Tres claves para conocer a Dios
¿Quiere vivir para siempre con Dios? Permítame hacerle otra pregunta: ¿Conoce realmente a Dios? ¿Sabe quién es Dios? ¿Sabe lo que Dios quiere para nosotros? No esté tan seguro, porque la mayoría de la gente no lo sabe.
No obstante, estos son temas cruciales. Como dijo Jesús en oración al Padre: “Y la manera de tener vida eterna es conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste a la tierra” (Juan 17:3, Nueva Traducción Viviente).
Observe que en este versículo no se menciona al Espíritu Santo, a pesar de que muchos afirman que el Espíritu es la tercera persona de la divina Trinidad. Sin embargo, como veremos a continuación, el Espíritu Santo es ciertamente fundamental.
La idea de que Dios es una Trinidad es ampliamente aceptada, a pesar de que muchos feligreses no saben realmente lo que su iglesia enseña sobre el tema y probablemente no podrían explicarlo. A pesar de la confusión sobre esta doctrina, para muchos se ha convertido en la prueba definitiva de quién es o no un cristiano.
Un libro titulado The Forgotten Trinity (La Trinidad olvidada) dice: “Basamos la salvación misma de una persona sobre la aceptación de la doctrina, aunque siendo honestos con nosotros mismos, realmente no tenemos absoluta seguridad del porqué. Es el tema del que no se habla: nadie se atreve a cuestionar la Trinidad por miedo a ser tildado de ‘hereje’, y aun así tenemos todo tipo de inquietudes sobre el tema . . . Muchos creyentes . . . a menudo han quedado confundidos por las respuestas contradictorias que han recibido” (James White, 1998, p. 14).
Sin embargo, la misma fuente afirma en la página siguiente: “Debemos conocer, comprender y amar la Trinidad para ser plena y cabalmente cristianos. Por eso decimos que la Trinidad es la mayor de las verdades que Dios ha revelado” (p. 15).
¡Deconcertante afirmación sobre una enseñanza que en realidad no está en las Escrituras!
Encontramos lo mismo en muchas fuentes acreditadas del cristianismo tradicional sobre esta enseñanza bíblica, algunas con declaraciones impactantes sobre la doctrina de la Trinidad. Es definida como un “absoluto misterio”, tanto en su origen como en su esencia. Se dice que es “ininteligible” e incluso “imposible de entender para los cristianos”.
Esto suena extraño. ¿Por qué sería imposible entender una enseñanza supuestamente fundamental y necesaria acerca de Dios? ¿Acaso existe la posibilidad de que haya un grave error en la doctrina de la Trinidad?
Veamos, con un criterio amplio, lo que podemos encontrar en la Biblia sobre Dios y sobre su familia. La verdad nos libera del error y la ignorancia y nos permite tener un entendimiento real acerca de Dios.
A continuación presentamos tres claves bíblicas para conocer a Dios.
Hay dos seres divinos
En primer lugar, la Biblia revela que hay dos seres que son Dios, no un Dios en tres personas.
Empezaremos por el aspecto plural. Génesis 1:26, una escritura esencial sobre la creación del ser humano, dice: “Entonces dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza” (énfasis nuestro en todo este artículo).
Observe las formas plurales “hagamos” y “nuestra”. ¿De quién se habla aquí? A lo largo del relato de la creación en el primer capítulo del Génesis, y en gran parte del Antiguo Testamento, la palabra hebrea traducida como “Dios” es Elohim, un sustantivo plural que denota más de una entidad.
Dios, pues, se describe en forma plural. Pero ¿quiénes son estas entidades que juntas son Dios?
Veamos otro pasaje de las Escrituras que identifica al agente activo en la creación. Lo encontramos en el Nuevo Testamento, al comienzo del libro de Juan. Podemos decir que aquí es donde comienza la verdadera comprensión de este tema. Juan 1:1-4 afirma: “En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios. Todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres”.
