¿Por qué llegaron a ser grandes?

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¿Por qué llegaron a ser grandes?

Uno de los monumentos más famosos en Estados Unidos es el Monte Rushmore, un tributo a cuatro de los presidentes más célebres de la nación. ¿Qué fue lo que los hizo ser grandes líderes?

Como primer presidente de la nación, George Washington fue un personaje notable. Cuando tenía 20 años escribió su propio libro de plegarias expresando su fe y devoción a Dios. Rechazó la oferta de ser rey de la nueva nación, porque quería ver cómo ésta llevaba a cabo su experimento de formar una nueva clase de gobierno sin repetir los errores de tantas monarquías.

Él consideraba que Dios y su Palabra eran indispensables para realizar su tarea, diciendo: “Es imposible gobernar justamente al mundo sin Dios y la Biblia” (citado por William Federer, America’s God and Country: Encyclopedia of Quotations [El Dios de los Estados Unidos: Enciclopedia de citas], 2000, p. 660).

El segundo personaje en el Monte Rushmore es Thomas Jefferson, el tercer presidente de la nación y autor de la Declaración de Independencia, que afirma:  “Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”.

En su segunda presentación inaugural, en 1805, él declaró: “Necesito el favor de Aquel ser en cuyas manos estamos, quien guió a nuestros antepasados, así como al antiguo Israel, desde su tierra natal, y los estableció en un territorio donde fluían todas las comodidades necesarias para la vida, y protegió nuestros inicios con su Providencia . . . y les pido que se unan a mí en súplicas para solicitar su benevolencia” (ibídem, p. 327).

Abraham Lincoln, el decimosexto presidente de los Estados Unidos, también ocupa un lugar de honor en el Monte Rushmore. Conocido como “Abbe el Honesto”, una vez escribió: “Yo creo que la Biblia es el mejor regalo que Dios le ha dado a la humanidad. Todo lo bueno que el Salvador le entregó al mundo fue comunicado a través de este Libro” (ibídem, p. 338).

Y aunque la mayor parte de su presidencia fue consumida por una amarga guerra civil, él instituyó el primer día nacional de agradecimiento a Dios, que se ha celebrado desde entonces como el Día de Acción de Gracias. Tristemente, Lincoln fue asesinado poco después de comenzar su segundo periodo presidencial. Su esposa comentó más tarde que en el mismo momento en que fue baleado, estaba diciéndole a ella lo mucho que deseaba “visitar la Tierra Santa y ver esos lugares santificados por las huellas del Salvador” (ibídem, p. 391).

El último de los cuatro presidentes en el Monte Rushmore, y el vigésimo sexto de la nación, es Theodore (Teddy) Roosevelt. Al igual que los otros presidentes citados anteriormente, él respetaba mucho la Palabra de Dios, y dijo: “Un conocimiento amplio de la Biblia vale más que una carrera universitaria” (ibídem, p. 540).

En su segundo discurso inaugural, en 1905, dijo: “Ningún pueblo sobre la faz de la Tierra tiene más razones para estar agradecidos que el nuestro, y esto lo digo respetuosamente, sin ningún espíritu de jactancia en cuanto a nuestra propia fuerza, sino que con gratitud al Dador de todo lo bueno, que nos ha bendecido” (ibídem).

¿Qué podemos aprender de estos hombres? Muchísimo. Vivimos en un mundo aquejado profundamente de una crisis de liderazgo, por lo que en esta edición examinaremos lo que hace a un verdadero líder. Cuando consideramos los rasgos de grandes líderes como éstos, vemos que un denominador común fue su humildad y un corazón dispuesto a servir a los demás, derivado de un profundo respeto a Dios y a su Palabra. Lamentablemente, gran parte del mundo se ha olvidado (o nunca se ha enterado) de que estas características ¡son el meollo del verdadero liderazgo!                           

-Scott Ashley, Editor