¿Hacia dónde se dirige Estados Unidos?

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¿Hacia dónde se dirige Estados Unidos?

Las señales de advertencia se manifiestan de muchas maneras. A veces es el agudo chillido de una alarma de incendios o de la alerta de emergencias en la televisión o la radio. Quizás sea el ulular de un parlante indicando la inminencia de un desastre natural. En otras ocasiones pueden ser las luces intermitentes y la sirena de una ambulancia, la bomba de incendios u otro vehículo de emergencia.

Pero sin importar su sonido ni apariencia, generalmente conocemos muy bien lo que significan las señales de emergencia. Están diseñadas para alertarnos de un peligro que se aproxima y estamos conscientes de que si queremos permanecer a salvo, debemos actuar de inmediato.

A veces las señales de alarma no son tan obvias. En vez de aullar en nuestros oídos o relampaguear frente a nuestros ojos para que prestemos atención, como los ejemplos recién mencionados, estas señales pueden ser mucho más sutiles. Y si estamos distraídos con otras cosas y no nos percatamos de ellas, fácilmente podemos pasarlas por alto.

¿Qué posibilidad hay de que los seres humanos —y a veces incluso grandes naciones— permanezcan ciegos frente a los peligros que deberían ser obvios? ¿Será posible que los estadounidenses estén ignorando las señales de advertencia que intentan desesperadamente atraer su atención?

Una mirada el estado de la Unión

A comienzos de cada año, el presidente de los Estados Unidos pronuncia su Discurso Sobre el Estado de la Unión frente al Congreso y, por consiguiente, frente a la nación y el mundo entero. Generalmente es un discurso grandilocuente, lleno de ideales y clichés, que describe la agenda del presidente.

Pero a pesar del título que se le ha dado a dicho discurso, éste rara vez se refiere al verdadero estado de la nación. Si examinásemos la condición de Estados Unidos desde la perspectiva de la Palabra de Dios, ¿qué encontraríamos?

En la plataforma ubicada detrás del presidente mientras él entrega su discurso, y que pareciera ser evitada por las cámaras de televisión, se encuentra el siguiente lema: “En Dios Confiamos”. El presidente presta juramento a su mandato con su mano sobre una Biblia, mientras promete llevar a cabo su cometido “con la ayuda de Dios”.

Cabe preguntarse, entonces: ¿qué piensa Dios acerca de la condición actual de los Estados Unidos?

La creciente aceptación del comportamiento inmoral

Las elecciones que se llevaron a cabo en noviembre de 2012 fueron una ventana abierta y reveladora del pensamiento predominante de los votantes. Por primera vez, los electores legalizaron el matrimonio entre homosexuales en varios estados: Maine, Maryland y Washington.

El matrimonio entre personas del mismo sexo ya había sido ratificado por las legislaturas o cortes estatales de otros seis estados, pero esta fue la primera vez que fue aprobado directamente por los electores, después de haber sido rechazado 32 veces en las votaciones estatales desde 1998.

El comportamiento homosexual es condenado reiteradamente en las Escrituras (Levítico 18:22; 20:13; Romanos 1:26-27; 1 Corintios 6:9-10; 1 Timoteo 1:10). Sin embargo, lejos de avergonzarse de semejante conducta, muchos se enorgullecen de su legalización.

Considerando las numerosas marchas y desfiles del “orgullo gay” en el país, ¿Podría Isaías 3:9 ser una profecía para Estados Unidos moderno? “Su propio descaro los acusa y, como Sodoma, se jactan de su pecado; Ni siquiera lo disimulan!¡Ay de ellos, porque causan su propia desgracia!” (Nueva Versión Internacional, énfasis añadido en todo este artículo).

Mientras tanto, en dos estados los votantes autorizaron la posesión y el uso recreativo de la marihuana, una droga alucinógena que continúa siendo ilegal bajo la ley federal. Otros diecinueve estados permiten el llamado “uso medicinal” de esta droga, a pesar de que muchos abusan de su consumo con la clara intención de drogarse.

Aunque la marihuana no es mencionada explícitamente en las Escrituras, la Palabra de Dios claramente condena toda forma de ebriedad y llama “borrachos” a quienes utilizan substancias embriagantes, afirmando que no tendrán lugar en el Reino de Dios (1 Corintios 5:11; 6:10; Gálatas 5:21). La razón que lleva a tanta gente a usar marihuana es el estado de éxtasis que produce. Si no, ¿para qué usarla?

