Matrimonio
¿Quién ganará la batalla?
Cierta serie de televisión estadounidense podría reconfigurar la perspectiva que tienen nuestros hijos en cuanto al matrimonio y la familia. La comedia Familia Moderna (Modern Family), de la cadena de televisión ABC, ya se encuentra en su cuarta temporada. Su trama ficticia retrata las vidas familiares de Jay Pritchett y de sus hijos adultos, Claire y Mitchell Pritchett, que viven en Los Ángeles, California.
Jay se ha divorciado de su esposa de muchos años y se ha vuelto a casar con Gloria, una mujer mucho más joven, a la cual ayuda en la crianza de Manny, su hijo preadolescente. Claire es dueña de casa y madre en una familia tradicional y está casada con Phil Dunphy, con quien tiene tres hijos. Y Mitchell . . . bueno, él es un caso completamente distinto.
Pero esta breve descripción pasa por alto algunos elementos muy importantes de la trama. Jay se entretiene burlándose de Gloria, nacida en Colombia, y especialmente del hijo de ella, Manny. El esposo de Claire se siente atraído por Gloria, la esposa de su suegro. Mitchell, el hijo de Jay, es homosexual, y junto a su pareja, Cameron Tucker, crían a Lily, una bebita vietnamesa adoptada.
Y esto no es todo: los productores de Familia Moderna pretenden representar humorísticamente al supuesto 94 por ciento de las familias estadounidenses actuales, catalogadas por los sociólogos como disfuncionales.
Desde luego, quienes no consideran que su familia encaja en la categoría personificada en esta serie televisiva se sienten acongojados por lo que ahora se considera algo típico y normal. No obstante, los productores y ejecutivos de la red auspiciadora parecen haber llegado a la conclusión de que aunque el show no sea un retrato fidedigno de la familia estadounidense moderna, igual es divertido para los televidentes y genera jugosas ganancias económicas.
Increíblemente, Familia Moderna es uno de los shows de más alta sintonía de la cadena ABC, y a menudo se ubica en el primer lugar entre los shows más vistos por adultos mayores de 50 años. El show ha ganado premios Emmy a la mejor comedia, al mejor actor y la mejor actriz secundarios en una serie de comedia, y al mejor guión y dirección de una serie de comedia.
Nada mal para un solo programa televisivo, pero ¿qué beneficios aporta un programa de este tipo, espiritualmente hablando?
Aunque muchos lo desconocen, o simplemente no les importa, es indispensable darse cuenta de que se está librando una batalla por el control de nuestra mente y la de nuestros hijos, gran parte de la cual se lleva a cabo a través de la televisión. Y en el centro mismo de ello se encuentra la peligrosa batalla por la institución del matrimonio y la familia, según Dios la ordenó.
Desmoronamiento de los cimientos sociales
De acuerdo a la historia y a la Biblia, el matrimonio y la familia tradicional son los cimientos de una sociedad estable. Una vez que éstos se fracturan, las naciones se erosionan y corren el peligro de autodestruirse.
La verdad es que los seres humanos estamos hechos para funcionar mejor como familias. Somos criaturas sociales y disfrutamos compartiendo nuestra vida con otros. Dios es una familia, compuesta en la actualidad por el Padre y el Hijo. Dios nos creó para vivir en familia, separarnos de nuestros padres y madres, casarnos y tener hijos (Génesis 1:27-28; 2:24).
Sin embargo, como sociedad nos hemos alejado enormemente de los deseos de Dios. Examinemos unos cuantos hechos muy lamentables:
• Más y más parejas están viviendo juntas sin casarse.
• Entre quienes llegan a casarse, un abismante porcentaje se divorcia (en los Estados Unidos, esto equivale a la mitad de los matrimonios).
• Uno de cada cinco niños nace de una madre soltera en los Estados Unidos.
• Tres de cada cinco niños nacidos este año vivirán en un hogar con un solo padre, al menos durante una parte de su infancia.
• Solo un 25 por ciento de los estadounidenses vive en una estructura familiar tradicional.
• Aproximadamente un 50 por ciento de los estadounidenses define como familia a una pareja del mismo sexo, con hijos.
Y como si esto fuera poco, tenemos los matrimonios entre homosexuales. Los activistas homosexuales intentan redefinir la institución matrimonial establecida por Dios, valiéndose de la complicidad de los medios de comunicación y el proceso político para obtener reconocimiento y apoyo.
