Cómo caminar con Dios en tiempos difíciles

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Cómo caminar con Dios en tiempos difíciles

Mientras escribo estas palabras a poco de haber comenzado un nuevo año, no puedo menos que reflexionar sobre el que ha concluido, tan distinto a cualquier otro que recuerde. Nunca he visto un periodo de tanto sufrimiento y muerte. Y sí, me doy cuenta de que esto no ha sido nada en comparación con períodos anteriores de guerras mundiales y su enorme miseria; no obstante, desde cualquier punto de vista, los últimos dos años han sido horrendos.

En los últimos meses, tres amigos de mi iglesia fallecieron de covid-19 y otros tres sucumbieron al cáncer tras una larga lucha. El hijo adolescente de unos amigos muy queridos falleció a consecuencia de las lesiones sufridas en un accidente de tráfico provocado por un conductor negligente. Otro amigo falleció a causa de otra enfermedad muy prolongada.

Muchos otros de mis conocidos han tenido que lidiar con enfermedades graves, hospitalizaciones, pérdida del empleo, accidentes y otras tribulaciones. Y como si esto fuera poco, mi propia madre falleció, aunque a la avanzada edad de 92 años y con una salud razonablemente buena hasta sus últimos días.

Frente a los acontecimientos del último año multiplicados millones de veces en todo el mundo, no es de extrañar que la gente se sienta tan abatida, deprimida y desesperada. Si permitimos que nuestra mente se obsesione con todo ello, estos tiempos ciertamente pueden parecernos carentes de esperanza.

Este último año ha sido extremadamente difícil para muchos, y eso me incluye a mí. Pero el título de esta revista, Las Buenas Noticias, se enfoca en un tiempo y circunstancias muy diferentes. Nos muestra el maravilloso futuro prometido en la Palabra de Dios, cuando Jesucristo regresará para establecer el tan esperado Reino de Dios sobre la Tierra y eliminar así las causas satánicas y malignas de tanto pecado, sufrimiento y muerte en el mundo.

Jesucristo vino a la Tierra con un mensaje llamado evangelio, una palabra que significa “buenas noticias”. Y su mensaje era realmente una buena noticia. Fue el mismo mensaje que proclamaron los profetas bíblicos antes que él, las buenas nuevas de un reino que gobernará al mundo y en el que, a diferencia de lo que ocurre hoy, “la tierra será llena del conocimiento de la gloria del Eterno, como las aguas cubren el mar” (Habacuc 2:14).

Muchos artículos de Las Buenas Noticias destacan lo diferente que será aquel mundo venidero de nuestro mundo actual, colmado de pecado y sufrimiento y no del conocimiento de Dios. Todos estos males son el resultado de nuestra negación a ver ese conocimiento divino y de nuestro rechazo al mismo.

Por eso, nuestro mensaje en Las Buenas Noticias es de esperanza. En la oración modelo que Jesucristo entregó a sus discípulos, nos da instrucciones para que oremos a Dios de esta manera: “Venga a nosotros tu reino” (Mateo 6:10; Lucas 11:2, énfasis nuestro en todo este artículo). Ese debería ser siempre el objetivo de nuestras oraciones. También nos dice “buscad primeramente el reino de Dios y su justicia” (Mateo 6:33), es decir, debemos procurar siempre que el propósito, la meta y la máxima prioridad de nuestras vidas sean formar parte de ese reino.

Y esta es una clave crucial para hacer frente a las circunstancias de esta vida que a veces puede parecernos tan deprimente y falta de esperanza. Cuando buscamos primero el Reino de Dios, y al estudiar su Palabra llegamos a entender su plan y el futuro profético que la Biblia describe para la humanidad, nos damos cuenta de que nuestra existencia comprende muchísimo más que esta vida física.

También llegamos a la conclusión de que el sufrimiento, la enfermedad y la muerte no son el final de la historia, sino que Dios ha planeado un futuro glorioso para todos aquellos que hayan vivido y estén dispuestos a someterse a su plan para los seres humanos. Como escribió el apóstol Pablo en 1 Corintios 2:9, citando y parafraseando Isaías 64:4: “Cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han subido en corazón de hombre, son las que Dios ha preparado para los que le aman”.

Como se explica en este número, la clave para caminar con Dios radica en vivir de acuerdo con esa esperanza y ese futuro, confiando en las promesas de nuestro Padre y esforzándonos por obedecerlo y complacerlo.

Nuestra esperanza y oración es que usted atesore y tome en serio los artículos de este número y aprenda a caminar fielmente con Dios en estos tiempos tan difíciles, ¡y que siga haciéndolo hasta llegar a ese maravilloso tiempo futuro!  BN