Proclamación de los Diez Mandamientos
Una ley para el futuro
Los Diez Mandamientos son una antiquísima ley de la Biblia, ya que fueron entregados a los israelitas hace unos 3500 años. Sin embargo, hoy en día constituyen un punto de discordia en la política estadounidense, ya que algunos pretenden que se reconozca su influencia en la nación desde sus inicios, mientras que otros quieren que se desechen.
Dios ordenó que se enseñaran sus leyes, e incluso que se colgaran en los marcos de las puertas y en los portales de los israelitas para que fueran vistas con regularidad y se arraigaran en la mente de la gente (Deuteronomio 6:6-9). Por tanto, son dignas de ocupar un lugar en nuestras instituciones educativas; de hecho, durante mucho tiempo tuvieron ese lugar, pero en algún momento surgieron desafíos legales basados en la idea de la “separación de Iglesia y Estado”, supuestamente consagrada en la Primera Enmienda de la Constitución de Estados Unidos, aunque tal cosa no se encuentra allí.
El 17 de noviembre de 1980, después de una reiterada oposición a la expresión religiosa en empresas patrocinadas por el Gobierno, el Tribunal Supremo de Estados Unidos dictaminó por escasa mayoría (cinco a cuatro) la inconstitucionalidad de un estatuto de Kentucky que obligaba a los funcionarios escolares a exhibir una copia de los Diez Mandamientos en todas las aulas de sus escuelas públicas.
Pero el tema se ha vuelto a poner en el tapete, especialmente porque el gobernador republicano de Luisiana, Jeff Landry, firmó un proyecto de ley que exige que todas las aulas de las escuelas públicas del estado exhiban los Diez Mandamientos, ya sea en marcos o como carteles que no midan menos de 28 por 35 cm. El estatuto también exige que se incluya como contexto una declaración de cuatro párrafos que muestre la importancia histórica de los Diez Mandamientos para los documentos fundamentales estadounidenses.
Pareciera que, además de un sincero deseo de educar a los jóvenes sobre los Diez Mandamientos, parte de la razón del esfuerzo legal en este momento se debe a que el Tribunal Supremo ahora cuenta con una mayoría conservadora (seis a tres), que recientemente revirtió el veredicto del caso Roe contra Wade [que legalizó el aborto en 1963], permitiendo que cada estado decida sobre este asunto. ¿Podría emitirse un fallo similar en cuanto a la publicación de los Diez Mandamientos?
La oposición a la ley de Luisiana no se hizo esperar. La Unión Americana de Libertades Civiles y un grupo multirreligioso de nueve familias de Luisiana, cuyos hijos asisten a escuelas públicas, así como la Fundación para la Libertad de Religión y Estadounidenses Unidos por la Separación de la Iglesia y el Estado, presentaron una solicitud de suspensión judicial.
En una instancia similar, el superintendente de Instrucción Pública del Estado de Oklahoma, Ryan Walters, anunció el 27 de junio de 2024 que todas las escuelas de Oklahoma están obligadas a incorporar la Biblia y los Diez Mandamientos en sus planes de estudios. Especificó que “la Biblia es uno de los documentos más importantes utilizados para la Constitución y el nacimiento de nuestro país”. También escribió que “la Biblia es un documento histórico necesario para enseñar a nuestros hijos la historia de este país, para tener una comprensión plena de la civilización occidental, [y] para entender la base de nuestro sistema legal”.
La normativa del superintendente Walters fue recibida con resistencia, incluso por parte de la organización nacional Interfaith Alliance, que afirma proteger las libertades religiosas. Esta declaró: “Se trata de una flagrante coacción religiosa que no debiera tener ninguna cabida en las escuelas públicas de Oklahoma ni de ningún otro estado. La verdadera libertad religiosa significa garantizar que no se permita a ningún grupo religioso imponer su punto de vista a todos los estadounidenses. La gran mayoría de las personas de fe en este país rechazan estos esfuerzos peligrosos e intimidatorios para imponer a la fuerza una agenda nacionalista cristiana en nuestras escuelas, tribunales y Gobierno”.
