Cuando se desató el infierno: El espíritu que instigó el ataque de Hamás contra Israel

Usted está aquí

Cuando se desató el infierno

El espíritu que instigó el ataque de Hamás contra Israel

Cuando los militantes de Hamás que cruzaron desde Gaza se dejaron caer sobre los asentamientos israelíes el 7 de octubre de 2023, se desató un infierno. Más de mil hombres, mujeres y niños israelíes, junto a muchos extranjeros, fueron masacrados en lo que ha sido calificado como el peor ataque contra los judíos desde el Holocausto de la Segunda Guerra Mundial.

Hombres, mujeres, niños y ancianos murieron en forma violenta. Matanzas, violaciones, decapitaciones, incineración de bebés . . . las imágenes son demasiado horrendas de imaginar siquiera. Ningún tribunal humano razonable podría calificar esto como nada menos que la más despreciable maldad.

Lamentablemente, el mundo no es razonable, ya que se encuentra bajo la influencia dominante de Satanás el diablo (Efesios 2:2; 1 Juan 5:19). Muchos en Occidente ahora niegan lo que hizo Hamás; no obstante, el propio grupo terrorista se encargó de promocionar sus hechos como una herramienta de reclutamiento para la yihad santa contra los judíos, y muchos en todo el mundo se regocijaron celebrando los atroces ataques.

El ataque se planeó para que coincidiera con el día sagrado bíblico que los judíos llaman Shemini Atzeret, el octavo día después de la Fiesta de los Tabernáculos, que dura siete días. (En Israel este día se combina con otra celebración llamada Simchat Torá, que es de regocijo por la finalización y reinicio del ciclo anual de lectura de la Torá). La agresión se llevó a cabo 50 años después de otro ataque anterior igualmente sorpresivo por parte de vecinos árabes en otro día sagrado de otoño llamado Yom Kippur o Día de Expiación, el 6 de octubre de 1973.

No fue casualidad que estos ataques ocurrieran en los días sagrados de Dios. Por un lado, fueron elegidos por tratarse de fechas en las que el pueblo judío estaba más ocupado en la observancia espiritual y menos alerta ante una invasión militar. También es probable que el objetivo fuera mostrar al islam como victorioso sobre la práctica religiosa judía.

Pero, aparte de todo, estos ataques fueron demoniacos, instigados por Satanás. Él odia estos días de fiesta que simbolizan el propósito y el plan de Dios (que incluye su derrota final), y quiere destruir el pueblo y el territorio que son el punto focal del plan de Dios para la historia. De hecho, tal como sucedió hace 50 años, la maldad desatada en una de las fiestas sagradas de Dios este otoño solo puede entenderse a través de la lente de una visión bíblica del mundo.

Una historia de conflictos

Las raíces del conflicto actual se remontan a los tiempos bíblicos y fue causado por un odio y una discordia aparentemente irreconciliables (véase nuestra guía de estudio gratuita El Cercano Oriente en la profecía bíblica). Y su fase actual comenzó a principios del siglo pasado. Durante la Primera Guerra Mundial, el Gobierno británico, y más tarde la Liga de las Naciones, aprobaron un plan para el asentamiento de judíos en la tierra de Palestina, por entonces parte del Imperio otomano de los turcos. Tras la guerra, la inmigración de judíos a su antigua patria comenzó en serio. Miles de ellos llegaron de Europa, Asia, Estados Unidos y otras partes del mundo. La población árabe también comenzó a aumentar allí debido a la inmigración.

Simultáneamente, las grandes potencias del mundo estaban redefiniendo los límites de Oriente Medio en un error diplomático que quizá esté mejor explicado en un libro sobre el tema, titulado A Peace to End All Peace (Una paz para acabar con todas las paces, David Fromkin, 1989).

