¿Qué consecuencias tendría para el mundo un Irán nuclear?
Numerosos centenares de artículos publicados en blogs, periódicos y revistas se han referido a cómo detener los esfuerzos de Irán por obtener una bomba nuclear. Las sanciones y presiones diplomáticas no han logrado amilanar a los líderes iraníes.
Durante un reciente programa de televisión británica en el que varios líderes de opinión discutieron el tema, se llegó a sugerir que si Gran Bretaña abandonara sus propios armamentos nucleares, tal acto de generosidad animaría a Irán para desistir de desarrollar su propia capacidad nuclear.
Este mismo argumento fue esgrimido por la izquierda liberal durante la Guerra Fría entre los Estados Unidos y la Unión Soviética en las décadas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial: que el desarme unilateral de Estados Unidos motivaría a los soviéticos a hacer lo mismo.
Aparentemente, algunos observadores liberales e influyentes todavía piensan del mismo modo. El encabezado de un editorial en The International Herald Tribune (La tribuna internacional del heraldo) dice así: “Estados Unidos tendrá más credibilidad en sus esfuerzos por contener las ambiciones nucleares de otros si elimina sus propias armas nucleares” (“Reshape the Arsenal” [Remodelación del arsenal], marzo 13, 2012).
Esta cuestionable suposición también ha contado con el apoyo de Hans Blix, el ex inspector de armas de las Naciones Unidas, quien indicó que una intervención militar de Occidente en Irán solamente acarrearía el desastre para los occidentales. Su fórmula para la paz imagina un Medio Oriente libre de armas nucleares –lo que se traduce en el desarme nuclear de Israel.
El engorroso debate de los medios de comunicación sobre este tema se ha arrastrado incesantemente por varios años. Los analistas conservadores nos dicen que estamos acercándonos cada vez más a ese momento tan temido en el que Irán efectivamente poseerá una bomba nuclear. Como lo expresó un editorial del Financial Times (Tiempos financieros), “El insoluble problema de las ambiciones nucleares de Irán —y la amenaza a un Israel cada vez más alarmado—parece estar alcanzando un punto culminante” (marzo 6, énfasis agregado en todo este artículo).
Sin embargo, no son pocos los comentaristas liberales que creen que esta evaluación se refiere más a la política israelí que a la posibilidad de destrucción en masa, y que una solución militar sería innecesaria, peligrosa y potencialmente desastrosa.
Occidente permanece atrapado en un dilema y al parecer no existe una salida viable. Las opciones son sumamente escasas, y todas muy riesgosas. Los analistas incluso hablan de “una opción menos mala”.
Pero, ¿es la situación realmente tan horrorosa? ¿Cuáles son sus implicancias para Israel, el blanco principal de las amenazas iraníes? ¿Qué significa para el mundo en general? ¿Cuál es la posición de Estados Unidos frente al tema? Y, por último, ¿dónde podemos hallar la mejor perspectiva respecto adonde se encaminan los eventos en el Medio Oriente?
¿Cómo enfrentará Estados Unidos este dilema?
Recientemente, el periódico estadounidense The Wall Street Journal publicó una opinión muy bien documentada acerca de los serios peligros que enfrentamos en el Medio Oriente. En un artículo titulado “America’s Iranian Self-Deception” (El autoengaño de los Estados Unidos respecto a Irán), el director y jefe de investigaciones del Proyecto de Amenazas Críticas del Instituto de Empresas Estadounidenses escribió: “Los estadounidenses están siendo tratados como necios por Irán, y se están engañando a sí mismos. No se puede argüir que Irán no está implementando su capacidad de desarrollar armas nucleares. No hay ninguna evidencia de que quienes toman las decisiones en Irán estén dispuestos a detener el programa nuclear a cambio del levantamiento de sanciones, ni nada por el estilo” (Frederick Kagan y Maseh Zarif, feb. 27, 2012).
