Grandes bendiciones bíblicas: La libertad y el libre mercado

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Grandes bendiciones bíblicas

La libertad y el libre mercado

Libertad–¡qué dulce palabra! Desde el comienzo de los tiempos, la humanidad ha anhelado “poder respirar a sus anchas”.

Las libertades más grandes son las espirituales, pero las libertades físicas, civiles y económicas también son importantes, y a menudo van juntas.

La libertad es un tema de gran importancia en la Biblia. De hecho, a través de la historia la Biblia ha inspirado a muchos a buscar la libertad para sí mismos y para los demás.

Sin embargo, mucha gente tiende a dar sus libertades por sentado y no las valoran. Ellas no comprenden cuánto desea Dios que las apreciemos y protejamos.

Muchos malentienden la Biblia. ¿No fue el Dios del Antiguo Testamento un dictador severo y controlador? ¿No fueron sus leyes un “yugo de esclavitud”? ¿No fueron los israelitas unos pobres nómades que no tenían posesiones personales?

A todas estas preguntas, la respuesta es no. El camino de Dios es uno de libertad, incluyendo el libre intercambio de bienes y servicios dentro de un marco legal.

¿Son los seres humanos libres al nacer?

“Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios los creó; varón y hembra los creó” (Génesis 1:27). ¡Esto hizo al hombre infinitamente superior a todas las otras criaturas!

Dios les dijo a los humanos: “Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra y sojuzgadla, y señoread (gobernar o administrar)” sobre todas las otras criaturas (v. 28). Y Dios le dijo a Adán que “labrara y guardase” el huerto de Edén, dando a entender que sus descendientes deberían labrar y guardar el planeta (Génesis 2:15).

Note lo que Dios no dijo: él no especificó innumerables detalles acerca de cómo deberían hacerlo (a pesar de que él claramente nos hace responsables de obedecer sus leyes, las que han de gobernar nuestras acciones).

Esto demuestra la inmediata confianza de Dios en las habilidades de los seres humanos en general para aprender —de sus propias experiencias y de las experiencias de otros— cómo manejar sus ocupaciones sin la necesidad de un control rígido por parte de un gobierno central.

Los seres humanos nacemos libres porque nos han sido entregadas mentes increíbles para pensar, hablar, imaginar, tomar decisiones, ponerse metas, fabricar herramientas, inventar, ser emprendedores, creativos y artísticos, desarrollar personalidad, amar, y adorar al Creador. (Otras criaturas físicas, sin embargo, nacen libres y se gobiernan a sí mismas principalmente por sus instintos).

El gobierno humano puede restringir su libertad, pero no puede darlelibertades que usted ya posee. El libre albedrío es claramente enseñado en la Biblia. Dios define el bien y el mal y anuncia las recompensas y castigos de acuerdo a nuestro comportamiento. Pero Dios les da a las personas la libertad para escoger entre esas opciones (Deuteronomio 30:19).

¿Dan las leyes libertad a las personas, o se la restringen?

Cuando las leyes del hombre son extremadamente complejas, demasiado restrictivas y excesivas en cantidad, privan en gran manera a las personas de la preciosa libertad. Sin embargo, las leyes de Dios, que son perfectas y pocas en número, proveen la libertad máxima para todos.

Desde luego, Dios no nos da libertad absoluta, ¡porque se traduciría en anarquía y licencia para hacer el mal! Las leyes son necesarias para prevenir que las personas se entrometan en las libertades de otros.

Por lo tanto, ¡los Diez Mandamientos son todo lo contrario de un “yugo de esclavitud”! Santiago los llama “la perfectaley de la libertad”(Santiago 1:25; 2:12, énfasis añadido en todo el artículo).

Los Diez Mandamientos han sido criticados por sonar negativos, ya que la  mayoría dice “noharás . . .”. Pero este tipo de ley es exactamente lo que una nación necesita–leyes que restringen el mal y el hacerle daño a otros, ¡pero que no restringen el mercado libre ni el hacer negocios honestos!

El mercado libre también es llamado empresa privada.Aquí hay una breve definición del diccionario: “Actividades de negocio no reguladas ni controladas por el estado”. Esto es lo opuesto al socialismo. Hoy en día, muchas naciones tienen economías “mixtas”, en parte con libre mercado y en parte socialistas.

Quizás el exponente más famoso del libre mercado en el siglo 20 fue el genio austrohúngaro Ludwig von Mises (1881-1973), autor de una obra monumental titulada Human Action: A Treatise to Economics(La acción humana: un tratado sobre economía).

