#224 - Zacarías 7-14: "Hermosa descripción de la venida de Cristo y el Milenio"

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#224 - Zacarías 7-14

"Hermosa descripción de la venida de Cristo y el Milenio"

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"Vino a mí palabra del Eterno, diciendo: Toma de los del cautiverio a Heldai, a Tobías y a Jedaías, los cuales volvieron de Babilonia; e irás tú en aquel día, y entrarás en casa de Josías hijo de Sofonías. Tomarás, pues, plata y oro, y harás coronas, y las pondrás en la cabeza del sumo sacerdote Josué, hijo de Josadac. Y le hablarás: Así ha hablado el Eterno de los ejércitos, diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo del Eterno. Él edificará el templo del Eterno, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono, y habrá sacerdote a su lado; y consejo de paz habrá entre ambos. Las coronas servirán a Helem, a Tobías, a Jedaías y a Hen hijo de Sofonías, como memoria en el templo del Eterno. Y los que están lejos vendrán y ayudarán a edificar el templo del Eterno, y conoceréis que el Eterno de los ejércitos me ha enviado a vosotros. Y esto sucederá si oyereis obedientes la voz del Eterno vuestro Dios" (Zacarías 6:9-15).

Primero entendamos el contexto histórico para ver de qué se trata. Unger explica: ''La llegada de la delegación desde Babilonia con ofrendas para el templo constituyó un acontecimiento con significación simbólica y profética... A Zacarías se le ordenó hacer una corona (singular, lectura preferida en vez de 'coronas' plural). La corona iba a ser colocada sobre la cabeza del sumo sacerdote Josué, no sobre Zorobabel... porque apuntaba al reino bajo el Mesías como rey y sacerdote" (P. 483).

¿Cuál es el propósito de esta coronación simbólica del sumo sacerdote? Es algo extraño, pues Dios hizo esta clara distinción entre el sacerdocio y los reyes. Israel jamás tuvo a un rey sacerdote. Pero ahora les está revelando que, en un futuro tiempo, Israel tendrá a un gran rey sacerdote que edificará un glorioso Templo en el reino de Dios. No sólo gobernará como rey, sino también como Sumo Sacerdote de la humanidad. Esa persona es Jesucristo, que hoy es nuestro gran Sumo Sacerdote y vendrá un día a la tierra a ser Rey de reyes.

¿Qué tiene que ver esto con la obra que llevaban a cabo Zorobabel, el gobernador y descendiente de David que no era rey, y el sumo sacerdote Josué? Pues Dios les estaba mostrando a este pequeño grupo que se esforzaba por construir el templo que sus labores no eran en vano.

Les está indicando que ese templo, aunque pequeño y humilde, tiene un gran propósito en el plan de Dios. Este templo es un anticipo de lo que construirá Jesucristo en   ese mismo lugar cuando venga en su reino y levantará un majestuoso templo en el Milenio [y después vendrá la Nueva Jerusalén]. Por eso deben animarse, pues son parte de algo mucho más grande que Dios está llevando a cabo. Noten quién edificará ese glorioso templo en el futuro. Dios Padre dice: ''He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo, el cual brotará de sus raíces, y edificará el templo del Eterno. Él edificará el templo del Eterno, y él llevará gloria, y se sentará y dominará en su trono…"

¿Quién es el renuevo en las Escrituras?

Halley aclara: ''El 'Renuevo' es el nombre del Mesías venidero de la familia de David, [Jesucristo], que había de ser llamado el 'Nazareno' (Mateo 2:23). Ahora, en 520-516 a.C., Zorobabel, descendiente de David, se ocupaba en reconstruir el Templo. Se le da la seguridad de que lo terminará (Zacarías 4:6-9), juntamente con una profecía de que todavía otro Templo será edificado por el 'Renuevo' con la ayuda de muchos 'de lejos’... La coronación de Josué y la alusión al 'Renuevo' -un descendiente de David- muestra que el futuro Mesías, tendrá los dos oficios, Rey y Sacerdote" (p. 340).