Otro artículo en el mismo ejemplar de este periódico se refirió también al dilema iraní. Bajo el título “Wishing Upon Irán” (Esperanzados en Irán), su encabezamiento declaraba: “Espías estadounidenses se aferran a la esperanza de que los mulás [el clérigo islámico que gobierna Irán] no fabriquen una bomba”.
Pero la conclusión del artículo es aún más elocuente: “El Presidente Obama ha malinterpretado a Irán en cada ocasión, comenzando con la presunción de que los mulás negociarían con él porque él no era George Bush, que él engendraría buena voluntad restándole importancia a las elecciones fraudulentas [de Irán] en 2009, y que las sanciones los harían doblegarse. Pero el hacerse ilusiones no impedirá que los líderes israelíes defiendan sus intereses, ni tampoco impedirá que Irán obtenga armas de destrucción masiva”.
Un tercer artículo de The Wall Street Journal comienza con una cita del presidente, que en octubre pasado dijo arrogantemente a un grupo de donantes israelíes (para su campaña de elección): “Yo me esfuerzo por no darme demasiadas palmaditas de felicitación en la espalda, pero esta administración ha hecho más por la seguridad del estado de Israel que ninguna otra” (Dan Seno, “Why Israel Has Doubts About Obama” [Por qué Israel tiene dudas acerca de Obama], marzo 6, 2012). A continuación, este artículo destaca que otros ven el asunto de manera bastante diferente.
Quienes valoran la existencia del estado de Israel esperan sinceramente que los siguientes titulares, aparecidos el mismo día en los periódicos Daily Mail (El correo diario) y The Daily Telegraph (El telégrafo diario) sean un reflejo genuino de las intenciones del gobierno de los Estados Unidos: “‘Siempre estaremos de su lado y no de Irán’, le dice Obama a Israel”, y “‘Acción militar no es una fanfarronada’, advierte Obama”.
La amenaza de un Irán equipado de armas nucleares
¿Qué significaría que Irán tuviera armas nucleares? Las posibilidades parecen ser demasiado espeluznantes como para contemplarlas siquiera.
Como destacó un editorial en el periódico británico The Sunday Times (Tiempos dominicales), el secretario de relaciones exteriores británico hizo sonar la alarma a mediados de febrero pasado: “William Hague solo afirmó lo obvio cuando dijo . . . que una bomba nuclear iraní provocaría un desastre en los asuntos mundiales” (“Slowing the Countdown to War” [Retardando la cuenta regresiva para la guerra], feb. 19).
El resto del mencionado editorial destaca los inaceptables peligros que tendrían que enfrentar las naciones occidentales, en particular Israel. Los iraníes consideran a Israel como “una nación de una sola bomba”. Es decir, Irán necesitaría únicamente una bomba nuclear para borrar al estado de Israel del mapa. A pesar de los territorios ganados después de la Guerra de los Seis Días en 1967, Israel sigue siendo un país geográficamente diminuto (menos de 17 kilómetros de ancho en su parte más estrecha). Las amenazas iraníes de exterminar a esta pequeña nación han sido proferidas con demasiada frecuencia como para no tomarlas en serio.
Sin ninguna duda, una guerra nuclear entre Irán e Israel devastaría la región entera y pondría en grave peligro la economía mundial. El escritor Jerome Corsi afirmó en el capítulo final de su libro Why Israel Can’t Wait: The Coming War Between Israel and Iran (Por qué Israel no puede esperar: la guerra venidera entre Israel e Irán): “Al final de cuentas, Israel es ‘un estado de una sola bomba’ tal que si tan solo una bomba atómica, aunque fuera de bajo impacto, detonara exitosamente sobre Tel Aviv y sus negocios, bancos y centro de telecomunicaciones, destruiría el moderno estado de Israel como el mundo lo conoce” (2009, p. 102).