Después de la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto nazi en Europa aumentó la presión a favor de un Estado judío en Tierra Santa, y el 14 de mayo de 1948 Israel fue declarado como Estado. Inmediatamente la joven nación fue atacada por Jordania, Siria y Egipto en un intento por destruirla, pero Israel resistió. Los habitantes del territorio que apoyaron la invasión, en su mayoría árabes, fueron desplazados por la guerra, y algunos huyeron buscando refugio en los Estados árabes vecinos. Estos serían conocidos más tarde como “palestinos”. Las guerras posteriores, como la guerra de los Seis Días de 1967, causaron más desplazamiento de la población a medida que el Estado judío derrotaba a los enemigos que lo atacaban y ampliaba sus fronteras conquistando más territorios.

De estos refugiados, motivados por la visión islámica que no tolera que las tierras conquistadas por el islam vuelvan a caer en manos infieles, y que llegaron a considerar a los judíos como infrahumanos, han surgido diferentes grupos terroristas cuyo principal objetivo es destruir al Estado de Israel, y muchos otros Estados los animan a hacerlo. El grupo terrorista Hamás fue el gobierno elegido en Gaza (que luego abolió las elecciones una vez que conquistó el poder).

Junto con Hezbolá en el Líbano, Hamás está siendo en gran medida financiado y dirigido por el Estado que más apoya el terrorismo en Oriente Medio: Irán. Los dirigentes iraníes llevan mucho tiempo diciendo que su objetivo es borrar a Israel del mapa, más ahora que están a punto de desarrollar su poderío nuclear. Irán y sus empoderados terroristas declaran sin rodeos su intención de utilizar cualquier medio necesario para destruir a los judíos, y no es extraño que se produzca una escalada continua. La mentalidad secular impía no puede ver que los sucesos actuales tienen su explicación en la Biblia y en el gran propósito de Dios para la vida humana y la nación de Israel, y en la oposición de las fuerzas espirituales de maldad (véase Efesios 6:12).

Con esto en mente, volvamos al momento de los dos atentados: el más reciente en el Octavo Día, la última de las fiestas anuales ordenadas por Dios, y el anterior, 50 años atrás, en Yom Kippur, el Día de Expiación. Lo que simbolizan estos días nos da una perspectiva bíblica de lo que verdaderamente está ocurriendo en el conflicto de Oriente Medio.

Cuando Satanás sea desterrado

Yom Kippur, el Día de Expiación (Levítico 23:26-32), es un día tan solemne que Dios le dice a su pueblo que se aflija mediante el ayuno para que pueda entender mejor lo que hace funcionar al mundo.

En este día santo, y en una ceremonia especial, se tomaban dos machos cabríos y se decidía cuál sería sacrificado como ofrenda por el pecado y cuál cargaría, figurativamente, con el pecado para luego ser desterrado al desierto (Levítico 16). El primer macho cabrío simbolizaba el sacrificio de Jesucristo al morir por nuestros pecados. Con el otro se prefiguraba la escena profética de un ángel que desciende del cielo, después de la segunda venida de Cristo, para atar a Satanás, el instigador del pecado, y arrojarlo a un abismo durante mil años (Apocalipsis 20:1).

Llegará un momento en que la fuente del mal en el mundo será eliminada. Esa fuente del mal es Satanás, a quien la Biblia presenta como el gran engañador y tentador (Apocalipsis 12:9; 1 Tesalonicenses 3:5). Jesús lo calificó de “homicida” y “padre de mentira”, pues induce a la gente a seguir sus caminos (Juan 8:44).

No debemos tomar a la ligera la coincidencia de que una guerra contra el Estado judío de Israel se iniciara en el Día de Expiación. Fue algo más que un movimiento estratégico de los dirigentes árabes para tomar desprevenidos a los judíos. La furia de Satanás se dirigió contra el pueblo que representa un remanente de la antigua nación israelita, los descendientes de Abraham, a quienes se les prometió la tierra de Israel como lugar de residencia para fines específicos dentro del propósito más amplio de Dios para las naciones.

Y Satanás odia a Dios. Odia a los seres humanos creados a imagen de Dios. Desprecia el designio y el plan que él tiene de llevar a las personas a su gloria divina. Valiéndose de instrumentos humanos, se ha opuesto al propósito de Dios a lo largo del tiempo.

