#078 - Números 15-16: "Grados de culpabilidad, la rebelión de Coré"

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#078 - Números 15-16

"Grados de culpabilidad, la rebelión de Coré"

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En este capítulo 15 vemos que sí se tomaba en cuenta la intención y los motivos: "y cuando errareis, y no hiciereis todos estos mandamientos que el Eterno ha dicho a Moisés...si el pecado fue hecho por yerro con ignorancia de la congregación, toda la congregación ofrecerá un novillo...y les será perdonado, porque yerro es. Si una persona pecare por yerro, ofrecerá una cabra de un año para expiación...y le será perdonado" (Números 15:22-28).

Podemos notar que aunque fuera un pecado grave, si la persona lo hizo por ignorancia o por descuido, no tenía un castigo muy severo. Sin embargo, si era con malas intenciones, la situación cambiaba. "Mas la persona que hiciere algo con soberbia, así el natural como el extranjero, ultraja al Eterno; esa persona será cortada de en medio de su pueblo. Por cuanto tuvo en poco la palabra del Eterno, y menospreció su mandamiento, enteramente será cortada esa persona; su iniquidad caerá sobre ella" (Números 15:30-31).

Vemos entonces la importancia que tienen las intenciones detrás de lo que uno hace. El principio: "el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Eterno mira el corazón" (1 Samuel 16:7) rige para toda la Biblia.

Luego sigue un caso al respecto: "Estando los hijos de Israel en el desierto, hallaron a un hombre que recogía leña en día de reposo". Algunas personas malintencionadas han usado este ejemplo para mostrar lo "cruel" que es el Antiguo Testamento, pues apedrearon al infractor. Sin embargo, esto no fue una orden de Moisés. Notemos qué sucedió realmente: "y los que le hallaron recogiendo leña, lo trajeron a Moisés y a Aarón, y a toda la congregación; y lo pusieron en la cárcel, porque no estaba declarado qué se le había de hacer. Y el Eterno dijo a Moisés: Irremisiblemente muera aquel hombre". Noten que Moisés no tomó ninguna determinación sino esperó que Dios, que juzga "las intenciones de los corazones" (1 Corintios 4:5), examinara el caso y viera si el pecado fue por error o por soberbia. En este caso, Dios sabía que el infractor lo hizo con soberbia, a sabiendas de su rebelión hacia el mandamiento del sábado. Dios es el mismo siempre y no es de una forma antes y ahora de otra. Él era el verdadero rey de Israel y por eso la sentencia se podía cumplir. Si fuera rey en el mundo actual, también se aplicaría estas normas. Recuerden que cuando Cristo vuelva, "herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío" (Isaías 11:4).

Respecto a las vestimentas, Dios menciona que deben poner en los bordes de sus mantos unas franjas o flecos de azul "para que cuando lo veáis os acordéis de todos los mandamientos del Eterno, para ponerlos por obra... Te harás flecos en las cuatro puntas de tu manto con que te cubras" (Números 15:38-39; Deuteronomio 22:12).

"En el pueblo hebreo la forma y estilo de vestir se conservó igual a través de los siglos desde los tiempos del AT hasta los del NT. Las principales prendas eran: la túnica interior, muy ajustada al cuerpo y un manto exterior...los flecos eran cordoncillos colgados en los bordes de los vestidos...El manto era de tela más gruesa que la túnica, con la cual se arropaban el cuerpo. Se ataba sobre los hombros o se dejaba suelta. El que deseaba tener libres los brazos podía quitársela fácilmente (Mateo 24:18). Podía arreglarse de manera que fuese fácil llevar algunas cosas en el seno (Lucas 6:38). De noche, los pobres podían usar el manto para cobijarse en la cama. En tiempos de Cristo todavía se usaban los vestidos con flecos (Lucas 8:44). Los fariseos alargaban los flecos de sus mantos para ostentar su celo especial por honrar la ley (Mateo 23:5)" (Diccionario Ilustrado Bíblico).

Hoy día, el significado de estos flecos para recordar la ley de Dios se cumple en nosotros como judíos "en lo interior', y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en letra" (Romanos 2:29). Es el mismo principio del voto de nazareo, que un judío cristiano aún puede hacer, como lo hacía Pablo (vea Hechos 21:23-29), pero para los gentiles cristianos no era necesario. Más bien la aplicación espiritual es la que sigue "Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia" (Colosenses 3:12). Las obras de nuestra conversión son ahora lo que ven los demás para recordarles de guardar la ley de Dios.

