La oración de un niño es importante para Dios
Hace poco le compré una muñeca a mi pequeña nieta, Stella Rose. Alguien comentó que le recordaba a las Muñecas Repollo (Cabbage Patch Dolls). Ese comentario me trajo recuerdos buenísimos.
Años atrás, cuando mi hija Michelle tenía cuatro años, las Muñecas Repollo eran muy populares. Todas sus amigas tenían una, pero eran demasiado caras para nosotros. Costaban aproximadamente 45 dólares en ese tiempo, y el dinero apenas nos alcanzaba para comer, por lo que definitivamente no teníamos esa cantidad de dinero para gastar en una muñeca. Le dije a mi hija que orara al respecto, y así lo hizo.
El fin de semana siguiente mi hija recibió no solo una, ¡sino dos Muñecas Repollo! Una se la regaló la mamá de una de sus amigas en la Iglesia, y al día siguiente su abuela le regaló la otra, ambas nuevas y distintas. Ahora, 36 años después, mi hija aún tiene esas muñecas. Ambas son un símbolo de cuánto Dios la quería y de su dulce petición cuando era niña. ¡Yo considero esas muñecas un regalo de Dios!
Dios valora muchísimo a nuestros hijos, y Jesús lo demostró: “Él llamó a un niño y lo puso en medio de ellos. Entonces dijo: Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos. Y el que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí” (Mateo 18:2-5, Nueva Versión Internacional).
Cuando la gente le traía niños pequeños a Jesús “para que pusiera sus manos sobre ellos y orase”, sus discípulos la reprendían y le decían que se fuera. Pero Jesús los corrigió: “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos. Después de poner las manos sobre ellos, se fue de allí” (Mateo 19:13-15, NVI).
Además les dijo a sus discípulos: “Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 18:10). Dios desea tener una relación con sus hijos, por lo que debe enseñarles a orar.
Aquí hay unos cuantos ejemplos de cómo enseñarles:
Comience a darles ejemplos de la Biblia de cuán valiosos son para Dios.
Dígales que le hablen a Dios tal como lo hacen con su mamá y su papá.
Enséñeles mediante su ejemplo, orando con ellos.
Anímelos a orar por sus amigos y familia.
Enséñeles a agradecerle a Dios por todas las cosas que tienen.
Cuénteles las veces que Dios ha contestado sus oraciones.
Enséñeles que pueden hablar con Dios todo el día y que él siempre está dispuesto a ayudarlos.
Recuérdeles que siempre deben pedirle a Dios que los proteja a ellos y a su familia a lo largo del día, y que proteja también sus mentes.
Dígales que está bien pedirle a Dios alguna bendición personal, como mi hija lo hizo con su Muñeca Repollo.
Enséñeles a pedir sabiduría. Léales el relato de Salomón, y cuanto deseaba él tener sabiduría más que cosas materiales, y que Dios lo bendijo con ambas.
Lo más importante de todo, enséñeles cuán especiales son para Dios y que él desea que hablen con él.
Enséñeles que algunas veces Dios contesta nuestras oraciones en formas que no nos imaginamos o comprendemos, pero que él siempre sabe lo que es mejor para nosotros.
Romanos 8:28 dice: “Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”.
¡Mi hija Michelle es una mujer que ora hasta el día de hoy! Ella sabe que Dios contesta las oraciones, aunque a veces no tan rápido como pasó con sus muñecas: sus oraciones para tener un hijo no fueron contestadas por ocho años. Pero ella oró con convicción, sabiendo que Dios sabe lo que es mejor para ella.
Por lo tanto, enséñeles a sus hijos a orar ¡porque ellos son importantes para Dios!