El impacto global de las elecciones en Estados Unidos
Las elecciones presidenciales estadounidenses en 2024 determinarán el resultado de la actual guerra en la que están implicados Estados Unidos y otras naciones clave del mundo. Esta guerra es de mayor magnitud que la Guerra Fría con la antigua Unión Soviética. Potencialmente, esta es la mayor guerra mundial desde la que terminó en 1945. Esta guerra global, en la que el papel preeminente de Estados Unidos en los asuntos mundiales está siendo cuestionado por muchas naciones, determinará si este país sigue siendo o no el líder del mundo libre.
Uno podría responder que en esta ocasión las tropas estadounidenses no están luchando en Europa. También podría señalar que Estados Unidos no ha enviado a sus ejércitos a la actual guerra entre Israel y Hamás en Gaza, y que no hay aviones ni barcos chinos trabados en luchas directas con las fuerzas estadounidenses. El asunto es que hay una guerra mundial en curso, y sus implicancias para cada uno de nosotros son vitales para comprender los próximos pasos en los asuntos mundiales.
Durante casi 80 años el mundo ha vivido la Pax Americana, o paz estadounidense, un periodo de relativa paz y estabilidad garantizado por el poder militar, económico y político de Estados Unidos. Y aunque en ese lapso ha habido guerras y escaramuzas, se ha evitado una repetición de las guerras mundiales de la primera mitad del siglo xx. La Guerra Fría terminó con el colapso de la Unión Soviética, a finales de 1991. La paz liderada por Estados Unidos ha propiciado una era de crecimiento económico y desarrollo mundial sin precedentes.
La mayoría de nosotros no nos damos suficiente cuenta de lo que Estados Unidos ha significado para el orden mundial. Y deberíamos hacerlo, porque ahora la nación se enfrenta a una alianza de fuerzas hostiles tanto externas como internas, así como a su propia seguidilla de errores, que la han llevado al momento más peligroso de esta generación. En el centro de todo ello se encuentra ahora el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre de 2024.
Biden contra Trump
Salvo algún cambio imprevisto, las elecciones de 2024 serán una revancha de las de 2020, cuando Joe Biden, el candidato del Partido Demócrata, se convirtió en presidente y reemplazó al expresidente republicano Donald Trump.
Ambos candidatos manifiestan un profundo desprecio mutuo. El presidente Trump declinó asistir a la ceremonia de investidura del Sr. Biden a finales de enero de 2020. La situación fue especialmente amarga para el presidente Trump, ya que él y muchos otros estadounidenses cuestionaron los resultados de las elecciones, y fue impugnado por los demócratas del Congreso junto con unos pocos republicanos por segunda vez, esta vez acusado de dirigir una insurrección en el Capitolio el 6 de enero, una postura sobre la que el país está dividido.
Posteriormente se presentaron varios cargos penales y civiles contra Donald Trump, todos ellos cuestionados, que iban desde la manipulación electoral y financiación fraudulenta de la campaña, hasta la exageración de los valores de sus propiedades y la posesión ilegal de documentos clasificados. El momento en que surgieron estas acusaciones y su naturaleza han suscitado mucha controversia y preguntas sobre la aplicación desigual de la justicia y la judicialización de la política y el acoso judicial a los adversarios políticos. Cuando Biden fue acusado de apropiación y almacenamiento de documentos clasificados, el Departamento de Justicia bajo su mandato asignó a un abogado especial para investigar su caso. Este concluyó que había violado la ley, pero recomendó que no se le procesara.
El juicio en Nueva York que declaró a Trump culpable de delitos graves y que fue respaldado por la administración Biden, los principales medios de comunicación y una gran parte del país, es considerado por la otra gran parte del país como un artificio legal y un error judicial. Este veredicto será apelado.
Las diversas acusaciones y juicios contra Trump lo caracterizan como un delincuente y lo han mantenido alejado de la campaña electoral, al tiempo que han drenado sus finanzas. ¿Ha sido esa la intención, como muchos creen? ¿Qué podría presagiar esto para la nación en el futuro? En cualquier caso, las contribuciones a su campaña aumentaron tras su veredicto de culpabilidad, y sus cifras de popularidad en las encuestas siguen siendo altas.
Por supuesto, muchos también se oponen a él, hasta el punto en que existe preocupación por posibles enfrentamientos civiles en caso de que gane. Sin embargo, también hay un grupo considerable que no aprecia a Trump pero que teme que otros cuatro años de la actual administración serían, como afirmó el exfiscal general de Estados Unidos, un suicidio nacional, y está alarmado por el empeoramiento de la tensión económica y la creciente agitación cultural y política que ya ha transformado fundamentalmente el carácter nacional.
Destrucción de la sociedad y colapso de las fronteras
La actual administración puso en marcha medidas que permiten que la revolución sexual LGBTQ se inmiscuya e instale en los centros educativos, desde la primaria hasta la universidad. Se ha facultado a los servicios sociales estatales para separar a los niños de los padres que intenten impedir que sus hijos se conviertan en trans (transgéneros). El fomento de la agenda LGBTQ se ha infiltrado en todos los aspectos importantes de la cultura, y el problema ha pasado de ser un pecado pernicioso a un ataque a la esencia misma de la existencia humana. En todas partes se intimida a la gente para que acepte el mal diabólico como algo normal y bueno.