Antes de terminar está sección, observen que de nuevo se hace la distinción entre los "dos Eternos". No puede ser el Verbo el que está dando estas instrucciones, pues se refiere a enviar a "el Renuevo", que es él mismo. No puede enviarse a sí mismo. Por eso, es el Eterno de los ejércitos, o Dios Padre, quien envía al Eterno (Dios Hijo) como su Renuevo. Dice: "Así ha hablado el Eterno de los ejércitos [Dios Padre], diciendo: He aquí el varón cuyo nombre es el Renuevo (Dios Hijo o Jesucristo)... Él edificará el templo del Eterno, y él llevará gloria".

Estas son preciosas verdades que muestran la clara distinción entre el Padre y el Hijo. También es interesante notar que el templo no está dedicado a Dios Hijo, sino a Dios Padre, algo que muchos protestantes y católicos preferirían no saber al creer en la Trinidad y al adorar principalmente a Cristo. Tampoco les gustaría escuchar que, al final del mensaje, Dios el Verbo le advierte a su pueblo que, si desean ser parte de ese reino, entonces deben obedecer las leyes de Dios Padre.

Unos dos años después, viene una delegación desde Bet-el, a unos 20 km. al norte de Jerusalén. Les preguntaron a los sacerdotes del templo (Zacarías era uno de ellos) si debían seguir guardando los ayunos que habían establecido en Babilonia para lamentar la destrucción del templo, ya que el nuevo templo estaba próximo a ser terminado.

"Aconteció que en el año cuarto del rey Darío vino palabra del Eterno a Zacarías... cuando el pueblo de Bet-el había enviado a Sarezer, con Regem-melec y sus hombres, a implorar el favor del Eterno, y a hablar a los sacerdotes que estaban en la casa del Eterno de los ejércitos, y a los profetas, diciendo: ¿Lloraremos en el mes quinto? ¿Haremos abstinencia como hemos hecho ya algunos años? Vino, pues, a mí palabra del Eterno de los ejércitos, diciendo: Cuando ayunasteis y llorasteis en el quinto y en el séptimo mes estos setenta años [durante el exilio en Babilonia], ¿habéis ayunado para mí? Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros mismos? ¿No son estas las palabras que proclamó el Eterno por medio de los profetas primeros, cuando Jerusalén estaba habitada y tranquila, sus ciudades en sus alrededores y el Neguev y la Sefela estaban también habitados?" (Zacarías 7:1-7).

Los judíos, por cuenta propia, habían establecido cuatro ayunos en el año para lamentar los hechos relacionados con la destrucción del templo y de Jerusalén. El primer ayuno era en el noveno día del cuarto mes del calendario bíblico. Recordaba el día que abrieron la primera brecha en los muros de Jerusalén (2 Reyes 25:3). En el décimo día del quinto mes había ayuno para lamentar la destrucción de Jerusalén y el templo (2 Reyes 25:8-9). El del segundo día del séptimo mes marcaba el asesinato del gobernador Gedalías luego de la destrucción de la ciudad (Jeremías 41: 1-2). Mientras tanto, el otro ayuno era en el décimo día del décimo mes que marcaba el comienzo del sitio contra Jerusalén (2 Reyes 25:1).

Dios los censura por la forma que estos ayunos se habían degenerado en un gesto vacío. Halley comenta: 

"Ahora que parecía que pronto tendrían nuevamente un templo, se levantó la pregunta de si debían seguir ayunando. En contestación, Zacarías les recuerda que había habido razón de ayunar, en arrepentimiento por su desobediencia y la aflicción que ella les había traído; pero que ahora sus ayunos habían llegado a ser un simple medio de exhibir su santidad propia..." (p. 341).

¿Cuál es la respuesta que Dios les entrega? Es útil para nosotros saber para no caer en esto cuando ayunamos. "Así habló el Eterno de los ejércitos, diciendo: Juzgad conforme a la verdad, y haced misericordia y piedad cada cual con su hermano; no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre; ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano. Pero no quisieron escuchar, antes volvieron la espalda, y taparon sus oídos para no oír; y pusieron su corazón contra su hermano, para no oír la ley ni las palabras que el Eterno de los ejércitos enviaba por su Espíritu, por medio de los profetas primeros; vino, por tanto, gran enojo de parte del Eterno... Y aconteció que, así como él clamó, y no escucharon, también ellos clamaron, y yo no escuché... sino que los esparcí con torbellino por todas las naciones que ellos no conocían, y la tierra fue desolada tras ellos, sin quedar quien fuese ni viniese; pues convirtieron en desierto la tierra deseable" (Zacarías 7:8-14).