Sin embargo, esto es un claro ejemplo de revisionismo [intento de replantearse la historia]. Lo verdaderamente peligroso es el esfuerzo por marginar las leyes de Dios de la vida pública. ¿Adónde nos conducirá todo esto? ¿Es que nunca cesará la oposición a la publicación de los Diez Mandamientos? ¿O se acerca un día en que el mundo entero llegará a reconocer estas leyes divinas y la totalidad de la Palabra de Dios, y vivir de acuerdo a ellas?
Una herencia de respeto a Dios y a la Biblia
Recientemente, otros estados de la nación también han intentado aprobar leyes que obliguen a las escuelas públicas a exhibir los Diez Mandamientos en las aulas. En 2023, un proyecto de ley al respecto en Texas no logró ser aprobado. Por otro lado, en 2024 se legalizó un proyecto similar en Utah, después de ser atenuado para que los Diez Mandamientos solamente pudieran figurar en una lista de documentos históricos opcionales para el estudio, que los profesores de historia y gobierno de Estados Unidos pudieran utilizar.
Como ya se ha señalado, varias organizaciones jurídicas y religiosas están alarmadas por el hecho de que la publicación de los Diez Mandamientos o la enseñanza de la Biblia en las escuelas públicas sea una mezcla nefasta de “Iglesia y Estado”, perjudicial para la nación y sus ciudadanos. Pero ciertamente ese no era el punto de vista de los padres fundadores de la nación y de los primeros presidentes, que frecuentemente incluían numerosas referencias a Dios, la Biblia y los mandamientos en sus declaraciones y escritos.
La Declaración de Independencia estadounidense, firmada por 56 valientes padres fundadores en 1776, afirma: “Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad” (énfasis nuestro en todo este artículo). Y apela “al Juez Supremo del mundo por la rectitud de nuestras intenciones . . . con absoluta confianza en la protección de la Divina Providencia”.
George Washington, director de la Convención Constitucional y primer presidente de los Estados Unidos, declaró en su discurso inaugural en 1789: “Ningún pueblo puede estar más obligado a reconocer y adorar la mano invisible que dirige los asuntos de los hombres que el pueblo de los Estados Unidos. Cada paso, por el cual han avanzado hacia el carácter de una nación independiente, parece haber sido distinguido por alguna señal de agencia providencial”.
James Madison, “padre de la Constitución” y cuarto presidente de la nación, declaró en 1785: “Antes de que cualquier hombre pueda ser considerado miembro de la Sociedad Civil, debe ser considerado súbdito del Gobernador del Universo”.
James Wilson, juez del Tribunal Supremo de Estados Unidos y signatario de la Declaración de Independencia, señaló: “La ley humana debe descansar su autoridad en última instancia sobre la autoridad de la ley que es Divina”.
Andrew Jackson, el séptimo presidente de Estados Unidos, dijo: “La Biblia es la roca sobre la que se apoya nuestra república”.
Incluso antes del establecimiento de Estados Unidos como nación independiente, 12 de sus 13 colonias originales incorporaron los Diez Mandamientos a su propio código civil de leyes. Esto demuestra un enorme respeto y honra hacia las palabras de las Sagradas Escrituras como elemento indispensable para un gobierno sabio y recto.
Así pues, debe quedar claro que los padres fundadores no creían en una separación entre la religión y la vida pública, y nunca pretendieron que los documentos rectores de Estados Unidos se situaran en una posición de confrontación con la Biblia y los Diez Mandamientos.
Consecuencias de dar la espalda . . . pero se puede volver atrás
La realidad política de la sociedad estadounidense actual contrasta fuertemente con la intención de los forjadores de su Constitución. Ya en 1962, antes de la decisión (en 1980) de prohibir la exhibición de los Diez Mandamientos en las escuelas públicas, el Tribunal Supremo había dictaminado que la oración en las escuelas públicas era inconstitucional. Luego, en 1963, declaró que la Biblia ya no podía leerse en las aulas de las escuelas públicas. Desde entonces, el abandono de la religión e incluso la hostilidad hacia ella se han acelerado.
