 apóstoles originales y también era llamado Leví (Marcos 2:14). Parece que su nombre original era Leví y al ser nombrado apóstol, fue llamado Mateo, que significa “Don de Dios”. Tenemos el mismo caso con Pedro que tuvo otro nombre primero, Simón (Juan 1:42). Por su profesión de publicano, Mateo era un hombre bien educado y conocía íntimamente las enseñanzas judías. Condenó más que los otros evangelistas las tradiciones judías que habían envenenado el “pozo” de las verdades de Dios que el pueblo recibía. Escribió este Evangelio en los años 50s.

Comenta una fuente: “Mateo enfoca la relación de Jesús con la fe judía. Muestra cómo Jesús vino a cumplir el Antiguo Testamento, pero al mismo tiempo a juzgar a los judíos por su infidelidad a la religión. Ningún otro Evangelio denuncia en forma tan enérgica la actitud hipócrita de los fariseos. Los judíos son invitados a ver en Jesús al Mesías prometido, el Hijo de David, y se pronuncia un juicio contra ellos por no haber respondido a este llamado” (Manual Bíblico Ilustrado, p. 470).

Con el propósito de mostrar a los judíos la descendencia impecable de Jesús, Mateo menciona a David y Abraham. Dice: “Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham (Mateo 1:1).

Comenta Unger: “El Rey [Jesucristo] es llamado primeramentehijo de David”, de la familia real, legítimo heredero al trono de David y luego se le denomina “hijo de Abraham”, la simiente por la cual toda la tierra sería bendecida. El orden es significativo porque para el judío (y este evangelio en cierto modo va dirigido a él), el Señor debía presentarse primeramente como Rey [descendencia de David], y después como Salvador [descendiente de Abraham, y la simiente bendita (Gálatas 3:16)]” (p. 477).

Por su educación superior, Mateo aceptó una función importante en el gobierno judío bajo los romanos que era detestada por la comunidad judía: el ser un publicano (Mateo 10:3). Sus estudios de leyes, registros y matemáticas le servirían para relatar con gran maestría y conocimientos la vida de Jesús. Halley menciona: “Su oficio de recaudador de impuestos le acostumbraría a llevar registros. Fue compañero personal de Jesús durante unos dos años o más” (p. 364).

Ahora bien, ¿por qué eran detestados los publicanos?

Explica el Diccionario Ilustrado de la Biblia: “Un publicano era un cobrador de impuestos y de derechos aduaneros. Primeramente, como república y después como imperio, Roma extendía su dominio sobre los estados conquistados, los cuales pasaban a ser gobernados por procuradores romanos, o por medio de dinastías nativas, imponiendo obligaciones fiscales que debían ser administradas por oficiales designados para tal efecto. Al principio, por tanto, publicano fue un título honroso, aplicado a estos oficiales que atendían el ‘interés público’ al administrar el cobro de impuestos y derechos aduaneros. Los jefes de los publicanos solían nombrarse entre los caballeros de la sociedad romana, y para el nombramiento el estado vendía a subasta el derecho al oficial. Éste quedaba obligado a entregar al gobierno de Roma una cantidad estipulada, pero el sistema se prestaba a abusos; el publicano podía obtener más de lo acordado y embolsarse el saldo… Autores romanos como Livio y Cicerón señalan que los publicanos habían adquirido mala fama en sus días, a causa de los referidos abusos… Los judíos que se prestaban para este trabajo tenían que alternar mucho con los gentiles y, lo que era peor, con los conquistadores; por eso se les tenía por inmundos ceremonialmente (Mateo 18:17). Mateo era del rango inferior de publicano (Lucas 5:27) antes de recibir su vocación como apóstol” (p. 530).

Al ser llamado por Jesús, aunque tenía una profesión lucrativa, lo dejó todo. He aquí el relato: “Después de estas cosas salió, y vio a un publicano llamado Leví, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y dejándolo todo, se levantó y le siguió. Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos” (Lucas 5:27-29). Este, pues, es el primer escritor. El segundo escritor es Marcos.