Cualquier nación puede atraer sobre sí maldiciones cuando le da la espalda a los valores bíblicos y acepta el pecado como algo normal y legítimo. Muchos se consideran a sí mismos como personas de amplio criterio, cuando en realidad solo están demostrando cuán cortos de vista y ciegos están frente a las consecuencias de sus decisiones.

Ellos no toman en cuenta el punto de vista de Dios, quien dice en Isaías 5:20-25: “¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo! ¡Ay de los sabios en sus propios ojos, y de los que son prudentes delante de sí mismos! . . .

“Por tanto, como la lengua del fuego consume el rastrojo, y la llama devora la paja, así será su raíz como podredumbre, y su flor se desvanecerá como polvo; porque desecharon la ley del Eterno de los ejércitos, y abominaron la palabra del Santo de Israel. Por esta causa se encendió el furor del Eterno contra su pueblo, y extendió contra él su mano, y le hirió . . .”

Matrimonios deshechos + familias deshechas = sociedad deshecha

Como hemos mencionado frecuentemente en las páginas de Las Buenas Noticias, el matrimonio y la familia son los bloques fundamentales de la sociedad. Cuando los matrimonios y las familias se desintegran, también lo hacen los lazos que unen a la sociedad.

Entonces, ¿cuál es el estado del matrimonio y de la familia en E.E.U.U. hoy en día?

Por muchos años, aproximadamente la mitad de los matrimonios en ese país ha terminado en divorcio. Al contemplar estas lamentables cifras, un creciente número de parejas prefiere evitar por completo el matrimonio.

De acuerdo a los registros del censo de Estados Unidos, entre los años 1960 y 2000 el número de parejas convivientes aumentó diez veces. Esta cifra se duplicó nuevamente entre los años 2000 y 2010 (a 7.5 millones de parejas), aunque la cifra real podría ser considerablemente mayor ya que muchas parejas que cohabitan sin casarse a veces se autodefinen como simples amigos o compañeros de casa.

En la actualidad, alrededor de un 12 por ciento de los hogares en los Estados Unidos están constituidos por parejas no casadas que conviven. En algunas ciudades, un tercio de las parejas que viven juntas no están casadas. Otros estudios recientes han demostrado que casi el 60 por ciento de las mujeres entre 19 y 44 años han optado por vivir con una pareja del sexo opuesto en algún momento de sus vidas.

Sin embargo, en vez de ser una fórmula para la estabilidad, la cohabitación antes del matrimonio solamente aumenta las posibilidades de que una pareja se separe. Aproximadamente un 40 por ciento de las parejas que se van a vivir juntas se separan antes del matrimonio, y ciertos estudios muestran que quienes sí se casan después de convivir un tiempo tienen una tasa de divorcio entre un 50 y 80 por ciento más alta que aquellos que no viven juntos antes del matrimonio. 

Las maldiciones de la promiscuidad, el aborto y los nacimientos ilegítimos

La promiscuidad sexual comienza temprano. Algunos estudios muestran que entre un 40 y 50 por ciento de los adolescentes en Estados Unidos son sexualmente activos, y un 20 por ciento de ellos comienza a tener relaciones a los 15 años de edad.

Sin embargo, están cosechando los trágicos frutos de quebrantar el mandamiento de Dios que prohíbe tener relaciones sexuales antes del matrimonio (Éxodo 20:14; Efesios 5:3, 5; Hebreos 13:4; Apocalipsis 21:8). Los jóvenes de entre 15 y 24 años constituyen casi la mitad de los 19 millones de nuevos casos de enfermedades venéreas que ocurren cada año. Una de cada cuatro mujeres de entre 15 y 19 años está infectada con al menos una enfermedad de transmisión sexual, y cada año más de 750.000 mujeres de entre 15 y 19 años se embarazan, la mayoría sin quererlo.

Con tal cantidad de gente que muestra absoluta indiferencia frente a las instrucciones de Dios en cuanto al sexo y el matrimonio, no es sorprendente que la nación esté sufriendo la doble maldición del aborto y los nacimientos ilegítimos. Según el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos, casi uno de cada cinco embarazos (18 por ciento) en este país termina en aborto.