De entre los libros recientemente publicados acerca de las ciencias económicas, tal vez el mejor sea el que escribió el Dr. Shawn Ritenour, un profesor adjunto del Instituto Ludwig von Mises. En su libro titulado Foundations of Economics: A Christian View(La base de la economía: un punto de vista cristiano), él explica cómo las muchas leyes de la economía son basadas en las enseñanzas de la Biblia. Otros dos excelentes libros son: Biblical Economics(Economía bíblica) por R.C. Sproul Jr. (2008) y Money, Greed and God(Dinero, codicia y Dios) por Jay Richards (2009).

Las Escrituras enseñan la importancia de la propiedad privada

Desde luego, Dios es el dueño del mundo (Salmo 50:12). Pero el Salmo 115:16 nos dice: “Los cielos son los cielos del Eterno; y ha dado la tierra a los hijos de los hombres”. Esto indica el deseo que expresa Dios de que cada familia sea “dueña” de una porción de propiedad, en otras palabras, un arriendoa largo plazo de lo que le pertenece a Dios.

El octavo mandamiento –“no hurtarás”– demuestra lo importante que es la propiedad privada para Dios. El décimo mandamiento –“no codiciarás”– nos dice que ni siquiera debemos pensar en robar(Éxodo 20:15-17).

Por supuesto, el robar puede tomar muchas formas. La Palabra de Dios ordena que todas las medidas y estándares sean precisos, consistentes y permanentes para prevenir la estafa a los clientes (Levítico 19:35-36). Aquí se prohíbe el estafar o defraudar a otros (v. 13). También se prohíbe mover los marcadores que definen las fronteras de la tierra de uno y el mentir en cualquier asunto concerniente a la ley (Deuteronomio 19:14-20).

Todas estas, y muchas otras leyes, fueron diseñadas para proteger a las personas y a su propiedad.

Solo piense: si una persona tiene al menos un pedazo de tierra y no tiene deudas ni impuestos, puede poner una carpa, plantar un jardín y así sobrevivir con ingresos relativamente modestos. Incluso puede que esto sea una gran oportunidad para comenzar una lucrativa granja o una pequeña empresa.

Una hermosa profecía acerca de la vida en la tierra después del regreso de Cristo dice que “se sentará cada uno debajo de su vid y debajo de su higuera, y no habrá quien los amedrente” (Miqueas 4:4). Cuando dice “suvid” y “suhiguera”, ¡se refiere a que ellos estarán en su propia tierra!

Jesús promueve la inversión

La Biblia nodice que “el dinero es la raíz de todos los males”, como algunos asumen. Dice que “la raíz de todos los males es el amor al dinero” (1 Timoteo 6:10). Debemos amar a Dios y las riquezas espirituales mucho másque las riquezas físicas.

La Biblia nos advierte en contra de los dos males opuestos, que son el materialismo y el ascetismo. El apóstol Pablo escribió que Dios “nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos” (1 Timoteo 6:17).

Indudablemente, debemos enfocarnos en ayudar a nuestro prójimo. Pero el ganar dinero y acumular riquezas para nosotros mismos nos pone en una posición favorable para ayudar a los demás, en vez de ser una carga para otros con nuestras necesidades (aunque algunos deben depender de la generosidad de otros, por supuesto). Algunos de los hombres de Dios en la Biblia fueron ricos (como Abraham, Job y David), pero ellos pusieron a Dios por sobre sus riquezas.

Muchas de las parábolas de Jesús fueron historias acerca de dinero y transacciones. A pesar de que su punto principal siempre fue espiritual, él no habría utilizado como ilustración las transacciones financieras si estas fuesen inherentemente malas. 

Por ejemplo, en la parábola de los talentos (Mateo 25:14-30) y en la parábola de las minas (Lucas 19:12-27), el patrón esperaba que sus sirvientes utilizaran su dinero para generar ganancias sin decirles cómo o dónde invertirlas (excepto que, al final, él les dijo que aquellos que no habían producido ganancias deberían al menos haber depositado su dinero en un banco para haber ganado interés). Los sirvientes que invirtieron y produjeron ganancias fueron alabados y recompensados por su patrón.

La Biblia alaba la iniciativa, la diligencia y la ética de trabajo como esfuerzos sabios para “producir fruto” y prosperar (Proverbios 10:4; 12:24; 13:4; 18:9; 21:5; 22:29; 24:27). Y si nuestra fe es en Dios en vez de en nosotros mismos, Dios se asegurará de que nuestras necesidades sean satisfechas (Mateo 6:33).

La mala reputación del capitalismo

¿Pero no hemos escuchado acaso cosas negativas acerca del “capitalismo”? El capitalismo, que es principalmente sinónimo de la libre empresa y el libre intercambio, ha sido criticado injustamente.