Cuando la gente se aleja de Dios y de la Biblia, ¿cuál es la consecuencia? El profeta Oseas escribió: “Mi pueblo fue destruido, porque le faltó conocimiento” (Oseas 4:6). Esto se refiere a la comprensión bíblica, que implica acatar las leyes eternas y espirituales de Dios expresadas en los Diez Mandamientos y otros estatutos intachables. Sin el conocimiento revelado del Creador, los seres humanos se debaten en una ignorancia innecesaria, causándose a sí mismos y a los demás gran angustia y sufrimiento (Isaías 59:7).
No debería sorprender, por tanto, que se hayan producido consecuencias inmorales y corruptas en toda la sociedad. Esto se ve en el creciente apetito de la gente por el sexo fuera del matrimonio, la cohabitación, el “matrimonio” entre personas del mismo sexo, la transexualidad, la pornografía, la violencia, la adicción a las drogas y al alcohol, además de otros males. De hecho, expulsar a Dios y sus mandamientos de la vida pública y privada remece los cimientos mismos de una sociedad exitosa y benefactora.
Noah Webster, autor del famoso Diccionario Webster y a menudo llamado “El padre de la erudición y la educación estadounidenses”, declaró: “Los principios y preceptos morales contenidos en las Escrituras deberían constituir la base de todas nuestras constituciones y leyes civiles. Todas las miserias y males que los hombres sufren a causa del vicio, el crimen, la ambición, la injusticia, la opresión, la esclavitud y la guerra, se deben a que desprecian o descuidan los preceptos contenidos en la Biblia”.
Muy cierto. Y además de las consecuencias autoinfligidas, la Biblia también muestra que Dios traerá juicio sobre las naciones por su flagrante desobediencia a sus leyes. El mundo en general se encuentra en graves problemas; sin embargo, Dios llama a todos al arrepentimiento y al cambio.
¿Cambiará su rumbo Estados Unidos y redescubrirá sus raíces de profundo respeto por la Biblia y los Diez Mandamientos? ¿Se someterán otras naciones a Dios y a sus caminos? Aunque es poco probable que ello ocurra en esta época, ¡usted no tiene por qué seguir a la multitud! Puede acudir a Dios con sincero arrepentimiento y obediencia voluntaria para recibir su profunda y amorosa misericordia (Salmos 33:18-19; 86:5).
Por otro lado, más allá del mundo actual, lleno de problemas, confusión y sufrimiento, se encuentra un periodo muy emocionante que comenzará para toda la humanidad en la segunda venida de Jesucristo y que sustituirá el comportamiento odioso, contencioso y destructivo que ahora aflige a la sociedad en todas partes.
Un mundo venidero de paz y grandes bendiciones
En ese magnífico tiempo venidero, Cristo establecerá el gobierno justo de Dios: el Reino de Dios en la Tierra, en el que sus seguidores de esta era reinarán con él sobre las naciones, comenzando con un período de mil años de justicia y paz (Daniel 2:44; 7:27; Apocalipsis 5:10; 11:15; 20:4-6).
La ley de Dios saldrá de Jerusalén, que será la sede del reinado de Cristo, y la gente dejará de hacer guerra y todo tipo de mal cuando todos lleguen a conocer a Dios y sus caminos (Isaías 2:2-4; 11:1-9). En ese extraordinario tiempo, “la tierra será llena del conocimiento de la gloria del Eterno, como las aguas cubren el mar” (Habacuc 2:14). Y a diferencia de hoy, todo el mundo respetará y obedecerá plenamente los Diez Mandamientos. Comenzando con el pueblo de Israel, el Eterno dice: “Pondré mis leyes en la mente de ellos, y sobre su corazón las escribiré; y seré a ellos por Dios, y ellos me serán a mí por pueblo (Hebreos 8:10; véase Jeremías 31:31-34).
Todo esto será posible cuando la gente del mundo entero reciba el milagroso don del Espíritu Santo (Joel 2:28). Empezando por Israel, Dios dice: “Os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Y pondré dentro de vosotros mi Espíritu, y haré que andéis en mis estatutos, y guardéis mis preceptos, y los pongáis por obra” (Ezequiel 36:26-27).