Jesús incluso se refirió a Satanás como “el príncipe de este mundo” (Juan 12:31; 14:30; 16:11). Él y sus secuaces espirituales, conocidos en la Biblia como demonios, influyen en los líderes del mundo para que luchen entre sí y se opongan al pueblo de Dios, ya sea la descendencia literal de Jacob o la Iglesia espiritual de Dios. Utiliza los ejércitos de las corrientes religiosas y de las organizaciones estatales por igual para perseguir implacablemente a quienes guardan los mandamientos de Dios y siguen el testimonio de Jesucristo (Apocalipsis 12:15-17).

¿Habrá estado Satanás incitando a las naciones para atacar al Estado judío de Israel en el Día de Expiación en 1973? ¿No debería ser esto un claro indicio para el mundo de la rabia que tiene el demonio contra Dios, quien hará que un día lo aten y arrojen al abismo, tal como representa precisamente este día? A veces la historia es más que una coincidencia.

El fin de la influencia de Satanás

También debemos profundizar en el día sagrado en el que se produjo el reciente atentado de Hamás, el Octavo Día, que tiene lugar inmediatamente después de la Fiesta de los Tabernáculos, de siete días de duración (véase Levítico 23:33-36, 39). ¿Qué nos enseña esta fiesta sagrada de Dios?

Las fiestas santas de Dios revelan una serie de pasos en su plan para salvar a la humanidad, a todos los que  quieran ser salvos. Cristo es el elemento central en cada uno de estos pasos. Comenzando con su sacrificio y resurrección, las fiestas de primavera (según las estaciones de Tierra Santa) muestran cómo se elimina el pecado y cómo él puede vivir dentro de nosotros para que tengamos la esperanza de la vida eterna.

Los festivales de otoño señalan el regreso de Cristo para conducir al mundo a la justicia y la paz. Como se ha señalado, el Día de Expiación enseña que Satanás será atado. La Fiesta de los Tabernáculos, que todas las naciones observarán en aquel entonces (Zacarías 14:16-19), ilustra el reinado de mil años de Cristo y sus seguidores de esta era, conocido como el Milenio.

El Octavo Día, una solemne convocación de clausura de Tabernáculos, es comprendido por muy pocos. Los judíos no lo entienden porque rechazan el Nuevo Testamento. Los cristianos no lo entienden porque no conocen las fiestas del Antiguo Testamento y lo que las Escrituras revelan realmente sobre la vida después de la muerte: que habrá una resurrección de los seguidores de Cristo cuando él regrese, y que todos los demás que hayan muerto serán resucitados después de los mil años (Apocalipsis 20:4-6).

La fiesta final del Octavo Día encierra la reconfortante y alentadora verdad de que Dios es justo y equitativo. En la resurrección después del Milenio, él ofrecerá salvación a todos aquellos que en esta vida nunca tuvieron una oportunidad real de aceptar a Cristo como Salvador ni conocieron sus verdaderas enseñanzas, porque estaban sujetos a los engaños de Satanás (versículos 11-12; véase “El Último Gran Día: Se ofrecerá la vida eterna a toda la humanidad” en nuestra guía de estudio gratuita Las fiestas santas de Dios: Esperanza segura para toda la humanidad).

Justo después de que termine el Milenio, Satanás será liberado de su prisión y otra vez volverá a comandar a un gran número de personas en una guerra contra Dios, rodeando al pueblo de Dios que estará acampando en Jerusalén. Sin embargo, estas fuerzas serán destruidas con el ardiente fuego de Dios, y esta vez Satanás desaparecerá para siempre (versículos 7-10).