La terminología griega original dice aquí que Aquel llamado el Verbo estaba con “el Dios”, mientras que el Verbo mismo también era Dios. En estos versículos se menciona a dos seres. Una vez más, no se habla de una tercera persona. Si Dios fuera tres, ¿no se mencionaría aquí? Pero no se nombra. Hay Uno llamado “Dios” y otro con él que se llama “el Verbo”, que también es Dios.
Continuando, más adelante en el relato vemos exactamente quién era este ser llamado el Verbo. El versículo 14 afirma: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad”. El Verbo fue concebido y nació en la carne como un ser humano físico: Aquel que conocemos como Jesucristo.
Así pues, en este pasaje de Juan vemos dos grandes personajes, dos seres eternos increados, Aquel llamado el Dios, o Dios Padre como lo conocemos, y Dios el Verbo, que se convirtió en Jesucristo: ambos divinos y ambos autores de la creación de todo lo que existe, dando vida a los demás.
¿Qué significa esto? Significa que la doctrina trinitaria clásica es falsa. No hay una tercera persona, solo dos, y ambas son Dios. La verdad aquí también echa por tierra un argumento común de que rechazar la Trinidad equivale a negar la divinidad de Cristo, pues no se niega su carácter divino por aceptar el hecho de que tanto el Padre como Cristo son Dios, como evidentemente lo son. El problema es añadir una tercera persona y pretender que las supuestas tres personas conforman un solo ser.
Si usted está de acuerdo con esta idea popular de tres personas divinas en una, en realidad su comprensión acerca de Dios no es correcta. Y usted no puede adorar en verdad al Dios que describen las Escrituras con este falso concepto, ya que Jesús mismo dijo que debemos “conocer lo que adoramos” y “adorar en espíritu y en verdad” (Juan 4:22-24).
Del mismo modo, él dijo que la vida eterna consiste en tener un verdadero conocimiento de Dios y de Cristo mismo. Lo que usted crea acerca de la naturaleza de Dios es importante, pues tiene relación con la salvación. No podemos tener una relación con Dios a menos que entendamos de verdad quién y qué es él.
Dios es una familia
Hay una descripción más específica relacionada con el hecho de que Dios es una pluralidad: Dios es una familia. Esa es nuestra siguiente clave. Esta relación entre dos seres divinos, no tres, se cita en muchos pasajes.
El apóstol Juan inicia su primera epístola en términos similares a los de su Evangelio, aunque de forma más personal, escribiendo: “Les anunciamos al que existe desde el principio, a quien hemos visto y oído. Lo vimos con nuestros propios ojos y lo tocamos con nuestras propias manos. Él es la Palabra de vida. Él, quien es la vida misma, nos fue revelado, y nosotros lo vimos; y ahora testificamos y anunciamos a ustedes que él es la vida eterna. Estaba con el Padre, y luego nos fue revelado”
(1 Juan 1:1-2, NTV).
Un aspecto importante de lo que revela este pasaje es la relación especial entre los dos seres divinos, que ellos querían extender, como veremos. Juan agrega: “Les anunciamos lo que nosotros mismos hemos visto y oído, para que ustedes tengan comunión con nosotros; y nuestra comunión es con el Padre y con su Hijo, Jesucristo” (v. 3).
Aquí y en otros lugares se revela claramente que Dios Padre y Jesucristo constituyen una familia divina: un Padre y un Hijo, según se refieren a ellos varias citas de las Escrituras, quienes mantienen una relación muy estrecha y amorosa.
Ellos siempre han estado unidos por ese vínculo de amor. De hecho, Jesús oró: “Padre . . . ¡me amaste aun antes de que comenzara el mundo!” (Juan 17:24, NTV). Así que ellos vivían en esa relación amorosa.
Y, sorprendentemente, decidieron hacer a otros con quienes compartir esa relación, creando descendencia que también tendría la naturaleza divina. Ahí es donde entramos usted y yo. Es a través de esa relación familiar que los seres humanos, hechos a imagen de Dios, pueden tener la posibilidad de compartir este amor de Dios ¡a un nivel mucho más grandioso de lo que podamos imaginar!
