Ataques contra Irán
La realidad del momento

El bombardeo estadounidense a las instalaciones nucleares de Irán el 22 de junio de 2025 tal vez haya sido la campaña militar más significativa desde la invasión de Francia el Día D, en junio de 1944. Bombarderos furtivos B-2 Spirit volaron desde Estados Unidos a Irán, lanzaron bombas antibúnker sobre objetivos clave y regresaron sin pérdidas de personal ni de aviones. Ninguna otra potencia mundial moderna puede llevar a cabo un ataque de este tipo, en este caso contra un peligro claro e inmediato para Israel y Estados Unidos, así como para la seguridad mundial.
Desde la Revolución iraní de 1979, el régimen islámico ha proclamado constantemente “muerte a Estados Unidos”, al que llama “el gran Satanás”. Uno tras otro, sus líderes han manifestado sin ambages su objetivo de expulsar al Estado judío de Israel de su territorio y arrojarlo al mar. Irán ha desarrollado misiles de largo alcance para lanzar cargas nucleares contra objetivos lejanos. Irán y sus aliados en el extranjero han proferido las declaraciones antisemitas más públicas y virulentas desde el Holocausto nazi.
El objetivo de tales ataques tiene su base teológica en la creencia de los líderes teocráticos iraníes de que una conflagración mundial provocará la aparición del misterioso duodécimo imán oculto de la tradición musulmana chiita, el Mahdi, que unirá a los musulmanes e impondrá el orden islámico en todo el mundo. Ningún tratado o acuerdo sobre el desarrollo nuclear detendrá a los clérigos gobernantes de Irán en esta misión. Los observadores perspicaces comprenden bien la grave amenaza que representa Irán para la paz y el orden mundial.
Irán está coludido con Rusia y China en su intento de sustituir a Estados Unidos como primera potencia mundial. Algunos observadores incluso se han referido a los últimos años de conflicto global como “la Tercera Guerra Mundial”. Sin duda, se trata de un periodo con importantes consecuencias. La postura de Estados Unidos está siendo puesta a prueba; por el momento, sin embargo, su poder se mantiene. ¿Estamos observando el resurgimiento de la Pax Americana, o ha llegado el fin de la predominancia estadounidense? Estos asuntos deberían llamar nuestra atención.
La amenaza de Rusia
La invasión a Ucrania por parte de Rusia y la guerra en curso han puesto a prueba el compromiso de Europa y Estados Unidos con el pacto de la OTAN. El presidente Donald Trump, crítico de los países europeos que dependen del poderío de Estados Unidos para mantener la paz, los ha presionado para que aumenten su gasto en defensa, algo que están haciendo poco a poco. Pero al ritmo actual, tardarán años en ser autónomos. La amenaza de Rusia es una llamada de atención; sin embargo, Estados Uni-
dos no abandonará a Europa en esta batalla porque hay demasiado en juego.
Los esfuerzos de Rusia por convertirse en la potencia mundial predominante fracasarán, ya que van en contra de lo que Dios revela en las profecías bíblicas. Pero el impulso para rearmar Europa podría tener consecuencias no deseadas, que concuerdan con las profecías bíblicas del tiempo del fin. Estas predicen que un Imperio romano resucitado surgirá de forma notable como potencia dominante: “. . . y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia, y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella?” (Apocalipsis 13:3-4).
Europa aún no ha llegado a ese punto, pero la historia tiende a acelerarse cuando el tiempo de Dios entra en juego.
¿Dónde está China?
China, la otra parte de la ecuación actual, ha estado observando cautelosamente el resultado de los conflictos en Oriente Medio y Europa. ¿Acaso los intereses de China no están totalmente alineados con los de sus supuestos socios? ¿O será que están esperando el momento oportuno para atacar y poner a prueba la voluntad y el compromiso de Estados Unidos? China tiene el ejército más numeroso del mundo, y su amenaza de apoderarse de Taiwán y establecer su control sobre la región del Pacífico es bien conocida. China es el mayor rival de Estados Unidos prácticamente en todas las categorías de poder.
China lidia con sus propios desafíos internos, incluso mientras se fortalece militarmente. Algunos consideran que el control comunista sobre el pueblo es siempre frágil y ligado al rendimiento económico. La tensa batalla arancelaria con Washington podría desencadenar problemas internos capaces de desviar su atención de la conquista mundial. A pesar de su tamaño y larga historia, China nunca ha alcanzado la preeminencia mundial. Su idioma, religión y cultura no han logrado moldear al mundo moderno a pesar de la influencia que ejerció durante largos períodos de la historia. Su Gran Muralla, construida para mantener alejados a sus enemigos, es un símbolo de una cultura hermética.
Según la Biblia, China estará entre los pueblos que se levantarán contra las ciudades sin murallas de Israel (como se explica en nuestra guía de estudio gratuita Rusia en la profecía bíblica). Por ahora, sin embargo, se perfila como una potencia gigante que no sabe muy bien cómo actuar con los aliados que escogió.