Así que no solo se exhibirán los Diez Mandamientos en público, ¡sino que se escribirán en el corazón y la mente de la gente! Las leyes de Dios y toda la Escritura serán la base de la educación en todo el mundo, y serán interiorizadas por medio del Espíritu.
Imagínese un mundo en el que todos vivieran según los Diez Mandamientos y las demás leyes de las Escrituras. Uno de los fundadores de Estados Unidos lo hizo: John Adams, el primer vicepresidente de la nación y su segundo presidente, escribió: “Supongamos que una nación en alguna región distante adoptara la Biblia como su único Libro de leyes, y cada miembro regulara su conducta según los preceptos allí expuestos. Cada miembro estaría obligado en conciencia a la templanza, la frugalidad y la productividad, a la justicia, bondad y caridad hacia sus semejantes, la piedad y el amor, y a la reverencia hacia Dios Todopoderoso.
“En esta mancomunidad ningún hombre perjudicaría su salud con glotonería, embriaguez o lujuria . . . Ningún hombre robaría, mentiría ni defraudaría de modo alguno a su prójimo, sino que viviría en paz y buena voluntad con todos los hombres; ningún hombre blasfemaría contra su Creador ni profanaría su culto, sino que en todos los corazones reinaría una piedad y una devoción racionales y varoniles, sinceras y sin afectación. Qué Utopía, qué paraíso sería aquella región” (Diario, 22 de febrero de 1756).
Este maravilloso sueño se hará realidad en el Reino de Dios, cuando todos sean llevados a arrepentirse y obedecer de corazón. En aquel tiempo el mundo estará colmado de armonía (Salmos 96:3; Hechos 15:7; 2 Timoteo 4:17). Jesucristo no solo hará posible que las personas vivan en paz y seguridad y disfruten de gran abundancia física, sino que les dará además la guía e instrucción espiritual, moral y ética indispensables. Ayudando a Cristo en esta tarea crucial estarán los hijos divinos de Dios resucitados, fieles y sabios de esta era, que servirán como maestros, administradores, jueces y líderes (2 Corintios 6:18; Isaías 30:20). Ellos instruirán diligentemente a cada persona en el camino de vida de Dios, en el cual los Diez Mandamientos son fundamentales (Deuteronomio 10:4; Isaías 30:21).
Al obedecer las enseñanzas de Dios, tanto individuos como naciones tendrán una base sólida para cooperar mientras trabajan armoniosamente sirviendo a su Creador y a los demás. La Biblia dice que“Dios bendice a los que guardan su ley” (Proverbios 29:18, Traducción en Lenguaje Actual).
Pero, como dijimos, usted no necesita esperar hasta ese momento para disfrutar los frutos de la alegría y la paz en su vida. Puede volverse a Dios en sincero arrepentimiento y obediencia a los Diez Mandamientos hoy mismo, y experimentar un anticipo de su glorioso reino venidero.
Dios incluso señala el camino hacia ese futuro en los Diez Mandamientos. El cuarto mandamiento, que ordena acordarse del día de reposo y santificarlo, no es solo un recordatorio de Dios como Creador (Éxodo 20:8-11) sino como Libertador de la esclavitud (Deuteronomio 5:12-15). Y el sábado, al final de la semana laboral, simboliza el reinado venidero de mil años de Cristo como descanso del agotador trabajo de esta era (véase Hebreos 3-4 y nuestra guía de estudio gratuita El día de reposo cristiano).
La era del Reino de Dios también está representada por la Fiesta de los Tabernáculos, otra observancia anual ordenada bíblicamente, que este año celebraremos en octubre (Asegúrese de leer “Las fiestas de otoño: Mapa de nuestro futuro supremo”, a partir de la página 8).
Mientras seguimos la instrucción de Cristo de orar a Dios “Venga a nosotros tu reino” (Mateo 6:10) y anticipamos el maravilloso futuro que nos espera, esforcémonos con su ayuda por vivir hoy mismo según las leyes de ese reino, y experimentar así las grandes bendiciones que esto puede traernos a nosotros y a los demás.