La palabra “capital” se refiere a dinero, propiedades, herramientas y otros bienes. Y “capitalismo” simplemente significa el uso de capital para producir bienes o servicios que están “en demanda”, lo que se refiere a cosas que otros necesitan o desean. Las escrituras citadas anteriormente apoyan la idea del capitalismo.

Muchos de los problemas asociados con las llamadas “economías capitalistas” no se deben a la libre empresa, sino que a la actividad criminal y a la interferencia gubernamental en los mercados (por lo que no son realmente mercados libres). Las transacciones encubiertas entre ciertas corporaciones y reguladores de gobierno son un ejemplo de esto.

Histórica y generalmente, el frutodel libre mercado ha sido siempre la prosperidad, mientras que los frutos del socialismo (y del comunismo) han sido la pobreza y la miseria. Sin embargo, aún continúa habiendo soñadores (por lo general con buenas intenciones) que ingenuamente creen que sus variaciones del socialismo pueden funcionar maravillosamente.

Pero el socialismo está basado en la premisa falsa de que hay un monto fijo de riquezas que debe ser distribuido entre todos para adquirir una porción o “pedazo del pastel” equitativo. Esta redistribución requiere el tomar a la fuerza de aquellos que poseen un pedazo más grande, lo que de hecho es hurtar. El capitalismo, al contrario, provee una solución divina. En vez de redividir el pastel, ¡podemos hacer más pasteles!

En efecto, el libre mercado es el único sistema que permite la producción de más riquezas en vez de repartir lo que la gente ya posee.

Y el libre mercado promueve la libertad, ya que se basa principalmente en el principio de laissez-faire,que en francés significa “Deja (a las personas) ser (como les parezca)”. Laissez-faire,a veces parafraseado como “no intervenir”, fue originalmente explicado y promovido por el economista escocés Adam Smith (1723-1790) en su gran obra The Wealth of Nations(La riqueza de las naciones), publicada en 1776.

En ella, él describió cómo las sociedades libres se manejan armoniosamente sin el control de un gobierno que los guíe como una “mano invisible”. Este es el modelo económico más eficiente para satisfacer las necesidades y deseos de las personas. Smith es considerado el “profeta del libre mercado”, pero los principios más relevantes que él fomentó han estado siempre en la Biblia.

¿Cuál es el rol apropiado de los gobiernos civiles?

Pablo escribió que Dios ha dirigido al gobierno civil para prevenir y castigar lo “malo” (Romanos 13:1-4). A su vez, Pedro escribió que los gobernadores civiles son “enviados [por Dios] para castigo de los malhechores y alabanza de los que hacen bien” (1 Pedro 2:14).

Los poderes de los gobiernos federales, estatales y locales debieran limitarse mayormente a proteger los tres grandes derechos naturales (la vida, la libertad y la propiedad) de amenazas internas (el crimen) y de amenazas externas (invasiones). Adicionalmente, deberían proteger a las personas del gobierno mismo.

La palabra “república” se refiere no solo a la forma representativa de gobierno, sino que a aquella que se encarga de los asuntos públicosen vez de manipular y micro-manejar los asuntos privados.Los gobiernos no deberían entrometerse en los asuntos privados a menos que estos puedan causar daño a otros.

Considere las libertades disfrutadas por la nación de Dios, Israel

Por un largo tiempo después de su establecimiento, la nueva nación de Israel fue una teocracia, y Dios fue su rey (compárese con 1 Samuel 12:12). En la Tierra Prometida las personas disfrutaron de más libertades personales que cualquier otra nación en la historia del mundo.

¡Dios le dio a su nación un maravilloso comienzo! Moisés dijo a los israelitas que Dios les daría “ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste” (Deuteronomio 6:10-11). En esencia, ¡ellos recibieron una herencia que estaba completamente libre de deudas e impuestos!

Mientras que la gente de Israel consideró a Dios como su rey, las leyes no cambiaron. Pero cuando Samuel se convirtió en profeta y juez de Israel, la gente comenzó a insistir en tener a un gobernante humano “que nos juzgue, como tienen todas las [otras] naciones” (1 Samuel 8:5).

Eventualmente Dios dejó que ellos aprendieran algunas lecciones a la manera difícil. Él le dijo a Samuel “oye su voz”, pero también le dijo, “mas protesta solemnemente contra ellos, y muéstrales cómo les tratará el rey que reinará sobre ellos” (1 Samuel 8:9). Así, Samuel les advirtió diciéndoles que verían cómo sus jóvenes y jovencitas serían reclutados para ser parte del servicio militar y del gobierno, además de la confiscación gubernamental de propiedades, altos impuestos y otras pérdidas de sus libertades (vv. 10-18).

Lo que Dios profetizó se llevó a cabo, una y otra vez. Tal como Dios advirtió, “Y clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, mas el Eterno no os responderá en aquel día”(v. 18). ¡Qué descripción más apropiada y más aplicable a nuestros días!