El presidente Obama hizo historia el 2 de mayo de 2012, cuando se convirtió en el primer mandatario estadounidense en ejercicio que anunció apoyo al matrimonio entre parejas homosexuales (sin embargo, cuando postulaba al Senado en 2004, declaró que el matrimonio es algo sagrado entre un hombre y una mujer, y reforzó esta creencia cuando postulaba a la presidencia en 2008, afirmando que el matrimonio es una unión sagrada entre un hombre y una mujer –como efectivamente lo es).
Cuán lamentable fue ver más tarde al presidente abogando por la inmoralidad y escuchar a la primera dama, Michelle Obama, alabando a los homosexuales y declarándolos “estadounidenses que pueden sentirse orgullosos de ser lo que son y pararse valientemente ante el altar con la persona que aman”, comparándolos con otras personas que se han esforzado duramente por alcanzar el “sueño americano”.
Hasta hace muy poco tiempo, esto hubiese sido inconcebible en los Estados Unidos. Pero en este país se fragua una perniciosa agenda social y liberal en todos los niveles de la sociedad, que ha ido allanando el camino con la especial ayuda de los poderosos medios de comunicación.
La influencia de la televisión en el pensamiento y la conducta
A la hora de promover valores equivocados, ¡la televisión tiene un lugar asegurado en el podio de la vergüenza! Los responsables de la programación a menudo se aprovechan de la debilidad del ser humano y las emociones y hábitos más básicos de la sociedad humana, dirigiendo su pluralismo amoral a un público adormecido.
Los shows televisivos tienen gran influencia sobre la forma que la gente piensa y actúa. Nos guste o no, los medios de comunicación (y la televisión en particular) en Estados Unidos y en muchos otros países están ayudando a reestructurar sutilmente los valores y las normas sociales.
Un artículo en The Wall Street Journal, titulado “Under the Influence: How the Group Changes What We Think” (Bajo la influencia: Cómo la relación grupal puede cambiar nuestra manera de pensar), afirmó: “¿Cómo fue que tantas personas comenzaron a decir ‘¡Increíble!’, o empezaron a usar botas con broches metálicos? Estos son ejemplos de cómo el comportamiento de las personas es modificado por lo que quienes las rodean consideran apropiado, correcto o deseable” (Shirley Wang, mayo 3, 2012).
El artículo continúa: “Algunos investigadores están estudiando cómo se establecen los patrones conductuales en grupos y cómo evolucionan a través del tiempo, con la esperanza de poder ejercer mayor influencia en temas como la promoción de hábitos de salud, la publicidad de productos y la disminución de los prejuicios.
“Los psicólogos investigan cómo las normas sociales, que a menudo son las reglas tácitas o no habladas de un grupo, transforman no solo nuestra conducta, sino también nuestra actitud. Las normas sociales determinan incluso aquellas preferencias que se consideran privadas, tales como la música que nos gusta o los reglamentos que apoyamos. La idea aceptada es que si se interviene aprovechando las presiones grupales que ya existen, es posible modificar actitudes y cambiar comportamientos con menos esfuerzos y recursos.
“Las normas cumplen con un propósito humano básico, el de ayudarnos a distinguir quién es parte del grupo y quién es un extraño. El comportarse de manera que al grupo le parezca adecuada es una forma de demostrar a los demás y a uno mismo que uno sí pertenece al grupo”.
¿La nueva normalidad?
Este tema alusivo a los cambios sociales nos lleva a otro show de televisión aparecido recientemente en Estados Unidos. Se trata de la nueva comedia de la cadena NBC, The New Normal (La nueva normalidad), que según informa Maggie Furlong en el sitio web de noticias The Huffington Post, “ya se anotó un triunfo sobre la competencia. Este programa ha tenido el singular honor de ser el primer show de la temporada que sufre un boicot” (“The New Normal”, julio 24, 2012).
Evidentemente en desacuerdo con el boicot, ella pregunta: “¿Se justifica esta acción?” Y luego responde: “No, si uno apoya la igualdad, los derechos de los homosexuales y las interpretaciones particulares de situaciones tradicionales en las comedias de televisión. El personaje femenino principal, Goldie, interpretado por Georgia King, dice en todos los comerciales: ‘La familia es la familia, y el amor es el amor’. Este es un momento muy conmovedor [según la opinión de Furlong], y no es el único de su tipo en este show piloto tan bien realizado. ¿Por qué, entonces, hay gente haciendo un llamado a boicotear el programa?” (Ella se refiere específicamente a grupos conservadores que se oponen a este tipo de programas).
