#105 - 1 Samuel 1-4: "La desgracia de Elí; Samuel el Profeta"

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#105 - 1 Samuel 1-4

"La desgracia de Elí; Samuel el Profeta"

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Ahora comenzamos una nueva sección de la Biblia la era de los reyes. Hasta el momento hemos cubierto varios períodos históricos en la Biblia que resumiremos a continuación:

  1. Génesis 1 – Era preadánica (Angelical y Prehistórica)
  2. Génesis 2-7 – Era antediluviana (Desde Adán hasta Noé)
  3. Génesis 8-11 – Era sumeriana (Desde Noé hasta Abraham)
  4. Génesis 12 – Éxodo- Era patriarcal (Desde Abraham hasta José)
  5. Éxodo 1- Josué – Era del Éxodo y las conquistas de Moisés y Josué
  6. Jueces – Era de los jueces
  7. 1 Samuel – Era de los Reyes

Así vemos que, bajo este esquema, estamos en el séptimo sistema de gobierno que Dios establece, tal como alude la siguiente Escritura: "Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres" (Hebreos 1:1).

Esta etapa de los reyes nos llevará hasta el Nuevo Testamento. Cubre primero desde 1050 a.C. hasta 585 a.C. cuando muere el último rey, Zedequías del linaje de David. Pero recuerden que las hijas de éste viajarán hasta Irlanda y luego a Inglaterra donde la descendencia Davídica seguirá con los reyes de Inglaterra (vea “La llave maestra de la profecía” p. 52). Más tarde, un siglo y medio antes de Cristo, hay una restauración de los reyes de Judá bajo el dominio romano (linaje de Herodes) que termina en el año 70 d.C. Así, este período de reyes cubre gran parte del Antiguo y del Nuevo Testamento. Por eso es importante ver cómo surge este nuevo sistema de gobierno.

La figura clave en esta transición de los jueces a los reyes fue el profeta Samuel, quién desempeñó varios papeles a la vez. Fue el último juez: "Y juzgó Samuel a Israel todo el tiempo que vivió" (1 Samuel 7:15). Además, fue sacerdote (1 Samuel 7:9) y el primero de los profetas (1 Samuel 3:20; Hechos 3:24). Como profeta, establece una "institución docente" de profetas en Ramá, su ciudad natal (1 Samuel 19:20), en Bet-el, Jericó y Gilgal (2 Reyes. 2:3,5; 2 Reyes 4:38). De esta escuela figuraron hombres como Natán, consejero de David; Ahías, consejero de Jeroboam; y los profetas Elías y Eliseo. Se llaman profetas "orales" para distinguirlos de los profetas "literarios" que escribieron libros como Isaías, Jeremías, etc. Además de ser el fundador de los profetas, Samuel estableció por órdenes de Dios el sistema de los reyes (llamado monarquía) en Israel. Por esta tremenda labor y fe, Samuel se encuentra entre los hombres y mujeres de fe que estarán en la Primera Resurrección (Hebreos 11:32).

Aparentemente, fue Samuel quien escribió este primer libro, y quizás el de JUECES y RUT. "Y los hechos de David, primeros y postreros, están escritos en el libro de las crónicas de Samuel" (1 Crónicas 29:29).

Ahora bien, el término "primero" de Samuel no es correcto según la Biblia originalmente escrita en hebreo. Sólo figura "el libro de Samuel", pero de nuevo, al traducirlo al griego alrededor del año 250 a.C. los escribas lo separaron en dos partes, quizás por ser tan largo, pues son 55 capítulos. Lo mismo hizo con los libros de REYES y CRÓNICAS que los dividieron en dos partes.

El libro de Samuel comienza con su nacimiento milagroso. Su madre, Ana, era estéril y la otra esposa de Elcana la atormentaba. Como Elcana subía cada año durante la Fiesta de la Pascua o la de Tabernáculos a Silo, donde estaba el tabernáculo de reunión, ella aprovechó la ocasión para orar ante Dios.

Le pidió fervientemente a Dios que, si la sanaba de su esterilidad, ella consagraría a su hijo a él. Por esa fe de Ana, Dios decide usar a esa mujer estéril para llevar a cabo su gran plan para Israel. Dios escuchó la oración y ella tuvo un hijo, llamado Samuel (en hebreo “requerido de Dios”). Era de descendencia levítica (1 Crónicas 6:33-38).

Cuando ya podía caminar, se lo entregó al sacerdote y juez Elí para que le sirviera en el Tabernáculo. Otra vez vemos a Dios tomar la vía dificultosa para llevar a cabo sus designios, siempre condicionados a la fe de la persona. Al tener un hijo, ella le dedica a Dios una hermosa canción en el capítulo 2.