El ayuno de nada sirve si no es acompañado por un acercamiento espiritual a Dios y su Palabra. El ayuno debe ayudamos a mejor aplicar la ley de Dios. Santiago lo expresa de esta manera: "Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad [vuestros pecados], y llorad [arrepiéntanse de corazón]. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza [consideren el pecado con seriedad y no con frivolidad]. Humillaos delante del Señor, y él os exaltará [el resultado de un ayuno útil]" (Santiago 4:8-10).

Luego de esa respuesta, Dios le revela a Zacarias otra profecía que describe la felicidad que habrá en Jerusalén en el Milenio. "Así dice el Eterno: Yo he restaurado a Sion, y moraré en medio de Jerusalén; y Jerusalén se llamará Ciudad de la Verdad, y el monte del Eterno de los ejércitos, Monte de Santidad... Aún han de morar ancianos y ancianas en las calles de Jerusalén, cada cual con bordón en su mano por la multitud de los días. Y las calles de la ciudad estarán llenas de muchachos y  muchachas que jugarán en ellas... He aquí, yo salvo a mi ti pueblo de la tierra del oriente, y de la tierra donde se pone el sol; y los traeré, y habitarán en medio de Jerusalén; y me serán por pueblo, y yo seré a ellos por Dios en verdad y en justicia" (Zacarías 8:3-8).

El "bordón en su mano" de los ancianos se refiere a la vara que usaban para ayudarlos a caminar. Señala El Comentario Exegético: ''Tan tranquila y prospera será la nación que las guerras ya no destruirán prematuramente al pueblo; los hombres y las mujeres alcanzarán edades avanzadas. La promesa de larga vida era estimada como una de las más grandes bendiciones de Dios" (p. 958).

Dios ahora repite a Zacarías las mismas palabras de ánimo que le dio a Hageo de la construcción del templo. "Así ha dicho el Eterno de los ejércitos: Esfuércense vuestras manos, los que oís en estos días estas palabras de la boca de los profetas [Hageo y Zacarías], desde el día que se echó el cimiento a la casa del Eterno de los ejércitos, para edificar el templo. Porque antes de estos días no ha habido paga de hombre ni paga de bestia, ni hubo paz para el que salía ni para el que entraba, a causa del enemigo; y yo dejé a todos los hombres cada cual contra su compañero. Mas ahora no lo haré con el remanente de este pueblo... porque habrá simiente de paz; la vid dará su fruto, y dará su producto la tierra, y los cielos darán su rocío... Estas son las cosas que habéis de hacer: Hablad verdad cada cual con su prójimo; juzgad según la verdad y lo conducente a la paz en nuestras puertas. Y ninguno de vosotros piense mal en su corazón contra su prójimo, ni améis el juramento falso; porque todas estas son cosas que aborrezco, dice el Eterno... El ayuno del cuarto mes, el ayuno del quinto, el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo, se convertirán para la casa del Judá en gozo y alegría, y en festivas solemnidades. Anda, pues, la verdad y la paz" (Zacarías 8:9-19).

Dios les dice que, al construir el templo, era en ese entonces hacer la obra de Dios y serían bendecidos. Deberían dejar de hacer esos ayunos autoimpuestos, y en vez deberían celebrar las bendiciones de Dios con alegría en las Fiestas Santas. En el futuro, Dios les promete que Jerusalén será la sede de la tierra y todos los pueblos vendrán para aprender el Camino de Dios. "Aún vendrán pueblos, y habitantes de muchas ciudades; y vendrán los habitantes de una ciudad a otra, y dirán: Vamos a implorar el favor del Eterno, y a buscar al Eterno de los ejércitos. Yo también iré. Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a buscar al Eterno de los ejércitos en Jerusalén, y a implorar el favor del Eterno... En aquellos días acontecerá que diez hombres tomarán del manto a un judío diciendo: Iremos con' vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros" (Zacarías 8:19-23). La frase "tomar del manto", explica El Nuevo Comentario de la Biblia, "significa convertirse en un discípulo o estudiante del Camino de Dios" (p. 794). Una vez convertidos, el pueblo de Israel, bajo los santos, enseñará el Camino de Dios al resto del mundo.