Una sorprendente clave en el éxito de la historia de Estados Unidos

Henry Grady Weaver escribió una fascinante historia y análisis de la libertad y sus beneficios, titulada The Mainspring of Human Progress (La principal causa del progreso humano), 1947.

Weaver describió el nacimiento de los Estados Unidos como “la mayor revolución en contra del fatalismo pagano,la revolución por la libertad humana”.Por casi 6.000 años, el progreso en las ciencias y el estándar de vivienda de las personas había progresado muy lentamente. Luego, una vez que las colonias de los Estados Unidos se convirtieron en la “tierra de los libres”, hubo una explosión de energía humana y de innovación seguida de gran prosperidad.

El éxito del experimento estadounidense ha inspirado a muchas otras naciones para aprender valiosas lecciones.

¿Qué fue lo que este variado grupo de colonos tenía en común, aquello que los unió y fortaleció?

No fue la educación formal. Fue el hecho de que ellos en su mayoría eran lectores,y que en general leían los mismoslibros,¡incluyendo libros de historia y economía!

Algunos de los libros más populares que leían fueron escritos por el filósofo inglés John Locke (1632-1704), el erudito francés Baron Charles de Montesquieu (1689-1755), el autor francés Voltaire (1694-1778), el escritor nacido en Ginebra, Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), y el juez y profesor inglés Sir William Blackstone. La mayoría de estos pensadores de la Ilustración fueron apasionados defensores de la religión cristiana.

Sin embargo, el libro más popularde todos fue laBiblia.De hecho, la razón principal que los motivaba para a aprender a leer y a su vez enseñarles a sus hijos, ¡era para que pudiesen leer el Buen Libro!

La autoeducación tan generalizada en cuanto a los libros nobles, que contenían grandes ideas, especialmente la Biblia, explica por qué la mayoría de los colonos eran personas de sólidos principios y gran carácter moral. Ellos sabían que, en gran parte,uno se convierte en lo que lee.

Los colonos de Estados Unidos fueron en muchos aspectos una poderosa manifestación de la afirmación de Jesús, “y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). La Biblia deja en claro que Dios es quien merece todo el crédito por hacer de los Estados Unidos “una gran nación” (Génesis 12:2). Pero algunas de las ideas e ideologías que Dios inspiró en los colonos contribuyeron a que esta nación alcanzara su grandeza.

La verdadera libertad económica está aún por venir

Desde luego, y a pesar de toda su grandeza, Estados Unidos ha sufrido periódicamente de tribulaciones económicas, y las cosas han empeorado aún más a medida que el poder del gobierno ha aumentado. Mucho de lo que es representado como libre mercado, en realidad no lo es.

Los gobiernos frecuentemente ofrecen favores económicos, pero con ataduras. Con cada aporte del gobierno (dinero de los impuestos, o los crueles impuestos escondidos que acompañan la inflación monetaria) vienen más regulaciones y restricciones de las libertades civiles.

Por lo general las democracias terminan destruyéndose a sí mismas, ya que los votantes son seducidos por las promesas de beneficios a corto plazo pagados por otros. Estas personas sacrifican sus libertades por las regalías y promesas de seguridad. Votan por aquellos candidatos políticos que más les prometen, y como resultado aumentan los gastos de gobierno y los impuestos, afectando la productividad de la economía y debilitando a la nación hasta que esta cae bajo fuerzas externas o colapsa como consecuencia del deterioro interno.

Lamentablemente, los titulares que leemos en la actualidad hablan de esta erosión de la vitalidad y la libertad económica que está ocurriendo en Estados Unidos y en otras naciones democráticas.

Como hemos visto, la Biblia claramente enseña sobre el libre mercado. Pero el hecho es que el mundo nunca ha visto un libre mercado en su punto máximo. ¡Esto ocurrirá solo despuésde que Jesucristo regrese! Él le dará al mundo una economía ideal, combinada con ética divina. El resultado será espectacular: ¡libertad, paz y prosperidad en todo el mundo! Los seres humanos, sus hijos y todos sus descendientes, disfrutarán todo tipo de bendiciones maravillosas, tal como se nos indica en el siguiente pasaje:

“Edificarán casas, y morarán en ellas; plantarán viñas, y comerán el fruto de ellas. No edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma; porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo, y mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos. No trabajarán en vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos del Eterno, y sus descendientes con ellos” (Isaías 65:21-23).

La Biblia deja en claro que el libre mercado es el mejor sistema económico. Cuando las personas combinan el libre mercado con la fe en Dios y la obediencia a sus leyes espirituales, no solo sobreviven, sino que prosperan.