Como consecuencia del período anárquico de los jueces, la situación del Tabernáculo en Silo no andaba bien. Elí, sacerdote y juez, era un padre indulgente y negligente que permitía a sus dos hijos quebrantan las leyes del sacerdocio. Ellos le robaban la porción del sacrificio que pertenecía a Dios. "Los hijos de Elí eran hombres impíos, y no tenían conocimiento del Eterno… y todo lo que sacaba el garfio (de la carne), el sacerdote lo tomaba para sí… y antes de quemar la grosura, decía: dámela ahora mismo; de otra manera yo la tomaré por la fuerza. Era, pues, muy grande delante del Eterno el pecado de los jóvenes; porque los hombres menospreciaban las ofrendas del Eterno" (1 Samuel 2:12-17). Es una lección espiritual para un ministro o un miembro: nunca deben tomar lo consagrado de Dios para sus propios fines. Además, no se debe cobrar por los servicios ministeriales cómo lo hacen tantas iglesias del mundo hoy día (misas, funerales, etc).

Viaje de Elcana y Ana a Silo

En cambio, el niño Samuel era obediente y un gran contraste con los hijos de Elí. La fe de su madre tenía mucho que ver con su firmeza espiritual y Dios la bendijo de tal modo ¡que tuvo cinco hijos más, tres hijos y dos hijas! (1 Samuel 2:21).

Cuando Elí escuchaba las quejas del pueblo sobre sus hijos, él sencillamente les decía que no lo hicieran, sin castigarlos. "Pero Elí era muy viejo; y oía de todo lo que sus hijos hacían con todo Israel, y cómo dormían con las mujeres que velaban a la puerta del tabernáculo de reunión" (1 Samuel 2:22). Jamás se debe relacionar el ministerio con los pecados sexuales, y es común hoy en día en las iglesias del mundo. Por eso el juicio de Dios no se demora mucho más sobre estos hijos inmorales de Elí igual que el mundo actual.

Mientras tanto, Elí sólo les decía: “¿Por qué hacéis cosas semejantes? Porque yo oigo de todo este pueblo vuestros malos procederes. No, hijos míos, porque no es buena fama la que yo oigo; pues hacéis pecar al pueblo del Eterno. Si pecare el hombre contra el hombre, los jueces le juzgarán; mas si alguno pecare contra el Eterno, ¿quién rogará por él? Pero ellos no oyeron la voz de su padre, porque el Eterno había resuelto hacerlos morir" (1 Samuel 2:22-25). Los pecados eran tantos y sin arrepentimiento que, como Elí no tomaba medidas concretas, Dios se hizo cargo del castigo.

En cambio, "el joven Samuel iba creciendo, y era acepto delante de Dios y delante de los hombres" (1 Samuel 2:26). Esta Escritura se usó más tarde para describir a Cristo (Lucas 2:52).

A pesar del mal ejemplo que veía Samuel diariamente, los malvados hijos de Elí no pudieron corromperlo. Él seguía sirviendo a Dios fielmente. Samuel es un buen ejemplo para todos los jóvenes creyentes. Practicó el principio de Proverbios 20:11: "Aun el muchacho es conocido por sus hechos, si su conducta fuere limpia y recta". El Apóstol Pablo le instó lo mismo al joven Timoteo: "Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza" (1 Timoteo 4:12).

El juicio sobre la casa de Elí vendría pronto, y la indignación de Dios estaba a punto de manifestarse. No obstante, le dio dos oportunidades más a Elí. Primero le envió un profeta para advertirle lo que pasaría si las cosas seguían igual. Le quitaría su linaje sobre el sacerdocio y se lo entregaría a otro (al joven Samuel). Sus dos hijos morirían en el mismo día como lo hicieron los dos hijos de Aarón, (1 Samuel 2:34). A pesar de todo esto, Elí siguió tolerando las maldades de sus dos hijos.

La segunda advertencia a Elí viene de Dios por medio de Samuel. Una noche Dios lo llamó tres veces. Samuel pensaba que era Elí y acudió a él hasta que Elí entendió que era Dios. La cuarta vez, Samuel escuchó a Dios decir que los pecados de la casa de Elí, "no será expiada jamás, ni con sacrificio ni con ofrendas" (1 Samuel 3:11). ¿Por qué era el juicio de Dios tan vehemente? Aprenderemos un importante principio espiritual de Dios.

