¿Qué significa para los cristianos la Fiesta de Panes sin Levadura?
Un creciente número de cristianos en todo el mundo está descubriendo y celebrando las fiestas bíblicas descritas en Levítico 23. Al examinar el simbolismo relacionado con estos festivales, estas personas han empezado a verlos a la luz de la vida y la misión de Jesucristo.
Después de todo, Jesús, al ser sacrificado como nuestro cordero pascual, inició el cumplimiento del plan de salvación. Notemos lo que dijo el apóstol Pablo al respecto: “Porque nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros” (1 Corintios 5:7; comparar con Isaías 53:7-9; 1 Pedro 1:18-19). Más aún, Jesús fundó su Iglesia en otra de estas fiestas: Pentecostés (Hechos 2). Es obvio que para él estas fiestas santas eran muy importantes.
Durante la primavera (marzo-abril) en el hemisferio norte, inmediatamente después de la Pascua y varias semanas antes de la Fiesta de Pentecostés, hay otra fiesta bíblica, la de Panes sin Levadura, que dura siete días (Levítico 23:6-8; Éxodo 12:17-18). Examinemos brevemente el suceso más grandioso jamás ocurrido durante esta fiesta, y su significado para los cristianos de hoy.
El más grande entre varios sucesos importantes
Algunos podrían afirmar que la liberación de Israel de la esclavitud en Egipto, también ocurrida justo después de la Pascua y durante la Fiesta de Panes sin Levadura (Números 33:3), fue el suceso más extraordinario acontecido en esta fiesta bíblica.
Otros podrían considerar que el cruce del mar Rojo, tradicionalmente asociado con el último día de Panes sin Levadura, es otro de los acontecimientos destacados de este festival. Esto significó que por fin Israel estaba libre del dominio egipcio y su libertad era ya una realidad. Más tarde, una vez que Israel entró en la Tierra Prometida, la milagrosa conquista de Jericó aparentemente se llevó a cabo durante los siete días de esta fiesta.
Otro importante suceso ocurrido en la Fiesta de Panes sin Levadura fue la rededicación del pueblo de Dios a su Creador. Hay dos ejemplos de esto en
2 Crónicas. Desde el capítulo 29 hasta el 31 se describe la reforma religiosa dirigida por el rey Ezequías, y los capítulos 34 y 35 nos hablan de otra reforma encabezada por el rey Josías. Estos pasajes revelan la enorme emoción y alegría que sintieron los israelitas cuando se comprometieron nuevamente con Dios (ver 30:21-23 y 35:17-18).
Pero hay un hecho acontecido durante los Días de Panes sin Levadura cuyo impacto es muchísimo mayor que el de cualquiera de estos maravillosos eventos: ¡la resurrección de Jesucristo!
Sabemos que Jesús fue crucificado en la víspera de un sábado, como nos dice Juan 19:31. Aunque la mayoría de las personas suponen que el sábado mencionado aquí era el sábado semanal (que se guardaba desde la puesta del sol del viernes hasta la puesta del sol del sábado), Juan nos dice claramente que este día de reposo en particular era “de gran solemnidad”, término usado para designar cada uno de los siete días santos que componían los festivales de Dios.
Una lectura acuciosa de los evangelios nos revela que este día “de gran solemnidad” era el primero de la Fiesta de Panes sin Levadura, un día santo (Levítico 23:2, 6-7) que puede caer en cualquier día de la semana.
Jesús permaneció en el sepulcro tres días y tres noches, tal como lo había prometido (Mateo 12:40). Es imposible hacer concordar la afirmación de Jesús en Mateo 12 con la idea de una crucifixión en la tarde del viernes y una resurrección el domingo por la mañana. (No deje de leer “Jesús no fue crucificado un viernes ni resucitó un domingo”, a partir de la pagina 4).
El conteo de tres días y tres noches desde el momento de su sepultura, justo antes del comienzo del primer día de Panes sin Levadura, nos lleva a la puesta del sol al concluir el sábado semanal, también durante la semana de Panes sin Levadura, y nos indica que ese fue el momento en que Jesús resucitó.
En realidad la resurrección no tuvo lugar el domingo por la mañana, sino la tarde anterior. Pero ese domingo se difundió rápidamente la noticia de que el sepulcro estaba vacío y que Jesús se había aparecido primero a María Magdalena (Juan 20:11-18) y después a otros de sus seguidores.
El acontecimiento más extraordinario de la historia humana
Reflexionemos: si nosotros hubiésemos sido seguidores de Jesús en Jerusalén al momento de su resurrección y se nos hubiese dicho que él había resucitado, ¿cuál habría sido el tema de nuestras conversaciones durante el resto de aquella fiesta? ¿En qué hubiésemos estado pensando? Indudablemente, en el acontecimiento más grandioso que había ocurrido en la historia de la humanidad, la declaración misma del ángel: “Ha resucitado” (Mateo 28:6-7).
Aquella Fiesta de Panes sin Levadura marcó un hito en la forma de celebrar este festival bíblico en el futuro. Sí, los cristianos todavía recordarían el éxodo de Egipto como un precursor de la redención del pecado y la liberación de la esclavitud de Satanás. Todavía se haría énfasis en comer pan sin levadura como un recordatorio físico de que debemos quitar la levadura espiritual de nuestra vida y eliminar el pecado.
