Hallazgos en el monte Ebal: Más pruebas sobre la veracidad de la Biblia

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Hallazgos en el monte Ebal

Más pruebas sobre la veracidad de la Biblia

La Biblia no es, como algunos creen, una colección de mitos que no se deben tomar en serio. Este libro afirma ser la Palabra inspirada de Dios, que presenta la historia de Dios y su relación con aquellos que ha creado. Pero ¿debemos aceptar esta afirmación?

La veracidad de las Escrituras puede demostrarse de muchas maneras. Una de ellas son los descubrimientos arqueológicos, que una y otra vez confirman la exactitud del registro bíblico. No hace muchos años, los eruditos dudaban de la historia del viaje de los israelitas cuando salieron de Egipto o de la existencia de David, rey de Israel. Sin embargo, varios hallazgos arqueológicos han corroborado contundentemente estos relatos bíblicos y cientos más.

Los continuos descubrimientos siguen solidificando la fe en la Biblia. Y ahora, en los dos últimos años, ocurrió algo muy significativo en el monte Ebal, en la tierra de Israel: la identificación de un altar que data de la época de Josué, y una tablilla de maldición asociada con este altar.

Bendiciones y maldiciones

El monte Ebal y el vecino monte Gerizim están situados en lados opuestos de un valle en el cual una vez se asentó la antigua ciudad de Siquem (la moderna Naplusa). Ambos montes son conocidos en las Escrituras como los montes “de la maldición” y “de la bendición”, respectivamente.

Es muy significativo que Siquem fue el lugar donde Dios repitió por primera vez sus promesas al patriarca Abraham cuando se trasladó a la Tierra Prometida. “Y pasó Abram por aquella tierra hasta el lugar de Siquem . . . Y edificó allí un altar al Eterno . . .” (Génesis 12:6-7).

Siglos más tarde, Dios entregó instrucciones a los israelitas por medio de Moisés en Deuteronomio 11 y 27-28: debían cruzar el río Jordán y comenzar a tomar posesión de la Tierra Prometida, y luego ir a la misma zona y construir un altar en Ebal con piedras enteras no moldeadas con herramientas de hierro. Enseguida debían colocar piedras conmemorativas con el libro de la ley escrito en ellas, y realizar una ceremonia en la que participarían todas las tribus.

La mitad de las tribus debía reunirse en las laderas del monte Gerizim para la proclamación de las bendiciones por obedecer las leyes de Dios, mientras que la otra mitad lo haría en el monte Ebal para el anuncio de las maldiciones por alguna desobediencia en particular. Los levitas las proclamarían en voz alta y todo el pueblo respondería gritando “¡Amén!”, de un lado a otro del valle.

Josué 8 registra que eso fue precisamente lo que hicieron los israelitas cuando empezaron a tomar posesión de la Tierra Santa bajo Josué. Se entregaban ofrendas en el altar del monte Ebal y se leía el libro de la ley, incluidas las bendiciones y las maldiciones.

¿Sucedió esto realmente o se trata solo de una fábula bíblica?

Identificación del altar de Josué

Sorprendentemente, el altar del monte Ebal ha sido excavado, y la evidencia indica que es el mismo que se describe en las Escrituras. Posteriormente se construyó un altar de conmemoración más grande sobre él, que lo cubrió.

El arqueólogo Scott Stripling ha realizado importantes estudios en este altar, continuando el trabajo de arqueólogos israelíes anteriores. El altar rectangular más grande, de un periodo subsiguiente, fue el que más atención suscitó entre los arqueólogos previos, ya que encaja en un marco de tiempo posterior en el que muchos sitúan la llegada de los israelitas.

No obstante, la estructura circular más pequeña situada debajo era la que más le interesaba al Dr. Stripling. Mide casi dos metros de diámetro, está situada exactamente bajo el centro del altar rectangular, y sus piedras están enteras y no han sido moldeadas con herramientas de hierro, de acuerdo con los pasajes bíblicos citados. Se la ha fechado en el marco de tiempo anterior que los eruditos bíblicos conservadores reconocen para el Éxodo y la conquista, alrededor de 1400 a. C.

El altar más grande situado encima está fechado, y Stripling cree que este altar más reciente se remonta a mediados del período de los Jueces.

Stripling explica: “Creo que el altar redondo es en realidad el altar de Josué. El rectangular, del que todo el mundo está enamorado, es un altar conmemorativo que está protegiendo al otro, el que realmente vale, que está debajo . . . Lo cual tiene sentido,  porque la Biblia no sugiere que había una ceremonia continua en el monte Ebal, solo que el altar fue construido para esa ceremonia. He determinado que la cerámica más antigua pertenece al rango de lo que llamaríamos Bronce Final 1B al Bronce Final 2A, es decir, alrededor de 1400 a. C., lo que por supuesto encaja muy bien con la fecha bíblica” (citado por Steve Law, “Ancient Hebrew Writing on Tablet Discovered at Joshua’s Altar” [Hallazgo de una tablilla con escritura hebrea antigua en el altar de Josué], Patterns of Evidence, 4 de febrero de 2022).