El problema fundamental era que la obra de Dios se estaba desprestigiando. Dios perdona muchas cosas, pero cuando Elí y sus hijos, que lo representaban, hicieron que el pueblo lo menospreciara a él, ellos estaban en terreno peligrosísimo (1 Samuel 2:17). Salieron del territorio de sus propios errores y defectos donde Dios es muy misericordioso y entraron y pisotearon el territorio sagrado de Dios. En otra parte Dios menciona el mismo principio: "Y vosotros, oh casa de Israel, así ha dicho el Eterno el Señor: Andad cada uno tras sus ídolos, y servidles, si es que a mi no me obedecéis; pero no profanéis más mi santo nombre con vuestras ofrendas y con vuestros ídolos" (Ezequiel 20:39). Eran los oficios sagrados de Elí y sus hijos lo más importante, y estaban desprestigiando a Dios.

Cuando Samuel le dio las terribles noticias de lo que le sucedería a Elí y sus hijos, Elí, indolente y resignado manifestó: "El Eterno es; haga lo que bien le pareciere" (1 Samuel 3:18). En el fondo de su corazón, Elí aún se apoyaba en su puesto como protección y no pensaba que Dios sería tan severo con él. Como veremos ¡qué equivocado estuvo!

En cambio, Samuel seguía obedeciendo lealmente a Dios. "Y Samuel creció, y el Eterno estaba con él, y no dejó caer a tierra ninguna de sus palabras. Y todo Israel, desde Dan hasta Beerseba (del norte al sur), conoció que Samuel era fiel profeta del Eterno (1 Samuel 3:19-21).

Durante este tiempo, los filisteos, ya recuperados de la devastación que les había dejado Sansón, vuelven a atacar a Israel desde la costa. "Por aquel tiempo salió Israel a encontrar en batalla a los filisteos, y acampó junto a Ebenezer, y los filisteos acamparon en Afec… e Israel fue vencido delante de los filisteos e hirieron como a cuatro mil hombres" (1 Samuel 4:1-2).

Derrota de Israel por los filisteos y toman el Arca

Como no sabían por qué habían perdido, se les ocurrió a los israelitas traer el arca desde Silo para levantar el ánimo. Así, los dos hijos de Elí acompañaron al arca hasta el campo de batalla. Al ver el arca, gritaron tan fuerte de alegría que "la tierra tembló" (1 Samuel 4:5). Cuando los filisteos supieron las noticias, se aterraron, pero igual salieron a pelear y como Dios no estaba con su pueblo "Israel fue vencido… y cayeron de Israel treinta mil hombres de a pie. Y el arca fue tomada, y muertos los dos hijos de Elí, Ofni y Finees" (1 Samuel 4:10-13).

Cuando las noticias le llegaron a Elí, fue tanta la impresión por la derrota y la muerte de sus hijos que "cayó hacia atrás de la silla al lado de la puerta, y se desnucó y murió… y había juzgado a Israel cuarenta años" (1 Samuel 4:18).

Como consecuencia del impacto de todas estas malas noticias, la esposa de Finees, que estaba embarazada, comenzó con dolores de parto y le nació un hijo que llamó Icabod, que significa "sin gloria" por los desastres acontecidos. Así termina
la historia de Elí y su familia, que perdieron todo por la inmoralidad de los hijos y la indulgencia de él. El Arca nunca volvió a Silo, y Dios permitió que el lugar fuera destruido más tarde por los filisteos. Elí y sus hijos habían profanado el sitio. Más tarde Dios usaría su destrucción como ejemplo: "Yo pondré esta casa como Silo, y esta ciudad la pondré por maldición" (Jer 26:6).

De nuevo, un arqueólogo danés, Aage Schmidt, que excavó el sitio de Silo desde el año 1922 hasta 1952 encontró cerámica de cultura israelita y que había sido destruido alrededor del año 1050 a.C. Coincide justo con la cronología que hemos estado usando. "La evidencia de la cerámica se ajusta perfectamente a lo que se podría esperar del registro bíblico" (Diccionario Bíblico Arqueológico, p. 603).

Ahora pasaría Israel por una etapa de confusión y pánico, pues los filisteos avanzaban de la costa hacia las montañas de Israel. Destruyen muchas ciudades. Israel no tiene un juez que los protegiera y uniera pues Samuel debía tener unos 12 años. No tenían la pieza más valiosa del Tabernáculo, el arca, ni el valor para defenderse eficazmente de los filisteos. Parecía todo muy oscuro, pero Dios había prometido a Abraham que su descendencia no desaparecería. Tuvo que pasar unos veinte años para que Samuel estuviera listo para vencer a los filisteos. ¿Estaría Samuel a la altura de las circunstancias tan adversas? Esto lo veremos en el siguiente estudio.