Los enemigos de Estados Unidos ven este cambio cultural hacia una agenda progresista y liberal como una debilidad que pueden explotar. Para naciones como Rusia, China e Irán, apodadas “eje del mal” y “eje de la mala voluntad”, este asunto en particular es una flaqueza que las anima a fomentar y planear la destrucción del estatus mundial de Estados Unidos. ¿Cómo, razonan ellas, puede considerarse a una nación tan moralmente depravada una fuerza seria que pueda mantenerse por largo tiempo en su puesto de dominio? Cuando los mulás (los líderes de Irán) llaman a Estados Unidos “el Gran Satanás”, demuestran su total desprecio por su cultura.
Y además de la podredumbre interna, las puertas se han abierto de par en par a la invasión externa. Más de diez millones de inmigrantes ilegales, muchos de ellos varones en edad militar, han cruzado la frontera sur de Estados Unidos en los últimos cuatro años, provocando una crisis nacional sin precedentes. Es de dominio público que muchos de los que han cruzado tienen vínculos con el terrorismo. Algunos temen que se estén emplazando células de estos operativos en lugares estratégicos para ser activadas en un asalto asimétrico que podría interrumpir elementos clave de la infraestructura de la nación, como la red eléctrica y el suministro de agua y alimentos. Los atentados de Hamás en Israel el 7 de octubre de 2023 podrían repetirse en Estados Unidos.
Un país no es un Estado soberano si no puede asegurar sus fronteras. Cuando la política nacional elimina esta salvaguarda crucial de la integridad y la identidad nacionales, envía una señal de debilidad y falta de determinación a otras naciones. El daño causado por esta afluencia de ilegales bien podría ser imposible de revertir, independientemente de quién gane las elecciones. Puede que ya se haya hecho un daño irreparable.
La guerra en Europa y otras amenazas en el extranjero
El resultado de las elecciones de este año podría determinar el futuro de la participación estadounidense en los conflictos actuales. Desde febrero de 2022, los ucranianos luchan contra la invasión de las fuerzas rusas empeñadas en someter a la nación y devolverla al redil ruso. Esta conflagración se cierne como una amenaza existencial para Europa. Si Rusia vence, y bien podría hacerlo, ninguna nación de Europa estará a salvo. La alianza de la OTAN, que ha mantenido la paz en Europa desde 1945, podría desmoronarse.
Estados Unidos ha suministrado a Ucrania armas y material militar para que lleve a cabo esta guerra indirecta. Pero el apoyo financiero y militar de la nación norteamericana a Ucrania se está resquebrajando. El apoyo del Congreso ha mantenido su flujo, pero muchos consideran que drena los recursos estadounidenses y canaliza el dinero hacia especuladores y otros malos actores. No es ningún secreto que Donald Trump ha mostrado un débil apoyo a Ucrania, y a Europa en particular, y que lleva mucho tiempo criticando a Europa por no asumir su parte de los costos de su propia defensa. Si vuelve a ser presidente, la era de un cheque en blanco estadounidense para la defensa de los europeos se acabará y tendrán que arreglárselas por su cuenta. Alemania y Francia ya han aumentado sus presupuestos de defensa.
En 2021, Biden ordenó la escandalosa y desacreditada retirada estadounidense de Afganistán, permitiendo que los talibanes retrógrados recuperaran el control. Esto envió señales claras de que Estados Unidos no era un socio estratégico fiable, y envalentonó a Putin para invadir Ucrania. Cuando los delincuentes observan que las fuerzas del orden se retiran de los barrios, ven una presa fácil, y lo mismo ocurre en la escena mundial.
Esto nos lleva a otra área de conflicto: ¿Cuándo y cómo actuará China para apoderarse de Taiwán o repatriar a su población a la China continental, como amenazan con hacer los líderes comunistas chinos? Algunos expertos afirman que ello no ocurrirá antes de 2027, pero otros dicen que es inminente, considerando las elecciones estadounidenses que se aproximan. Jesús advirtió no solo de guerras en los últimos días, sino de “rumores de guerras”, cuando aún falte algún tiempo para el final (Mateo 24:6). No sabemos cómo se desarrollarán estas cosas.
Algunos han especulado sobre la posibilidad de que China imponga un bloqueo a Taiwán cortando el tráfico marítimo de entrada y salida, estrangulando así a la nación. ¿Cómo reaccionaría Estados Unidos para cumplir con su compromiso de defender a Taiwán? Si esto ocurriera durante el mandato del próximo presidente, ¿qué haría este como comandante en jefe? Esta pregunta pende sobre las próximas elecciones. En el mundo real, el liderazgo importa. La fuerza importa. Cuando los fuertes se cansan, se debilitan y carecen de determinación, otras potencias llenan el vacío.
