La Navidad
Su historia desconocida
La gente celebra la Navidad prácticamente en todas partes. Pero ¿sabía usted que la Navidad y muchas de sus costumbres y adornos no aparecen en ninguna parte de la Biblia?
Los historiadores nos dicen que la celebración de la Navidad provino de orígenes cuestionables. William Walsh (1854-1919) resume los orígenes y prácticas de esta festividad en su libro The Story of Santa Klaus (La historia de Santa Claus): “Recordemos que la fiesta de Navidad . . . es una evolución gradual de costumbres que preceden por mucho la era cristiana . . . fue superpuesta sobre festividades paganas, y muchas de sus observancias son solo ceremonias paganas que fueron adaptadas al cristianismo” (1970, p. 58).
¿Cómo pudieron estas prácticas paganas ser incorporadas a una de las principales celebraciones de la iglesia? ¿Cuáles fueron estos “festivales paganos” que pasaron a formar parte de las costumbres navideñas a través de los siglos?
Los antiguos orígenes de las costumbres navideñas
Durante el siglo ii a. C., los griegos practicaban ritos en honor al dios Dionisio (también llamado Baco). El nombre en latín de esta celebración era Bacchanalia. El Senado romano prohibió la observancia de este festival en 186 a. C. debido a las orgías nocturnas asociadas con él; sin embargo, debido a su gran popularidad, les tomó a los senadores varios años alcanzar dicha meta.
Suprimir una festividad era algo inusual para los romanos, ya que posteriormente el imperio se volvió un crisol de muchos tipos de dioses y adoraciones. Tal como los romanos asimilaron la cultura, el arte y las costumbres de los pueblos que absorbieron en su imperio, también adoptaron sus prácticas religiosas.
Además de las Bacanales, los romanos celebraban otra festividad, la Saturnalia, “en honor a Saturno, el dios del tiempo, [la cual] comenzaba el 17 de diciembre y duraba siete días. Generalmente estas también culminaban con tumultos y desorden, por lo que las palabras Bacanales y Saturnales adquirieron más tarde una reputación siniestra” (ibídem, p. 65).
La razón de la mala reputación de las Saturnales es reveladora. En la mitología pagana, Saturno era “un antiguo dios-rey de la agricultura, quien, según se presume, se comió a sus propios hijos para prevenir un regicidio [ser asesinado mientras fuese rey]. Y Saturno era homólogo de Baal, dios de Cartago, cuya desvergonzada efigie con cuernos contenía un horno en el cual se sacrificaban niños para alimentarlo” (William Sansom, A Book of Christmas [Libro sobre la Navidad], 1968, p. 44).
Celebraciones del solsticio de invierno
Estas dos antiguas celebraciones eran observadas alrededor del solsticio de invierno, el día más corto del año. “De los romanos también provino otro elemento fundamental de la Navidad: la fecha, el 25 de diciembre. Cuando el calendario juliano fue proclamado en 46 C. E. [d. C], una práctica que ya era común se convirtió en ley: se designó el 25 de diciembre como la fecha del solsticio de invierno. Más adelante, las reformas al calendario causarían que el solsticio astronómico fuera cambiado al 21 de diciembre, pero la irresistible influencia de la fecha previa continuaría” (Tom Flynn, The Trouble with Christmas [El problema con la Navidad], 1993, p. 42).
Inmediatamente después de las Saturnales, los romanos marcaron el 25 de diciembre con una celebración llamada Brumalia o Brumales. Se cree que la palabra bruma pudo haberse derivado del vocablo en latín brevissima, que significa breve o corto, denotando el día más corto del año.
¿Por qué fue tan significativo este periodo? “El periodo del solsticio de invierno ha sido siempre una temporada importante en la mitología de todos los pueblos. El sol, dador de vida, está en su punto más bajo. Es el día más corto del año . . . En el punto más bajo del solsticio, la gente debe ayudar a los dioses por medio de ceremonias de imitación mágicas y religiosas. El sol comienza a regresar triunfante. Estos días se alargan y, a pesar de que el invierno continúa, la primavera nuevamente es algo posible. Para toda la gente, es una época de gran festejo” (Gerald y Patricia Del Re, The Christmas Almanac [Almanaque de la Navidad], p. 15).