Chantaje nuclear, un grave peligro
El editorial de The Sunday Times mencionó que Irán también ha unido fuerzas con al-Qaeda. Además, afirmó que “aun sin semejante arma [nuclear], Irán es ya la mayor fuerza desestabilizadora en el Medio Oriente. Rara vez se comporta como un estado hostil común y corriente. Sus divisiones internas demuestran que su régimen mismo es inestable y se conduce como tal”.
También debemos tomar en cuenta el persistente auspicio de Irán a los grupos terroristas Hezbollah y Hamas, que han amenazado a Israel desde hace mucho, utilizando para ello al estado satélite del Líbano y a los grupos de Gaza, en Palestina, y la Unión del Oeste (la franja occidental de Jordania, Judea y Samaria), respectivamente. Otra manera de explicarlo es que “Irán gobierna un imperio no convencional y postmoderno de entidades sub-estados en el Medio Oriente: Hamas en Palestina, Hezbolá en El Líbano, y el movimiento sadrista [que auspicia una sociedad unificada iraquí basada en la ley islámica sharía] en el sur de Irak” (Robert Kaplan, Foreign Affairs [Asuntos foráneos], mayo-junio 2009).
Considerando la larga historia del apoyo iraní a grupos y movimientos terroristas, si Irán llega a desarrollar armas nucleares es muy fácil imaginarse a este estado teocrático compartiendo sus armas letales con grupos que tienen escaso respeto por la vida y muy poco que perder si llevan a cabo sus planes mortales.
Otro escenario muy preocupante frente a un Irán armado de armas nucleares, es la amenaza de chantaje nuclear que se cerniría sobre todos los que se encuentren a su alcance. Otras potencias regionales han reconocido desde hace mucho, el deseo de Irán de ejercer su hegemonía sobre la zona y sus valiosos recursos energéticos. Por esta razón, Egipto, Turquía y Arabia Saudita han declarado que si Irán consigue la bomba, ellos también se verán obligados a desarrollar o adquirir armas nucleares para que Irán no los chantajee por cualquier motivo que a sus líderes se les ocurra.
Por esta misma razón, un Irán nuclear tendría gravísimas implicaciones para las potencias militares occidentales, especialmente para Estados Unidos. Los activos militares en la región, tales como las tropas y bases estadounidenses en el Golfo Pérsico, Afganistán, Kuwait, Baréin, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos (EAU), se encontrarían a escasa distancia del alcance de los misiles y en inminente peligro tan pronto como Irán desarrolle exitosamente una cabeza nuclear. Las opciones de Estados Unidos se verán rápida y seriamente disminuidas en ese momento –un punto aparentemente olvidado por los líderes de esta nación.
¿Apaciguamiento o ataques preventivos?
Niall Ferguson, profesor de Harvard, resumió las opciones de Occidente en su columna en la revista Newsweek con esta conclusión: “La guerra es muy mala. Pero a veces, una guerra preventiva puede ser un mal menor que una política de apaciguamiento” (“Israel and Iran on the Eve of Destruction in a New Six-Day War” [Israel e Irán en vísperas de la destrucción en una nueva Guerra de los Seis Días], feb. 6, 2012).
Él enumeró cinco razones que se han dado por las cuales Israel debe abstenerse de atacar preventivamente a Irán. Las primeras cuatro son: la retaliación iraní mediante el cierre del Estrecho de Hormuz y la ayuda de sus agentes terroristas, el incendio de toda la región por los musulmanes, la violenta alza del precio del petróleo, que afectaría gravemente la economía mundial, y el fortalecimiento del liderazgo iraní.
Y la última es: “Un Irán con armas nucleares no debe preocuparnos. En realidad, los estados se vuelven más renuentes a los riesgos una vez que adquieren armas nucleares”.
El profesor Ferguson contradijo cada uno de estos argumentos. Él indicó que en el Golfo Pérsico ya hay dos portaviones, y que otro probablemente se les unirá dentro de poco. También afirmó que muchos musulmanes, en su mayoría de la rama sunita de Islam y que se oponen a los chiíes, no se incomodarían mucho si las ambiciones nucleares de Irán fuesen controladas. Él sostuvo que en tal caso, los sauditas liberarían más petróleo para el mercado mundial a fin de mantener los precios bajos. Además, habló de la improbabilidad de que los líderes iraníes se encuentren en una posición más sólida después de una severa humillación militar.
