Israel en medio de vecinos hostiles
La última vez que fui a Jerusalén, ya hace algunos años, me llamaron la atención varias cosas.
La primera de ellas fue la pasarela por la que deben ascender para entrar al Monte del Templo todos los turistas no musulmanes. En un recodo de la rampa de entrada había varias decenas de escudos antidisturbios, obviamente colocados allí por la policía israelí para acceder a ellos rápidamente en caso de ser necesario.
Como estudiante de arqueología bíblica, la segunda situación me pareció particularmente desconcertante. A un lado del Monte del Templo habían excavado cientos de toneladas de tierra para luego cargarla en camiones y llevarla secretamente a otro lugar, con el objeto de hacer espacio para construir una enorme mezquita subterránea. Aquí, en uno de los sitios históricos más grandiosos y emblemáticos del mundo, se había destruido una enorme cantidad de evidencia arqueológica sin ninguna supervisión y en directa violación a la ley israelí.
El tercer hecho que me llamó la atención tuvo lugar cuando descendía del Monte del Templo y me dirigía al estacionamiento para encontrarme con mi conductor. Allí puede ver cómo al menos unos diez policías israelíes se estaban equipando con trajes antimotines, revisando sus armas y cargando sus lanzadores de gas lacrimógeno.
¿Por qué hacían esto? Porque estaba por empezar la oración del viernes en el Domo (o Cúpula) de la Roca y en la Mezquita Al-Aqsa, construidas sobre la parte más alta del Monte del Templo. Con frecuencia, los musulmanes que asistían a este servicio quedaban en un frenético estado por la incendiaria prédica del imán y después apedreaban a los judíos que oraban más abajo, en el Muro de los Lamentos. La policía israelí se estaba preparando para actuar en caso de ser necesario.
Posteriormente, mientras visitaba la ciudad de David [la parte antigua de Jerusalén], nuestro guía israelí señaló las banderas de color verde vivo que flameaban en el vecindario árabe de Silwan, ubicado en la ladera inferior del monte de los Olivos, entre el valle de Cedrón y la antigua ciudad de Jerusalén. Las banderas eran una señal de lealtad de los habitantes a Hamás, el grupo terrorista islámico que ha jurado destruir a Israel.
En la última noche de nuestro viaje, el taxista israelí que fue a buscarnos a nuestro hotel en Jerusalén para llevarnos al aeropuerto estaba muy preocupado. Esa tarde su sobrino de ocho años había estado jugando en su barrio en Jerusalén, cuando un hombre árabe aparecido de la nada lo había acuchillado varias veces para después darse a la fuga. Aquella noche los doctores aún estaban tratando de salvar su vida, y el taxista no sabía si su sobrino sobreviviría.
Tal es el frágil estado de paz en “la ciudad de la paz”.
Pero no me malinterpreten. Me encanta visitar Israel y Jerusalén, y recomiendo a cualquiera que quiera profundizar su conocimiento de la Biblia que vaya y se quede un tiempo en la zona. Nunca me preocupa mi seguridad cuando visito; de hecho, estos lugares son mucho más seguros que muchas ciudades occidentales.
Estos incidentes demuestran una triste realidad: Israel se encuentra en un vecindario peligroso, y está rodeado de gente que anhela su destrucción. La carta fundacional de Hamás, el grupo terrorista que domina Gaza a lo largo de la frontera suroccidental de Israel, ilustra por qué es improbable que la paz se logre en el corto plazo. Veamos algunos extractos de este documento (énfasis nuestro en todo este artículo):
“Israel existirá y continuará existiendo hasta que el islam lo destruya, de la misma manera que destruyó a otros en el pasado”.
“El Movimiento de Resistencia Islámica . . . lucha por levantar la bandera de Alá en cada centímetro de Palestina” (lo que para Hamás significa toda la tierra de Israel).
“No existe ninguna solución al problema palestino sino por medio de la yihad. Las iniciativas, las propuestas y las conferencias internacionales no son sino una pérdida de tiempo, un ejercicio inútil”.
La Autoridad Nacional Palestina, que gobierna Cisjordania, no es mucho mejor. El Pacto Palestino, que establece su ideología, afirma en el Artículo 9: “La lucha armada es la única forma de liberar a Palestina . . . El pueblo árabe palestino afirma su absoluta determinación y firme resolución de continuar su lucha armada y trabajar por una revolución popular armada para la liberación de su país . . .”
El verdadero problema, según estas afirmaciones, es simplemente la existencia de Israel. Tanto el Pacto Nacional Palestino como los estatutos de Hamás hacen un llamado a una yihad violenta hasta que aquella región esté étnicamente limpia de judíos e Israel desaparezca por completo.
No obstante, contra todo pronóstico, Israel no solo ha logrado sobrevivir sino también prosperar. Y, sorprendentemente, esta extraordinaria historia fue descrita hace muchos siglos en la profecía bíblica.
En las páginas de la revista Las Buenas Noticias proporcionamos la perspectiva bíblica que el mundo necesita. La tierra de Israel cumple un trascendental papel en la Biblia, y usted necesita entender por qué. Ahora que Israel celebra el septuagésimo aniversario de su fundación como Estado moderno, ¡es importante que lea cuidadosamente esta edición para entender cómo trabaja la mano de Dios en este asombroso territorio! BN