Los primeros cristianos no tenían conocimiento de la Navidad como la entendemos hoy en día. En el transcurso de los siglos siguientes, nuevas celebraciones no bíblicas tales como Navidad y Pascua de Resurrección fueron incorporadas gradualmente al cristianismo tradicional. La historia muestra que estos nuevos días fueron impuestos a la fuerza, mientras que los días de fiesta bíblicos (descritos en Levítico 23) fueron sistemáticamente rechazados.
El mensaje de Jesucristo y los apóstoles (“el evangelio del reino de Dios”, Marcos 1:14-15) pronto se desvaneció. La celebración de la Navidad desvió el enfoque del cristianismo en el regreso prometido de Cristo y lo cambió por el de su nacimiento. Pero ¿es esto lo que la Biblia les instruye hacer a los cristianos?
Cómo se estableció la fecha de la Navidad
Gerald y Patricia Del Re explican cómo el 25 de diciembre evolucionó hasta convertirse en una celebración romana oficial: “Las Saturnales y las calendas [las lunas nuevas, en este caso de enero] eran las celebraciones más familiares de los primeros cristianos, del 17 al 24 de diciembre y del 1 al 3 de enero, respectivamente, pero la tradición de celebrar el cumpleaños de Cristo el 25 de diciembre fue introducida en Roma a través de Persia. Mitra, el dios persa de la luz y los contratos sagrados, había nacido de una roca el 25 de diciembre. Roma era famosa por sus flirteos con dioses y cultos extraños, y en el siglo iii [274] el emperador Aureliano, quien no era cristiano, estableció la fiesta de Dies Invicti Solis, el Día del Sol Invencible, el 25 de diciembre.
“Mitra era una personificación del sol, por lo que este periodo de su renacimiento era un día sumamente importante en el mitraísmo, que se había convertido en la última religión oficial de Roma bajo el patrocinio de Aureliano. Se cree que el emperador Constantino ejerció el mitraísmo hasta el momento de su conversión al cristianismo. Probablemente él fue instrumental para asegurar que la fiesta principal de esta antigua religión se transfiriera a su nueva fe” (The Christmas Almanac, 1979, p. 17).
A pesar de que es difícil determinar la primera vez que alguien celebró el 25 de diciembre como la Navidad, los historiadores en general están de acuerdo en que ocurrió en algún momento del siglo iv d. C.
Esta fecha es asombrosamente tardía. La Navidad no se observó en Roma, la capital del imperio, hasta aproximadamente 300 años después de la muerte de Cristo, y sus orígenes no han podido ser rastreados hasta las enseñanzas y prácticas de los primeros cristianos. La introducción de la Navidad representó un significativo alejamiento de “la fe que ha sido una vez dada a los santos” (Judas 3).
Influencias europeas en las costumbres navideñas
Si bien la Navidad ya había sido oficialmente establecida en Roma para el siglo iv d. C, hubo otra celebración pagana que más tarde influenció grandemente las numerosas costumbres navideñas que se observan hoy en día. Esa festividad era el festival teutónico de Yule (de la palabra nórdica para “rueda”, que simbolizaba el ciclo anual).
“A medida que el cristianismo se diseminó y llegó al norte de Europa, se encontró con la observancia de otro festival pagano que se celebraba en diciembre para honrar al dios sol. Este era el festival de Yule de los nórdicos, que duraba doce días. Durante este tiempo se hacían fogatas con leña para ayudar al renacimiento del sol. Se decoraban santuarios y otros lugares sagrados con vegetación como acebo, hiedra y laurel, y era una ocasión para festejar y beber.
“Igualmente antigua era la costumbre de los druidas, la casta de sacerdotes de los celtas de Francia, Gran Bretaña e Irlanda de la Antigüedad, de decorar sus templos con muérdago, el fruto del roble, que ellos consideraban sagrado . . . En el siglo viii, San Bonifacio persuadió [a las tribus germánicas] de [adoptar] el árbol de Navidad, un árbol de abeto adornado en honor del niño Cristo . . . Los inmigrantes alemanes fueron quienes llevaron la costumbre a Estados Unidos” (L. W. Cowie y John Selwyn Gummer, The Christian Calendar [El calendario cristiano], 1974, p. 22).
A los conversos se les dijo que, en vez de adorar al dios sol, adoraran al Hijo de Dios. El enfoque de la festividad cambió sutilmente, pero las costumbres paganas tradicionales permanecieron básicamente iguales. A las costumbres religiosas antiguas que involucraban acebo, hiedra, muérdago y árboles de hoja perenne se les dieron significados “cristianos” inventados. Debemos tener en mente que Jesucristo nos insta a estar en guardia ante las cosas que se disfrazan de algo que no son (Mateo 7:15; compare con Isaías 5:20; 2 Corintios 11:13-15).