Cómo entender los acontecimientos a través de una perspectiva bíblica
El mundo está siendo remodelado por las grandes y dramáticas acciones de Estados Unidos y el Estado de Israel. Por el momento, Oriente Medio ha sido transformado y los líderes mundiales están recalibrando su enfoque hacia Estados Unidos, lo cual ha hecho que el planeta sea más seguro. Por supuesto que el peligro sigue existiendo para estas dos naciones, especialmente en el frente interno; pero nadie más puede hacer lo que ellos han hecho recientemente para reconfigurar toda una región.
¿Cómo debemos entender este momento? ¿Cómo se ajusta a lo que nos dice la Biblia sobre la profecía y el curso de las grandes potencias? Estos acontecimientos decisivos trascienden la política y las personalidades. Están relacionados con los marcadores bíblicos que Dios nos ha dado para guiarnos a confiar en él, como Dios soberano de las naciones, y que guía la historia hacia su propósito.
Hemos estado observando cómo los temas del libro profético de Daniel toman forma en un contexto moderno. En él, Dios se refiere a los israelitas en cautiverio nacional. El cautiverio babilónico de la época de Daniel fue el resultado de grandes pecados nacionales. El pueblo de Judá, compuesto de los últimos israelitas que quedaban en la Tierra Prometida en ese momento, fue llevado en esclavitud.
Dios revela en las Escrituras lo que hay detrás de la violencia contra el pueblo que él ha llamado a su pacto. Los descendientes de Abraham a través de su hijo Isaac y su nieto Jacob son blanco de los ataques de Satanás y de los poderes mundiales que este utiliza para contrarrestar el propósito de Dios.
Daniel 11 es una profecía minuciosamente detallada que expone no solo los acontecimientos del mundo antiguo –la lucha entre los reinos sirio y egipcio, conocidos como el rey del norte y el rey del sur y gobernados por los griegos–, sino también el odio espiritual hacia el pueblo que Dios escogió para cumplir por medio de Jacob una promesa basada en un pacto hecho con Abraham y sus descendientes. Estas potencias procuraban dañar y destruir al remanente del Estado judío en el territorio (versículos 27-28), tal como lo harían más tarde sus sucesores.
Cierto rey, Antíoco Epífanes, se levantó furiosamente para profanar el templo de Jerusalén mediante lo que las Escrituras llaman una “abominación desoladora” (v. 31). La historia muestra que esto incluyó una profanación pagana y el sacrificio de cerdos (animales impuros prohibidos en el sistema sacrificial de Dios) en el altar sagrado. Este malvado gobernante se enfureció contra “el pacto santo” (v. 30). Todo esto fue precursor de una futura abominación desoladora que conducirá a la gran tribulación de los últimos días (Mateo 24:15, 21-22).
Una muestra irrefutable de esto es la interminable hostilidad hacia el pueblo que recibió el pacto de Dios. Satanás sabe dónde y cómo opera Dios entre las naciones, y odia esa obra. Cuando una gran potencia como Irán ha gritado “muerte a Estados Unidos y a los judíos” durante cuatro décadas, debemos preguntarnos qué significa exactamente ello. ¿Qué hay detrás, y por qué vemos tanto odio y animadversión hacia estos pueblos?
La respuesta es que tanto Estados Unidos como el Estado de Israel son pruebas visibles de las promesas del Dios de la Biblia y de su fidelidad a lo largo de los siglos. Estas naciones del mundo moderno son muestra de la inquebrantable lealtad de Dios. Ciertas señales nos indican que Dios dará a todas las naciones la promesa definitiva de la salvación espiritual por medio de Jesucristo. Esa verdad es, y siempre ha sido, odiada entre las naciones, y la vemos reflejada en los actuales acontecimientos mundiales.
Dios eligió a un hombre llamado Abraham para ser el padre de muchas naciones y para que a través de él se llevara a cabo su propósito eterno y divino entre las naciones a lo largo del tiempo. A su nieto Jacob se le dio el nombre Israel, que significa “has prevalecido” (Reina-Valera Actualizada).
Este nombre, que heredaron sus descendientes como la nación de Israel, se perpetuará finalmente en esta verdad: que el hombre prevalecerá con Dios y vivirá con él para siempre en una ciudad cuyas puertas llevan el nombre de las tribus de Israel (Apocalipsis 21:10-12, 22-27).
Israel es un nombre que cuenta la historia de Dios y su propósito.
En los gritos de “muerte a Estados Unidos” y “muerte a los judíos” se ve reflejado el antiguo odio hacia Dios y su dominio sobre el hombre. Estamos presenciando con nuestros propios ojos una batalla espiritual que ha durado siglos. Por un momento, en este tiempo, los poderes de Israel han fortalecido su voluntad contra este odio.
¿Es esto parte del designio providencial de Dios? No debemos descartarlo como algo irrelevante; pero tampoco debemos relegarlo al ámbito de la “política” y desecharlo por considerar que no tiene nada que ver con el Evangelio de Dios. ¡Es importante, y no debemos perderlo de vista! BN