Para mostrar su protección de Jerusalén, Dios revela una profecía que sucedería unos 200 años más tarde: la conquista de Alejandro Magno por esa zona, que arrasaría con todo, menos Jerusalén y Judá. Todo será porque Dios protegerá a su pueblo. ''La profecía de la palabra de Dios está contra la tierra de Hadrác y sobre Damasco... También Hamat será comprendida en el territorio de éste; Tiro y Sidón, aunque sean muy sabias. Bien que Tiro se edificó fortaleza, y amontonó plata como polvo, y oro como lodo de las calles, he aquí, el Señor la empobrecerá, y herirá en el mar su poderío, y ella será consumida de fuego. Verá Ascalón, y temerá; Gaza también, y se dolerá en gran manera; asimismo Ecrón…y Escalón no será habitada. Habitará en Asdod un extranjero, y pondré fin a la soberbia de los filisteos... Entonces acamparé alrededor de mi casa como un guarda... y no pasará más sobre ellos el opresor: porque ahora miraré con mis ojos" (Zacarías 9:1-8).

Todo esto se cumplió al pie de la letra, como comenta Halley: ''Los capítulos 9-14 contienen declaraciones que se refieren tan claramente a las guerras griegas, que sucedieron 200 años después de Zacarías, Los críticos que hallan difícil creer que los profetas eran capaces de predecir el futuro, asignan estos capítulos a otro autor posterior... El capítulo 9 parece ser una predicción de las luchas de Judá contra Grecia. Alejandro Magno, en su invasión de Palestinaen 332 a.C., asoló las ciudades de los versículos 1-7, en el orden en que aquí se nombran, y sin embargo perdonó a Jerusalén (vs. 8)" (p. 342).

¿Por qué Alejandro no conquistó a Jerusalén, aunque se había rebelado contra él? Dios dice que la protegería, ¿Cómo lo hizo? Pues el historiador Josefo cuenta que fue por un sueño. ''Luego Alejandro marchó hacia Siria, se apoderó de Damasco y de Sidón, sitiando a Tiro. Envió cartas al sumo sacerdote de los judíos para que lo ayudara con refuerzos, que suministrara provisiones a su ejército y que le pagara a él los tributos que pagaba al rey persa, Darío y se hiciera amigo de los griegos; no se arrepentiría de ello. El sumo sacerdote respondió a los mensajeros que él con juramentos se había comprometido con Darío a no tomar las armas en su contra, y que no lo violaría mientras Darío viviera. Oídas estas noticias, Alejandro se indignó sobremanera; y sin abandonar a Tiro, que estaba a punto de caer, amenazó que, una vez sometida, marcharía con el ejército contra el sumo sacerdote de los judíos y con el castigo que le infligiría le demostraría a quién tenía que cumplirle los juramentos. Después de apoderarse de Tiro... subió a Jerusalén. Jad, el sumo sacerdote, temió y se angustió… y ordenó al pueblo que rogara y ofreció sacrificios a Dios para que protegiera a su pueblo y lo librará de los peligros que lo amenazaban. Dios le reveló en un sueño que estuviera de buen ánimo, que adornara la ciudad y que abriera sus puertas, y el pueblo con vestiduras blancas y él y los sacerdotes revestidos de sus ornamentos le salieran al encuentro, sin temer nada malo, pues Dios los protegería... Cuando se informó que Alejandro no se encontraba muy lejos de la ciudad, salió con los sacerdotes y los laicos, y avanzó al encuentro con una solemnidad y dignidad... Los fenicios y caldeos que estaban en compañía se imaginaban que éste les permitiría saquear la ciudad... pero pasó todo lo contrario. Alejandro, al contemplar todo esto se acercó solo y, antes de saludar al sacerdote, veneró este nombre [de Dios escrito en la tiara)... 'No lo adoré a él', dijo Alejandro, sino al Dios cuyo sumo sacerdocio ejerce. Lo vi en esta forma en sueños... él conduciría mi ejército y me entregaría el imperio de los persas... Creo que mi expedición se ha realizado por inspiración divina" (Antigüedades, Libro 11, Sec. 8.3).

Así, aun el gran Alejandro estuvo sujeto a los designios de Dios, otra prueba de la profecía cumplida.