Amuleto de tableta de maldición hallado en el yacimiento

Y al parecer no solo se ha encontrado el altar de Josué, sino que ahora se ha descubierto junto a él una pequeña tablilla de plomo que respalda la identificación. Corresponde a una categoría de hallazgos conocidos en arqueología como tablillas de maldición. ¿Por qué podría encontrarse un artefacto así en el altar del monte Ebal? ¿Podría tener algo que ver con el monte Ebal, conocido como la montaña de la maldición?

Cuando el Dr. Stripling intentó abrir la tablilla de plomo doblada, que mide una pulgada cuadrada, empezó a romperse, así que la sometió a un escáner de rayos X. Las imágenes revelaron que en su interior había escritura hebrea primitiva, inscrita con un estilete diminuto.

Tal grabado con un estilete se menciona en Job 19:23-24: “¡Ah, si fueran grabadas mis palabras, si quedaran escritas en un libro! ¡Si para siempre quedaran sobre la roca, grabadas con cincel en una placa de plomo!” (Nueva Versión Internacional, énfasis nuestro en todo este artículo).

YHW, una forma abreviada del nombre divino YHWH o Yahvé, aparece en el escáner (leyendo el hebreo de derecha a izquierda). En la traducción al español de la inscripción, que consta de 23 palabras, la palabra “maldición” aparece diez veces, y “YHW”, dos. El texto completo reza:

“Maldito, maldito, maldito por el Dios YWH.

“Morirás maldito.

“Maldito seas, sin duda morirás.

“Maldito por YWH-maldito, maldito, maldito”.

(Aún hay que escanear y descifrar algunas inscripciones tenues en el exterior del amuleto).

Esta fraseología bien puede ser una repetición de las maldiciones por desobediencia que se proclamaron en el monte Ebal.

El Dr. Stripling conjetura que esta tablilla era un componente oficial de la ceremonia de bendiciones y maldiciones y de las ofrendas presentadas aquí, aunque esto no se especifica en las Escrituras.

Otra posibilidad es que se trate de un intento de maldición mágica llevado a cabo en este lugar a principios del periodo de los Jueces, y que el lugar haya sido escogido porque se le asociaba con la maldición del monte Ebal. La escritura exterior, si es que se descifra, podría proporcionar más pistas.

En cualquier caso, el hallazgo relaciona al monte Ebal con la amenaza de maldición de Yahvé en la época de la conquista israelita, lo que ayuda a corroborar el relato bíblico.

La Biblia: realidad, no fábula

Una y otra vez, ¡la Biblia es vindicada por registrar hechos e historia, no mitos! Como acabamos de ver, tenemos pruebas que confirman lo que se afirma en Deuteronomio y Josué sobre el altar y el pronunciamiento de la maldición en el monte Ebal en la época de la conquista israelita.

Esto comprueba cuán real es la relación de pacto de Israel con Dios y la necesidad de seguir obedeciéndole. Haríamos bien en considerar la importancia de mantener el pacto con Dios en nuestras propias vidas hoy en día.

Además, se nos recuerda lo que Jesucristo oró a su Padre la noche antes de su crucifixión: “Tu palabra es verdad” (Juan 17:17). Unos meses antes había declarado que “la Escritura no puede ser quebrantada” (Juan 10:35).

Sí, los relatos bíblicos son absolutamente fidedignos. Los arqueólogos encuentran periódicamente artefactos y otras pruebas que verifican la veracidad y exactitud de la Biblia, e incluso proporcionan información adicional acerca de cómo era la vida en tiempos bíblicos.

En palabras de Scott Stripling, “Después de 150 años de arqueología en Israel, se han establecido cientos de sincronismos [conexiones alineadas] entre la cultura material y el texto bíblico. A estas alturas, se requiere más fe para creer que la Biblia no es cierta que para creer que sí lo es (biblearchaeologyreport.com/about).

El registro arqueológico verifica una y otra vez que los relatos bíblicos son precisos y sucedieron realmente. Pero no debemos contemplar esto con un interés puramente superficial: la Biblia es el manual que Dios nos entregó para que lleguemos a conocerlo y confiar en él, para que nos enseñe sus caminos y nos conduzca a nuestro destino. Aprenda lo que él revela por medio de este libro y permita que, como resultado, ¡su vida cambie! BN