Por eso el matrimonio y la familia humanos son tan importantes: son un reflejo de lo que Dios está haciendo a un nivel mucho más sublime. Este asombroso paralelo es algo que, francamente, enseñanzas falsas como la Trinidad no pueden ofrecer, pues oculta la verdad sobre lo que Dios está haciendo al expandir su relación familiar divina a través de la humanidad.
Las Escrituras, desde el Génesis hasta el Apocalipsis, revelan a Dios en términos de una relación familiar: Dios Padre y Jesús Hijo juntos, como la familia Dios. Y cuando comprendemos esto, cambia la forma en que entendemos el plan eterno de Dios para nosotros, porque es lo que Dios se ha propuesto hacer y compartir con su creación humana hecha a su imagen.
Dios nos dice: “Y seré para vosotros por Padre, y vosotros me seréis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Corintios 6:18). Así, nosotros también podemos formar parte de la familia espiritual de Dios, llevando el nombre de Dios junto con Cristo como otros hijos del “Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra” (Efesios 3:14-15).
Tristemente, a nivel humano muchos no han tenido una familia o han tenido malas experiencias familiares. Pero tenga en cuenta que Dios ha creado a las personas para que formen parte de su familia divina perfecta, lo que él garantiza a todos los que acepten su ofrecimiento y vivan conforme a su voluntad.
Vemos, pues, que Dios quiere ampliar la relación divina. De hecho, Dios a través de Cristo está “llevando a muchos hijos a la gloria” para que compartan su naturaleza divina (Hebreos 2:10). Una vez más, la enseñanza de la Biblia es que hay dos seres que son Dios: Dios el Padre y Jesucristo su Hijo. Y el propósito que tienen es compartir su naturaleza divina con los seres humanos, haciendo que la familia humana llegue a ser parte de la familia divina.
La doctrina tradicional de la Trinidad no enseña esto. Este concepto antibíblico distorsiona e incluso oculta quién y qué es Dios junto con el propósito final de Dios para la vida humana. Por eso es que este asunto es tan importante. Debemos tener las bases correctas para conocer a Dios, ¡y para que se cumpla su propósito en nosotros!
Dios desea una relación con usted
Con nuestra tercera y última clave profundizaremos más en el deseo de Dios de ampliar su familia, particularmente en el hecho de que Dios quiere una relación con usted. Además, veremos un aspecto fundamental concerniente al Espíritu Santo.
En Génesis 2 encontramos un segundo relato de la creación. El versículo 7 nos dice: “El eterno Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente”. Estas palabras describen una conmovedora escena en la que Dios manifiesta su deseo de involucrarse íntima y plenamente en el proceso de formar y moldear al hombre a partir de la tierra, tal como trabaja un alfarero con la arcilla, según explican otros versículos.
Así que desde el mismo principio vemos que Dios no es indiferente. Las obras previas de la creación tan solo son enunciadas, pero en lo que se refiere al hombre, vemos a Dios de manera más profunda: es amable, y desea interactuar en forma directa y tener una profunda comunión con nosotros, con los seres humanos, la máxima expresión de su creación. El hombre fue hecho a imagen de Dios. Reflexione sobre ello. En cuanto a planificación y diseño, fuimos concebidos para tener una relación familiar con Dios.
Incluso después de que el hombre pecó y se rebeló contra él, Dios quería tener esta relación. Y más tarde Dios el Verbo descendió de nuevo, esta vez como hombre, el Verbo hecho carne como Jesucristo, para vivir entre nosotros y morir para redimirnos.
Un hermoso pasaje del apóstol Pablo en Filipenses 2 dice de Cristo: “. . . aunque existía en forma de Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse [o a lo cual aferrarse con fuerza], sino que se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. Y hallándose en forma de hombre [siendo verdaderamente un hombre, aunque incorrupto], se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (versículos 6-8, La Biblia de Las Américas).