SEGUNDO EVANGELIO – MARCOS: DISCÍPULO Y ACOMPAÑANTE DE PABLO Y PEDRO

Marcos dirigió su Evangelio principalmente a los crueles romanos que estaban a cargo de Judea. Mostró que Cristo, el verdadero rey, vino para servir y no para ser servido. Comenta Unger: “Está orientado, no a los judíos como es el caso de Mateo, sino al mundo romano, dando una semblanza de Jesús como el poderoso Hijo de Dios, cuya palabra era ley tanto para el mundo natural como para el sobrenatural [sus milagros]. Lo paradójico es que este poderoso Hijo de Dios es Siervo del hombre, Salvador y Redentor” (p. 501).

Respecto a Marcos, llamado Juan Marcos, Unger dice: “El nombre ‘Juan Marcos’ aparece a menudo en Hechos y en las Epístolas (‘Juan’ es el nombre judío, ‘Marcos’ el nombre latino). Su madre tenía una casa en Jerusalén donde se reunía la Iglesia primitiva (Hechos 12:12). Era sobrino de Bernabé, el compañero de Pablo. Marcos empañó la consideración que Pablo le tenía al emprender el regreso cuando el primer viaje misionero iba por la mitad. Pero Bernabé le dio una segunda oportunidad, y posteriormente se ganó el amor y respeto de Pedro y Pablo. Fue un verdadero consuelo para Pablo en la prisión (Colosenses 4:10), y Pedro, al cual acompañó a menudo, lo amaba como a su propio hijo (1 Pedro 5:13)” (Manual Bíblico Ilustrado, p. 499). Escribió su relato alrededor de los años 50 y 70 d.C.

TERCER EVANGELIO – LUCAS: EL FIEL COMPAÑERO DE PABLO

Unger explica: “Su autor es Lucas ‘el médico amado’ (Colosenses 4:14). Se trata de uno que, juntamente con Marcos, fue compañero y colaborador de Pablo” (p. 520). Añade Halley: “Lucas da prominencia especial a la humanidad de Jesús. Así como los demás evangelistas, presenta a Jesús como Hijo de Dios; pero da lugar especial a la compasión de Jesús hacia los débiles, los enfermos y los desechados de la sociedad. Se cree comúnmente que aun cuando los cuatro Evangelios eran destinados a la larga a toda la raza humana, Mateo tenía presente de manera inmediata a los judíos, Marcos a los romanos, y Lucas a los griegos. La civilización griega representaba la cultura, la filosofía, la sabiduría, la razón, la belleza y la educación. Para apelar pues, a la mentalidad meditativa, culta y filosófica griega, Lucas presenta en un relato completo, ordenado y clásico lo que ha sido llamado ‘el libro más hermoso que jamás se haya escrito’, presentando la gloriosa belleza y perfección de la vida de Jesús; el Hombre ideal y universal. Luego, a estos tres Evangelios Juan añadió el suyo, para hacer claro e inequívoco que Jesús era Dios encarnado en forma humana” (p. 430). Su relato es del año 64-70 d.C.

CUARTO EVANGELIO – JUAN: EL APÓSTOL MÁS AMADO POR JESÚS

Halley comenta: “El autor [Juan] no se identifica a sí mismo sino al llegar al final de su libro (Juan 21:20,24), en donde dice que es ‘aquel discípulo al cual amaba Jesús’. Era un comerciante más o menos acomodado que era uno de cinco socios en una empresa pesquera de importancia al emplear a trabajadores (Marcos 1:16-20). Además de su negocio de pesca en Capernaum, tenía casa propia en Jerusalén (Juan 19:27) y era conocido por el sumo sacerdote (Juan 18:15). Jesús lo apodó ‘Hijo de Trueno’ por tener un carácter tempestuoso que luego logró dominar” (p. 470). Su Evangelio es muy distinto a los demás. Se dirigió al mundo entero para mostrar que Jesucristo era Dios el Verbo, y que toda la humanidad puede entrar al Reino de Dios mediante la fe en él. Fue escrito el Evangelio alrededor del año 90 d.C.

Ahora bien, la mejor manera de cubrir estas cuatro biografías de Jesús es en forma cronológica, y para eso, es necesario entregar un índice que servirá de guía para los estudios sobre los evangelios. Puede ver el índice al costado.

Es importante recordar que estas 16 secciones serán la base de los estudios que estaremos entregando sobre Jesucristo. Habrá algunas de ellas que requerirán más de un estudio, pero este es el patrón básico que seguiremos hasta llegar a la próxima etapa de la Biblia que es el libro de los Hechos. La próxima vez empezamos con Juan 1:1.