Tal vez el boicot se deba a que el show gira en torno a una pareja de hombres homosexuales que tiene un bebé a través de una madre sustituta (Goldie, mencionada anteriormente), ¡y esto es algo que ahora se considera “normal”!
“‘Esto es lo normal ahora –no es algo que ocurrirá en el futuro’, agregó uno de los actores, Justin Bartha, al manifestar su frustración frente al boicot. ‘Es lo que la gente está viviendo en la actualidad’” (ídem).
Ali Adler, una de las productoras ejecutivas del show, “lesbiana y madre, dijo que le había preguntado a su hijo qué opinaba acerca ‘de los asuntos homosexuales’ en el show y que su respuesta había sido: ‘Los genitales no tienen importancia, todos los corazones funcionan igual’” (ídem). ¡Qué manera de cambiar la premisa del argumento! ¿Quién podría poner en duda que el corazón es lo más importante?
¿Es que a nadie le importa lo que piensa Dios, el Creador del corazón y las demás partes de la anatomía humana? Si los seres humanos dejan fuera del panorama a Dios y a su Palabra, entonces la verdad no es otra cosa que la perspectiva o los gustos personales de cada cual. Sin embargo, si uno se basa en la verdad absoluta de Dios, el engaño sale a la luz.
A través de la Escrituras, Dios dice que su camino es el modelo estándar —lo verdaderamente normal— y que, por el contrario, nuestro camino apartados de él es corrupto y peligroso (Jeremías 17:9; Proverbios 14:12). Él diseñó a los seres humanos para que lo honraran mediante la observancia de sus leyes (Mateo 5:19), que son el conjunto de normas sociales conducentes al bienestar de todos. Guardar la ley de Dios nos hace ser felices (Proverbios 29:18).
El camino de Dios no es nuevo; ha existido y existirá eternamente (Hebreos 13:8; Isaías 57:15). Por lo tanto, cuando la verdad de Dios según se presenta en su Palabra es incluida adecuadamente en la ecuación, la así llamada “nueva normalidad” queda al descubierto como algo artificioso y perpetuado por los seres humanos para su propio perjuicio.
Dios diseñó el matrimonio con un gran propósito
Desde luego, el abogado y partidario más acérrimo de la familia, nuestro Dios Todopoderoso, es quien ha protestado durante más tiempo en contra del cambio de las normas sociales que afectan al matrimonio y la familia. Después de crear a Adán y Eva, Dios dijo: “Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne” (Génesis 2:24). Jesucristo reforzó esto en Mateo 19:4-5, donde se refirió al matrimonio como a una unión entre un hombre y una mujer, autorizada por Dios.
Dios diseñó el matrimonio para establecer la entidad familiar. La Biblia nos dice que él creó a los seres humanos como varón y hembra con un gran propósito en mente: “Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. Y los bendijo Dios, y les dijo: ‘Fructificad [tengan hijos] y multiplicaos [aumenten en número como familia]; llenad la tierra, y sojuzgadla’” (Génesis 1:27-28; vea Malaquías 2:15).
Dios es el único ser que tiene la última palabra en cuanto a la institución del matrimonio. Él hizo a los seres humanos para su propósito; estamos diseñados para vivir en pareja y procrear, no como los animales, sino para aprender cómo debe vivir una familia en armonía, compartiendo nuestras vidas con nuestros cónyuges y otros parientes y ayudándonos mutuamente, como Dios
nos instruye.
La Biblia muestra también que la institución física del matrimonio fue creada para representar una relación espiritual mucho más sublime, la de Jesucristo y su pueblo. El apóstol Pablo lo explica así: “. . . porque somos miembros de su cuerpo, de su carne y de sus huesos. Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la iglesia. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo; y la mujer respete a su marido” (Efesios 5:30-33, énfasis nuestro).
De igual manera, la familia física representa la familia divina de Dios, de la cual él quiere que todos formemos parte. “Yo seré un padre para ustedes, y ustedes serán mis hijos y mis hijas, dice el Señor Todopoderoso” (2 Corintios 6:18, Nueva Versión Internacional). (Solicite o descargue de Internet nuestros folletos gratuitos Por qué existimos y Cómo tener una vida plena).