Dios deseaba tanto compartir la gloria y la vida en el nivel de existencia divina con su creación humana, que el Verbo divino se despojó de ellas para convertirse en carne humana. Al hacerlo, dio el paso más grande a favor de la humanidad. Su venida como Hijo unigénito de Dios hizo posible nuestra redención y esperanza de salvación y de compartir la gloria divina.
También descendió con otro propósito creador, como en Génesis 2:7, esta vez para moldearnos íntimamente en una nueva creación . . . y para infundirnos nueva vida.
Como dije al principio, la esencia misma de la salvación, vivir eternamente con Dios, es saber que gracias a la vida de Jesucristo, Dios puede iniciar el proceso de una nueva vida en aquellos que son llamados según el su propósito. Y ese propósito es poner en nosotros su vida, su Espíritu, su esencia misma y su poder mediante una creación espiritual, formándonos a su imagen a través del poder de su vida, que es el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo no es una tercera persona, según afirma el concepto trinitario de Dios. El Espíritu Santo es el poder mismo de Dios, por medio del cual hizo el universo. Es la esencia misma de la naturaleza de Dios que él pone en nuestro interior. El Espíritu Santo es, además, el agente de la concepción espiritual en una relación profunda con Dios. Como afirma Romanos 8:16, “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios”.
El Espíritu de Dios se une a nuestro espíritu humano para dar testimonio de que somos hijos de Dios, su familia espiritual. Es a través de ese Espíritu que tenemos la posibilidad de participar de la naturaleza divina (2 Pedro 1:4), la naturaleza misma de Dios, de acuerdo con el propósito y el plan que él está llevando a cabo.
Además, Dios habita en nosotros mediante su Espíritu, su esencia vital. El “ADN espiritual” de Dios, por así decirlo, está en todos los verdaderos cristianos: aquellos que se han arrepentido de sus pecados, han aceptado a Jesucristo como Salvador personal, han sido bautizados y, mediante la imposición de manos llevada a cabo por ministros de Cristo, han recibido el don del Espíritu Santo. Esa es la fuente del poder que nos conecta con Dios en nuestra nueva vida en él.
En 2 Timoteo 1:7 Pablo dice que “Dios no nos ha dado un espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. Es un espíritu y un poder que nos cambia.
Como hemos visto, el Espíritu Santo no es la tercera persona de una Trinidad. El Espíritu Santo es la esencia y el poder de Dios, el medio por el cual Dios Padre y Dios Hijo viven en nosotros, la proyección de su presencia que nos imparte su propia naturaleza divina. Es la forma en que comenzamos la relación definitiva con Dios y permanecemos en esa relación.
Para ser francos, la doctrina de la Trinidad es una herejía destructiva que niega al Dios verdadero, tanto al Padre como a su Hijo Jesucristo, encerrándolos con una tercera persona inexistente en una Trinidad tripartita y rechazando el gran propósito de Dios de exaltar a los seres humanos a la divinidad, como su familia. Negar al Padre y al Hijo, como ocurre con la Trinidad, la convierte en parte de la doctrina del anticristo (1 Juan 2:22). Aquellos que promueven esta falsa enseñanza tendrán que dar cuenta de ella ante Dios en el juicio. Piense acerca de esto al estudiar la naturaleza de Dios. La verdad de la Palabra de Dios tiene mucho más sentido, ¡y es maravillosa!
La pregunta que hice al principio fue: ¿Quiere vivir para siempre con Dios? Puede hacerlo, en una relación profunda y espiritual con Dios Padre como su Padre y con Jesucristo como su Hermano mayor. Dios está ampliando la familia divina, de la que usted puede llegar a ser parte. La vida eterna es el resultado de conocer y comprender al Dios verdadero y el propósito que él está llevando a cabo. ¡Comience hoy mismo a adorar a ese Dios verdadero! BN