Las raíces de las costumbres modernas
Muchas de las otras costumbres y tradiciones navideñas no son más que simples remanentes de celebraciones antiguas.
Y sabiendo lo que ya hemos aprendido de los antiguos orígenes precristianos de la Navidad, no debiera sorprendernos descubrir que Papá Noel no es nada más que un personaje reciclado de creencias antiguas vinculadas a los festivales paganos que se celebraban a mediados del invierno.
Los adornos asociados con Papá Noel –su vestimenta de piel, el trineo y los renos– indican que su origen se remonta al clima frío del lejano norte. Algunas fuentes rastrean su origen a los dioses Wotan y Thor del norte de Europa . . . (4000 Years of Christmas [4000 años de Navidad], Earl and Alice Count, 1997, pp. 56-64). Otros los rastrean incluso hasta mucho más atrás en la historia, hasta el dios romano Saturno (honrado en el festival de invierno llamado Saturnalia) y el dios griego Sileno (Walsh, pp. 70-71).
¿Y qué hay de otras costumbres y símbolos comúnmente asociados con la Navidad? ¿Dónde se originaron? “En el año nuevo romano (1 de enero), las casas eran decoradas con vegetación y luces, y se les daban regalos a los niños y a los pobres. A estas observancias se sumaron los ritos germanos y célticos de Yule . . . La comida y la buena compañía, el tronco y los pasteles de Yule, la vegetación y los árboles de abeto, los regalos y saludos, conmemoraban diferentes aspectos de esta temporada festiva. Las fogatas y luces, símbolos de calidez y larga vida, han estado siempre asociadas con el festival de invierno” (Encyclopaedia Britannica, edición decimoquinta, Micropaedia, vol. 2, p. 903, “Christmas” [Navidad]).
“A mediados de invierno, las ideas del renacimiento y la fertilidad eran sumamente importantes. En las nieves de invierno, el árbol de hoja perenne era un símbolo de la vida que regresaría en la primavera, por lo que este era utilizado como decoración . . . la luz era importante para disipar la creciente oscuridad del solsticio, por lo que se encendía un leño de Yule con los restos del leño del año anterior . . . Como muchas costumbres perdieron las razones religiosas por las cuales existían, pasaron a formar parte del ámbito supersticioso, transformándose en tradiciones para la buena suerte y posteriormente en costumbres sin una base racional. Por tanto, el muérdago ya no era adorado pero finalmente se convirtió en una excusa para actividades más bien no religiosas” (Del Re, p. 18).
“Los regalos de Navidad en sí nos recuerdan los obsequios que se intercambiaban en Roma durante las Saturnales. Se puede añadir además que en Roma los obsequios generalmente tenían forma de velas de cera y de muñecas, y estas últimas representaban los sacrificios humanos que una vez se le ofrecieron a Saturno. ¡Es muy extraño pensar que en nuestros obsequios de Navidad estamos preservando otra forma de una de las costumbres más salvajes de nuestros barbáricos ancestros!” (Walsh, p. 67).
Cuando vemos cómo estas costumbres se han perpetuado en la actualidad por medio de la observancia de la Navidad, no deben quedarnos dudas sobre los orígenes de esta festividad. La Navidad es una variada colección de formas de adoración paganas recubiertas con un barniz de cristianismo.
Acomodándose a un pueblo pagano
¿Cómo, podemos preguntarnos, llegaron a ser tan ampliamente aceptadas por el cristianismo estas costumbres paganas? Tales ritos y prácticas no cristianas fueron asimiladas, convirtiéndose en un nuevo festival religioso que supuestamente celebraba el nacimiento de Cristo. William Walsh describe este proceso y la racionalización que lo sustenta: “Esto no fue solo un accidente. Fue una medida necesaria en un tiempo en que la nueva religión [el cristianismo] estaba imponiéndose sobre personas profundamente supersticiosas. Para poder acomodar a los recién convertidos a la nueva fe, y para que el rompimiento con los lazos del pasado fuera lo menos doloroso posible, se retuvieron estas reliquias del paganismo de una manera modificada . . .