Ferguson ridiculizó la idea de que las armas nucleares puedan lograr que los líderes iraníes súbitamente se vuelvan responsables, diciendo: “¿Se supone que debemos creer que una teocracia chií revolucionaria se convertirá de la noche a la mañana en una discípula seria y calculadora de la escuela de la diplomacia . . . porque finalmente ha adquirido armas de destrucción masiva?”
Él continuó diciendo: “El mayor peligro en el Medio Oriente actualmente no radica en el riesgo de una guerra de seis días en contra de Irán,sino que en la posibilidad de que el anhelo falso y sin sentido de Occidente permita que los mulás de Teherán se apoderen de armas nucleares. Porque no tengo la menor duda de que ellos sacarían toda la ventaja posible de semejante poder mortal con la creación de un imperio de la extorsión”.
Sorprendentemente, tanto líderes como analistas políticos parecen ser reacios o incapaces de referirse a las aterradoras implicaciones de las creencias religiosas del presidente iraní Mahmoud Ahmadinejad y los mulás a los que debe dar cuenta.
Jerusalén: Punto central de las profecías del tiempo del fin
Sin importar cómo resulten las cosas en el corto plazo, sí podemos saber a dónde se dirigen los eventos en el largo plazo, lo que nos da una perspectiva muy necesaria sobre los acontecimientos actuales.
Por ejemplo, actualmente podemos estar seguros de que en Jerusalén y en la tierra de Israel siempre habrá una entidad política judía, sin importar lo que Irán logre hacer. Los últimos capítulos del libro de Daniel incluso muestran a los judíos del tiempo del fin reinstaurando los sacrificios en Jerusalén, que serán detenidos por la invasión del Imperio romano resucitado, tres años y medio antes del retorno de Jesucristo (para más detalles, vea nuestro folleto gratuito El Cercano Oriente en la profecía bíblica). Según la Biblia, Irán no borrará a Israel del mapa. Sin embargo, esta nación judía igual podría sufrir una terrible devastación.
Geográficamente hablando, la Biblia es un libro acerca del Medio Oriente. Esta zona del mundo será el centro neurálgico para el cumplimiento de la profecía bíblica, aunque Europa Central también adquiere gran importancia profética, particularmente en los libros de Daniel y Apocalipsis. No obstante, Jesucristo regresará a Jerusalén, descendiendo sobre el mismo lugar del que anteriormente ascendió, el Monte de los Olivos (Zacarías 14:4; Hechos 1:9-12)
Por lo tanto, el punto central de los eventos del tiempo del fin será precisamente esta región. “Así ha dicho el Eterno el Señor: Esta es Jerusalén; la puse en medio de las naciones y de las tierras alrededor de ella” (Ezequiel 5:5). Jerusalén simboliza tanto la ciudad misma como el país entero.
Ningún otro territorio en este planeta ha despertado tantas pasiones religiosas ni tan incendiarias. Y aunque gran parte del verdadero plan de Dios y su propósito para la humanidad ya se ha llevado a cabo en la Tierra Santa, ciertas zonas del Medio Oriente han sido el escenario geográfico de una deplorable idolatría espiritual y todas sus trágicas consecuencias.
Usted puede leer mucho más acerca de lo que la profecía bíblica revela en los artículos “El Medio Oriente: Centro de la profecía de los últimos tiempos” y “El surgimiento de una nueva Babilonia”.
Siga observando los acontecimientos en la Tierra Santa y en el Medio Oriente. Los eventos profetizados impactarán poderosamente nuestras vidas, sin importar en qué parte de este atribulado planeta vivamos. Es aún más urgente que busquemos humildemente la ayuda de Dios durante estos tiempos tan turbulentos. BN