Volvamos ahora a lo que ocurre en el campamento. Todavía había bastante resentimiento del pueblo por su derrota ante sus enemigos y la sentencia de tener que vagar por 40 años hasta la muerte. Muchos todavía se oponían a esa idea, y como ya habían fracasado en la conquista de Canaán, pensaban regresar arrepentidos a Egipto, pues aún los necesitaban los egipcios para una fuente muy lucrativa como esclavos. Recién habían dicho: "Designémonos un capitán y volvámonos a Egipto" (Números 14:4).

Ahora fue un levita y primo hermano de Moisés llamado Coré quién encabezó la rebelión. Además estaban Natán y Abiram, hijos del jefe de la tribu de Rubén, una de las más poderosas (Deuteronomio 11:6) además de 250 príncipes de las otras tribus y algunos del recién nombrado consejo de los setenta (Números 16:2). Esta no era una querella común, la conspiración abarcaba una buen parte de los líderes del campamento.

El descontento de Coré se basaba en sentirse desplazado de la jefatura de su tribu. En Éxodo 6:18-21 vemos que Coré era el que seguía a Moisés en el liderazgo de la familia de Coat, hijo de Leví. Amram, el primogénito de Coat, tuvo a Aaron y a Moisés y luego, Izar, el segundo hijo de Coat, tuvo a Coré como su primogénito y por tanto fue primo de Moisés.

Coré pensaba que Moisés no lo había tomado en cuenta para nada y había designado a Aarón, su hermano mayor, sólo por favoritismo, desplazándolo a él. Para colmo, Dios mediante Moisés había nombrado a un primo menor que él como jefe de los coatitas (Números 3:30).

Ahora que el campamento estaba tan desmoralizado Coré pensó que había llegado el momento para desquitarse. Si le salía bien el motín, no sólo sería el líder de la tribu de Coat sino usurparía el liderazgo de Moisés. Aparentemente, con Moisés a la cabeza, Aarón en segundo lugar y María en tercero, circulaban las calumnias acostumbradas de favoritismo, o para usar una palabra más técnica, nepotismo, que es la "desmedida preferencia que algunos dan a sus parientes para las gracias o empleos públicos”.

"Tomaron gente, y se levantaron contra Moisés...y le dijeron: ¡Basta ya de vosotros! Porque toda la congregación, todos ellos son santos, y en medio de ellos está el Eterno. ¿Por qué, pues, os levantáis vosotros sobre la congregación del Eterno?"

¿Pero cuál era la verdadera razón según Dios? "Tuvieron envidia de Moisés en el campamento, y contra Aarón, el santo del Eterno. Entonces se abrió la tierra y tragó a Datán (además de Coré)" (Salmos 106:16-17).

Josefo agrega: "Coré, un hebreo de importancia, tanto por su familia como por sus riquezas, y que también sabía hablar muy bien y persuadir al pueblo con sus discursos, vio que Moisés revestía una dignidad excesivamente grande. Disgustado por eso y envidioso (era de la misma tribu de Moisés y pariente de él), se sintió particularmente ofendido porque pensó que a él le correspondía con más derecho aquel puesto de honor, por las grandes riquezas que poseía y porque era inferior a Moisés por su nacimiento…Dijo que era una cosa triste que tuvieran que tolerar a Moisés mientras éste trazaba y recorría el camino de su propia gloria, que obtenía con malas artes y con la pretensión de recibir órdenes de Dios. Contrariando las leyes, había dado el sacerdocio a Aarón, no por el voto general de la multitud (¿democracia?) sino por su propio sufragio, adjudicando dignidades de manera tiránica a quien él quería… No sólo se había apoderado de su poder sin el consentimiento de la multitud sino también cuando estaban desprevenidos e ignorando sus planes contra ellos (el errar por el desierto por 40 años)".

"¿Por qué razón, añadió, acordó Moisés el sacerdocio a Aarón y sus hijos? Si Dios determinó conceder ese honor a un hombre de la tribu de Leví, yo soy más digno de obtenerlo que él, siendo igual a Moisés por mi familia, y superior a él en riquezas y en edad. Y si Dios acordó concederlo a la tribu mayor, le correspondería con más justicia a la tribu de Rubén (aquí vemos el contacto de Datán, de esa misma tribu); y lo recibirían Datán, Abiram y Fales, porque son los más ancianos de la tribu, y poderosos además por sus grandes riquezas. Diciendo esto Coré se proponía aparecer como interesado en el bienestar público, pero en realidad trataba de que la multitud le transfiriera a él esa dignidad. Con propósitos malignos pero con palabras plausibles habló a los de su tribu; sus palabras llegaron gradualmente hasta un número mayor de personas y luego todo el ejército las repitió con los agregados que cada cual añadía a los escándalos contra Aarón."