Veamos un ejemplo para poner esto en perspectiva: los habitantes de Estados Unidos se horrorizaron con los ataques del 11 de septiembre de 2001, y con mucha razón, ya que casi 3.000 personas perdieron sus vidas en el Centro de Comercio Mundial, el Pentágono y en un terreno eriazo de Pensilvania (como consecuencia del estrellamiento de un avión de pasajeros). Sin embargo, casi el mismo número de niños inocentes, aún en el vientre de su madre, son asesinados diariamente mediante el aborto. ¿Cómo se justifica el horror por las muertes causadas por esos ataques terroristas, y no por los miles de niños abortados cada día? ¿Qué nos dice esto acerca del deplorable estado de la nación?

Otra lamentable consecuencia de la promiscuidad de este país es que el porcentaje de nacimientos ilegítimos —niños que nacen de padres que no están casados— también está aumentando dramáticamente.

En la actualidad, casi la mitad -46 por ciento— de los primogénitos cuyas madres tienen entre 15 y 44 años son ilegítimos. Entre las mujeres de entre 20 y 24 años, mucho más de la mitad de los nacimientos —un increíble 61 por ciento- corresponde a madres solteras.

Una tremenda carga económica para la sociedad

Pero por nefastos que parezcan estos porcentajes, son solo la punta del iceberg de las terribles consecuencias que acarrean a la sociedad, y a estos niños en particular. Numerosos estudios han demostrado que los niños nacidos en hogares sin padre son mucho más propensos a morir durante la infancia, a ser pobres, a mostrar un comportamiento agresivo, a abusar de las drogas, a tener problemas conductuales en el colegio y a pasar temporadas en la cárcel.

Cada año nacen casi 2 millones de niños de padres que no están casados, y por lo general sus madres tienen muy poca educación y escasas posibilidades de mejorar sus vidas. ¿Cuál es el costo de esto para los contribuyentes?

En el año fiscal 2011, los gobiernos (federal y estatal) gastaron en conjuntoUSD 450 mil millones en ayuda a familias de escasos recursos y que tienen niños. Aproximadamente tres cuartas partes de ese dinero, unos USD 330 mil millones, fue asignado a familias de madres y padres solteros. En promedio, esto equivale a unos USD 30.000 anuales de asistencia para cada hogar de padres solteros.

Pero esto no significa que dichos dineros vayan a quienes realmente lo necesitan. Enormes cantidades van a los burócratas del gobierno y cientos de miles de empleados federales y estatales que están a cargo de administrar estos programas de asistencia. El gobierno de Estados Unidos actualmente sostiene más de 80 distintos programas federales de evaluación económica que proveen servicios sociales, atención médica, comida, vivienda, dinero y otros tipos de ayuda para las familias e individuos de escasos recursos.

La maldición de un endeudamiento descontrolado

No debería sorprendernos que los crecientes males sociales de esta nación hayan contribuido a una explosión de sus problemas económicos.

A lo largo del año pasado, los problemas de los países europeos “PIIGS” (por su sigla en inglés) —Portugal, Italia, Irlanda, Grecia y España— ocuparon frecuentemente los principales titulares noticieros. Cada uno de estos cinco países está aquejado de un enorme endeudamiento debido a la inhabilidad de sus gobiernos para controlar sus gastos.

Sin embargo, la deuda per cápita (la deuda nacional total, dividida por cada habitante de la nación) de la colosal deuda de E.E.U.U. ¡es en realidad más alta que la de todos estos países que están sumergidos en problemas!

¿A qué se debe este explosivo aumento de la deuda gubernamental? La simple respuesta es que el gobierno está tomando prestados 40 centavos de cada dólar que gasta.

Para ilustrar esto, el gobierno de Estados Unidos es como una familia con un ingreso anual de USD 21.700 y que gasta USD 38.200 al año, de los cuales USD 16.500 se pagan con tarjetas de crédito, ¡a pesar de que dicha familia ya debe USD 142.710 en esas mismas tarjetas de crédito!

Por cuatro años consecutivos, el gobierno federal ha acumulado un déficit de un billón de dólares. E.E.U.U. se demoró 200 años en acumular su primer billón de dólares en deudas. ¡Ahora, acumular esa misma cantidad de deuda solo le toma alrededor de 10 meses!

En septiembre de 2012 el déficit total sobrepasó los 16 billones —¡Un monto que excede el producto interno bruto (PIB) de la nación entera!

