Disculpe, ¿cómo dijo? ¿Qué Jesús no nació un 25 de diciembre?

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Disculpe, ¿cómo dijo? ¿Qué Jesús no nació un 25 de diciembre?

¿No cree que ya es hora de dejar de vivir como romano? Tal vez usted ni siquiera se haya dado cuenta de que vive como ciudadano de uno de los imperios más poderosos del mundo antiguo. Si usted celebra el nacimiento del divino Salvador el 25 de diciembre, entonces vive como romano; pero si usted se considera cristiano, entonces es tiempo de que deje de vivir como romano y empiece a vivir como ciudadano de Dios. Y un ciudadano de Dios no celebra Navidad para conmemorar el nacimiento de Jesucristo.

Hoy en día es un hecho muy conocido que Jesús no nació el 25 de diciembre. Uno puede encontrar fácilmente  información sobre este tema en Internet. Incluso muchas iglesias admiten sin ambages esta verdad y la comparten abiertamente con sus feligreses.

Hace poco viví una situación que me permitió apreciar la sincera ligereza con la cual los creyentes pasan por alto este hecho fundamental. ¡Fue un momento muy revelador!

Ecos de un pasado pagano

No hace mucho, un grupo de colegas y yo realizamos un viaje de instrucción por Italia. La idea era visitar sitios relacionados con la historia del apóstol Pablo y la Iglesia primitiva. Mientras recorríamos las ruinas de una hacienda agrícola en el sur de Italia, la casa donde había crecido Popea, la esposa del emperador Nerón, el guía a cargo del tour nos contó cómo era la vida cotidiana de un romano.

Ya para el primer siglo d. C., Roma había establecido más de 80 días festivos. El más importante de todos era el 25 de diciembre, que conmemoraba el nacimiento del Sol y era la culminación de ciertas festividades que duraban varios días, llamadas “saturnales”. Este festival de luces, comida y diversión que tenía lugar en invierno, era una celebración muy popular entre los ciudadanos. ¡La estación más oscura del año era el momento perfecto para festejar!

Mientras el guía iba describiendo esta festividad, nos hizo la siguiente pregunta: “¿Nació Jesús el 25 de diciembre?” Y él mismo respondió rápidamente: “No. ¡Definitivamente no!” Observé cómo varios pasajeros, todos creyentes de la Biblia, asentían con sus cabezas en señal de aprobación.

El guía luego agregó: “El texto [bíblico] nos dice que el clima era agradable y que las ovejas estaban en los campos. En los meses de invierno las ovejas se resguardaban bajo techo y no permanecían en los campos”. Y añadió: “Pero si este nuevo Dios que estamos sirviendo es el gran Dios, entonces establezcamos como su fecha de nacimiento el 25 de diciembre y hagamos de esta una gran celebración”. Y eso fue precisamente lo que hicieron. El resto es historia religiosa.

En la actualidad el término que se usa para explicar este proceso es sincretismo, que es la mezcla de ideas diferentes para crear algo distinto o nuevo. En este caso, ellos combinaron minuciosamente esta festividad pagana de invierno con la visión del cristianismo que tenían.

No importa que una simple lectura del relato bíblico sobre el nacimiento de Cristo muestre que este no se llevó a cabo en pleno invierno. No importa que el Nuevo Testamento no entregue ninguna instrucción para observar el nacimiento de nuestro Salvador con una festividad o fiesta de cualquier tipo. Y como nuestro guía turístico dijo, no importa que Jesús no naciera el 25 de diciembre ni en ninguna fecha cercana a esa.

Nada de esto importa, ¡porque el sincretismo dice que podemos hacer lo que nos venga en gana cuando se refiere a la adoración de Dios!

Un cristianismo sincretizado

La admisión franca y abierta de un instructor muy inteligente y sincero aquel día en Italia reforzó contundentemente lo que yo ya sabía. Su declaración me hizo pensar en lo mucho que la gente de hoy se parece a los romanos en lo concerniente a la religión. Los romanos adoptaron dioses y religiones de Grecia, Egipto, Babilonia, el norte de Europa y otras naciones, las mezclaron entre sí de acuerdo a su versión de “fe” y continuaron sus vidas como si nada.