Derrumbe moral que conduce a la angustia
El profeta Isaías habló así de la nación de Judá: “Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente. Desde la planta del pie hasta la cabeza no hay en él cosa sana, sino herida, hinchazón y podrida llaga; no están curadas, ni vendadas, ni suavizadas con aceite” (Isaías 1:5-6). Esto describe al Estados Unidos actual, que languidece a raíz de una enfermedad moral que conduce a otros problemas, desde la gente común hasta la presidencia de la nación y otros líderes de Gobierno.
En los Estados Unidos posteriores al covid, el comportamiento imprudente es epidémico: “Los estadounidenses gastaron en apuestas la cifra récord de 66 500 millones de dólares en 2023. En comparación con 2019, se ha producido un aumento del 18 por ciento de los accidentes mortales en los que está implicado el alcohol, y del 17 por ciento de aquellos provocados por el exceso de velocidad. Más de 500 estadounidenses mueren cada día por causas relacionadas con el alcohol, lo que supone un aumento del 30 por ciento. Las enfermedades de transmisión sexual también están aumentando en todo el país” (“Four Years Later, Covid Isn’t Done With Us” [“Cuatro años después, el covid no ha acabado con nosotros”], The Wall Street Journal, 8 de marzo de 2024).
Además, siguen aumentando la ansiedad y la depresión: “Según muchos estudios, las tasas de depresión y ansiedad en Estados Unidos (bastante estables en la década de 2000) aumentaron más del 50 por ciento entre 2010 y 2019. La tasa de suicidios aumentó un 48 por ciento entre los adolescentes de 10 a 19 años. Entre las niñas de 10 a 14 años, aumentó un 131 por ciento” (“The Terrible Costs of Phone-Based Childhood” [“El terrible costo de la infancia basada en el teléfono”], The Atlantic, 13 de marzo de 2024).
Mientras tanto, en los últimos años las muertes por sobredosis en Estados Unidos se han disparado a más de 100 000 al año, debido en gran parte al contrabando de drogas peligrosas a través de la vulnerable frontera sur. La lista de problemas, que podría ir mucho más allá, ilustra lo que podemos ver que ocurre a nuestro alrededor cada día. Estados Unidos se está deshaciendo puntada a puntada, y el mundo se está dando cuenta.
Otras naciones ven cómo un país que una vez lideró al mundo es incapaz de liderarse a sí mismo para salir de un pozo de problemas cada vez más profundo. A pesar de su riqueza, su poder, y la actitud bravucona y moralista que intenta proyectar, las naciones observan a Estados Unidos. Ven los problemas que lo aquejan y se preguntan con razón: ¿Qué nos depara el futuro? Se entretienen observando el circo político estadounidense, pero en su interior saben que hay problemas que auguran un cambio monumental. Y estos problemas se están extendiendo y finalmente los afectarán también a ellos.
Las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos no resolverán problemas tan profundos. Ninguno de los principales candidatos puede articular una visión que conduzca al pueblo al resultado que Dios desea para todos.
¿Qué puede hacer usted?
Nos hicimos esta pregunta en el número anterior de Las Buenas Noticias. Para complementar ese artículo, lo que puede hacer es sacudir su sentimiento de complacencia y despertar con un sentido de urgencia. Vivimos en tiempos turbulentos y estamos más cerca de las señales que Jesús dijo que anunciarían el final de esta era y el amanecer de su regreso con el Reino de Dios. Que eso sea una maravillosa fuente de consuelo y esperanza mientras las condiciones del mundo empeoran.
Jesús habló así del tiempo que conduciría a su regreso: “Y cuando oigáis de guerras y de sediciones, no os alarméis; porque es necesario que estas cosas acontezcan primero; pero el fin no será inmediatamente. Entonces les dijo: Se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá grandes terremotos, y en diferentes lugares hambres y pestilencias; y habrá terror y grandes señales del cielo” (Lucas 21:9-11).
¿Qué puede hacer usted como discípulo de Jesucristo? En estos tiempos, y en tiempos aún peores que están por venir, no se aterrorice. Él continuó animándolos a cultivar un corazón sereno y un pensamiento claro, lo que fomenta la paciencia (versículos 14-19).
Convierta su fascinación e interés por la política estadounidense en una realidad funcional. Estados Unidos importa en el mundo, pero se acerca rápidamente el momento en que los pecados de esta nación devorarán su vitalidad y promesa. Dios llevará a cabo un juicio y surgirá un mundo diferente, con un poder nuevo, pero a la vez antiguo. Esto no es agradable de contemplar; sin embargo, la profecía bíblica muestra que se acerca. El tiempo de supremacía de Estados Unidos está llegando a su fin. Prepárese para ello comprendiendo lo que dice la Biblia sobre este momento.
Aunque puede que sea demasiado tarde para que Estados Unidos cambie de rumbo, gane quien gane, no es demasiado tarde para usted. Vuélvase a Dios. Arrepiéntase de sus pecados. Céntrese en el próximo gobierno de Jesucristo sobre el mundo, el único que puede conducir a todas las naciones a un mundo mejor en el que no habrá dolor, ni incertidumbre, ni maldad. (Le sugerimos leer nuevamente nuestro editorial sobre a quién recurrir, en la página 4).
Con la ayuda de Cristo, usted podrá resistir.