A pesar de lo increíble de semejantes cifras, éstas no reflejan en absoluto el verdadero alcance del problema. Tenemos que incluir en ellas las obligaciones económicas para las cuales no hay respaldo financiero ni fondos de ahorro: el monto necesario para financiar como es debido las promesas de gobierno respecto al Seguro Social, el seguro de salud para los mayores de 65 años y las pensiones y atención médica a los empleados militares y de gobierno. Al agregar todo esto, la verdadera carga de la deuda de USD 16 billones se dispara de cinco a diez veces más, ¡Excediendo por mucho el PIB de todo el planeta! Y esto ni siquiera incluye los gastos similares de los 50 estados individuales y cientos de pueblos y ciudades de Estados Unidos, todos carentes de respaldo financiero.

¿Cuál es el resultado de todo esto? Las ciudades, los estados y la nación entera están en bancarrota, pero siguen viviendo en el paraíso de los necios.

Dios nos advirtió muchos siglos atrás que “el que toma prestado es siervo del que presta” (Proverbios 22:7). ¡Estados Unidos actualmente gasta más de USD 400 mil millones al año solamente para pagar su increíble deuda!

Dios habló de las maldiciones que vendrían a las naciones que lo desobedeciesen y rechazasen su instrucción: “El extranjero que estará en medio de ti se elevará sobre ti muy alto, y tú descenderás muy abajo. El te prestará a ti, y tú no le prestarás a él; él será por cabeza, y tú serás por cola” (Deuteronomio 28:43-44).

Estados Unidos está pasando por un cambio drástico sin precedentes históricos. Hasta hace aproximadamente una generación atrás, Estados Unidos era la principal nación prestamista a nivel mundial. Pero esto ha dado un vuelco absoluto, y ahora ha pasado a ser la nación más endeudada en la historia del mundo; y más de la mitad de su deuda pertenece a naciones rivales como China, Rusia, Irán y Venezuela.

De bendiciones a maldiciones

Estados Unidos está bajo una maldición—tal como se nos advirtió siglos atrás en las páginas de la Biblia. Levítico 26 y Deuteronomio 28 registran las bendiciones prometidas por Dios a las naciones que lo honran y obedecen, y las maldiciones que vendrían cuando éstas lo deshonran y desobedecen, lo que incluye el convertirse en una nación endeudada, tal como se citó anteriormente.

Durante sus primeros dos siglos, Estados Unidos disfrutó de las abundantes bendiciones vaticinadas. Sin embargo, Dios había advertido lo siguiente: “Pero acontecerá, si no oyeres la voz del Eterno tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán” (Deuteronomio 28:15).

¿Qué maldiciones profetizó Dios?

“Maldito serás tu en la ciudad”, comienza él (v. 16). ¿Cuál es la condición de las ciudades de Estados Unidos? Muchas son impresionantes por fuera, pero están podridas por dentro. Un número cada vez mayor de ellas está en bancarrota y muchas están plagadas de crimen. La pobreza, la corrupción, los colegios que no rinden y los miles de inmigrantes no asimilados destruyen su estabilidad. Millones de personas huyen de ellas, y muchos millones más desean poder hacer lo mismo.

“Maldita tu canasta, y tu artesa de amasar” (v. 17). Éstas representan nuestras fuentes de alimentos. Numerosos estudios muestran que muchas de nuestras fuentes alimenticias no son sanas ni buenas para nosotros. Nuestra dieta y estilo de vida pueden incluso ser peligrosos para nuestra salud.

“Maldito el fruto de tu vientre” (v. 18). Las tasas de nacimiento están en franca decadencia, y con la legalización del aborto hemos llegado a considerar a nuestros propios hijos como una maldición y los hemos matado por millones.

Según el Centro de Control y Prevención de las Enfermedades de Estados Unidos, uno de cada seis niños (de los que llegan a nacer) tiene algún tipo de atraso del desarrollo—y el número sigue aumentando.

Como si ello fuera poco, y tal como se comentó anteriormente, millones de niños nacen en hogares en los que tanto la madre como el padre carecen de los recursos económicos, emocionales, mentales y espirituales necesarios para criarlos.

“Maldito . . . el fruto de tu tierra, la cría de tus vacas, y los rebaños de tus ovejas” (mismo verso). Solo unos años atrás, Estados Unidos estuvo entre los mayores exportadores mundiales de alimentos—principalmente de trigo, maíz y carne. Ahora esto también se ha revertido, y actualmente Estados Unidos importa más comida de la que exporta.

“El Eterno traerá sobre ti mortandad . . . [Él] te herirá de tisis, de fiebre, de inflamación y de ardor, con sequía, con calamidad repentina y con añublo; y te perseguirán hasta que perezcas” (vv. 21-22). En comparación con gran parte del mundo, los ciudadanos de Estados Unidos en general disfrutan de buena salud y larga vida. Pero eso viene a un alto precio. Desde 1980 hasta hoy en día, los costos de la salud se han disparado más de diez veces.