Pero en el centro de todo ello –en el núcleo mismo de la celebración de la Fiesta de Panes sin Levadura– está la verdad universal de que Jesucristo, Aquel que fue resucitado durante este festival de primavera, ¡ahora vive su vida en cada cristiano!
Jesús destacó reiteradamente la importancia de su propia resurrección de entre los muertos. Durante la última cena les dijo a sus discípulos que pronto sería traicionado, pero también les aseguró que al poco tiempo volvería a vivir, y agregó: “Porque yo vivo, vosotros también viviréis” (Juan 14:19). Él acababa de prometerles que no quedarían huérfanos (v. 18), en otras palabras, que no estarían desprotegidos espiritualmente y completamente vulnerables frente a los poderes de Satanás.
Nuestro Salvador declaró que tanto el Padre como él mismo vivirían en los corazones y mentes de los cristianos mediante la presencia del Espíritu Santo (vv. 20-26). Como ahora el Cristo resucitado mora en nosotros, nos da la fortaleza para vencer nuestros pecados. Esta nueva vida, que ahora se hace posible gracias al Cristo viviente, nos faculta para conquistar “el pecado que nos asedia” (Hebreos 12:1).
El simbolismo del pan sin levadura
Parte de la instrucción de Dios para los Días de Panes sin Levadura tiene que ver con retirar de nuestras casas los productos leudados (Éxodo 12:15-16). En 1 Corintios 5:8 el apóstol Pablo exhorta a la Iglesia de Corinto, en su gran mayoría gentil, a “celebrar la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad [actitudes pecaminosas persistentes], sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad”. Esta es una clara referencia a la Fiesta de Panes sin Levadura.
Pablo reconocía que el pan sin levadura de esta fiesta era un símbolo de sinceridad y verdad, que deben ser el sello de la vida de todo cristiano. También entendía que la levadura durante esta temporada representa el pecado, y que esta fiesta encarna nuestro deseo de esforzarnos para eliminarlo completamente de nuestra vida.
¡La auténtica y extraordinaria historia que resaltan los Días de Panes sin Levadura es la de Jesucristo resucitado, que vive su vida en quienes nos hemos arrepentido verdaderamente de vivir en pecado y hemos recibido el Espíritu Santo! Este nos da el poder para superar el pecado en una forma que antes simplemente no era posible.
Sí, la Fiesta de Panes sin Levadura es un festival que nos ayuda a poner el debido énfasis en reemplazar el pecado con buenas obras. ¡Pero la única manera de quitar el pecado de nuestra vida radica en poner a Jesús dentro de ella! Se nos ha prometido que tendremos éxito en esta tarea de sacar el pecado, porque Jesucristo vive dentro de nosotros (comparar Gálatas 2:20; Romanos 7:23; 8:4).
¿Qué se necesita para vencer el pecado?
Pablo nos dice en Romanos 13:12 que debemos desechar “las obras de las tinieblas y [vestir] las armas de la luz”. A continuación hace una lista de las “obras de las tinieblas” tales como la glotonería, borracheras, lujuria, lascivia, contiendas y envidia. Después, en el versículo 14, nos muestra la manera de superar esos pecados: “Mas bien, revístanse ustedes del Señor Jesucristo, y no se preocupen por satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa” (Nueva Versión Internacional).
En nuestra lucha contra el pecado, que libramos todos los días de nuestra vida y no solo durante la Fiesta de Panes sin Levadura, tenemos la opción de luchar con nuestras propias fuerzas o de someter nuestra voluntad a Dios y confiar en el poder de Jesucristo resucitado, quien vive su vida en nosotros mediante el poder del Espíritu Santo. Con este poder que actúa en contra de nuestros pecados, “el poder de su resurrección”, podemos decir junto con Pablo: “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece” (Filipenses 3:10; 4:13).
Podemos bregar por nuestra cuenta, o podemos apoyarnos en el poder del único que nunca pecó. Él nos dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Cristo nos anima a depositar nuestros yugos y preocupaciones en sus poderosos hombros para encontrar descanso espiritual, y dice “porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (vv. 29-30).
Él ha prometido que sus leales seguidores nunca perecerán, ni nadie podrá arrebatarlos de su mano, porque él les da vida eterna (Juan 10:27-28). Nosotros seguimos sus instrucciones acudiendo a él para que podamos tener vida (Juan 5:40).
Jesucristo vive nuevamente en nosotros
Sí, Pablo les recordó a los cristianos que debían ocuparse en su salvación “con temor y temblor” (Filipenses 2:12). Sin embargo, no se refería a una salvación basada únicamente en obras, porque en el versículo 13 explicó: “Dios es el que en vosotros produce así el querer [es decir, nos infunde el deseo de vencer] como el hacer [poner ese deseo en acción], por su buena voluntad”.
Los Días de Panes sin Levadura llevan implícita en su significado la creencia de que para vencer el pecado es fundamental entender que Jesucristo resucitado vive su vida en cada uno de nosotros.
Pablo dijo también: “Si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados” (1 Corintios 15:17). Y añadió: “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).
La resurrección de Cristo y el hecho de que él vive nuevamente en sus verdaderos seguidores y les infunde la fuerza necesaria para quitar la levadura del pecado de sus vidas, es lo que les da a las tres primeras fiestas –la Pascua, Panes sin Levadura y Pentecostés– un sentido tan profundo y duradero. ¿No cree que ya es tiempo de indagar más a fondo sobre el significado de estos festivales bíblicos y lo que nos enseñan acerca de la vida y misión de Jesús? BN