La iglesia que sucedió a la poderosa Roma sincretizó muchos días paganos. Entre ellos, los más importantes eran el 25 de diciembre y las saturnales. A Jesucristo (o al concepto que de él tenían) le adjudicaron el festival más importante y le incorporaron los elementos del dios sol para fabricar una réplica de un nuevo dios hecho a su imagen.

El paganismo se convirtió en una forma de religión bíblica y la nueva iglesia comenzó a funcionar de inmediato. Falsas doctrinas, un dios trinitario y formas de adoración totalmente ajenas fueron aceptados y puestos en práctica para finalmente convertirse en tradición y ser adoptados por las posteriores generaciones de maestros de la iglesia.

La Navidad actual es una mezcla de falsas enseñanzas religiosas y consumismo comercial. Añádale algunos conceptos abstractos modernos, y se tiene una festividad perfecta que se adapta a casi cualquier cultura existente en el planeta. Incluso naciones no cristianas como China y Japón han adoptado parte de las tradiciones navideñas características del 25 de diciembre. Puede que no les interesen los elementos religiosos, pero en algunas partes de estos países sí observan ciertos aspectos de la festividad. Japón se beneficia de un pujante comercio durante la época de Navidad.

¿Qué significa todo esto para nosotros en nuestro mundo moderno? La Navidad es la festividad más lucrativa e importante del planeta. Las ventas durante esta época del año determinan la viabilidad comercial de muchos negocios. Eliminar la Navidad provocaría un enorme bajón financiero para muchos sectores de la economía. Y este comercio no va a desaparecer a pesar del ferviente deseo de quienes quieren que prevalezca el mensaje religioso.

De hecho, Cristo no puede ser “insertado otra vez en la Navidad”, como muchos quisieran, ¡porque él nunca fue parte de ella! Además, Jesús no quiere que se le asocie con una festividad profundamente enraizada en la adoración pagana, a la cual su nombre fue vinculado equivocadamente. Cuando consideramos lo que Dios dice acerca de tales costumbres, el hecho de que a una gran cantidad de personas no les interese esta verdad pone de relieve la gravedad del problema.

Dios no acepta la adoración sincretizada

El profeta Isaías tuvo que abordar este mismo tipo de problema en Jerusalén y el territorio de Judá en el siglo VII a. C. Judá había adoptado costumbres y tradiciones de adoración contrarias a las que Dios les había dado al comienzo de su historia nacional.

En el primer capítulo de Isaías, Dios expone la idolatría y la forma en que se han olvidado de quién era él para ellos. El versículo 12 destaca cómo habían alterado los días de las fiestas y los sábados en que debían presentarse “delante de mí”. La adoración que realizaban terminó siendo un vano ritual en los días que Dios había específicamente diseñado y ordenado como sus fiestas en Levítico 23.

A pesar de que la gente en Jerusalén aún asistía al templo de Dios en los días que él había estipulado, sus acciones habían arruinado el significado que Dios les había dado. Habían incorporado elementos de idolatría en la adoración a Dios, y sus actitudes y acciones eran incorrectas en muchos aspectos. Dios aborrecía que hubieran corrompido su tiempo santo, y también su forma de vida tan contraria a sus enseñanzas. “No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes” (Isaías 1:13-14).

Sin importar los días de fiesta que habían agregado a su calendario, el hecho de que contaminaran algo sagrado para él las hizo perder todo su valor. Esta es una lección importante para nosotros hoy. El mundo cristiano actualmente tiene un calendario de festividades totalmente distinto al que Dios le dio a su pueblo para toda la eternidad. Las festividades como Pascua de Resurrección y Navidad, por nombrar solo dos, están saturadas de símbolos y orígenes paganos. Dios detesta estas celebraciones. ¡No tienen cabida en la forma cristiana de adoración que se describe en la Biblia!