Sequía y fracaso

“Sobre tu cabeza, el cielo será como bronce; bajo tus pies, la tierra será como hierro. En lugar de lluvia, el Señor enviará sobre tus campos polvo y arena; del cielo lloverá ceniza, hasta que seas aniquilado” (vv. 23-24, NVI).

Muchos estadounidenses estaban preocupados, con justa razón, de las graves sequías e incendios masivos que plagaron al país en 2012, tal como fue el caso los años anteriores. Ahora que la nación entró en el invierno, la situación continúa siendo grave. La falta de lluvia y nieve ha creado las peores condiciones para las cosechas invernales de trigo en casi 30 años.

“El Eterno te entregará derrotado delante de tus enemigos; por un camino saldrás contra ellos, y por siete caminos huirás delante de ellos; y serás vejado por todos los reinos de la tierra” (v. 25).

A fines de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos emergió como una nueva superpotencia global. Después del colapso de la Unión Soviética varias décadas más tarde, pasó a ser la única superpotencia del mundo. Pero a pesar de todo su inmenso poderío, después de una guerra que ha durado 8 años y ha cobrado más de 4.400 vidas de sus propios ciudadanos y ha costado más de
1 billón de dólares, Estados Unidos se retiró de Iraq dejando atrás una peligrosa e inestable nación. Un patrón similar se repitió en Afganistán, de donde, según lo programado,  las tropas de Estados Unidos se retirarán hacia fines de 2014.

¿Por qué fue que el ejército más poderoso del mundo básicamente empató con fuerzas comparativamente primitivas—enemigos que no poseen maquinarias masivas de guerra, ni fuerzas navales ni aéreas, y que peleaban desde cuevas y hoyos cavados en el suelo, armados con artefactos explosivos improvisados y arcaicos rifles de asalto?

Esto no tiene sentido, hasta que consideramos la advertencia de Dios y la maldición por nuestros pecados: “El Eterno te entregará derrotado delante de tus enemigos . . .”

¿Prestaremos atención a las advertencias?

Levítico 26 y Deuteronomio 28 también mencionan otras maldiciones que caerán sobre las naciones que desafíen a Dios, muchas de las cuales son simplemente horrorosas. No tenemos espacio para cubrirlas todas aquí, pero usted puede y debe leerlas. ¡Esto es lo que le espera a esta nación a menos que cambie de rumbo!

A Estados Unidos le gusta ser considerado como una nación religiosa, pero para muchos, su religiosidad es solamente superficial. La mayoría de los hogares de Estados Unidos tienen más de una Biblia. El problema es que la gente no lee la Biblia, y mucho menos actúa y vive de la forma que ella indica.

Si usted no cree en las advertencias de la Biblia, considere estas otras advertencias de dos de los grandes presidentes que ha tenido esta nación:

Tomás Jefferson, a quien muchos atribuyen incorrectamente la creencia en la completa separación de iglesia y estado, escribió: “Yo tiemblo por mi país cuando pienso que Dios es justo [y] que su justicia no dormirá eternamente . . .”

Abraham Lincoln, quién vio a su nación pasar por la horrible guerra civil, dijo: “¿Hasta qué punto debemos esperar la aproximación del peligro? ¿Qué medios debemos utilizar para fortalecernos en su contra? . . . Yo respondo: si alguna vez nos alcanza, [la fortaleza] debe provenir de nosotros mismos. No puede venir de afuera. Si la destrucción es nuestro destino, nosotros mismos seremos sus autores y consumadores”.

Indudablemente, la justicia de Dios está despertando de un lago sueño y las señales de advertencia están por todas partes. Tal como Lincoln advirtió, la destrucción de los E.E.U.U. está siendo provocada por sus mismos habitantes, y se pudre cada vez más desde sus mismas raíces.

Puede que sea demasiado tarde para cambiar el rumbo de esta nación, pero no es demasiado tarde para usted. “Buscad al Eterno mientras puede ser hallado”, nos urge la Biblia. “Llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase al Eterno, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar” (Isaías 55:6-7).

La bendición, el perdón y la promesa de paz y seguridad que provienen de Dios esperan a quienes estén dispuestos a arrepentirse y a obedecerle a él con todo su corazón.BN