Preguntas y respuestas: ¿Enseña la Biblia la doctrina de “una vez salvo, siempre salvo”? ¿Se puede comprobar tal cosa con las Escrituras?

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Preguntas y respuestas

¿Enseña la Biblia la doctrina de “una vez salvo, siempre salvo”? ¿Se puede comprobar tal cosa con las Escrituras?

Algunas personas creen que cuando alguien decide seguir a Jesucristo y lo acepta como su Salvador personal, tiene asegurada desde ese instante la salvación eterna, sin riesgo de perderla. A esto se le conoce como “seguridad eterna”, o como la doctrina de “una vez salvo, siempre salvo”. ¿Es realmente bíblica esta enseñanza? Examinemos las Sagradas Escrituras para ver qué nos dicen al respecto

Aquellos que enseñan o se aferran a esta creencia, usan varias escrituras para intentar probar dicho supuesto. Vamos a analizar un pasaje que con frecuencia se malinterpreta, y luego vamos a ver varios versículos que demuestran que esta doctrina carece de fundamento.

Juan 10:27-29 es un pasaje muy socorrido para enseñar esta doctrina: “Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen, y yo les doy vida eterna; y no perecerán jamás, ni nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, es mayor que todos, y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre”.

Jesús hizo esta afirmación en respuesta a algunos que estaban cuestionando si él era verdaderamente o no el Mesías prometido (Juan 10: 23-24). El tema de estos versículos no tenía que ver con “la seguridad eterna”, sino con el reconocimiento de su identidad como el Mesías.

Él declaró que sus verdaderos seguidores, traídos a él por el Padre, lo aceptaban como Aquel a través del cual recibirían la vida eterna. Por lo tanto, lo reconocían como el Mesías y nadie les iba a arrebatar esa convicción dada por Dios. La respuesta de Jesucristo simplemente declaraba que las personas eran incapaces de comprender quién era él, y que no lo seguirían a menos que el Padre los llevara a él (compare con Juan 6:44).

Los verbos griegos “escuchar” y “seguir” están conjugados en presente. Por lo tanto, Jesús estaba hablando del presente y no específicamente acerca del futuro. Al afirmar que “nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre” (refiriéndose a las ovejas), él quería decir que ninguna fuerza externa (fuera esta Satanás, falsos líderes religiosos o cualquier otra) podría quitárselas. Indudablemente, Jesús no dijo que sus seguidores no podrían fracasar en el último momento por su propia causa. Existen muchos otros versículos que demuestran que es posible haber entendido la verdad en algún momento, y luego dejar de seguir el camino correcto.

Las otras escrituras que se usan para avalar esta falsa enseñanza siguen el mismo patrón y se malinterpretan y aplican incorrectamente. Claramente, basta con una sola escritura que contradiga esta enseñanza para demostrar que no es bíblica. No obstante, podemos encontrar muchos pasajes que enseñan justamente lo opuesto, demostrando que uno debe cumplir, y constantemente tratar de cumplir, ciertas condiciones para recibir de Dios la dádiva de la salvación.

Tenemos la certeza de que Dios nunca nos abandonará ni desamparará como cristianos (Hebreos 13:5). Sin embargo, la Biblia no dice que es imposible que abandonemos o dejemos a Dios o que perdamos el don de la salvación. Repasemos unas cuantas de las muchas escrituras que prueban este punto:

•“Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo” (Mateo 24:13, énfasis nuestro en todo este artículo).

•“Por el cual asimismo, si retenéis la palabra que os he predicado, sois salvos, si no creísteis en vano” (1 Corintios 15:2).

• “Por tanto, es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos. Porque si la palabra dicha por medio de los ángeles fue firme, y toda transgresión y desobediencia recibió justa retribución, ¿cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? (Hebreos 2:1-3).

•“Pero Cristo como hijo sobre su casa, la cual casa somos nosotros, si retenemos firmes hasta el fin la confianza y el gloriarnos en la esperanza” (Hebreos 3:6).

•“Porque somos hechos participantes de Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin nuestra confianza del principio” (Hebreos 3:14).

•“Porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa” (Hebreos 10:36).

•“Mirad por vosotros mismos, para que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis galardón completo” (2 Juan 1:8).

•“Al que venciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones” (Apocalipsis 2:26).

•“He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona” (Apocalipsis 3:11).

•“Porque es imposible que los que una vez fueron iluminados y gustaron del don celestial, y fueron hechos partícipes del Espíritu Santo, y asimismo gustaron de la buena palabra de Dios y los poderes del siglo venidero, y recayeron, sean otra vez renovados para arrepentimiento, crucificando de nuevo para sí mismos al Hijo de Dios y exponiéndole a vituperio” (Hebreos 6:4-6).

•“Porque si pecáremos voluntariamente después de haber recibido el conocimiento de la verdad, ya no queda más sacrificio por los pecados, sino una horrenda expectación de juicio, y de hervor de fuego que ha de devorar a los adversarios” (Hebreos 10:26-27).

Estos son solo algunos ejemplos de versículos que dicen que debemos continuar en la fe hasta el final para ser salvos. Note que algunos versículos dicen “retén lo que tienes para . . .” La salvación está condicionada a que continuemos hasta el fin. Incluso un personaje tan importante como el apóstol Pablo dijo que no tenía asegurada su salvación. En 1 Corintios 9:27 escribió “sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que, habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado”.

La doctrina de la “seguridad eterna” no se encuentra en ninguna página de la Biblia. Todos tenemos que llegar hasta el fin para ser salvos.

Por otro lado, hay muchos versículos que demuestran que siempre y cuando no descuidemos o rechacemos a Dios, podemos acceder a la salvación. No tenemos que vivir en constante aflicción, sino confiar en que Dios nos ve como vencedores. A esto se refería Pablo en Filipenses 1:6: “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo”. Necesitamos quedarnos con Dios en el proceso, continuamente arrepintiéndonos, creciendo y venciendo con su ayuda.

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