Pero el pueblo en la época de Isaías no escuchó la advertencia. Llegó un momento en que Dios retiró por completo sus bendiciones y fueron invadidos por naciones extranjeras. Su presencia en el escenario mundial llegó a su fin y su soberanía nacional se acabó. Lo mismo pasará a las naciones actuales que alaban el nombre de Dios y, sin embargo, lo insultan con la indignidad de los símbolos paganos. Estados Unidos, Canadá, Australia y Gran Bretaña, junto a otras naciones, serán juzgadas por Dios por este y otros pecados.

La Navidad y otros días paganos que son presentados como celebraciones cristianas son una abominación para Dios. Repasemos las palabras de Isaías para saber lo que Dios dice y siente al respecto: “Hastiado estoy de holocaustos de carneros y de sebo de animales gordos; no quiero sangre de bueyes, ni de ovejas, ni de machos cabríos. ¿Quién demanda esto de vuestras manos, cuando venís a presentaros delante de mí para hollar mis atrios? No me traigáis más vana ofrenda; el incienso me es abominación; luna nueva y día de reposo, el convocar asambleas, no lo puedo sufrir; son iniquidad vuestras fiestas solemnes. Vuestras lunas nuevas y vuestras fiestas solemnes las tiene aborrecidas mi alma; me son gravosas; cansado estoy de soportarlas. Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos” (Isaías 1:12-15).

Esto puede sonar duro y condenatorio al oído moderno, y lo es, pero no tanto como cuando Dios castigó a Israel y Judá por sus pecados. El juicio del Eterno sobre las naciones siempre ha sido justo, y él nunca ha actuado sin advertir primeramente a todo aquel que quiere escuchar y darle la oportunidad de arrepentirse.

Es tiempo de elegir: Seguir a Dios o las tradiciones paganas

Al principio mencioné la casa de Popea, la esposa de Nerón. Su casa se encontraba cerca de Pompeya y el monte Vesubio, y quedó cubierta de ceniza volcánica en la devastadora erupción del año 79 d. C.

La casa en la que estábamos había sido excavada, y aún se podía ver el efecto de la lava y la ceniza que habían cubierto la hacienda. Tanto ese lugar como su historia fueron un recordatorio para mí de que ninguna cultura –ni la Roma pagana ni la nueva cultura pagana actual– están exentas de juicio. Roma y su imperio finalmente tuvieron el mismo destino de todos los imperios. Su época de poder fue eclipsada por el Dios de la historia, cuyo decidido propósito sigue adelante, hacia el día del juicio final (Hechos 17:26, 31).

Nuestro guía turístico reconoció que Jesús no había nacido el 25 de diciembre, celebración que en tiempos del Imperio romano servía de culminación a las antiguas saturnales. En pocas palabras, admitió algo que hoy es de común conocimiento entre aquellos lo suficientemente interesados como para indagar. Sin embargo, luego cambió de tema como si nada, y me dieron ganas de decirle: “Espera, ¿te diste cuenta de lo que dijiste?”

¿Logra darse cuenta de lo que esto significa? ¿Cómo nos podemos presentar ante Dios el Padre y su Hijo Jesucristo y al mismo tiempo defender una adoración sin ningún significado, e incluso irreverente? No importa lo sincero que usted sea o lo bien intencionada que sea su celebración de la Navidad: adorar a Dios con prácticas tomadas directamente del paganismo es una abominación para él.

Sin importar cuán agradable y enfocada en la familia sea su celebración navideña, para Dios es fútil y vacía. Incluso si a usted no le importa, a él sí. Él es un Dios justo y exhorta a todo el que escucha la verdad a arrepentirse — es decir, a abandonar todos los elementos paganos y comenzar a adorarlo de la forma significativa y gozosa que él estableció desde la creación. Dios, además, es misericordioso y desea que lo adoremos con humildad y sinceridad.

Es momento de dejar de vivir como ciudadano de Roma y comenzar a vivir como ciudadano del venidero Reino de Dios. En esta temporada de fiestas dele un giro a las cosas y comience adorar a Dios en espíritu y en verdad. Dios está esperando recibir su adoración sincera en espíritu y en verdad y escuchar sus oraciones.