"Los que conspiraban con Coré, en número de doscientos cincuenta, eran hombres principales que estaban ansiosos de quitar al hermano de Moisés al  sacerdocio y hacer caer en desgracia. La multitud fue inducida a la rebelión y trató de apedrear a Moisés, reuniéndose en asamblea, en confusión y desorden. Tumultuosamente alzaron una grita frente al Tabernáculo de Dios, pidiendo procesar al tirano y librar al pueblo de la esclavitud a la que, con el pretexto de que eran mandamientos divinos, los sometía con órdenes violentas (recuerde que recién se había lapidado al infractor del sábado). Porque si hubiese sido Dios el que eligiese un hombre para cumplir las funciones de sacerdote, habría elevado a esa dignidad a alguna persona merecedora, y no a uno que era inferior a muchos otros; si hubiese juzgado conveniente designar a Aarón, le habría permitido a la multitud que lo hiciera (un tipo de democracia), y no habría dejado esa tarea a cargo de su propio hermano."

Así entendemos cómo la ambición frustrada puede crear tantos problemas. Aquí tenemos la segunda disensión creada por un familiar que se sentía desplazado por Moisés.

Veamos cómo la mansedumbre de Moisés otra vez aparece en su conducta: "¿Os es poco que el Dios de Israel os haya apartado de la congregación de Israel, acercándoos a él para que ministréis en el servicio del tabernáculo del Eterno, y estéis delante de la congregación para ministrarles, y que te hizo acercar a ti, y a todos tus hermanos los hijos de Leví contigo? ¿Procuráis también el sacerdocio? Por tanto, tú y todo tu séquito sois los que os juntáis contra el Eterno: pues Aarón. ¿Qué es, para que contra él murmuréis?" (Números 16:9-11).

Así el escenario estaba listo para otra de las grandes manifestaciones del poder de Dios y su apoyo a sus escogidos.

Los otros conspiradores, Natán y Abiram, mostraron sus actitudes rebeldes al rechazar la invitación de Moisés de conversar en forma descarada con estas palabras: "¿Es poco que nos hayas hecho venir de una tierra que fluya leche y miel, para hacernos morir en el desierto, sino que también te enseñorees de nosotros imperiosamente?...No subiremos" (Números 16:13).

Al día siguiente llegó la gran confrontación; Moisés y Aarón por un lado y Coré y la congregación de la otra, pues "Ya Coré había hecho juntar contra ellos toda la congregación" (Números 16:19). Dios estaba listo para destruir a toda la congregación rebelde pero de nuevo Moisés intervino de parte de sus agresores y dijo: "Dios, Dios de los espíritus de toda carne, ¿no es un solo hombre el que pecó? ¿Por qué airarte contra toda la congregación?" (Números 16:22). Así se salvó de nuevo la congregación de Israel. Sin embargo, el castigo recaería sobre los conspiradores y su seguidores más próximos: "Apartaos de en derredor de la tienda de Coré, Dalán y Abiram".

"Entonces él (Moisés) habló a la congregación, diciendo: Apartaos ahora de las tiendas de estos hombres impíos, y no toquéis ninguna cosa suya, para que no perezcáis en todos sus pecados...En esto conoceréis que el Eterno me ha enviado para que hiciese todas estas cosas y que no las hice de mi propia voluntad" (Números 16:24-28).

Ahora viene la aterradora conclusión: "y aconteció que cuando cesó él de hablar todas estas palabras, se abrió la tierra que estaba debajo de ellos...y los tragó a ellos, a sus casas, a todos los hombres de Coré, y a todos sus bienes. Y ellos descendieron vivos al Seol (palabra hebrea para el hoyo de la tumba), y los cubrió la tierra… También salió fuego de delante del 

Eterno, y consumió a los doscientos cincuenta hombres que ofrecían el incienso" (Números 16:31-35).

Con esto se acabó la conspiración de Coré que terminó con una gran parte de los líderes de la tribu de Leví. Aquí vemos que aún los instrumentos humanos que Dios usa no están exentos de ser remplazados si dejan de obedecer a Dios y a su gobierno. De nuevo se confirma el principio de que Dios no hace acepción de personas (Colosenses 3:25).

A pesar de esta terrible lección, el pueblo de Israel se ofendió por la muerte de muchos de sus líderes. "El día siguiente, toda la congregación de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón, diciendo: "Vosotros habéis dado muerte al pueblo del Eterno" (Números 16:41). Otra vez Moisés y Aarón intervinieron para que no fueran destruidos por una peste que aun así mató a 14,000 personas.