“Por lo tanto, vemos que cuando el papa Gregorio (540-604) envió a San Agustín como misionero para convertir a los anglosajones de Inglaterra, le dijo que debía acomodar lo mejor posible los nuevos y extraños ritos cristianos a los ritos paganos con los cuales los nativos habían estado familiarizados toda su vida.
“Por ejemplo, le aconsejó a San Agustín que permitiera que sus conversos comieran y mataran una gran cantidad de bueyes para glorificar a Dios el Padre durante ciertas festividades, ya que anteriormente habían hecho esto para honrar a [sus dioses] . . . En la Navidad que se celebró justo después de su llegada a Inglaterra, San Agustín bautizó a varios miles de conversos y les permitió celebrar su acostumbrada festividad de diciembre bajo un nuevo nombre y con un nuevo significado” (p. 61).
Gregorio permitió la importación de tales prácticas religiosas paganas bajo el argumento de que al tratar “con mentes obstinadas, es imposible eliminar todo de una vez” (Sansom,
p. 30). Trágicamente, el cristianismo nunca logró llevar a cabo la tarea de eliminar todo aquello que fuese pagano. Según Owen Chadwick, quien fuera profesor de historia en la Universidad de Cambridge, los romanos “continuaron guardando el solsticio de invierno como una festividad de borrachera y alboroto. Los cristianos pensaron que podrían darle un mejor significado a esta fiesta. Intentaron persuadir a sus congregaciones de que no tomasen ni comiesen mucho y que observaran la fiesta con más austeridad, pero no tuvieron éxito” (A History of Christianity [Historia del cristianismo], 1995, p. 24).
Al comienzo, los cristianos se opusieron a la Navidad. Una de las primeras controversias que surgió fue respecto a si se debía siquiera celebrar el cumpleaños de Jesús.
La Encyclopaedia Britannica añade: “Los padres [de la Iglesia] de los siglos ii y iii, como Clemente de Alejandría, Orígenes y Epifanio, sostenían que la Navidad era la copia de una celebración pagana” (edición decimoquinta, Macropaedia, vol. 4, p. 499, “Christianity” [Cristianismo]).
La decisión de celebrar el nacimiento de Cristo el 25 de diciembre distó mucho de ser universalmente aceptada. “Los cristianos de Armenia y Siria acusaron a los cristianos de Roma de adorar al sol al celebrar la Navidad el 25 de diciembre . . . En el siglo v, el papa León el Grande intentó eliminar ciertas prácticas de la Navidad, las que según él no se distinguían en nada de la adoración al sol” (Robert Myers, Celebrations: The Complete Book of American Holidays [Celebraciones: Libro completo de las festividades de Estados Unidos], 1972, p. 310).
Evaluación de la Navidad
No podemos negar que la Navidad está basada en costumbres y prácticas religiosas antiguas que no tenían nada que ver con el cristianismo y la Biblia. Tom Flynn resume así este hecho: “Una gran cantidad de tradiciones que actualmente asociamos con la Navidad tienen su raíces en costumbres religiosas paganas. Algunas de estas tienen connotaciones sociales, sexuales o cosmológicas que pueden llevar a la gente moderna, que es educada y culturalmente sensible, a desechar estas tradiciones una vez que ha comprendido más claramente sus raíces” (p. 19).
La observancia de esta festividad, que originalmente era vista como una manera de facilitar la transición de los conversos de la adoración pagana al cristianismo, en años recientes ha sido motivada por fuerzas económicas. La Encyclopaedia Britannica observa que los días festivos cristianos tradicionales “han pasado por un proceso de increíble desacralización y comercialización (especialmente la Navidad). Los fundamentos cristológicos de la Navidad fueron reemplazados por el mito de Papá Noel” (edición decimoquinta, Macropaedia,
vol. 4, p. 499, “Christianity” [Cristianismo]).
No obstante, e incluso con todas sus fallas, la Navidad continúa siendo una tradición profundamente arraigada. Y a pesar de que algunos reconocen el paganismo intrínseco de esta celebración, creen que la gente es libre de establecer sus propios días de adoración. Otros se aferran a la ingenua creencia, carente de base, de que las celebraciones más populares del paganismo han sido aprobadas por el cristianismo y por lo tanto son aceptables para Dios.
Dejando de lado el razonamiento humano, debemos considerar la opinión que Dios tiene de estas celebraciones. ¡Tenemos que indagar en la Palabra de Dios para ver lo que opina de mezclar prácticas y costumbres paganas con la adoración a él! BN