Pero aunque la relación familiar moderna se halla en peligro y la batalla por la institución divinamente ordenada del matrimonio se encuentra en pleno apogeo, Dios no ha olvidado sus promesas de restaurar la institución del matrimonio y la maravillosa entidad familiar. Fíjese en lo que él dijo en Malaquías 4:4-6: “Acordaos de la ley de Moisés mi siervo, al cual encargué en Horeb [Monte Sinaí] ordenanzas y leyes [incluyendo las leyes de Dios relativas al matrimonio y las relaciones sexuales] para todo Israel. He aquí, yo os envío el profeta Elías [una obra de restauración al final de los tiempos], antes que venga el día del Eterno, grande y terrible. Él hará volver el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, no sea que yo venga y hiera la tierra con maldición”.
¿Quién ganará la batalla por el matrimonio?
Nadie defiende a la familia más tenazmente que el mismo Dios Todopoderoso. Él diseñó, creó e instituyó la familia desde tiempos inmemoriales. Sin embargo, existen fuerzas en el reino espiritual que desean interferir con el propósito de Dios o destruirlo: se trata de los demonios, los ángeles caídos liderados por Satanás.
La batalla actual por el matrimonio es constante y se deriva de la influencia de Satanás sobre la humanidad, y de su profunda envidia e ira por el destino final de ésta. Él sabe que el propósito de Dios para los seres humanos es que éstos finalmente se conviertan en hijos mismos de Dios, un destino muy superior al de los ángeles.
Satanás el demonio es la causa subyacente de la transformación moral de nuestra sociedad. Él influye sobre los seres humanos para que hagan el mal, con la esperanza de que eventualmente se autodestruyan.
Por supuesto que referirse a los trastocados valores morales como “influencia satánica” puede sonar poco realista y absolutamente pasado de moda en una cultura que está convencida de saber cómo deben hacerse las cosas. Pero el hombre se encuentra bajo el engaño de Satanás, influenciado por él para rebelarse contra Dios (Apocalipsis 12:9; 1 Juan 5:19; Romanos 8:7).
Como resultado, nuestro egoísmo y miopía producen estas perniciosas consecuencias: “Porque habrá hombres amadores de sí mismos . . . aborrecedores de lo bueno . . . infatuados, amadores de los deleites más que de Dios” (2 Timoteo 3:2-4). La gente desea exageradamente disfrutar los placeres del pecado y no quiere que nada ni nadie interrumpa o impida sus propósitos (Hebreos 11:25).
Pero a pesar de que el mundo actual está gobernado por el demonio, la victoria de Dios está asegurada. Y aunque no se vean señales de ello, la guerra por el matrimonio ya ha sido ganada y sellada con la victoria de Jesucristo sobre Satanás, especialmente mediante la crucifixión del Hijo de Dios, mediante la cual ha sido pagada la pena del pecado (compare Mateo 4:11; Juan 19:30).
Dios intervendrá para salvarnos de nosotros mismos
Dios no será burlado por Satanás y sus demonios ni por simples seres humanos, a pesar de todas las formas de influencia que ellos utilizan para corromper una sociedad que ya está condenada a la autodestrucción. “No se engañen: de Dios nadie se burla. Cada uno cosecha lo que siembra. El que siembra para agradar a su naturaleza pecaminosa, de esa misma naturaleza cosechará destrucción; el que siembra para agradar al Espíritu, del Espíritu cosechará vida eterna” (Gálatas 6:7-8, NVI).
¿Conoce usted al verdadero Dios, aquel que nos advierte sobre el ataque a la institución del matrimonio perpetrado en estos tiempos modernos? Él nos dice que abandonemos nuestros caminos equivocados, asegurándonos que sus planes y propósitos sí tendrán éxito:
“Buscad al Eterno mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Eterno, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar.
“‘Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos’, dijo el Eterno. ‘Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos. Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié’” (Isaías 55:6-11).
Sin importar qué errores haya cometido en su vida y su matrimonio, Dios le asegura que esos errores pueden ser corregidos. Él está dispuesto a ayudarle y a mostrarle el camino a seguir. También nosotros estamos empeñados en esa tarea, para lo cual hemos incluido muchos artículos útiles en esta edición y en nuestro sitio de Internet.
Dios ganará la batalla por el matrimonio (de hecho, él ya la ha ganado mediante el sacrificio de Jesucristo), sin importar cuán desalentadora parezca ser esa batalla actualmente. Hay esperanza, y ella es Jesucristo resucitado, a quien Dios enviará de regreso a la Tierra para salvarnos de nosotros mismos.
¡Que Dios abra nuestras mentes y corazones para reconocer sus vivificantes verdades acerca de cómo ganar la batalla por el matrimonio!