Cuando los muertos de tiempos pasados vuelvan entonces a la vida, vivirán sin la influencia engañosa de Satanás porque Dios les quitará el velo del engaño. Los budistas aprenderán que existe un Dios personal. Los hindúes aprenderán que hay un ciclo de vida que cuenta. Los musulmanes aprenderán que hay un único Dios verdadero revelado en la Biblia, incluyendo el hecho de que Jesús es el Hijo enviado por el Padre para  salvación del mundo. Los judíos reconocerán a Jesús como su Salvador profetizado que murió por sus pecados. Y aquellos que declaraban ser cristianos, pero no comprendían realmente la verdad de Dios, llegarán a adorarle en Espíritu y en verdad (Juan 4:24).

Ezequiel 37 describe la resurrección a existencia física de los israelitas de toda la historia en ese tiempo futuro, cuando serán restaurados a la tierra de Israel y dotados del Espíritu Santo de Dios para ser la nación ejemplar que Dios quería que fueran (versículos 11-14). En ese momento, todas las personas podrán aprender los caminos de Dios y vivir de acuerdo a ellos. Entonces, con un corazón transformado y mentes sanadas, la naturaleza de Satanás empezará a desaparecer del carácter humano. Al final todavía habrá algunos que se nieguen obstinadamente a seguir a Dios, pero serán quemados en una destrucción final (Apocalipsis 20:14-15). Los seres humanos que finalmente continúen siguiendo a Dios recibirán la gloria divina junto a él, y vivirán en la Nueva Jerusalén que descenderá del cielo (Apocalipsis 21-22).

Este es el profundo significado de la fiesta del Octavo Día. Este es el día que muchos estaban observando, aunque la mayoría sin entender por qué, cuando escucharon las noticias de otra guerra que estallaba sobre Israel. En ese día se desató un verdadero infierno y se perpetró una masacre demoniaca.

¿Podría ser que Satanás, bramando con intensa furia y consciente de que su tiempo para operar se acorta, haya incitado a las fuerzas del terror para atacar en ese momento? En un día sagrado que muestra la misericordia y la compasión de un Dios que quiere compartir la gloria eterna con la humanidad, Satanás desencadenó un ataque contra las desprevenidas ciudades de Israel; sus fuerzas las rodearon y quemaron tanto a la gente como sus hogares, ahí mismo donde Satanás será finalmente derrotado e Israel será restaurado.

Vendrán más arremetidas

Estas guerras, la de Yom Kippur hace 50 años y esta última entre Israel y Hamás que empezó en el Octavo Día, deben entenderse desde la perspectiva de estas verdades. La lente de la Biblia puede ofrecer una visión más profunda de lo que está sucediendo.

La profecía bíblica nos muestra una serie de otros acontecimientos futuros a lo largo de los últimos tiempos, que culminarán con el regreso de Cristo. En las naciones árabes que complotan contra Israel podríamos estar viendo una alineación que conduciría, o sería un anticipo, de un ataque aún mayor llevado a cabo por lo que el libro de Daniel llama el rey del sur, contra una potencia contraria llamada el rey del norte (Daniel 11:44). Este rey del sur será evidentemente una potencia árabe islámica envalentonada para lanzar un ataque contra el Norte, que aquí se trataría de Europa.

La potencia del Norte, llamada la bestia y Babilonia en el libro del Apocalipsis, tomará represalias con una fuerza masiva, invadiendo y ocupando gran parte de Oriente Medio para llegar posteriormente a Tierra Santa. Esto conducirá a lo que las Escrituras llaman la gran tribulación y ocurrirá después de que Satanás, en otro intento por conquistar el cielo, sea arrojado fuera. Entonces se volverá contra la gente con gran ira, sabiendo que su tiempo es corto (Apocalipsis 12:12-14).

Felizmente, ninguna de las arremetidas de Satanás detendrá el plan de Dios. Al final, el diablo será vencido y Dios reinará con supremacía para arreglar todas las cosas. Y gracias a su gran plan, las víctimas de los ataques de Hamás en el Octavo Día resucitarán más tarde en el cumplimiento de ese Octavo Día para vivir una vida nueva y feliz.

Las promesas de Dios son ciertas. Busque en su Palabra cómo se resolverá todo. ¡Y confíe en que él quiere ayudarnos! BN